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La vieja del jefe

Llevaría trabajando en este taller apenas una semana, era un día normal, llegué como siempre a la 8 de la mañana y mi jefe me dejó encargado la reparación de un coche. Tenía un pequeño problema en el motor y él no se podía hacer cargo, pues iba a hacer unas gestiones, así que se fue y me pidió que lo tuviera pronto pues vendrían a recogerlo en la mañana.

No eran ni las 11 cuando estando yo liado con el coche, entró por la puerta una diosa, una de las mujeres más bellas que he visto jamás, unos 34 años, rubia, vestida con una blusa muy ajustada que marcaba completamente sus grandes tetas, yo creo que por lo menos una 120, y una faldita ajustada que marcaba el contorno de un culito increíble. Se me acercó y…

- Buenos días.

- Buenos días.

- ¿Está terminado mi coche?, me preguntó.

- No señora, aún me queda como media hora para acabarlo.

- Bueno iré a tomar café, me dijo.

Después se marchó, supongo que a una cafetería cercana, pero yo me quedé con la calentura más grande que os podáis imaginar, la verdad es que hacia tiempo que no follaba y en cuando veía una ría buena, se me ponía la polla como el pescuezo de de un cantaor.

Seguí trabajando en el coche, pero solo podía pensar en esa mujer, en ese cuerpo andando hacia mí por el taller, recordaba el vaivén de esas tetazas, como meneaba el culo de un lado hacia otro, la verdad es que tenia la verga tan tiesa que me hacia daño, terminé como pude de reparar el coche y fui a arrancarlo para probarlo.

Al entrar en el, volví a oler el perfume de aquella hembra y ya no pude más, me saqué la polla y comencé a hacerme una paja como hacia tiempo que no me la hacía, creo que desde la pubertad por lo menos. Me la machacaba frenéticamente, a un ritmo increíble arriba, abajo, la estaba disfrutando como un loco hasta que me corrí por todo el salpicadero.

Pero al volver en mi, me di cuenta de que la señora había vuelto y lo había visto todo, yo me apresuré a salir del coche y comencé a pedirle disculpas y todo lo que os podáis imaginar, la verdad es que me sentía fatal, pero para mi sorpresa me dijo que no pasaba nada, que lo comprendía y que me tranquilizara, de momento le dije que esperara un momento que iba a buscar algo para limpiar aquello, pero aún no había acabado de decírselo cuando se metió en el coche a cuatro patas en el asiento del conductor y tirándome de los huevos, se metió la polla en la boca.

La tenía casi morcillona, pero el efecto fue mágico. Me volvía a empalmar.

Aquello era increíble, aquella zorra estaba comiéndose la polla y disfrutaba como una loca.
Cuando la saqué, la muy puta se quedó en posición. Me fijé en su culito, que tenía en pompa, a mi disposición.
Y no lo iba a desaprovechar, me acerqué por detrás, levanté lentamente su falda. Ella me miró y con la vista me dio conformidad para que hiciese lo que quisiese.
Le aparté las braguitas a un lado y coloqué mi polla que ya estaba otra vez lista para la acción en el borde de su coño. Lo tenía completamente húmedo, lo que facilitó que mi cipote entrara de un solo tirón.
La situación era increíble, pues yo la embestía como una bestia y tuvo que apoyar la cara en el asiento del acompañante para poder soportarlas, tenía una de las mayores excitaciones de mi vida y aquel coño me estaba haciendo pasar uno de los mejores ratos de mi vida.
Mientras ella gritaba, gemía, yo seguía y seguía, mis cojones chocaban entre sus piernas hasta que no pude más y la bañé con mi leche, le llené todo su coño con mi leche.

Me aparté y cuando me disponía a guardarme la polla, se volvió y me dijo:

- Estás loco, que haces, si crees que has acabado conmigo estás loco.
No me lo creía, que más quería, yo me había quedado más que satisfecho, pero supongo que aquella hembra estaba acostumbrada a más. Se tumbó en el asiento trasero, levantó las caderas y se quitó la falda y las braguitas.

- Venga cómemelo, cabrón, ¿o que te creías?

No conozco a nadie que se hubiera negado, así que obedecí, me acerqué y comencé a comerle el coño, lo tenia muy húmedo, sus líquidos estaban mezclados con los míos, pero aquello no importaba, esa mujer me había hecho disfrutar como hacia tiempo que no lo hacia y yo estaba dispuesto a recompensarla.
Empecé por sus conejito, lo lamía, lo mordisqueaba y seguía jugando con la lengua, más tarde seguí con su clítoris, que delicia que botón más rico tenia aquella zorra, mientras comencé a meterle mis deditos.

Tardé un buen rato pero conseguí que llegara al orgasmo y fue como nunca había visto, se retorcía de placer y manaba una cantidad de líquido que no me lo creía, pero mi juguetito con el paso del tiempo se volvió a poner juguetón, así que comencé a subir, le desabroché la blusa y dejé al aire esos hermosos pechos, eran grandes, con una aureola negra y unos pezones tiesos que me fascinaron, ¡como los disfruté!, los estrujé, los chupé, los mordí y proseguí hasta su boca, donde su saliva se mezclaba con la mía.

Yo sabía a coño y ese sabor la volvió loca, pues lamía toda mi boca buscando algún resto.

En varias ocasiones bajé mi boca hasta su coño y en el trasiego, mi polla comenzó otra vez a salir y entrar, volví a ponerme a bombear pero yo quería aprovechar el tener una puta como esa debajo y quería probar cosas nuevas con ella.
Me incorporé, le metí la verga entre las tetas y empezó una de las mejores cubanas que me han hecho, además cuando empujaba, ella habría su boca y su lengua jugaba con mi capullo, que locura, que maravilla, me habría vuelto a correr allí mismo, pero yo podía más.

Le pedí que se volviera a poner a cuatro patas y así lo hizo, refregué mi polla por su coño para que se empapara bien y la dirigí a la entrada de su culo, después de refregársela bien y lubricar la entrada con saliva.

Empecé a metérsela poco a poco, pero desde luego aquella no era la primera vez, su esfinge cedió en pocos minutos y permitió que mi polla entrara completamente, lo que me permitió follarme aquel culo como no me había follado ninguno antes, las embestidas que le daba eran impensables que se las hubiera dado a las mujeres con las que había estado antes.
Seguí todo lo que pude, bombee con todas mis ganas hasta que me vino aquella explosión de líquido, ¡que calentito que le dejé el trasera!, mientras ella llevaba ya 5 minutos teniendo orgasmos continuos.

Tras aquello ya quede rendido, la verdad es que no soy un superman y todo el mundo tiene su límite, aunque eso sí, antes de salir del coche, se la volvió a meter en su boca y me la dejó reluciente.

Yo salí del coche y me dirigí a la oficina para prepararle la factura, yo jamás le hubiera cobrado después del rato que me hizo pasar, pero como se lo iba a justificar a mi jefe, así que hice de tripas corazón, aunque eso sí, le hice un buen descuento, Cuando llegué al coche, ella ya se había vuelto a vestir y a limpiar todos los restos de nuestra fiesta.

Me suponía que me pagaría y que nos despediríamos y que no la volvería a ver, pues después de todo yo tenia novia y aquello no había sido más que un gran polvo con una gran puta, pero que equivocado, mientras le daba las gracias por el ratito pasado y le pasaba la factura, me dijo unas palabras que jamás olvidaré, pues cambiaron mi vida.

- No hijito, si no es la última vez que nos vamos a ver, te aseguro que nos veremos mucho y la factura no te preocupes de ella, que mi marido nunca me cobra por arreglarme el coche.

No me lo podía creer, me había follado a la mujer de mi jefe, pero joder, como follaba la mujer de mi jefe, y además tenia razón, no era la última vez que la iba a ver
Datos del Relato
  • Autor: navajo38
  • Código: 18958
  • Fecha: 23-08-2007
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.02
  • Votos: 53
  • Envios: 0
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