Siento no haber escrito más durante este tiempo, pero podríamos decir que he estado de vacaciones. Aunque también sabéis que eso no es cierto del todo. La noche no descansa, y mis clientes tampoco.
En mi último post prometí contaros como me quedé sin mi conjunto de ropa interior nuevo.
Recién follada, me dirigí a la fiesta a la que había sido amablemente invitada por un cliente habitual. Una vez allí, me limité a asentir con educación a las personas que me presentaba y a simular atención por ellos. De vez en cuando, como mi cliente desea, disimuladamente rozo mi mano por su bragueta y suspiro largamente, haciéndole ver lo que me excita.
Al cabo de una hora y media, mi cliente estaba ya demasiado excitado, con lo cual me cogió de la mano y me guió hasta su casa. Como suele ser costumbre, vamos en taxi.
Él es ya un hombre que ronda los cuarenta y cinco, de mediana estatura, que ya luce canas sin ningún pudor.
Al llegar a su habitación me miró fijamente.
- No te muevas. – Me ordenó.
Empezó a sobarme los pechos, toda su mano estrujaba mis tetas sin ningún miramiento. Me las acariciaba y apretaba, rozando el límite del dolor. Moví la mano para colocarla sobre su paquete, pero cuando llegue al cinturón me dio un golpe en la mano.
- He dicho que no te muevas puta. No hagas nada hasta que te de permiso, ¿entendido?
- Sí.
Me arreó un cachete en el pecho.
- Responderás ‘si, señor’.
- Sí, señor.
- Eso esta mejor, zorra.
Su respiración estaba muy acelerada, estaba muy caliente. Sin darme cuenta me arrancó la camisa, y sin contemplaciones me rompió el sujetador por la mitad. Empezó a chuparme los pezones, a mordisquearlos, mientras yo me mantenía quieta como el me había ordenado. Me quitó el pantalón y me dejó sólo con las medias, el tanga y los largos tacones de punta.
Me empujó contra la cama, me acercó al borde y, el de pie y yo con las piernas apoyadas en sus hombros, me aparto el tanga y empezó a follarme. Comencé a gemir y a gritar, y el me penetraba cada vez más duro.
- Eso es puta! Nota como entra, nota mi polla!
Paró de golpe, me cogió y me levantó. Me quedé sentada al borde de la cama.
- Chúpamela.- Me la metí en la boca mientras con su mano en mi cabeza me apretaba contra él – Eso es, te gusta eh, te gusta mamarla como una buena zorra que eres. Pues sigue, sigue, comemela todo lo que quieras…
Estaba excitadísimo. Así que se la chupaba duramente, mis labios le rodeaban la polla completamente y se la apretaban. Me la metía hasta el fondo, notaba la punta al final de mi boca. Mi saliva inundaba mi boca, mojándole el pene completamente. Yo gemía, queriendo más.
Volvió a apartarme y me dio la vuelta hábilmente. Estaba a cuatro patas y notaba su dura polla apretada contra mi culo. Jugó un rato con ella pasándomela por todo mi trasero, y acariciando con el glande mi clítoris. Estaba muy húmeda.
Y me la metió. Profunda, dura, fuertemente. Este hombre empezó a embestirme, a follarme muy rápidamente.
- Así perra, así! Te voy a llenar el culo de semen!
Seguía metiéndome la polla hasta el fondo. Me iba dando azotes mientras me penetraba. Yo suspiraba y gritaba, lo ponía ardiendo, al límite. Cuando no pudo más sacó su polla de mi y se corrió en mi culo. Me lo dejó chorreando de su caliente semen.
Después de disfrutar de la vista de mi culo lleno de él me dio otro azote.
- Me voy a la ducha, ya sabes dónde esta el sobre, con un extra por la ropa rota. Puedes usar el baño del comedor.
Y desapareció por la puerta de la derecha.
Me levanté, cogí lo que me correspondía y fui a asearme. Mientras lo hacía recordaba lo poco que me gusta que me hablen así, que me traten como en lo que en el fondo soy.
Hola! Nos ha encantado el relato... Te animas a participar en el concurso de relato erótico de culturaenbloke ??