Esta historia que os cuento hoy fue una confesión de mi amigo Raydel, que después de convencerlo con mucho trabajo y hacer algunas pequeñas modificaciones, fundamentalmente en los nombres, me autorizó a escribir su historia de placer y venganza.
Raydel y yo siempre estuvimos juntos en el cole desde pequeños, no puedo negar lo mucho que siempre me ha gustado, pero ni modo, el nunca ha tenido ojos para mi, estando ya en el instituto se enamoró perdidamente de Anita, una escultural trigueña de ojos verdes que era la obsesión de todos los machos del instituto. Trigueña, pelo largo rizo, ojos verdes, senos grandes y puntiagudos, piernas bien moldeadas y un culo espectacular, el que con gran picardía gustaba de mover bastante para que los chicos se volvieran locos. Al año de novios Raydel y Anita se casaron, formaron una bonita pareja y como nos graduamos dejé de verlos hasta hace unos pocos días que me encontré con Raydel y me contó su triste historia. Dadas las exigencias de Anita y por mantenerla siempre contenta, dejo sus estudios y se dispuso a trabajar, lo hacía en una farmacia como mensajero y entre el sueldo y las propinas sacaba lo suficiente como para complacer los gustos de Anita, regularmente trabajaba en el horario de la noche, por lo que su amada esposa quedaba sola durante todo este tiempo, pero no importaba, porque el resto del día se la pasaban bien juntitos amándose. A partir de un tiempo Raydel comenzó a notar que ya Anita no l esperaba como de costumbre en la puerta de la casa para abrazarlo a su llegada y siempre estaba en la cama durmiendo. Comenzó a preocuparse ya que a lo mejor estaba enferma y no le había dicho nada, así transcurrieron los días y seguía igual. Una noche en que debía hacer una entrega en la casa contigua a la suya decidió llegar a ver a su esposa para saber como se sentía y menuda fue la sorpresa que se llevó, Anita estaba en su propio cuarto siendo follada por dos tipos a los cuales reconoció de inmediato, ya que habían estudiado juntos en el Instituto, en el afán y la lujuria que se encontraban los tres no se percataron de la presencia de Raydel, quien apretando sus puños y lágrimas en sus mejillas volvió a la farmacia a terminar su turno de trabajo. Como era costumbre ya Anita estaba durmiendo, lógico era que después de pasar toda la noche follando con dos tíos estuviese muerta de cansancio. Reídle solo hacía mirarla como buscando una justificación para que ella lo hubiese engañado de tal forma, pero no había motivo alguno para ello. Esa noche pidió permiso para no ir a trabajar, Anita se sorprendió de tal decisión y se podía ver a las claras su nerviosismo poco habitual. Después de comer y ver la tele Raydel la convenció ir para la cama a hacer al amor, ella que aún no salía de su asombro porque él jamás había faltado a su trabajo accedió y tras quedar completamente desnuda sobre la cama este comenzó a besarla y acariciarla proponiéndole hacer un juego que había visto en una película porno, amarró cada una de sus extremidades a la cama dejándola bien abierta de piernas y brazos y parándose frente a ella le comentó todo lo que había visto la noche anterior, Anita hacía esfuerzos sobrehumanos por zafar aquellas amarras, pero era totalmente imposible... –¿Así que te gusta follártelos y de a dos no..?—, pues prepárate que esta noche te vas a dar gusto follando, esta que me haz hecho me la vas a pagar y bien cara puta de mierda... Anita lloraba y le suplicaba hasta por su madre que todo había sido un error de su parte, que ella lo quería mucho y esas cosas que diría cualquier mujer al verse sorprendida in fraganti. Como era de esperar, cerca de la medianoche aparecieron los dos tíos, a lo cuales yo observaba bien escondido en el cuarto de baño, se rieron al verla así y ni siquiera preguntaron del porque de aquello, le había advertido de antemano que si decía algo sobre mi presencia en la casa las cosas le iban a ir peor, por lo que no dijo ni una sola palabra, aquellos desvergonzados ante la facilidad que se le ofrecía comenzaron a follarsela de la forma más frenética antes vista y después de correrse cada uno se vistieron y se fueron, solo la tenían como un objeto sexual para satisfacer sus necesidades, lo que más me encabronaba era que ella se prestase para ese juego. Cuando me acerqué a la cama me pedía llorando que la liberase de aquellas amarras que ya le marcaban sus manos y pies, pero mi venganza comenzaba a partir de ésos momentos, si ella quería follar, pues iba a follar hasta reventarse. Fui hasta el bar de la esquina y después de ponerme de acuerdo con dos negros medio borrachos que habían allí les hice la propuesta de follarse a mi mujer, los llevé para la casa y de tan solo ver aquella muñeca sobre la cama totalmente desnuda sus vergas se pusieron que reventaban los pantalones, dudaron en acercarse a ella y los convencí para que la disfrutaran a su antojo, eso sí, tendrían que darse prisa pues solo disponían de una hora para los dos, que podían hacerle cuanto se les antojase, que yo regresaría un poco después. A la hora exacta llegué con dos negros más que bastante trabajo me constó conseguir y todavía uno de ellos estaba pegado a mi mujer follándola y bombeándola lo más duro que podía, lo dejé hacer hasta que se corrió. Les hice seña a los otros dos negrones que su turno había llegado, al desnudarse y dejar a la vista sus vergas vi que uno de ellos lo que tenía entre sus piernas era un aparato descomunal, capaz de competir con cualquier caballo del establo de don José, le pedí que quedara para último y así fue, el otro negro tampoco tenía una verga menos pequeña pero si más delgada, la muy puta estaba marcada y llena de morados por todos lados de los chupetones que le habían propinado los dos anteriores, pero me gustaba que así fuese, que supiera el dolor que se siente al ser engañado por su mujer... Mientras el negro se la follaba con inmensos deseos, pues quizás era la primera y única oportunidad en su vida de follarse una mujer blanca de esas condiciones, hice señas al otro para que pusiera su verga en la boca de Anita para que esta se la mamase, aquella verga casi no le entraba en la boca por su tamaño, temí en un instante que se fuese a hogar por no poder respirar. Cuando el que se la estaba follando terminó su faena y descargar toda su leche dentro de aquel coño se la sacudía sobre el vientre propinándole golpes que hacía que se contrajera por el dolor que le causaba. Con la ayuda de los dos negros la amarramos con el culo hacia arriba y le dije que se la metiera hasta sentir sus cojones chocando con su culo. Poco a poco se la fue poniendo y Anita gritaba de dolor, le metí la almohada en la boca y sus gritos cesaron, colocándome detrás del hombre lo empujé para que terminara de penetrarla completa, la estuvo bombeando hasta que se corrió dentro de aquel hermoso culo... les di las gracias, se vistieron y se retiraron. Le solté la amarras y comprendí que se había desmayado. Rocié un poco de agua en su cara y la obligue a levantarse, lo que hizo a duras penas, al levantarse observé como en la cama junto a la leche de los hombres había también una gran mancha de sangre, su culo y su coño estaban destrozados. Cuando trató de vestirse la tomé por un brazo y desnuda como estaba la monté en un coche y la dejé en la puerta de la casa de sus padres con un letrero colgando al cuello que decía ¡SE LA DEVUELVO POR PUTA!... Después de aquello lo la he visto más ni nadie en el pueblo, al parecer se ha ido a otra ciudad. De lo que si estoy seguro es que no le quedarán deseos en su vida de pegarle los cuernos a nadie más.