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Las amigas de María Relato 3

LAS AMIGAS DE MARIA.
LA PROSTITUTA

Relato No. 3
Julio César Bete

Eran aproximadamente las tres de la tarde de un día de verano, sumamente caluroso en el puerto que me vio nacer. Me disponía a tomarme la segunda cerveza bien helada, en aquella glorieta en la que vendían pollo frito, cuando vi que María entró al establecimiento acompañada de una muchacha trigueña, bastante agraciada.

Maria se dirigió directamente al bar en donde me encontraba y la muchacha un tanto tímida se sentó en uno de las sillas que estaban en la entrada del lugar.

Me saludó y me dijo que le hiciera un gran favor. ¿Qué pasa? Le dije. Hoy ando con la menstruación y no voy a poder atenderlo. Ese no es ningún problema le dije, ya otras veces ha pasado y usted sabe perfectamente que me ha atendido; y si que lo ha hecho muy bien. Yo no veo cual es el problema.

Por favor escúcheme y atiéndame en lo que le pido. Esa muchacha que me acompaña es una vecina mía y ella tiene un serio problema. ¿Qué problema tiene? Para empezar le quiero aclarar que ella no es de mi oficio, ella no es prostituta. Por el contrario, es de muy buena familia. Pero ella cometió el grave pecado de salir embarazada y el novio cuando la miro panzona se desapareció, y los padres le zafaron el hombro. Esa muchacha es la primera vez que lo va a hacer con un hombre por dinero. Aunque usted no lo crea no tiene ni que comer y tiene que amamantar y alimentar a una niña de tres meses y medio. Es una forma en que yo pienso ayudarla, dándole mi mejor cliente y amigo.

Ella está joven y yo pensé en usted porque es un caballero y sé que la tratará bien. La voy a llamar y se la presentaré. Yo me voy a ir luego para que se pongan de acuerdo. Yo voy a ir a atender un chingado que ni loca mandaría esta muchacha con ese drogadicto. María se acercó a la muchacha y me la presentó, noté en ella un leve temblor cuando estreché su mano. María luego se estaba despidiendo y muy a disgusto mío la vi que salio de la glorieta.

Nos sentamos con mi nueva acompañante alrededor de una mesa muy cercana al bar. Pedí un refresco y una porción de pollo para ella y una cerveza para mí. Al principio, muy tímida le tenía que sacar las palabras con cuchara. Se comió la porción de pollo con mucho apetito. Le pregunté que si quería comerse otra porción y quizás por pena me dijo que no.

Por lo que veo le gusta mucho el pollo frito, voy a pedirle un pollo entero y un pan molde para que lo lleve. Gracias me dijo. A medida que conversábamos iba perdiendo la timidez y hasta se acomodó mejor en el asiento, y se veía un poco mas relajada. Me contó que ella estaba pasando por una situación bastante delicada y que estaba sin trabajo. Que había salido embarazada y que la habían despedido de la empresa en donde trabajaba; en cuanto se dieron cuenta del embarazo. (En aquel tiempo 1984; en mi país no estaba en vigencia la ley de protección a la mujer embarazada. Hoy por hoy, un patrón tiene que pensarlo no dos veces; más de cuarenta veces antes de despedir a una mujer preñada)

Mientras me tomaba otra cerveza (hacía un calor bárbaro); pude notar que mi acompañante, era bastante joven, le calculé veinte años talvez tenía menos. Y cuando nos dirigimos a mi carro observe que tenía muy bonito cuerpo, pero que andaba no muy bien vestida y poco arreglada, con una cabellera bastante descuidada con un moño amarrado hacia atrás.

Cuando llegamos a mi apartamento esta muchacha iba bastante tranquila, había desaparecido totalmente el nerviosismo (posiblemente inspiré en ella bastante confianza); me dijo que por favor la despachara temprano porque tenía una tierna que la había dejado con una vecina. Yo le contesté que no se preocupara que yo la llevaría en mi vehículo a su vivienda. Inmediatamente me bañé, sequé muy bien mi cuerpo y puse música romántica en la radio grabadora.

Aproximadamente quince minutos tardó en bañarse. Aquella muchacha salió del baño completamente desnuda. Lo que vi, me dejó con la boca abierta ¡Que belleza de mujer!

Quiero hacer un paréntesis antes de seguir. Amables lectores, no sé si ustedes estarán de acuerdo conmigo en que hay algunas mujeres que estando vestidas (obviamente, todas son bellas) pero que desnudas pierden puntos.
Otras, desnudas es que ganan una montaña de puntos. Este es el caso de la mujer que tenía enfrente a menos de metro y medio de distancia ¡Que pedazo de mujer! Caramba.

Fue tan impactante la salida del baño de aquella joven, que no pude articular ni una palabra, me quedé observándola como hinoptizado. Mientras se secaba la larga y abundante cabellera (Se había soltado el cabello), tuve todo el tiempo del mundo para apreciar en toda su magnitud la belleza de aquella mujer

Su cabello liso de color negro, le dio un poco de trabajo para secarlo con la toalla, por lo largo y abundante. Giró un poco el cuerpo para verse en un espejo grande que estaba en la pared, mientras yo estaba mirándola, extasiado y deslumbrado por su exuberante belleza. Solo la cabellera ya de por si era todo un poema.

Sus pechos redondos, firmes y grandes, con unos grandes pezones. Un vientre bastante plano, en donde pude observar una leve incisión de cirugía (cesárea). Una estrecha cintura, nalgas bastantes prominentes con unos glúteos sólidos El cuerpo de esta muchacha era bello por donde la viera. De frente, de perfil o por atrás. No era muy alta, cuando mucho medía 1.60 metros de estatura.

Mentiría, si les comento que mi pene estaba durísimo y que yo estaba a mil de excitado. No, definitivamente no. Yo esta embelesado con aquel portento de belleza.

Cuando el ritual de secarse su cabellera y cuerpo terminó y se acercó a mí. Allí si. Aquella obra de Dios en todo su esplendor iba a entregarse a mí. Abrió sus muy bien torneadas piernas y cogió mi pene y muy suavemente se lo acomodó en su estrecha vagina. (Había tenido la niña por cesárea). La temperatura de mi cuerpo siempre me han comentado las mujeres, que es caliente y ella acababa de salir del baño. El contraste de temperatura de nuestros cuerpos más me excitó. Con unos pocos movimientos la estrecha vagina estaba bastante lubricada y me susurró al oído, “Usted no se mueva, déjeme a mi”

En ese momento fui transportado al cielo, de una nube saltaba a otra y a otra. ¡Que mujer, Dios mío! Los que somos mayores recordamos los movimientos de cadera de una bailarina llamada “Tongolele” y eso que no quiero mencionar a la Sur- Americana de ahora. Yo me había quedado quieto, tal como ella me lo había pedido. Ella solamente movía las caderas y ninguna otra parte del cuerpo, era tanto el placer que sentía con aquellos movimientos de cadera bien sincronizados. Dos movimientos hacia los lados como el péndulo de un reloj y dos hacia delante también en vaivén como el péndulo; con una cadencia cronométrica, repitiéndose estos movimientos una y otra vez.

Estaba en el cielo, cerré mis ojos disfrutando de aquél gran placer. Un momento después sentí como un rocío en mi cara y abrí los ojos. En la penumbra de la habitación pude ver en sus bellos pezones varios puntos blancos. Quise mamar sus pechos y en mi desesperación cuando metí en mi boca uno de sus pezones coloqué mi mano derecha por debajo de su pecho y apreté. Casi me ahogo con aquella barbaridad de leche. Más me enardecí y arremetí aquella hembra con nuevos ímpetus.

No sé si es porque cuando la mujer está arriba me cuesta eyacular o es que estaba entretenido libando el néctar de aquellos apetitosos bombones. Lo que sí sé es que a partir de ese día como que me convertí en un verdadero mamón. Me encantan las mujeres que amamantan a sus hijos (Y a mí).

Sin exagerar creo que un poco mas de cuarenta minutos me tardé en eyacular, después los dos terminamos uno al lado del otro, sudorosos y extenuados.

Cinco minutos después ella entró al baño a asearse. Después entré yo y luego que salí del baño, me senté en el borde de la cama y me fumé un cigarrillo (hoy odio el cigarrillo). Más tardé en fumarme el cigarrillo y viendo aquella hermosa criatura que tenía a mí lado ya estaba listo para un segundo combate. Con mucha pasión besé sus labios, su cuello, acaricié su cuerpo y me coloqué entre sus piernas. Esta vez yo estaba arriba. Muy suavemente la penetré y nuevamente me susurró al oído “Usted no se mueva, déjeme a mi”

Sus pétreas nalgas estaban levantadas de la cama como unas dos o tres pulgadas más o menos; y el movimiento; repito una vez más, era solamente de caderas sin mover para nada el resto del cuerpo.

Era un movimiento enloquecedor y con una nueva modalidad; tenía un movimiento succionante que lo hacía apretando y aflojando la vagina. Aparte de los movimientos sincronizados de vaivén en sus caderas estaba ese otro que era como si me estuviera ordeñando el pene. Mentiroso sería si les dijera que me tardé un mundo. Quince minutos después estaba listo y servido.

Nos aseamos, luego nos vestimos. Quizás notaron que nunca mencioné el nombre de la muchacha porque realmente no lo recuerdo. Pero cuando nos estábamos montando al carro se lo pregunté y cuando me lo dijo sentí escalofríos. Tengo la leve sospecha de que es hija o quizás nieta de un tío con el que muy poco nos relacionamos; y mis sospechas se acrecentaron cuando la fui a dejar a su vivienda, en el mismo barrio y en la misma calle de donde creo que vivía mi tío. Para curarme en salud y por las benditas dudas nunca más la volví a ver, mucho menos cruzarme ni acercarme por ese barrio.

Sin querer pecar de vanidoso debo confesar que he tenido una vida sexual bastante activa, como se darán cuenta en mis próximos relatos todos ellos verídicos (reales) sin excepción. Pero son poquísimas las mujeres con las que me he encontrado que puedan y sepan mover las caderas y hacer ese movimiento succionante como que le están ordeñando el pene a uno.

Era otro relato el que comencé a escribir, pero me decidí a escribir y terminar este porque a pesar de mis siete décadas todavía hago mis barrabasadas, ayudado con la pastillita azul. Hace unos pocos días una cuarentona que tiene seis hijos me la llevé a la cama y me hizo el movimiento de ordeño. Obviamente, sin el movimiento de cadera. Esa doña a los pocos minutos me noqueó, pero sirvió para recordarme el relato que acabo de escribir.

Esperen el próximo relato
Datos del Relato
  • Categoría: Juegos
  • Media: 7.41
  • Votos: 78
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