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Las amigas de mi mujer

Siempre he sido un entusiasta de las piernas bonitas, las finas y largas son mis preferidas, pero no le hago ascos a unos buenos muslazos, pero como más me gustan son con tacones... esos tacones altos y finos que hacen unas piernas preciosas y apetitosas... y que tanto odian algunas mujeres; y mi fetiche erótico son las medias, me encantan las mujeres con unas preciosas medias; pero por unas cosas u otras no puedo disfrutar de ese placer, salvo las consabidas fotos o videos. Con ocasión de unas obras en casa, tuve la oportunidad de dejar una mirilla secreta desde un cuarto trastero al aseo, pensando en aprovechar las oportunidades que surgieran para contemplar a las mujeres que visitaran mi casa en la "intimidad" del aseo.



Pronto surgió la oportunidad, mi mujer recibió la visita de dos amigas, y bueno, yo estaba atento a la oportunidad y con disimulo esperé que necesitaran ir al aseo, la verdad es que ver cómo se levantaban la falda y se bajaban los pantys y las bragas mostrándome el vello del pubis me excitaba muchísimo, y ver cómo orinaban y se limpiaban con el papel me produjo una terrible erección, vamos que se me puso muy dura, tanto que sacándome la polla me masturbé allí mismo.



Tuve la ocasión de ver a las dos sucesivamente, y me puse muy cachondo, viendo sus pantys y sus bragas bajadas. La verdad es que no me quejo de mi vida sexual, pero aquello era nuevo y me la cascaba como un quinceañero. Por la mirilla fui observando sucesivamente a todo el repertorio de amigas de mi mujer, y tuve la ocasión de comparar su gusto al elegir las bragas, y lo depilado que llevaban el coñito cada una, dándome unas buenas raciones de masturbarme en el cuartito. Incluso algunas vecinas tuvieron a bien enseñarme sus coñitos y sus bragas, sin saberlo, lo que me producía que me pusiera cachondo cada vez que las saludaba al pasar imaginándome el coñito de cada una.



Con ocasión de un compromiso, tuve que organizar una cena en casa, con mi jefe y su mujer y un importante ejecutivo de la empresa de otra provincia también acompañado de su mujer. La ocasión era especial así que las mujeres lucían vestidos de fiesta, largos y los hombres llevábamos trajes oscuros, la mujer del jefe, una morena de unos 36 años impresionante, guapa, ojos negros, labios sensuales, un pecho provocativo, no muy grande pero prominente, y unas caderas grandes con un culito redondo de infarto,... y unas piernas largas como a mi me gustan, llevaba unos tacones de aguja de color dorado a juego con el vestido y con unas medias negras de impresión. La otra era una mujer mayor de unos 50 años, como su marido, nada especial. Yo la conocía sólo por las fotos del jefe en el despacho, y la verdad no le hacían justicia, qué tipazo al natural, era exuberante, y el vestido no hacía sino favorecerla muchísimo. Nada más comenzar la cena, vi que se cruzaban miradas a escondidas la mujer de mi jefe y el ejecutivo y que le decía algo al oído; noté algo sospechoso, pero bueno, yo sólo estaba esperando a poder verla desde mi escondite.



Por fin se levantó, preguntó por el aseo, y me ofrecí amable a enseñárselo, la acompañé y ni decir tiene que tan pronto cerró la puerta, corrí al cuarto de al lado. La verdad es que la visión de esa preciosidad subida en esos taconazos, levantándose el vestido, con dificultad, era muy ajustado, mostrándome las piernas poco a poco, me estaba excitando muchísimo, cuando llegó a medio muslo, pude observar que llevaba medias y no pantys, ufffffff; aquello me parecía un sueño, el elástico de encaje que sujetaba las medias, muy ancho, como de encaje, era muy sexy, y los muslos blancos donde terminaban las piernas, eran una maravilla.



Ya estaba con la polla fuera, más grande que nunca, moviéndola con mucha fuerza, como si me la estuviera follando, a golpes, como si entrara en su coñito, mojándola con saliva, como si fueran sus jugos vaginales. Unas braguitas negras, también de encaje, fueron bajando por sus piernas acompañadas del movimiento de sus caderas, y mmmmmmm, estaba totalmente depilada, cuando se sentó en la taza, subida en esos tacones tan altos, su coñito quedó totalmente frente a mí, y pude contemplar sus labios sobresaliendo un poco y cómo los separaba con los dedos de una mano al orinar, supuse que para no mancharse, la visión de aquel espectáculo mi hizo darle con más rabia a mi enorme polla hasta correrme como una fuente, ni que decir tiene que necesité varios pañuelos de papel para limpiarme bien. Cuando terminó, para mi sorpresa pude ver que se quitaba las braguitas del todo y las guardaba en un pequeño bolso que llevaba, me dejó intrigado.



Dejé que se sentara para llegar poco después con una excusa, la cena seguía muy animada, y la charla estaba entretenida, pero yo no tenía ojos nada más que para ella, bueno y el ejecutivo que le lanzaba miradas a los ojos y a las piernas sin cesar que ella notaba y le devolvía con sonrisas cómplices. Para mi sorpresa vi cómo él deslizaba su mano por las rodillas de ella, con mucho disimulo, y subía por sus muslos, ella sólo reía y seguía la conversación disimulando; con la excusa de un tenedor caído, observé por debajo de la mesa como ella estaba con las piernas abiertas, con su coñito al aire, y la mano de él rozándolo de medio lado; ella me lanzó una mirada cómplice, dándose cuenta de que la había descubierto, la cena termino y siguieron con el champán largo rato, la conversación estaba muy animada por los efectos del alcohol de las numerosas copas que todos tomábamos.



Ella no hacía más que mirarme, como interrogándose sobre lo que sabía y lo que pudiera hacer; volvió a ir al aseo, al que gentilmente me ofrecí a acompañarla, al llegar a la puerta se acercó y me dijo que esperaba que no le contara a nadie lo que había visto y menos a su marido, que se dejaba tocar por el ejecutivo porque así mantenía a su marido en el puesto y la cosa no llegaba nada más que a algunos sobeteos en algunas ocasiones. Pues me parece que tú le sigues la corriente, le dije, porque has venido preparada con esas medias tan bonitas, y he visto cómo te quitabas las braguitas que llevas ahora en el bolso; puso cara de sorpresa y una sonrisa enorme; tengo que comprar tu silencio, qué podría hacer, dijo mientras su mano se deslizaba sobre mi bragueta, entendí claramente su proposición respondiendo con una terrible erección que estaba a punto de romperme los botones de la bragueta.



Creo que aceptas el soborno, dijo mientras se ponía en cuclillas y con las dos manos iba desabrochándome los botones, para meter una mano a continuación, y no sin dificultad por el tamaño, sacar mi polla frente a su cara, podía ver sus ojos cómo me miraban, sin mediar palabra me dio unos lengüetazos de arriba abajo que me supieron a gloria, para a continuación metérsela en la boca de una tacada, podía ver cómo se hinchaba la mejilla por donde se la ponía, y cómo trabajaba .... qué maravilla, sin parar de succionarla y de meterla y sacarla me estaba llevando al cielo; y más cuando me acariciaba las pelotas con la otra mano.



La visión de sus labios totalmente abiertos rodeando mi polla, las ligeras babitas que mojaban la comisura de sus labios, y lo tragona que era, casi se la metía entera, hicieron que no aguantara más y un placer intento se concentró en la punta de mi polla, allá voy guapa, le dije, no aguanto más, no pares ahora... mmmmm; poniéndome la mano en el culo, se metió la polla hasta la empuñadura, creo que le entraba por la campanilla, y me dio dos o tres meneos, que terminaron la faena. La primera explosión de semen le llenó la boca, para a continuación sacarla y sin dejar de meneármela hacer que todo mi semen cayera en su boca abierta, pasando su lengua por la comisura de los labios para tomar el semen que había caído fuera. Siguió moviéndola hasta que no quedó ni gota, y se quedó flácida y rendida por tan buen trabajo. Ahora debes volver a la cena dijo, y espero que sea nuestro secreto; qué crees que pensara tu jefe si se entera de que te follas a su mujer, dijo riéndose; pero si no hemos follado aún, le dije; y que crees que vamos a hacer mañana por la tarde....


Datos del Relato
  • Categoría: Voyerismo
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