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Categoría: Confesiones

Las amigas de mi prima (1ª parte)

Se acercaban las fiestas de fin de año del año 1963, muy importante para mí, como lo supondrán después de haber leído mi primer relato.



Mis tíos y mis padres solían estar muy atareados, debido a que nos trasladábamos en el verano a la casa que mis tíos tenían en Ancón, un balneario veraniego a 35 Km. Hacia el norte de la ciudad de Lima.



Por esa época este balneario era muy exclusivo, aún cuando tenía algunos inconvenientes, por ejemplo el servicio de agua potable no llegaba hasta el balneario, por lo que se tenía que comprar agua a los camiones cisterna que abastecían a los veraneantes, era casi una aventura pasar el verano allí. Claro, todo se compensaba por el mar, el club de yates, las chicas en los primeros bikinis de la época, el buen comer (pescado y mariscos) y, sobre todo, el Sol en su máximo esplendor.



Fui a casa de mis tíos y me encontré con Martha, mi prima, estaba en su dormitorio arreglándose las uñas de los pies, pintándoselas para poder lucir sus sandalias,



- Hola Primita, ¿Cómo vas?



Mis padres con los tuyos se han ido a Ancón, regresarán por la noche, así que estoy sola y aburrida, porque no han querido dejarme salir con los amigos, y tú ¿Qué has hecho?



Pensar en ti,



Mentiroso, te va a crecer la nariz como a Pinocho –mientras hablaba seguía con el arreglo de sus pies, nunca les había prestado atención a ellos y, ahora, de pronto veía que eran bonitos, graciosos y, con el color carmesí en las uñas se notaban gráciles, apetitosos, me gustaban. Martha estaba vestida con una bata color celeste de una tela muy suave, no era transparente, no obstante dejaba ver las formas de su cuerpo, trataba infructuosamente de verle la ropa interior, desgraciadamente la tenía anudad a su cintura.



No tengo porque mentir –contesté- han pasado dos semanas en que no he sabido nada de ustedes,



¿Y? Que ¿eres curioso?,



No se trata de eso, sino que no sé que pensar, al principio estuvo todo muy bien, una noche fantástica, con las dos mujeres más bellas que conozco y, después, nada. He venido varias veces y no las he encontrado, ya sé que los ajetreos de las fiestas navideñas y de fin de año, siempre complican las cosas pero: ¿no desean jugar conmigo? O es que han jugado ustedes dos a solas –se lo dije a boca de jarro-



Mira –me contestó. Ese asunto a ti no te importa,



¿Cómo? Por supuesto que me importa, sino que quieres decir ¿ qué ya no estaremos más juntos?



No, Yo no he dicho eso-me replicó- es solo que no hubo tiempo para compartir contigo,



Pero dime-insistí- ¿Has estado con Irma? ¿Lo han hecho?



Sí, sí, sí, ¿Qué más quiere saber? ¿Cómo fue? ¿Qué hicimos?, eres un morboso de mierda –me insultó-



Comencé a calentarme, quería saber que habían hecho, ¿Por qué no me cuentas?



No, josecito, eso es algo entre mi madre y yo, lo único que te puedo contar es que estuvimos toda una noche juntas. Mi viejo se vino con copas de la reunión de la distribuidora de películas y, mi mamá, lo acostó y lo dejó dormir solo, por lo que se pasó a mi cuarto y se acostó conmigo, el resto imagínatelo, tan solo te diré queme sorprendió con un hule que había comprado y que lo colocó debajo de la sábana, era para que no se moje el colchón.



¿Las dos se vaciaron una a la otra? –le pregunté ansioso-



Sí –me contestó-



¿Se tomaron todo cada una?



Sí y, para tu asombro, me hice pipí en su boca, me lo pidió de una manera que no pude negarme.



Martha, me has calentado a más no poder,



Sí ya me di cuenta, se te ha parado, pero, ¡Qué lástima no te puedo ayudar!, lo que puedes hacer es tomar la trusa que está en la canasta de ropa sucia y hacerte una buena paja. Si quieres te miro mientras lo haces



¿Pero por qué no podemos hacerlo? ¿Es que algo ha pasado que no sepa? Por favor déjame acariciarte y hacerlo contigo –prácticamente le rogué-



No, nada pasa, lo que ocurre es que ayer comencé a menstruar y estoy con un tampón metido en mi cuca y, me está bajando sangre ¿Cómo lo vas a hacer así? No me siento bien, me siento sucia,



¿Pero tienes ganas? –pregunté-



Claro que tengo ganas –me respondió- dejando de lado el arreglo de sus pies- mirándome fijamente a los ojos,



Estaba sentado al otro extremo de la cama mientras ella se arreglaba los pies. Me levanté y fui hacia ella arrodillándome en el suelo atraje sus pies hacia mí y comencé a besarlos,



No seas loco –me dijo- me vas a malograr el esmalte,



No le hice caso y seguí besando su pie derecho -que para ese instante era el primero que maquilló por lo que el esmalte ya había secado- puse su dedo gordo en mi boca y comencé a chuparlo, ella no decía nada, luego metí otro dedo y otro, hasta que los tuve dentro de mi boca. Martha comenzaba a gemir,



No me hagas eso por favor –me pidió- casi me suplicó,



No me detuve, seguí besando su pie, ahora la planta del mismo, comencé a subir por su pantorrilla, la parte posterior de la misma, la rodilla, el muslo. Estaba metido dentro de su bata, sin darme cuenta estaba viéndole el calzón blanco de algodón que llevaba puesto.



Espera, no sigas –me dijo- me estás arrechando, no seas malo, no podemos hacerlo, por favor para –suplicaba- mientras que yo estaba besando encima de su calzón. Pude sentir ese olor característico que emana una mujer cuando menstrúa, sin embargo, no era desagradable, todo lo contrario, lo sentí agradable, me mareaba de placer, ESE OLOR ¡QUÉ NUNCA OLVIDARÉ!, me ponía más y más excitado, no pude más, separé la orilla del calzón y pasé mi lengua, estaba embriagado, estaba fuera de este mundo,



Detente –me dijo- tratando de retirar mi cabeza de su entrepierna, no lo consiguió, yo seguía besando y pasando mi lengua por sus vellos, quería llegar a su clítoris y no podía, tomé con mis manos su calzón y lo bajé,



No lo hagas –suplicó- no lo hagas, me vas a dejar mal,



No respondí, salí de la bata con su calzón en mis manos, comenzando a desabrocharme el pantalón, ella me miraba hipnotizada, sabía que lo iba a hacer, ya no lo presentía, estaba segura, ya no peleaba, se abrió la bata, no llevaba sostén, sus senos se me presentaron en toda su magnitud, sus pezones túrgidos, erectos, no me pude resistir, comencé a besarlos suavemente, a jugar con mi lengua, les aplicaba mi saliva y volvía a besarlos, los mordía ligeramente, busqué su boca y la besé, mi lengua se introdujo en su boca buscando la suya, la acaricié y volví a presionar más mis labios sobre los de ella, Cómo te deseo. –le dije-



Hazme el amor José (era la primera vez que me llamaba así), tómame hazme tuya,



Me quité los calzoncillos y la camisa que llevaba puesta, miré hacia su triángulo negro y le dije: (no sabiendo a ciencia cierta de donde me salió) siempre hay una primera vez para todo, esta será la nuestra y le separé las piernas,



Estoy con un tampón –me dijo- yo me pregunté ¿Y cómo es? Cloro, que, por ninguna razón le iba a demostrar mi ignorancia al respecto,



Tienes que jalar de ese hilo que está afuera de mi cuca –me indicó la muy remilgosa- es decir, si quería cacharla, entonces, debía ser yo quien le sacase el tampón de su chucha,



Bueno le dije bajando mi cabeza a su sexo, comencé lentamente a besarle el clítoris, a pasar mi lengua por los labios exteriores e interiores, allí fue donde sentí la diferencia, NO ERA EL MISMO SABOR, me levanté y con mi mano comencé a jalar el hilo blanco, despacio, pero firme, hasta que salió el tubito (tampón) manchado con sangre, lo puse a un costado y sin más enfilé mi miembro que estaba por explotar directo a su sexo,



Despacio José, por favor despacio,



Su sexo estaba caliente, más de lo normal, pero también estaba muy lubricado, tanto así que me la despaché de un solo golpe y comencé a meter y sacar, mientras le besaba sus senos. Ella estaba echada de espaldas en la cama y yo me había colocado en la pose del misionero, mirando como mi pinga entraba y salía de su chucha, mirando como se manchaba con la sangre que tenía en su chucha, fue mucho para mí.



Martha, te la voy a dar, estoy por venirme,



No, aguanta, no me dejes así –suplicó- te dije que me ibas a dejar mal, sigue, yo también me quiero venir,



No había nada que hacer, si seguía metiéndosela me iba a venir en un minuto, así que, caballero no más, me salí e hice lo que sabía que tenía que hacer para que Martha se vaciara, ME BAJE, comencé a mamarla con lengüetazos fuertes. Tratando de ir directo a su botoncito, el mismo que sentía duro, pero ella se movía, sabía lo que quería, ahora era ella la morbosa, levantó la vulva y me puso su cuca directa en mi boca, no pensé más y metí la lengua dentro de ella,



Ahhhhhhhhhhhhhh, me matas, me vengo Ohhhhhhhhhhhhhh, sigue, sigue, gritaba, de pronto sentí su estremecimiento, sus piernas temblaban, yo seguía metiendo mi lengua, Sigue, sigue –pedía- dame más. Mete la lengua, la quiero toda –me suplicaba- Ayyyyyyy, mi vida, me corro, me corro Agggggggggggg, abrí instintivamente mi boca y, de pronto, salió un chorro muy fuerte, era su eyaculación, me atragantaba, tuve que dejar salir líquido por los costados de mi boca, Martha seguí soltando chorros y chorritos de su vaciada, volví a su clítoris, estaba flácido, lo lengüeta, consiguiendo que se pusiese duro, seguí lamiéndolo y, otro chorro más,



Hay mi amor –me dijo- ahora vente dentro de mí, quiero tu leche, ven papi, ven,



Me monté encima de ella y comencé a meterle y sacarle la pinga con tal fuerza que se sentían los splash, splash, que salían de su chucha mojada con cada embestida que le daba, no aguanté y comencé a besarla, todo era un desastre, comenzaba a mancharle la cara con el característico color rojo oscuro que su sexo había dejado en mi cara, no decía nada, me besaba, me metía la lengua hasta el fondo de mi boca, ¡Qué mujer!, Toma, le dije, toma todo, Te la doy, Ufffffffffff, toma, toma, sentía como mi leche salía y llenaba su vagina, me temblaba todo el cuerpo, no veía, tenía como un velo negro delante de mis ojos, salió todo y caí sobre su cuerpo, jadeando, como un perro que ha corrido y corrido, de pronto sentí la tibieza de sus jugos mojando mi pinga y mis testículos, su expresión era de satisfacción,



Nunca pensé que era tan rico hacerlo mientras menstruaba, me dijo,



Yo tampoco le contesté,



No te quedes dormido –me pidió. Mira como está todo,



La verdad que la cama estaba manchada con sangre y semen, su bata estaba mojada y manchada, nos paramos para bañarnos y lavar la ropa de cama, ¡Qué espectáculo! Sus piernas mojadas con restos de sangre, mi sexo igual, no me dio asco. Me arrechó nuevamente y mi miembro se volvió a erguir,



No –me dijo- otra vez no,



Pero Martha mira como estoy,



Ven, hazlo rápido, tenemos mucho que hacer. Se pudo en cuatro patas y se lo clavé por atrás, rápido como ella quería, estaba muy arrecho, unas cuantas embestidas y me vacié otra vez. La empujé a la cama y comencé a besarle las nalgas, metía mi lengua entre sus nalgas, fue la primera vez que le lamí el culo, nunca lo había hecho,



¡No! No sigas, eso no me gusta –me increpó- se volteó y me dijo, ven aquí, mámame, mámame bien que te lo voy a dar, otra vez me bajé, su chucha era una mezcla de su leche y la mía, me empujó la cara hacia su sexo y me mojó completamente,



Qué tarde tan rica, tuvimos que pasar tres horas limpiando, lavando y bañándonos, ¡Qué experiencia!, muchos años después descubriría porque las mujeres cuando están en esos días y, claro, lo pueden superar, son mucho más sensuales y sexuales, porque una relación íntima en esos días es, para algunos (entre ellos yo) la mejor experiencia que hay.


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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