Una noche, como cualquier otra de fin de semana, mi aburrimiento pudo más que decidí ir al club de strippers cerca de casa, en ese boliche perverso se encontraba una zorra morocha , pequeña, de culo gigante y tacones prominentes que me volvía loco.

Al ingresar pude ver su show increíble que siempre realizaba con una lencería muy fina que combinaba perfecto con su cuerpo de zorra.

Luego de su baile tome coraje y decidí proponerle dinero a cambio de un buen polvo en mi casa.

Sorprendida, con una sonrisa picara y cómplice dijo que no era prostituta, ni recibía dinero por sexo, pero que nunca nadie había tomado tanto coraje para preguntarle semejante cosa.

Me giño uno de sus ojos y acepto, sin dinero de por medio, pero si me pidió que le dé mucho sexo.

Al llegar a mi casa, le pedí que me bailara un poco para ponérmela dura, accedió sin problemas y para sumarle condimentos, se puso la misma ropa que utilizo en su show.

Yo sentado la miraba, ella me miraba la pija, me decía que era bien grande, más de lo que podía esperar, se acerco y comenzó a chupar toda la cabeza, hasta los huevos, ella bien en cuatro chupando y moviendo el culo, me calentaba al máximo.

Le dije que se quedara así bien en cuatro, que era mi turno de reventarla.

Introduje mi pija sin preguntar, y comencé a bombear una y otra vez cumpliendo mi sueño, mis bolas llenas de lecho no paraban de chocar contra su concha y sus gritos que junto con el sonido de sus tacones chocando entre sí, me provocaban que la intensidad cada vez sea mayor y continua, la puta lo daba todo y lo sabía.

-ella- Yo no puedo creer como mi admirador me coge, se nota que tu pija dura quería comerse este súper culo.

-yo- siempre quise reventarte y hoy se dio, te juro que voy a dejarte bien satisfecha, sos una culeadora experta.

Luego me senté en el sillón perverso y ella sin sacarse sus tacones ni su ropa de puta, se subió sobre mi pija reventada de dura y comenzó a cabalgar como una zorra.

Se movía tan bien que la miraba a los ojos y no podía creer que una puta semejante bailara tan bien arriba de una verga.

-ella- Pendejo pija dura, no dejes nunca de ponerla dura, que este culo te la cabalga como nadie, macho aguantador.

-yo- Sos una puta, así como bailas en el caño bailas en mi pija como toda una profesional, culo gordo.

Le acariciaba las piernas, los tacones, sus rodillas, todo mientras cabalgaba sin descanso.

La abrí bien con vista plena a sus tacones, me colgué su tanga de la pija como si fuera un perchero duro y asesino que estaba a punto de descargar toda mi leche.

Se escupía las tetas y me insultaba de bronca por que la clavaba como nadie, una y otra vez sobre su concha deliciosa, me acercaba la punta de los tacones para que los lamiera, le pasaba mi lengua como un macho, le escupía todo su tacón y volvía a lamer, mientras mis huevos rebotaban contra su cuerpo al ritmo del polvo increíble que estábamos logrando.

-ella- Sabes que nunca me cogieron con tantas ganas en mi vida? Ahora que lo sabes reventame mas y mas pijudo.

-yo- Putas así no se encuentran todos los días por eso te voy a dejar un regalito bien adentro de tu concha enorme.

Así lo decidí, y de una embestida brutal y perforadora, descargue mis litros de leche para preñar a la puta bailarina, que a esa altura estaba que explotaba de placer, pidiendo a gritos que la llene y nunca se la saque.

La bese un rato, recorriendo su cuerpo y ella frotando y tocando mi verga chorreada por la leche.

Nos miramos y nos agradecimos mutuamente, sabiendo que esto era el comienzo.