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LAS 7 VIDAS DEL GATO - El mecánico de mi moto (6)

El mecánico de mi moto




Durante el año anterior me había desplazado diariamente en el autobús, pero, para este nuevo curso ya había logrado convencer a mis padres de ir en la moto al colegio, con eso los viajes se me hacían más cómodos y llevaderos.

Era martes y ese día salí de casa con destino a la escuela.

Faltaban poco más de 5 kms para llegar cuando el motor comenzó a echar humo, así que asustado decidí parar.



Quiso la suerte que en la salida que cogí hubiese un taller, así que aparqué y me encaminé al interior, donde un hombre maduro de unos 40 y tantos, grueso, de piel bronceada, más bien bajito, con el pelo negro, que marcaba ya una calva en su coronilla, que se llamaba Alejandro y era el dueño del taller se apresuró a dejar la moto que tenía entre manos e intentar resolver mi problema.

Pero tras echar un vistazo me dijo no sé qué de los manguitos y que la reparación no podía ser inmediata, o sea, que tenía que esperar un par de días.

Sin embargo, se ofreció a llevarme a la escuela o de vuelta a mi casa si esperaba al mediodía que acabara su faena.

No llevaba dinero ni siquiera para un bus, así que durante las 2 horas que restaban me dedique a mirar como trabajaban Alejo y los dos chicos jóvenes que le ayudaban.

Durante todo ese tiempo no hice más que mirar al maduro mecánico, que sudaba copiosamente mientras trabajaba.



Con todo el disimulo que podía miraba como su sucia camisa, empapada en sudor, marcaba la forma de sus pechos, pezones y vientre.

Los jeans que llevaba eran más bien justos, marcando un trasero bien redondo y enorme, prominente, y un bulto también redondo entre las piernas que me pareció muy bien formado.

Pero lo que más me excitaba era verlo cuando tenía que agacharse: la camisa se le salía, las carnes se le marcaban y los pantalones se le estiraban tanto que dejaba ver la parte superior del culo, donde una mata de pelo negro se escapaba furtivamente.



Total, que, aunque el tiempo pasaba rápido, mientras hablaba de cosas comunes con Alejo y sus ayudantes, llego un momento en que no pude más, tenía una erección enorme y le pregunte por los servicios.

Allí me encamine al urinario de pared que había justo al lado del lavabo, me saque la verga y comencé a hacerme una paja.

No llevaba más de un minuto cuando me corrí.

Pero apenas estaba haciéndolo oí el ruido de la puerta.

Me pegué todo lo que pude al meadero, manchándome las manos con el semen que salía, y miré para ver a Alejo, que me saludó.

Había entrado a lavarse las manos y mientras lo hacía me dijo que ya le quedaba poco de trabajo para llevarme.



Yo debí ponerme como un tomate de vergüenza y rezaba para que no se diera cuenta de lo que me pasaba, así que me subí la cremallera e hice como si hubiera acabado intentando esconder ni mano derecha.

el, después de lavarse las manos, se dirigió al urinario que yo acababa de dejar.

Mientras yo me lavaba las manos todo lo rápido que podía no pude evitar lanzar una miradita descuidada al oír el ruido de su orina, y pude ver que estaba ligeramente separado de la pared, pudiendo ver por un segundo un trocito de su glande.

Salí del baño y el resto del tiempo procuré no mirarlo.



Al fin, los dos ayudantes se despidieron, y él me dijo que lo esperase en su oficina, en la planta alta del taller.

Allí me encontré en un despachito todo revuelto de papeles.

Me senté en la silla frente al escritorio y esperé.



Alejo subió a los tres minutos.

Saludó y se dirigió detrás del escritorio.

Mientras me hablaba de la avería de mi moto mi mente se perdió, porque al tiempo que hablaba y como el que no quiere la cosa Alejo se estaba desabrochando la camisa y secándose el pecho y las axilas con una pequeña toalla.

Así pude ver aquel pecho con pelo negro, sus tetas que eran grandes sin llegar a ser obesas y su vientre.

Y siguiendo con su limpieza, se desabrocho el botón del jeans y bajó un poco la cremallera, y levantando un poco la parte del calzoncillo blanco con figuritas que llevaba, se metió la toalla para secar el sudor de su entrepierna, así pude ver durante un segundo otra vez su glande.



Esta vez pude verlo mejor: tenía la piel un poco separada, era de color carne apagado y no parecía ser muy grande, más bien al contrario, parecía tener una verga corta pero gruesa.

Yo estaba en el limbo, debí quedarme de piedra y cuando reaccioné fue para apartar la vista con otro ataque de vergüenza.

En ese momento solo me hizo volver a la realidad el momento en que Alejo, mientras se volvía a abrochar acabando así de arreglarse me dijo el precio que me iba a costar la reparación.

Era un precio excesivo para mi economía.

Así que pregunté por las formas de pago y le dije que no podía pagarlo.

"Bueno, veamos lo que podemos hacer", me respondió, y se dirigió a un armario a mis espaldas.

Yo miraba el presupuesto que había sobre la mesa y lo oía tras de mí trasteando con un archivador.

Cuando regresó me dijo: "Creo que podré hacerte el favor, pero me tienes que hacer otro".

En ese momento se me vino el mundo encima.

Estaba terriblemente nervioso, así que solo pude responderle de manera automática e instintiva, con la voz ahogada: "lo que sea".



Alejo sonrió, se puso de pie a mi lado e incrédulo pude ver como volvía a desabrocharse el pantalón, bajarse el interior y dejar fuera aquella polla pequeñita y regordeta, envuelta en una mata de pelo negro enorme y rizado, y unos huevos redondos y enormes en la comparación.

La acercó hasta mi boca.

En ese momento me asaltó un olor a sudor y a macho increíble, y de repente todos mis tabús desaparecieron y dejé correr mis instintos.

Cogí su pene y comencé a chuparlo, moviéndolo dentro de mi boca entera, restregándolo por todos lados con mi lengua, llenándolo e saliva, masajeándolo dentro y fuera, comiéndomelo entero junto con sus huevos y su pelo púbico, intentando meter la mayor parte de todo ello en mi boca.

La saliva era tan abundante que se me escapaba de la boca conforme aquella verga iba creciendo de manera lenta.



La saque y comencé a masajearla mirándola, intentando aprenderme de memoria todos sus detalles, y de manera salvaje acabé de bajar los pantalones de Alejo hasta el suelo, llevando mis manos a sus nalgas, que me sorprendieron porque eran enormes y para nada flácidas, sino duras.

Con mi boca comencé a comerle todo lo que pillaba desde su pene hacia arriba, los pelos, el bajo vientre, el ombligo, y mis manos frotaban su culo y buscaban su ano con suaves masajes.

Alejo me acariciaba el pelo con una mano y con la otra, deslizada bajo su camisa se tocaba sus tetas.

Su verga ya había alcanzado una erección de unos 17 cms y había engordado, pude sentir como empezaba a emanar fluidos cuando me la volví a llevar a la boca, donde la encerré dándole más vueltas que una noria hasta que Alejo, al borde de correrse, me separó de ella.



"Hay que ver como la chupas, nene, ¿lo habías hecho antes?" Le respondí que sí, pero, que era la primera vez que lo hacía con un completo desconocido y que estaba muy nervioso.

Temía en ese momento con que nos pillaran.

"He cerrado las puertas, estamos solos, así que tranquilo, que lo estás haciendo muy bien y no vamos a hacer nada que no quieras".

Sus palabras me tranquilizaron.

Alejo comenzó a tirar los papeles de encima de la mesa al suelo mientras que con una mano se masajeaba su pene lentamente.



Se quitó la camisa, dejando ver unos pezones que ahora se hallaban muy prietos, y se sentó en su silla, comenzando a quitarse los zapatos para desnudarse.

"Desnúdate tú también, toñito.

.

.

¿llevas prisa? ¿no? Que bien, así podemos ir como a mí me gusta, despacio.

.

.

Yo me desnudé, y aunque no tenía mucho músculo a Alejo le gustó mi cuerpo.

Mi polla, delgada pero larga y dura como las piedras estaba bien erecta pero medio flácida, producto de los nervios.

Alejo se acercó a mi silla y se sentó sobre mí, totalmente desnudo ahora, y comenzó a acariciarme todo mi pecho mientras me hablaba: "Te he pillado mirándome sin parar y te he visto haciéndote una paja así que me he decidido.

A mí me gustan los jóvenes como tú, pero hace mucho que no estaba con ninguno, yo también soy muy vergonzoso.

.

.

".

Yo no hacía más que tocar todas las partes de su cuerpo: su peludo culo fue lo que más me excito, pero podía sentir como todas sus carnes estaban prietas, producto sin duda del trabajo, conservaba su cuerpo grueso pero excelente.



No me esperaba cuando llevó mi boca hacia la suya y comenzó a besarme de manera sensual, al principio, para acabar en una batalla feroz de lenguas dentro de nuestras bocas.

Él había cogido mi verga con su mano y la movía lentamente, me pidió que hiciera lo mismo con la suya y sin más siguió besándome, a mí casi me faltaba ya el aire y no pude aguantar más: me corrí en su mano, pero él hizo como si nada y siguió meneándomela.

Yo notaba su pene duro, de vez en cuando me apartaba la mano de su verga para que no se corriera.



En esta escena, sentado él sobre mis piernas, de cara a mí, sintiendo el roce de nuestros cuerpos y manos en los rabos, y besándonos, debió de pasar un buen rato porque cuando fui a darme cuenta los dos estábamos empapados en sudor y con los labios morados.

Después de todo este magreo la verdad es que me había tranquilizado muchísimo, Alejo se portaba muy bien, se levanto de encima de mí y se puso de pie frente a mí: 

" toñito, quiero comerte el culo".



Se acercó al escritorio y del cajón saco un tarrito de vaselina.



"La tengo para meterme los dedos cuando me dan ganas.

.

.

".



Me apoyo panza abajo contra el escritorio y al momento sentí como deslizaba la vaselina por mi ano.

Uno, y luego dos dedos iban entrando cada vez más adentro pero se recreaban con mi agujero.

Aquello empezó a darme un gusto increíble, mi verga se puso otra vez tiesa y antes que pudiera hablar Alejo se inclinó encima de mí, pegando su barriga a mi espalda y su pubis a mi trasero.

Me abrió las piernas un poco más, me pregunto por la posición, si estaba cómodo y al notar como separaba mi ano y entraba su glande comenzó mi éxtasis.

comenzó metiendo solo la cabeza, despacio, y luego la sacaba, así varias veces.



Pero aquello me estaba volviendo loco del placer y la excitación, con una mano empecé a pajearme, cuando noté que Alejo ya metía su verga totalmente, la primera vez lento, para luego comenzar a menearse rítmicamente dentro de mi culo, sin sacarla.

En medio de aquel placer, lo que me enloquecía era las veces que daba un empujón más fuerte introduciéndola entera y pegando sus huevos a mi culo.

Si había dolor no lo sentí, durante varios minutos me sumí en el éxtasis, cuando el aceleró para correrse se agachó hacia mi oído: 

"Me vendré dentro de ti", 

y cogía con su mano mi pene, masturbándome él también.

Cuando se corrió dio un jadeo sonoro y así siguió mientras descargaba en mi interior.

Podía sentir su semen que en cantidad enorme se escapaba por mi ano cuando Alejo sacó su pene y acabó de echar su semen sobre la raja de mis glúteos.

Al poco yo me corría, mi semen me ensuciaba mi mano y la suya.



Me dejé caer del todo sobre el escritorio, me sentía satisfecho como nunca había podido imaginar ni en mis sueños más eróticos.

Alejo se dejó caer sobre mí, recuerdo ese olor a sudor de macho, dulzón y fuerte que se quedará grabado para siempre en mi mente.

Cuando pudimos recuperarnos un poco, aún en la misma postura, Alejo me habló: 

"Que gusto, toñito, estoy muerto.

.

.

".



Nos levantamos, el sacó papeles para limpiar el semen que había en el suelo, mesa, manos y mi culo.

Vi su polla que aún goteaba líquido, ya se había quedado flácida pero me pareció más apetecible, así que me ofrecí a limpiársela.

Mi boca y mi lengua saborearon de nuevo aquel regalo, el sabor del semen liquido me gustaba.

.

.



Nos sentamos en la mesa, el sudaba como un condenado y se limpiaba el sudor de la frente con un trapo.

Durante más de media hora nos dedicamos a hablar, hacernos caricias y conocer mejor nuestros cuerpos.

Sé que ya he hablado maravillas de su cuerpo, pero no puedo evitar volver a recordarlo allí, con su cuerpo peludito, el pelo desenmarañado del sudor y su pene que ahora era diminuto y casi no se veía entre aquellos hermosos huevos.

Me contó cómo había disfrutado, me preguntó si me había gustado y yo, ya totalmente tranquilo y confiado, le respondí que sí, Estaba muy contento.



Allí nos hubiéramos quedado horas, pero la hora de la comida ya había llegado y ambos teníamos que volver a nuestras casas.

Me lancé y pedí a Alejo que me dejara ayudarlo a vestirse, cogí sus calzoncillos que estaban muy mojados del sudor y antes de ponérselos me los restregué por todo el cuerpo, por mi cara.

Mientras le ponía la camisa le acaricié el pecho, los pelos suavemente, le masajeé las tetillas.

Él se dejaba hacer y antes de salir volvió a besarme la boca durante un rato, acariciándome el trasero.

.

.



Cerró el taller y nos montamos en su carro, me llevaba de vuelta a casa.

Habíamos iniciado una conversación sobre la homosexualidad y él me contó como sabía que lo era desde los 17 años, en la mili estuvo tres meses follando con el cocinero de la cantina, un hombre que estaba gordísimo y al que tenía que acostar para chuparle la verga.

En el taller, su único consuelo era hacerse pajas en su despacho cuando sus dos jóvenes ayudantes le provocaban fantasías.

La conversación volvió a excitarme, así que a medio camino le bajé la bragueta y comencé otra paja, Bartolo llevaba su mano a mi pene cada vez que cambiaba las marchas.

Le dije que me habían entrado unas ganas locas de comer verga otra vez y comencé a desabrocharle.



"toño, déjame que yo necesito descansar, no puedo culiar otra vez y menos conduciendo".



Pero no le hice caso, me incliné sobre su verga, le saqué los huevos fuera del pantalón y empecé a comérmelos.



El no podía conducir bien así, y como vio que yo no paraba, salió de la autopista por la primera salida.

Me di cuenta cuando paró el carro, que lo había hecho en un área de descanso con muchos árboles y que estaba vacía.

Me hizo parar para bajarse los pantalones hasta el suelo y retirar atrás el respaldo de su asiento, yo hice lo mismo y seguí comiéndole la verga y los huevos, El olor a sudor era ya muy fuerte, y después de un rato, me pidió que parara.



"No se me va a parar, pero déjame que te lo haga yo un poco a ti.

" Y entonces fue él el que se inclinó sobre mi verga y comenzó a chuparme solo el glande mientras masajeaba el resto.

Su lengua hiso con mi pene los mismos juegos que cuando nos besábamos, al poco estaba loco de gusto, y cuando el se metía la verga casi entera, hasta donde la cabía en la boca, chupándola como una ventosa creí morir.



Me iba a correr y me decidí.



" Alejo, déjame que te haga una cosa, déjame que te haga el amor, quiero metertela en el culo".



Él me miró y paró, apretando con sus dedos el glande por si me corría, al poco, al ver que me había abalanzado sobre él tocándolo entero me pidió calma: 

"Venga, está bien, quítate los pantalones los zapatos y pasa detrás.

".

De manera incomoda nos desvestimos los dos de cintura para abajo, y primero él y luego yo saltamos atrás, sentándonos pegados.



El se puso a cuatro patas sobre el asiento dándome a ver su trasero.

Podía disfrutar de ese culo sonrosado y muy peludo, cuando se inclinó un poco más pude ver un agujero colorado entre el pelo, me lancé a comerme aquel agujerito.

Mi lengua recorría todo su ano y en arranques de pasión se la metía cada vez un poco más, provocándole pequeños gritos de gusto.

El fuerte olor a sudor que teníamos los dos no hacía más que seguir excitándome, así que mis besos y chapetones se hicieron más intensas; le comía también el culo con suaves chupetones y pequeños mordiscos y con mis manos no dejaba de acariciárselo.

Ya no podía aguantar más y a la vista de que su ano estaba cada vez más abierto me puse a cuatro patas sobre él inclinándome para no darme en el techo, y separando un poco con mi mano le metí todo mi glande.



Después de eso, el gemido de placer de Alejo y luego, como una ventosa noté lo facil que entraba mi verga en su culo.



"Despacio, despacio, así.

.

.

sigue" 

Alejo apenas si podía hablar y yo, en el paraíso me bamboleaba encima suyo, poco a poco mi pene se metía cada vez más y el hacía fuerza cada vez que entraba notando como apretaba su culo en torno a mi verga.

Con mis manos le tocaba sus tetas y le acariciaba su pollita y agarraba sus huevos.

Empecé despacio pero después de poco fui acelerando el ritmo preso de una excitación total, la metía con fuerza y se la hincaba hasta que mi pelvis tocaba su culo, Alejo de vez en cuando echaba su mano para atrás y se la ponía en el culo evitando que se la metiera del todo.

Al poco, yo estaba corriéndome dentro de él, se me nublo la vista del placer y mis ojos se llenaron de lágrimas.

Agotado, me movía sobre él notando como mi pene se desinflaba rápidamente y en breve salió de su culo acompañado de semen, que chupé con placer.

Alejo se giró y nos volvimos a sentar, el un poco ladeado porque con un dedo seguía masajeándose el ano.



Nos besamos con las pocas fuerzas que nos quedaban, pero el beso fue encendiendo otra vez el sexo de Alejo, y su verga comenzó a crecer lenta pero firme.

El me besaba ahora el cuello, las orejas, me tocaba la verga con cuidado, los huevos, y me dijo: 

"Ahora me han entrado ganas a mí, con esa manera de culiar que tienes es lo maximo.

.

.

".



Se puso a comerme la verga y huevos pero yo no podía más, le pedí que parara.



"Bueno, toñito, pues chupamela antes que nos vayamos o me hago una paja".



Empezó a tocarse su pene y con pocos meneos lo puso duro y grueso, con un color carne vivo que indicaba que su excitación crecía.

Se acostó en el asiento con las rodillas dobladas y se pajeo un poco, pero ante aquella vista y después de lo que me había hecho gozar cogí su verga y me la metí hasta la garganta en mi boca, 

"Eso es, toño, chupamela como tu sabes",



Durante un buen rato estuve descansando, comiendo pene y huevos, degustando.

Cuando se iba a correr Alejo me avisó que le apretara fuerte el glande mientras él cogía un pañuelo de papel del bolsillo de su camisa, pero viendo su intención no lo dejé y me la lleve a la boca acabando de masajearla sin hacer caso de su negativa: estaba decidido a tragarme toda aquella leche.



Alejo se estaba corriendo dando espasmos, y note los borbotones de semen que entraban en mi boca.

Intenté tragarlos, pero en menos de un segundo mi boca se había llenado, y es que Alejo estaba teniendo una corrida tremenda, no paraba de echar leche, tuve que dejarla salir por la comisura de los labios, y al acabar tenía toda mi boca llena entre leche y verga y le había puesto a Alejo los pelos y huevos todos pringados.

Él estaba rojo como un tomate y los ojos también le lloraban, le había encantado.



se quedó callado y reposando mientras yo acababa de comer el semen de sus pelos y bajo vientre, intentando dejarlo lo más limpio que podía.

Nos miramos, nos sonreímos, le di un abrazo y un beso largo y nos dispusimos a vestirnos.



"Estos calzoncillos están para tirarlos " oí decir a Alejo refiriéndose a que chorreaban de sudor y sucios, con fuerte olor.

Se puso solo los pantalones, pero al ver que quería tirar los calzoncillos le detuve: Quería quedarme con aquel tesoro para mí.



Él sonrió y nos besamos de nuevo por última vez.

El viaje de vuelta a mi casa acabó y tras dejarme me dijo que dentro de dos días tendría la moto lista, que pasara a recogerla por la tarde y no tuviera mucha prisa en volver a casa.

Complacido pasé todo el día siguiente pensando en él, haciéndome pajas como un loco, deseando que llegara el jueves tarde.



Cuando al fin llegó el día, me dirigí en el bus hasta la parada más cercana al taller, y andando llegué hasta él justo cuando pasaban cinco minutos de las seis, a tiempo de ver como los ayudantes se marchaban.

.

.

El reencuentro con Alejo fue genial.



Y solo me resta por contarles que cada nada tenía que pasar por el taller porque me inventaba ruidos en la moto y requería mantenimiento por parte de mi mecánico personal.



Un día mi padre, llego con la noticia que había hecho la solicitud para comprarme un carro que por que él se dio cuenta que mi moto molesta mucho y que es grande el tiempo que paso en el taller.



Cuando le comenté eso a Alejo, me dijo que no me preocupara porque el también repara autos.



Ja ja ja ja ja ja

Esa moto, moto, moto, terminara por aniquilar a mi pobre primo el Gato, ya con esta solo le queda una vida



 


Datos del Relato
  • Autor: redesexgay
  • Código: 44365
  • Fecha: 23-06-2017
  • Categoría: Gays
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3103
  • Valoración:
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