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Categoría: Infidelidad

Las calientes vacaciones que nos tomamos con mi cuñado

Me costó tomar la decisión de escribir y publicar mi historia y, debo confesarlo fue por un alto grado de morbosidad.

Fue un verano que, por un par de razones, nos adelantamos con mi cuñado a nuestra casa de veraneo.

A la segunda noche de haber desempacado y después de unos tragos, subí a mi dormitorio a descansar. Estuve un buen rato mirando una película y después, bajé a la cocina por algo para comer. Al bajar, observo a mi cuñado mirando un video que me dio la impresión era porno. Me detuve con intención de devolverme para evitarle el bochorno a mi cuñado, pero, observando mejor, estaba con audífono por lo que no se percató de mi presencia.

Estaba sentado o semi acostado en el sofá y a medida que bajaba la escalera, perdía ángulo de visión del video. Ni corto ni perezoso, desanduve tres escalones, lo que me permitió tener una visión completa de la pantalla de su computador.

Efectivamente era una porno y oh sorpresa para mí era de una pareja gay.

Mi cuñado, un tipo de 45 años, buena presencia y con muy buena llegada con las mujeres, una de las razones de celos de mi hermana, me dejaba asombrado con ese video.

Estuve cerca de cinco minutos observando el desempeño de la pareja y cuando sentí excitación y erección de mi verga, volví a mi dormitorio. En la soledad de mi habitación, intentaba encontrar una explicación a la actitud de mi cuñado y esa noche dormí muy inquieto y no precisamente preocupado de mi cuñado.

A mi edad pocas cosas son novedosas, pero, esa noche algo cambio en mi parecer respecto a la relación gay.

Al siguiente día, mi cuñado, Sebastián, salió a caminar, lo que aproveche para pedirle su computador para leer noticias. Lo vi alejarse y conociendo su rutina, tenía al menos un par de horas para leer noticias. Terminando de leer los titulares, se me ocurre revisar el historial de búsqueda. Al instante, había desplegado la página, seguramente, que había mirado subrepticiamente la noche anterior.

Era un sitio que ofrecía un panel de videos de todos los géneros. Busque en los subtítulos el bloque gay que tanto me provoco esa noche comentada.

No existía ninguna censura y era todo explícito. Una especie de desazón y morbo se apodero de mí. Al tercer o cuarto video, aceleraba la reproducción para pasar de largo el flirteo normal de la pareja y me quedaba pasmado en los cuadros de sexo duro. Fue tanto la excitación que me desabotone el pantalón para dar más espacio a mi convulsionada verga. Cuanto tiempo paso, no lo recuerdo porque empalmado como estaba, me pillo mi cuñado.

Sebastián no tuvo la cortesía demostrada por mí y me expuso al momento más embarazoso de mi vida.

Fueron minutos interminables y donde trataba de balbucear una explicación para mi cuñado, quien muy tranquilo, pero también asombrado me calmaba comentando que para él no era un tema tabú ni preocupante. Es más, tomo el computador y dentro del mismo bloque pincho “BI”.

Era de parejas con un tercero. Si estaba caliente con los videos anteriores, con estos BI, la prudencia se esfumo. Descaradamente, tuve que acomodarme porque ya no había espacio para mi adolorido pene.

Era tal mi grado de excitación que no reaccione cuando Sebastián, comenzó a manosearme, bajo mi calzoncillo y tomo mi verga para acariciarla. Cierra los ojos, me pidió y comenzó a besarlo. No recordaba sesión similar con mi señora. Tenía una suavidad para besar, apretar e introducirlo completo en su apretada garganta. Paralelamente comenzó a bajar mis pantalones y en segundos estaba completamente desnudo.

Me acomodo en el sofá y quede a plena disposición de su voluntad. Mientras su boca y garganta hacia estragos en mi excitación y principios ancestrales, sus manos pellizcaban mis tetillas y bajaban hacia mis testículos. Sentía como su saliva inundaba mis testículos y se deslizaban hacia mi trasero.

Su trabajo era muy pausado y evitaba que me corriera en su boca, sobre todo cuando mis palpitaciones denunciaban una explosión de semen.

Libero mi verga de su boca y fue deslizando su lengua por mi estómago hasta llegar a mis labios. Fueron segundos donde intente quitar su labios y lengua lasciva. Como dije, fueron solo segundos porque a esa altura, me había rendido y no quedaba resabio alguno de mi cordura y principios heredados.

Fueron besos que me trastornaron y que al minuto tomaba la iniciativa para besarlo desenfrenadamente. Eran abrazos, caricias y besos donde su lengua me hurgueteaba descaradamente.

A ese momento, tenía claro el doble papel que jugaba Sebastián y no me importaba para nada. Mis expresiones, respuestas y quejidos me denunciaban y el sacaba provecho de mi debilidad.

Estaba entregado a su rutina y mansamente respondía a sus cambios de posición, bajando a mi pelvis para acariciar mis testículos. Los amasaba y besaba suavemente y con cuidado los introducía a su boca. Ya mi excitación estaba al máximo, eso creía. Cuando se introdujo mi verga a su boca, tomo mis nalgas y las empujo contra su rostro, dejando sus labios enfrentados a mi pelvis. Era el preludio de lo que tanto me había aguantado. Saco sus labios y volvió a la carga, ahora más suave y me acostó de espaldas en el sofá. Sin sacar mi pene de su boca, levanto mis piernas y con sus dedos comenzó a acariciar mi culo el que estaba totalmente empapado con su saliva. Sentí una sensación incomoda, extraña y expectante. Toda la rutina, a ese minuto, no había permitido pensar como terminaría. A esa altura, no fueron necesarios segundos para reaccionar, me rendí sin pensar nada, solo dejarme llevar por ese torbellino de nuevas sensaciones.

Sentí uno de sus dedos hurguetear mi culito virgen. Fuera de la primera y nueva sensación, posteriormente me entregue y solo escuchaba sus instrucciones. “relájate, no pienses”. Yo que creía haber llegado a la cúspide de las sensaciones, me daba cuenta que quedaba otro nivel insospechado.

Creo haberme dado cuenta que, sin resistencia alguna, había alojado en mi culo, al menos tres de sus dedos y sin ningún dolor ni molestia. Por segundos, se levantó y volvió con una crema que embetuno mi culo. Nuevamente levanto mis piernas, beso con ternura mis labios, bajo a mi verga y la hizo desaparecer en su boca. Levanto a mil mi excitación y aprovecho ese momento para puntearme con su preciosa verga. Verga rosada, de buenas proporciones y circuncidado.

Este nuevo escenario, no mermo mi calentura ni preocupo el papel de pasivo a que me estaba exponiendo. Me miro a los ojos y presiono sobre mi culo. No alcance a quejarme de esta nueva incomodidad cuando se detuvo con el prepucio abrazado por mi esfínter. Ahí quedo, detenido y yo expectante. Uno de sus dedos lo introdujo en mi boca, después dos y cuando fueron tres, empujo se verga suavemente y conocí una sensación difícil de explicar. Estaba siendo penetrado por sus dedos y por su verga. El movimiento de mete y saca fue más rápido y más profundo. El placer me traiciono hasta tal punto que tome sus nalgas y las empuje hacia las mías. Sentí su miembro completamente dentro de mí y en ese momento exploté en semen rociando su estómago y el mío.

Al segundo, lo saco levemente y lo introdujo con fuerza al menos tres veces para soltar un grito de placer que inundo mis oídos y mi culo de semen. Nos quedamos minutos en esa posición. Luego me desenvaino y se acostó a mi lado. Me dio un beso y una caricia cariñosa.

Mi primer pensamiento cuerdo, fue mirarnos y repasar la sesión explosiva de cada uno. No sentí remordimientos ni culpa. Y las siguientes sesiones, antes de llegar nuestras esposas, lo demostraron.

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