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Julieta con 48 años, se encontraba en lo que pensó, era el final de su vida. Menos de un mes atrás había concluido el trámite del divorcio de su marido, militar de carrera, que siempre la trato a ella y a sus tres hijos, como los últimos en su cadena de mando.
La razón de la separación había tenido que ver con la forma de beber de Federico, en su última borrachera, había tratado de abusar de su propia hija, de recordarlo, la rabia subía nuevamente desde su estómago hasta el cerebro, pasando por todo su cuerpo generando accesos de rabia que la impulsaban a odiarle así como proferir las mayores imprecaciones de las que se sentía capaz de decir, todas ellas merecía así como muchas más.
Ese fatídico día para su hija ella había llegado oportunamente para salvarla y ese mismo día, ella sentía había empezado su camino a la perdición.
Federico su hijo mayor estaba próximo a cumplir 30 años, Manuel estaba por cumplir 26 y Esmeralda su hija recién había cumplido 23 años. Los tres eran unos chicos estupendos pues a pesar del padre y de cambiar frecuentemente de residencia habían terminado carrera los dos primeros y su hija estaba a punto de concluir su carrera de administración de negocios, Federico era abogado y ejercía con una firma importante en Monterrey, Manuel era Médico Cirujano y estaba haciendo una especialidad en Medicina Forense en el extranjero.
Ambos habían viajado a verla al siguiente día de la denuncia, ellos la apoyaron y de hecho con su participación los tramites habían concluido rápidamente siendo totalmente favorables a ella y a sus hijos, ellos los varones renunciaron a todo beneficio y dejaron a ella y a su hermana el total del dinero y propiedades asegurando su vida futura por los próximos 40 años así gastaran sin control mensualmente y sin hacer un esfuerzo por trabajar o incrementar su patrimonio.
A pesar de todo esto, Julieta estaba planeando dedicarse a cualquier tipo de negocio de compra-venta, intuía que la carrera de Esmeralda seria de utilidad, así se podía mantener cercana a ella y asegurar en mejor forma su futuro, necesitaba protegerla por sobre todas las cosas.
Esmeralda no era una chica fea, pero por estudiar se había acostumbrado a mantener lejos a los hombres que la pretendían, por la traumática experiencia se habían acercado a platicar y le había confesado a su madre el pánico que ahora le provocaban todos los hombres, si el que más quería había sido capaz de hacerle daño, imaginaba que los demás lo harían con mayor facilidad.
Julieta en muchas noches, despertaba sobresaltada rememorando aquel día de la infame pesadilla, lo que nadie sabía es que algo más la comía por dentro a partir de ese día.
Una noche al despertar agitada, empezó a recordar toda su vida y los acontecimientos que le marcarían como hierros candentes aplicados a su piel.
No recordaba con precisión pero tal vez a sus 14 años, fue su primer contacto directo con la sexualidad, como muchas adolescentes, tenía dudas y expectativas para lo que fuera su vida sexual, en la secundaria donde estudiaba, habían organizado un paseo a un centro vacacional para nadar y jugar baloncesto, fue una experiencia saludable sobre todo porque por vez primera estaba lejos de la vigilancia materna, no obstante cuando llegaron a las regaderas para el baño después del partido, por vez primera vio otros cuerpos desnudos diferentes al suyo, había chicas totalmente desinhibidas que corrían y brincaban sin importarles mostrar su desnudez a las otras compañeras, aprecio que el tamaño de sus senos eran del tamaño promedio a pesar de que ella los sentía pequeños comparados con los de su madre, noto también que el bello que cubría su pubis era más corto y menos abundante que algunos de sus compañeras, había chicas que tenían una mata que inclusive llego a pensar que eran hermosas ya que su pubis estaba cubierto de rizos ensortijados que cubrían una gran zona, también se percató que la redondez de los traseros de muchas de sus compañeras eran además de amplios eran rotundos en su curvatura, ella siempre se había considerado desnalgada, su trasero tenia mas forma de el trasero de un elefante ya que bajaba recto en un tramo y solo tenía una pequeña redondez casi al termino de sus glúteos, le llamaron la atención e incluso le gustaron los traseros de dos de sus compañeras que eran tan redondos y perfectos que parecían llamar a las manos para tocarlos y confirmar su redondez y dureza.
Todas estas comparaciones las hacia mientras tímidamente se bañaba bajo la regadera, de frente en otra fila de regaderas podía ver a más de siete compañeras mientras bañaban sus cuerpos, obviamente todas ellas podían a su vez mirarla, en eso estaba cuando una de sus compañeras se juntó bajo el chorro del agua con otra de ellas, ya no recordaba sus nombres pero si sus acciones, la abrazo llevando sus manos a su trasero, juntaron sus senos sus vientres y sus bocas, casi se le escapa un grito, pero solo hubiera advertido a las demás, por más de tres minutos sus compañeras compartieron besos y caricias que a ella le parecían equivocas pero a pesar de ello produjeron en ella una llamita de calor que corrió de su boca a sus senos y a su entrepierna, repentinamente rompieron su abrazo y voltearon hacia Julieta, ambas vieron que las miraba fijamente y ambas como poniéndose de acuerdo le enviaron besos y le ofrecieron con un gesto cada una sus senos, se dio cuenta que sus pezones sobresalían igual que los suyos que sintió crecer en sus propios senos, rápidamente se dio vuelta para no seguirlas viendo y casi cerro sus ojos, acaricio por un breve momento sus senos y se solazo en apretar suavemente sus pezones.
Esa noche se volvió a tocar bajo sus sabanas al recordar la escena.
Dos o tres años después en los baños de la preparatoria a la que asistía fue testigo de otra situación que la excito un poco, esa vez se dio cuenta que dos compañeras se metieron al mismo privado de los sanitarios, dejo de lavarse las manos y empezó a peinarse nerviosamente, aguzo sus sentidos y solo escuchaba suspiros y gemidos suaves, no pudo vencer su curiosidad y entro al gabinete de junto, bajo la tapa del baño y se subió a este lentamente con la intención de mirar, su osadía hacia que sus palpitaciones retumbaran en sus oídos, lo que vio también la marcaria, una de las chicas tenia los senos de fuera y la otra dolosamente los besaba y mordía mientras sus manos se perdían en la entrepierna, vio el brazo moverse aceleradamente y hubiera querido ver lo que la mano y dedos hacían bajo la ropa que tapaba su visión.
A los pocos meses, acepto por fin los acercamientos de un compañero y acepto su invitación para hacerse novios, era lo normal y su propia madre la felicito por el hecho, termino el noviazgo porque una tarde cuando se besaban su novio rudamente apretó sus senos como si tratara de medir su dureza y resistencia, además con igual rudeza trato de meter sus manos entre sus piernas.
Fue entonces que Federico llego a su vida, al ser varios años mayor, supo cómo conquistarla hablando palabras melosas al oído, ofreciéndole un mundo amplio y lleno de posibilidades de viajar y conocer, por esos años él tuvo la oportunidad de viajar como agregado militar a la embajada de México en Argentina y por ese hecho le convenía llegar casado, además la riqueza de los padres de Julieta eran un adorno y posición social privilegiada que vestían muy bien al maduro capitán, no entendió bien cuando de repente se percató que Federico había hablado con su padre y habían no solamente acordado la boda sino también una fuerte cantidad de dinero que como dote Federico recibiría para hacer crecer y asegurar el futuro de la recién formada familia, su padre obtendría a cambio información privilegiada para hacer negocios en los países que visitara Federico, durante el breve “noviazgo” Federico nunca trato de besarla siquiera, solo le abrazaba y besaba sus manos en señal de respeto y le llenaba la cabeza con imágenes de países y lugares que alimentaban la fantasía que la propia Julieta tenia.
La boda se sucedió sin sobresaltos y Julieta lloro al despedirse de su madre, no tuvieron noche de bodas tradicional pues al día siguiente empezarían su viaje a la Argentina, lo que le prometió Federico fue una luna de miel permanente.
Nada de ello fue cierto, bueno si en parte, ya que se pasó viajando los siguientes 15 años, regresando a México con sus tres hijos y el corazón marchito y muerto al amor. Federico nunca fue un hombre amoroso, como militar desarrollado en campañas, siempre estuvo rodeado de tropas y el adquirió los vicios más fuertes de ellos, era borracho, jugador, acostumbraba irse cada semana de putas y eventualmente hacia uso de substancias prohibidas y drogas duras para iniciar o finalizar sus francachelas.
La primera vez que la toco como mujer, él estaba muy borracho, había bebido todo el día por la recepción que le hicieron los compatriotas destacados ya en la Argentina, nada más llegar al hotel, la obligo a desnudarse y la reviso como si estuviera comprando y evaluando mercancía en cualquier prostíbulo, Julieta temblaba y se sentía humillada terriblemente, la coloco en el centro de la cama y la hizo tomar diversas posturas que lejos de ser eróticas, solo servían para mostrar la mercancía, la puso en cuatro y en el momento menos pensado sin caricias previas o tan siquiera un comentario, sintió que algo la penetraba violentamente por la vagina, unos cuantos movimientos bruscos, un toqueteo repetido a sus colgantes senos, un par de gruñidos una aceleración de las penetraciones, mas ardor, un chorro o par de chorros calientes en su interior y Federico desmontándola con una fuerte palmada en su trasero como en señal de agradecimiento al placer recibido, Federico se arrojó boca abajo sobre la cama quedando de inmediato dormido. Julieta reviso ese cuerpo desnudo del que era su marido y nada de lo que vio la hizo sentir mejor, era un monstruo peludo con la careta de hombre bonito que inicialmente le había llamado la atención.
Las siguientes ocasiones fueron muy similares excepto que en un par de ellas Federico no estaba bebido y los juegos sexuales duraban un poquito más en tiempo, con menor intensidad e igual de dolorosas siempre para ella. Trato de hablarlo con su madre por teléfono y por la distancia y la diferencia de horario su madre solo le había recomendado “resignación”.
Toda actividad sexual con su marido se terminó cuando este supo por sus labios que estaba embarazada, Federico se puso contento y más lo estuvo cuando nació su primer hijo, a quien mostro orgulloso a todos los militares y subordinados.
Estos festejos de su marido duraron casi tres años, en algunos fines de semana se llevaba al niño y según supo después, lo llevaba a todos los lugares que visitaba, cantinas y prostíbulos por igual, cuando ella trato de enfrentarlo la reacción que provoco en Federico dio origen al embarazo de su segundo hijo ya que esa noche la uso para su placer por más de tres veces.
Ella como siempre sufrió estoicamente los asaltos sexuales.
Ya se encontraban en Republica de El Salvador cuando el embarazo llego a término, dadas las condiciones del país, Julieta fue atendida en un Hospital manejado exclusivamente por religiosas, fue una de ellas la que como Doctora le hacia las últimas revisiones, estaba en la camilla de exploración y por vez primera sintió algo diferente, al primer contacto de la mano en su vagina, sintió como humedad corría por su hendidura, la Doctora comento algo, con relación a la falta de relaciones sexuales y fue a ello que achaco la reacción del cuerpo de Julieta, la dejo reposando en la misma mesa y envió a otra monja para que iniciara su preparación quien le aplico una inyección con calmantes y al momento de descubrirla exclamo: -¡Hay Dios mío! ¡Que belleza! Al tiempo que posaba sus manos sobre el ensortijado bello casi rubio que cubría la vulva de Julieta.
Julieta sentía que la aplicación de jabón y lavado de sus partes íntimas era demasiado lenta, sintió como las manos de la monja acariciaban con suavidad ambos lados de sus labios vaginales, sintió como lentamente un par de dedos, abrían su vulva exponiendo a la vista de la monja toda ella en plenitud, sintió casi ternura en el recortado de los pelillos más largos, la fricción constante de toda la zona por las manos jabonosas, el suave deslizar de la maquinilla por sobre sus labios, los dedos que penetraban lentamente para apoyar por dentro el rasurado, la fricción constante a la que era sometida, provocaban que del interior de Julieta corriera más humedad, la ternura en la aplicación de las toallas humedecidas, la penetración de los dedos, un dedo penetrándola por su culo, el rasurado de esa zona, la nueva sensación era placentera en extremo, cerró los ojos, empezó a disfrutar el ser tocada, se dio cuenta como sus piernas y muslos temblaban, se dio cuenta que la monja ya había terminado pero la seguía tocando ahora con una loción anti gérmenes, sintió como aquellos dedos le acariciaban su clítoris le tallaban con una enloquecedora frecuencia, sintió como esa sensación llegaba a sus senos que se endurecieron más de lo que ya estaban por la cantidad de leche que albergaban, subió sus manos y presiono sus pezones que habían crecido marcando notablemente bajo la tela azul de la bata, y llego por primera vez la maravillosa y apabullante suma de sensaciones de su primer orgasmo, ahora se sacudía entera, hasta la camilla de exploración se sacudía, entre los calmantes que le habían aplicado y el goce producido por la experiencia Julieta se durmió.
Despertó después de muchas horas, le informaron que había tenido un hermoso niño y que su padre ya le había visitado, conoció al niño y le dio el pecho, le sorprendió que la sensación de la criatura chupando fuera muy pero muy placentera.
Volvió a experimentar otro orgasmo el día previo a su salida cuando la misma monja le aseaba y que esta vez a pesar del sangrado con suaves caricias la llevo al paraíso del placer, placer nunca antes vivido, ahora no había sedantes.
Después de esta experiencia Julieta empezó a rasurarse sola, le encantaba con sus propias manos replicar los placeres que las hábiles manos le habían proporcionado, al principio los orgasmos eran breves, solo un reflejo de lo que aquellas manos le habían dado, con el paso del tiempo sus manos se convirtieron en expertas y le llevaban al placer casi en unos minutos, a pesar de ello se acostumbró a acariciarse por horas.
Cuando Federico su marido se percató que estaba rasurada, el único comentario que dijo fue: -¡Qué bueno! ¡Así te vez más puta!
Los meses se fueron pasando y aparte de las satisfacciones que le daban sus hijos, a Julieta le quedaban los ratos de placer donde se acariciaba, ya se había acostumbrado a los frecuentes abandonos de parte de Federico, muchos meses no tenía contacto con el solo por teléfono, una de esas ocasiones, le informo que viajarían a Colombia, como siempre que había un cambio se dedicó a preparar todo lo necesario para la mudanza, siempre era auxiliada por tropa que le enviaba su marido así como personal contratado por la Embajada, el día llego y Federico no estuvo ahí, le dio instrucciones de que hacer y le dijo que al llegar a Colombia su personal se haría cargo de todo, que la casa ya estaba lista y que el llegaría diez días después.
Al llegar vio con mucho agrado que la casa contaba con grandes jardines donde había dos albercas, una tipo chapoteadero que sería ideal para sus hijos y otra más grande que inclusive tenía una parte bajo techo con grandes puertas deslizables que le daban privacidad a la parte techada.
Le sorprendió la amplitud de la residencia, después de un tiempo se enteraría que era una de las múltiples propiedades que el gobierno había incautado a Pablo Escobar el famoso narcotraficante, tenía dos plantas y más de seis habitaciones con todas las comodidades cada una, la amplitud de la sala, el comedor para 18 personas, una sala de juegos con lo más moderno en tecnología, bellos jardines con andadores y con palapas en diferentes puntos con todas las facilidades como si comedores independientes fueran, en el fondo había tres casas independientes donde vivía el personal de mantenimiento y servicio.
A recibirla estaba personal de confianza de su marido que la introdujo al personal de servicio de la casa donde destacaba la impactante belleza de una chica de aproximadamente 22 años de edad. Luego confirmaría que tenía 24 cumplidos, ella sería como una ama de llaves, sería la responsable de hacer todas las compras y de supervisar al demás personal formado por tres mujeres de más de 40 años y un hombre de más o menos 55 años que era chofer de servicio y jardinero, el chofer que siempre la llevaba era militar y dependía directamente de Federico su esposo y era como su espía dentro de su propia casa; Julieta quedo impactada por la belleza de las cuatro mujeres, donde obviamente destacaba la menor de ellas que se llamaba Zulema, tiempo después se convertiría en su mejor amiga.
Al día siguiente de la instalación fue interrogada por Zulema con relación a los gustos de los miembros de la familia en cuanto alimentación, aseos y necesidades específicas de limpieza y vestuario, Zulema comento que era mejor no saliera al principio ya que las condiciones políticas y sociales hacían de cierto peligro las salidas de extranjeros y que a pesar que los mexicanos eran bien queridos, no había necesidad de exponerse, Julieta por primera vez pensó en sus hijos y un escalofrió corrió por su espalda.
Zulema no solo era bella sino también muy inteligente y sensible tal parecía que en todo momento quisiera agradarle y complacerle así como a los niños, el estar sola sin la presencia de Federico, la tenía en un buen humor constante y parecía que empezaba a disfrutar los privilegios de la vida que llevaba.
Comenzó a disfrutar el relax que le proporcionaba la alberca techada y realmente se aficiono a nadar por las noches, se sentía tonificada y la experiencia la hacía descansar y dormir mejor, aunque de vez en cuando volvía a utilizar sus manos y dedos al rasurar su entrepierna.
Pero no todo iba a estar bien, la noche que llego Federico fue casi una semana después de lo prometido, venía muy cansado y muy borracho, siguió bebiendo en la casa y se quedó dormido en la sala pero había mandado llamar a Julieta para que lo acompañara sin siquiera preguntarle o decirle nada.
El despertar del día siguiente fue toda una revolución, Federico gritando por toda la casa, quiso conocer a todo el personal y dio instrucciones para que llevaran a sus hijos afuera al cuidado de su chofer personal, cuando todo el personal estaba en la sala, Federico, despidió de inmediato a Don Cleofás el jardinero y dio instrucciones para que le enviaran solo un jardinero pero del personal militar, una vez que quedaron las cuatro mujeres y Julieta, Federico ordeno que se desnudaran, curiosamente la orden fue cumplida de inmediato por las tres mujeres mayores quienes parecían disfrutar de ello, Zulema por el contrario no hacia intentos siquiera por hacerlo hasta que Federico le grito que lo hiciera y termino obedeciendo.
Julieta dentro su turbación, sentía sincera vergüenza por lo descabellado de la orden de su marido, lejos estaba de comprender lo que estaba por desarrollarse ante sus ojos y mucho menos que se acostumbraría a ello en los siguientes seis años.
Toda vez que las cuatro mujeres quedaron desnudas y expuestas a la mirada de Federico, este empezó a caminar entre ellas, pese a querer no mirar, la voz de su marido la llevo a ver lo que pasaba.
-¿Cómo te llamas chiquilla?, Zulema señor, fue la respuesta.
-¿Y tú lindura? Dijo al acariciar el rostro de la siguiente mujer, -Carolina, contesto, -¿Y cuántos años tienes?, 42 fue la respuesta, -¡Me gustas Caro, me gustas! Dijo Federico al acariciar sus hombros, bajando por su espalda con lentitud hasta llegar al enorme trasero de Carolina, dejo la mano sobre la curva más alta y luego deslizo sus dedos por la ranura, busco llegar a la vagina obligando a Carolina a doblarse y metió dos dedos que saco para luego olerlos, -¿Estas Caliente Caro? No espero por respuesta y tomándola del cuello la beso bruscamente en la boca.
Al llegar a la siguiente mujer, no hizo falta que preguntara, -¡Yo soy Rita, tengo 40 años y soy de Cali, señor! Y estoy para servirle en lo que quiera, Federico sonrió y le pidió que caminara y diera la vuelta, ver caminar a Rita fue todo un espectáculo, sin exageración sus caderas se mecían a un lado y al otro con el mismo ritmo de sus bellas piernas donde destacaban unos muslos amplios y rotundos, la unión de su entrepierna dejaba ver una minúscula ranura ya que tenía todo el pubis rasurado, al terminar su recorrido, se dio la vuelta. Abrió las piernas y se flexiono hasta tocar casi el suelo con su melena suelta, mostro ambos agujeros a Federico que no se resistió a tocarlos metiendo sus dedos en ella. Al sacarlos brillaban de la humedad que pudo recolectar en la breve caricia.
-Yo soy Andrea señor, tengo 44 años y quiero decirle que tengo muchos deseos de servirle como usted se merece, dijo la mujer al tiempo que guiñaba un ojo a Federico, camino hacia donde estaba abriendo sus brazos para ofrecerse plena a este, Federico se dejó abrazar al tiempo que introducía su mano entre las piernas de Andrea que se sacudió al sentir la brusca caricia, la beso en los labios y con la mano libre apretó uno de los senos que se sacudían al unísono.
Julieta con toda su turbación evidente, no dejo de apreciar el cuadro de cuatro mujeres desnudas, la belleza y juventud de Zulema destacaban pero los cuerpos de las tres restantes no desmerecían pues a pesar de la diferencia de edad, sus carnes se mantenían firmes, no había vientres caídos ni adiposidades que menguaran su belleza, Federico abrazo a Andrea y a Carolina, volteo a mirar a Julieta y le dijo: -Ten un buen día mi amor, ahora tendrás competencia para obtener mis favores, ¡Nos vemos hasta mañana! Salió de la sala y cruzando los jardines se dejó llevar por las dos mujeres que reían gozosamente.
Rita recogió las ropas de las cuatro y salió rumbo a su cabaña, Zulema fue al lado de Julieta y paso su brazo por sus hombros, sus senos quedaron muy cerca de la cara de Julieta que no dejo de apreciarlos a tan corta distancia, se sintió mimada y lloro en silencio. La desfachatez de su esposo había pasado todos los límites.
Efectivamente Federico paso todo el día y la noche con las mujeres, solo mando por comida y bebida que llevo Rita, ella tampoco volvió a salir.
Zulema se encargó de hacer más llevadero el día llenando de atenciones a Julieta y a sus hijos, Julieta comió con desgano y pensó cuanto más tendría que soportar.
La respuesta tardaría en llegar pues Federico se pasó casi toda la semana con las tres mujeres, llego incluso a desayunar con ellas y solo mandaba llamar a sus hijos, así pasaron casi tres meses hasta que tuvo que salir de viaje.
Durante la semana trato de platicar lo menos posible con las tres mujeres con que había compartido a su marido ya que en una forma u otra cada una de ellas se habían tratado de disculpar, ella comento que no había nada que perdonar y que no sabía que su marido fuese capaz de tanta bajeza, no obstante que ellas no pensaban que fuera algo malo ya que habían pasado por cosas similares en su juventud; en la mente de Julieta no había forma que su imaginación le dijera lo que hacían ni a lo que eran sometidas.
Una tarde sintiendo el agobio del calor, decidió hacer uso de la alberca techada y Zulema estuvo con ella mientras vigilaban a los niños, esta lucía un traje de baño de una sola pieza pero de una tela tan delgada que a Julieta le provocaba cierta turbación pues podía apreciar en detalle el tamaño y forma de los senos, los pezones sobresalientes siempre y sobre todo la simple unión de sus muslos en su entrepierna y como esta hendidura se prolongaba y perdía en la continuación de la unión de su firme y voluptuoso trasero.
Llego el momento en que llevo a los niños a dormir y a su regreso invito a Zulema a que nuevamente compartieran la cómoda y refrescante sensación del agua, con los minutos pasando perdía un poco la turbación y se sentía mejor mirándola y apreciando la belleza del conjunto, hubiera querido preguntar sobre su vida pero no había aprendido eso todavía, pensaba que había que mantener distancia con el servicio. Con esos pensamientos no se percató de la llegada de Federico quien tumbado en un sofá, las observaba a su vez en silencio, empezó a desnudarse y Zulema como reflejo, salió del agua y se preparaba a irse cuando la voz de Federico la paro en seco en sus acciones. -¡Desnúdate chiquilla! Zulema quedo de pie sin moverse, ante el siguiente grito, zafo los tirantes del traje de baño por los hombros y comenzó a deslizarlo por su cuerpo, al final dejo un rollo en sus tobillos, Julieta salió del agua y queriendo evitar la situación, se acercó a su marido para saludarle, Federico solo la empujo y dijo: - ¡Tú también desnúdate puta!
Julieta no se atrevió a complacer a su marido, se colocó una bata sobre los hombros y pretendía salir cuando fue sujetada por Federico y violentamente le arranco bata y parte del traje que rompió, con la violencia de la acción cayó al suelo, Zulema solicita le ayudo a incorporarse quedando a la altura de sus ojos la belleza de su entrepierna con una breve y bien cuidada capa de rizos negros, acepto la ayuda y se levantó asustada.
Federico grito: -¡Las quiero desnudas, putas de mierda!
Zulema ayudo a Julieta a quitarse los restos de su traje y cuando estuvieron igualadas en su desnudez, se mantuvieron cercanas sujetas a la revisión de los ojos de Federico.
-Ven aquí, ¡junto a mi chiquilla! Ordeno suave pero firmemente.
Zulema avanzo hasta quedar a solo a un paso de Federico que de inmediato abrazo a la chiquilla, como el la llamaba, y empezó a besarla en el cuello y en las orejas, mientras su mano derecha acariciaba el monte de venus dejando escapar dos dedos en la búsqueda del centro de placer de Zulema.
Sin saber porque, Julieta empezó a sentir en su cuerpo las caricias que recibía Zulema, se imaginaba que se sentía tan bien como sus dedos expertos al rasurarse, empezó a humedecer y sus ojos no perdían detalle, Zulema con los ojos cerrados, se dejaba hacer, giraba su cuerpo para someterse en mejor posición a los ataques de Federico, vio claramente como su marido empezó a besar la espalda de Zulema al tiempo que sus manos acariciaban el imponente trasero de esta, su boca se prendió a uno de sus senos y Julieta pensó en que nunca antes había recibido esa atención de parte de su marido, vio como Federico al sentarse, obligo a Zulema a subir una pierna a la reposera, vio la boca de su esposo besar y lamer el mismo centro de placer al tiempo que introducía un par de dedos por su hendidura, por tan solo unos segundos quiso que esa boca fuera de ella, sacudió la cabeza para evitar esos pensamientos y entrecerró los ojos.
No sabía que Federico la observaba y cuando sentía que se evadía ya con los ojos cerrados el grito de Federico la saco del trance, -¡Mírame, puta, mírame! ¡Ve como me como este pastelito! ¡Ven acércate!
Con pasos titubeantes obedeció, ahora estaba al alcance de las manos de su esposo y tan cerca de Zulema que sintió casi el calor que se desprendía de su cuerpo. Federico la tomo por la cintura y la atrajo a él, -¡Bésala! Dijo
Zulema obedeció y con su boca busco tímidamente el contacto con la boca de Julieta, al principio labios sobre labios, después la lengua se insinuó tímida.
Minutos después, era un intercambio de besos cargados de pasión y de lujuria, nunca nadie la había besado así, las salivas iban de una boca a la otra, no obstante ambos cuerpos inertes con los brazos caídos, no dejaban ver una expresión mayor, Federico abrazado a ambas cinturas miraba y no dejaría de hacerlo en ningún momento a pesar de hacer girar el cuerpo de Zulema, cuando estuvo tras ella, la obligo a doblarse por el medio haciendo que el maravilloso trasero fuera de ser posible más prominente, se afianzo a la cintura de la bella chiquilla y repentinamente la penetro provocando un gemido y quejido que retumbo en la boca de Julieta.
Julieta rompía por momentos contacto con la boca de Zulema quien era sometida a fuertes empujes por parte de Federico que en un mete y saca rápido, empezaba a sudar sobre de ellas, Julieta vio lagrimas corriendo por los ojos de Zulema y empezó a notar el sabor salado de las mismas.
Federico rompió el contacto y ahora fue Julieta la obligada a ponerse en cuatro, Federico la penetro de una vez y sonrió para sus adentros al descubrir por vez primera una vagina humedecida preparada para su invasión, los embates fueron violentos y dentro de ella Julieta pudo sentir el derrame de su marido, Julieta casi goza cuando la boca de Zulema fue a buscar la suya en el último momento.
Federico gruño como siempre pero sin dejarse caer como otras ocasiones, se mantuvo de pie y ordeno a Zulema, -¡Chúpalo y Límpialo Chiquilla! Al tiempo que proporcionaba a Julieta un fuerte manaso a su trasero al tiempo que seguía: -¡Qué bueno saber que al menos te calentaste un poco! ¡En el fondo eres una buena tortillera!
Zulema dejo de chupar pues Federico la empujo para tirarse a la alberca, las dos mujeres voltearon a mirarse, Zulema se fue a su cuarto aun llorando y Julieta se cubrió con la bata y quedo sentada mirando a su marido dar brazadas y vueltas dentro del agua. Sus palabras retumbaban dentro de su cabeza: ¡En el fondo eres una buena tortillera!
A la mañana siguiente, Federico fue el mismo de siempre, parecía haber olvidado todo y se concentró en sus hijos y en los asuntos que le trajeron de la embajada, salió por la tarde y hasta entonces Zulema pudo platicar a solas con Julieta.
-¡Perdóneme por lo de ayer! Señora, de no ser por su presencia hubiera sido un sufrimiento mayor para mi persona, ¡No sé cómo decirlo! Pero esta vez fue algo diferente.
Julieta la miro mientras hablaba, su reacción fue abrir los brazos y estrecharla entre ellos, Zulema se dejó hacer y levanto su cabeza para besarle.
Después de intercambiar varios besos donde las lenguas empezaban a participar, Julieta rompió el abrazo para preguntar: -¿Ya te había violentado mi marido?, -No señora, no me explique bien, ya me habían violado otras veces, pero esta fue la primera vez que aparte de la vergüenza, me dio gusto que el señor me obligara a besarla, porque usted me inspira sentimientos bonitos, de paz y tranquilidad, además a veces pienso que usted esta tan indefensa como yo y que también le hace falta ternura y amor, a pesar de que juega y sonríe con sus hijos, hay algo en el fondo que adivino es fruto del dolor y sufrimiento, sentimientos que yo muchas veces tengo; además, ya que yo no seré capaz de tener hijos nunca, la presencia de usted y los niños me hace ser feliz. Además, es la primera vez que me violan en presencia de otra mujer y me sentí un poco menos humillada. Y luego cuando el señor me obligo a chuparlo, fue menos repugnante porque sabía que tenía un poco el sabor de usted.
Julieta no supo que responder, era una confesión que no esperaba, pero quiso saber más y termino preguntando: -¿Por qué no puedes tener hijos? ¿No estarás equivocada?
No señora, la primera vez me violaron a los catorce años, un grupo de ocho rebeldes revolucionarios que me llevaron a la sierra, de ahí me devolvieron a un hospital pues las lesiones en mi matriz y mi ano me provocaron una infección que obligo a que me retiraran la matriz, contesto Zulema entre sollozos al recordar tan violento episodio.
Julieta abrazo con ternura a Zulema quien se dejó hacer, a los pocos momentos los sollozos cesaron y ambas mujeres volvieron a unir sus bocas, la pasión en los besos fue creciendo así como la intensidad de las caricias, ahora las manos llegaban a deslizarse por los senos de una u otra, había hambre y ternura con una creciente pasión y complicidad entre ellas. Ninguna pudo precisar cual se empezó a desnudar primero, las prendas fueron cayendo desordenadamente, una fina capa de sudor cubría ambos cuerpos, Julieta lamia cada tramo de piel que Zulema le ofrecía y se extasiaba de las sensaciones que la boca de Zulema le provocaba al besar y lamer sus senos, los pezones erguidos como nunca, su dureza lastimaba, su entrepierna se licuaba como nunca antes y hasta ahí llego la boca y lengua de Zulema, Julieta solo se dejó ir, cerró los ojos y disfruto todos y cada uno de los sabios manejos de su compañera, amante y empleada.
La experiencia era cosa de otro mundo, los orgasmos vividos retumbaban en su mente, ninguna caricia propia la había llevado a esos límites, gozaba y se dejaba hacer, no pensó nunca en corresponder las caricias, solo tenía fuerza para sostener la cabeza de Zulema entre sus piernas, acariciar su cabello, su abandono era provocado por los espasmos continuos, gozaba sin parar, la languidez de todos sus músculos la invadía, cada nuevo orgasmo la agotaba más, creía que todas las fuerzas se le irían como humedad entre las piernas, sin esperar más se abandonaba a las sensaciones cuando repentinamente la cabeza de Zulema abandono su entrepierna y busco el sabor de tiernos besos en su boca, una de las piernas de Zulema se enredó entre las suyas y repentinamente el movimiento de la pelvis de Zulema frotando vagina sobre vagina le dio nueva dimensión al goce, chispas y destellos cimbraban su cuerpo, la fricción era enloquecedora, su flor se habría para recibir los besos de otra flor igual pero rebosante de humedad.
Lentamente abrió los ojos para encontrarse con los ojos de Zulema que le miraban embelesados, sus bocas se habían secado por los suspiros y gemidos, con voz enronquecida susurro a su oído: -¡Maravillosa mi amor! ¡Fue divino! ¡Gozaste tanto, tanto!
Con lentitud ambas caminaron a la intimidad del baño, con el agua corriendo por sobre sus cuerpos descubrieron nuevas caricias y nuevos centros de placer, las manos, los dedos, las lenguas ocuparon espacios nunca acariciados, entre las piernas, entre los senos, entre los dedos de pies y manos, descubrieron placer en el frotamiento de sus oquedades, sus bocas chuparon y lamieron sin dar tregua a la pareja, casi se hacían daño por la intensidad de sus abrazos, dentro de todo destacaban los sabores, cada una descubría nuevos placeres y nuevos pretextos para lamer y chupar, se penetraron todos los pequeños reductos con las lenguas en las orejas, la nariz, sobre los parpados, bajo el agua eran como pececillos boqueando, se picoteaban los lomos de las espaldas y las nalgas, se envolvían una debajo la otra y a cada nueva caricia una nueva escala del placer.
Se gozaron por horas y cada una fue correspondida en las palabras de amor que se fueron prodigando, hasta que ambas despertaron a la realidad rendidas y enamoradas, Zulema se vistió y salió del baño como si huyera, llevaba lágrimas en los ojos.
Julieta por su parte, se abrazó a sí misma, se envolvió en la toalla y luego con las sabanas y cobijas, durmió desnuda y no pensó en nada, en sus sueños, unicornios de colores bailaban como sirenas a la orilla del mar, sobre sus labios escurrían sus propias lágrimas y el sabor salado fue substituyendo al sabor de miel de la vagina de Zulema.
Vivieron con intensidad su profundo amor, luchaban por no darlo a notar al resto del personal, cuidaban todos los detalles de una y otra, estaban pendientes de los niños y a veces en la soledad del baño se intercambiaban placer y besos por igual, sus manos dedos y bocas competían por satisfacerse mutuamente, solo llegaron a intercambiar miradas amorosas cuando por las noches Zulema se retiraba a sus habitaciones. Muchas veces casi eran sorprendidas por Federico, trataban de no estar juntas en su presencia, no querían repetir los ataques, no obstante una noche en que Federico llego sobrio, después de cenar, pidió a Julieta que llevar a Zulema a la recamara y que ambas esperaran desnudas y dispuestas.
Ambas desnudas siguieron paso a paso las indicaciones de Federico, como espectador, dictaba ordenes de las posiciones que debían tomar, quien besaba a quien y lo que se debía chupar y acariciar, por momentos ellas en sus impulsos de amor se salían del guion y buscaban su satisfacción propia, Federico solo acariciaba su instrumento. Cuando se gozaban se evadían y se olvidaban de estar frente a este hasta que sin violencia, el cuerpo de Julieta fue llevado a levantar su trasero quedando Zulema bajo ella lamiendo y chupando su clítoris, sintió la penetración y casi sin movimientos sintió el derrame de Federico en el fondo de su vagina, como nunca sintió el goce en espasmos que apretaban al invasor, para compartir su placer acaricio la vagina de Zulema y se acercó para lamerla con intensidad, Federico se salió de ella y volvió a sentarse para mirarlas.
Esa noche repitieron sus encuentros tres veces más y en todos ellos Federico gozo dentro de ella, su espectáculo lo enardeció como nunca antes, parecía no tener llenadero, dejo de poseerlas hasta que fue interrumpido por una llamada telefónica, después de bañarse se vistió y salió de la casa, no volvió hasta después de cinco meses, el embarazo de Julieta era ya evidente.
Durante todo ese tiempo mantuvieron siempre una bella relación, se gozaban diariamente y se repetían sus promesas de amor y se aseguraban hacerlo hasta la eternidad, se amaron hasta un día antes de nacer la niña.
Fue Zulema la que sugirió el nombre de la niña, Federico sin saberlo, acepto la propuesta de Julieta y la niña fue bautizada con el nombre de Esmeralda.
Fueron tres años continuos de inmensa felicidad, Julieta era completamente feliz rodeada de sus hijos y con la libertad que tenía pues durante ese tiempo Federico se mantuvo alejado por una intensa frecuencia de viajes entre Colombia, México y los Estados Unidos, abruptamente todo ese paraíso llego a su fin.
Federico una noche llego para informarle que viajarían a Perú, solo tenían un día para prepararse, durante todo ese tiempo se mantuvo llorosa, tendría que dejar a Zulema, cuando estaban a punto de partir, Federico le sorprendió al avisar que Zulema iría con ellos, por mucho Julieta pensó que esa acción era lo más cercano a la bondad de parte de su marido, poco sabia de la maldad que este detalle ocultaba.
La instalación en Lima no era tan lujosa como hubiera esperado pero el hecho de estar junto al amor de su vida, hacia todo más llevadero, poco le duro el gusto.
Los niños habían sido inscritos en el Colegio Americano para adquirir conocimientos de inglés, eso dejaba horas libres donde solo el amor imperaba, Julieta y Zulema se mostraban su amor de continuo, se acostumbraron a tener en ocasiones a Federico de espectador y en otras de participante, cada vez se hacía más violento, en una de esas ocasiones, violo a Zulema analmente fue un duro impacto para ambas y a partir de ese momento comenzó a odiar a su marido con una rabia que no imagino que poseía.
Meses después la más grande infamia se cometía, Federico separo con violencia a Zulema de los brazos de Julieta, habían estado gozando su pasión delante de este y dando sonoras bofetadas a Zulema la entrego desnuda a la tropa con la instrucción de llevarla a los cuarteles de la sierra donde los cholos peruanos eran entrenados, Julieta nunca volvió a verla y meses después por los periódicos se enteró de su muerte, según estos, la colombiana había sido atrapada con un cargamento de drogas y había luchado para evitar ser detenida.
Julieta lloraría por meses odiando a Federico por sus acciones. Pero nunca tuvo la fuerza de enfrentarlo.
Su única fuente de alegría eran sus hijos, pasaron dos o tres años cuando al fin regresaban a México, habían pasado quince años y al fin se volvió a encontrar con su madre, lloro entre sus brazos, mezcla de la alegría por verla y de la sensación de no poder contar todas las bajezas a la que había sido sometida.
Durante todo este tiempo Julieta se olvidó del placer, muerto el amor de su vida, se autocastigo privándose del placer, rasurarse era ya un acto mecánico.
Las relaciones con Federico eran inexistentes, al volver a México, este tenía una gran cantidad de amantes y gozando de ello dejo abandonado el trato con Julieta, en ocasiones solo hablaban si se relacionaba con los hijos, siempre apoyo económicamente y pago las cutas más altas para asegurar las mejores instituciones y universidades.
Con el paso del tiempo su vida se volvió rutinaria, solo tenía momentos de alegría y satisfacción que le brindaban sus hijos, cuando Federico termino la carrera ya llevaba tiempo viviendo lejos, fue a Monterrey a su graduación y se sintió un poco inquieta cuando en la ceremonia vio de lejos una mujer que le hizo pensar en Zulema puesto que el físico era casi idéntico, después de años, su vagina se mojaba.
Dos años después asistía a la graduación de su hijo Manuel, terminaba con éxito la carrera de medicina y ese mismo día se despedía de este pues viajaba al extranjero, por Manuel, mantenía un régimen alimentario que la mantenía en forma por el mismo y por Esmeralda asistía al club para mantener sus músculos en una excelente tonicidad, dentro del club su mayor satisfacción la recibía cuando eventualmente hacia uso de las regaderas y tomaba largos baños para tener tiempo de observar y ver de cerca cuerpos desnudos de muchas mujeres, su vagina volvía a mojarse cuando llegaba a su casa y se acariciaba al rasurarse y una que otra noche en la intimidad de su recamara, al hacerlo rememoraba cuerpo e imagen de Zulema.
Pese a estar sola en casa con su hija Esmeralda, no tenían el trato de afecto que se hubiera esperado, Julieta sabía que la quería mucho, por momentos había hablado con Zulema que también podía ser su hija porque estando juntas y recién descubierto su amor, consideraba a Esmeralda un recuerdo grato e ingrato a la vez por recordarle la ausencia de Zulema, con esa contradicción de sentimientos y con pretexto de darle libertad buscaba mantenerse un poco alejada de ella.
Así, sin proponerse ese viaje del recuerdo de su vida, agitada en extremo volvió en su mente al fatídico día en que oportunamente llego a casa para salvar a su hija de la maldad de su marido.
Esmeralda se encontraba con el vestido hecho girones, su cuerpo doblado sobre el sillón de tres plazas en la estancia, tenía entre sus muslos los restos de su calzón gritando por auxilio mientras su padre golpeaba su espalda para mantenerla doblada, con los pantalones en los tobillos y con una media erección entre sus piernas que tallaba contra el trasero de la chiquilla. Julieta golpeo con una lámpara la cabeza de su marido que cayo inconsciente al piso, marco y llamo a la policía por ayuda, con una agilidad y actitud que no se reconocía, abrazo a su hija y la cubrió con una cobija que bajo rápidamente de su recamara.
Cuando Federico iniciaba movimientos para levantarse, volvió a golpearle causando una gran herida en su cabeza que sangraba profusamente. Así lo encontró y recogió la policía.
Llamo telefónicamente a su hijo Federico que como abogado sabría qué hacer, para mantener a su padre permanentemente fuera de su vida, su voz no tembló al pedir esa particular ayuda, también llamo a Manuel para informarle de los hechos y que quiso saber del estado físico de su hermana, prometió llegar tan rápido como pudiera.
Por la naturaleza de la denuncia y por las heridas causadas al agresor sexual, le permitieron ratificar la denuncia hasta el día siguiente que llegara su abogado.
Esmeralda durante todo este barullo se había mantenido sentada y envuelta en la cobija, después de que se retiró el representante del ministerio público, Julieta fue a su lado y le abrazo contra su pecho, juntas se pusieron a llorar, lo hicieron por horas, Julieta dejo salir la rabia acumulada al decir: ¡Debí matarlo!
Esmeralda paulatinamente dejo de llorar, al notarlo Julieta, la abrazo más contra su pecho y empezó a besarle sobre el cabello.
Con calma ayudo a su hija a ponerse de pie y la invito a ir al baño, poco más serena, Esmeralda se dejó llevar, el resto de sus prendas fue cayendo de su cuerpo, desnuda espero a que su madre llenara la bañera con el agua caliente, el vapor empezaba a nublar el reflejo de su cuerpo en el cristal, se dejó guiar al interior de la tina, volteo a ver como su madre se desprendía de sus ropas y le hizo espacio en la tina cuando se colocó detrás de ella, le sorprendió ver a su madre sin un solo pelo en su vagina, nunca había pensado que llevara su cuerpo totalmente depilado, ella solo recortaba lo necesario de la línea del biquini, comenzó a sentir las manos de su madre junto con la esponja tallando su espalda y cuello por la parte trasera, entrecerró los ojos y disfruto el calor del baño, no se había dado cuenta pero a pesar de haber estado cubierta por la cobija, su cuerpo estaba helado, las manos y la esponja se paseaban por sus brazos y tallaban suavemente sus senos, el roce en los pezones provoco que crecieran, sobresalían duros y retadores, repentinamente sintió los dedos de su madre que se detenían en ellos y los apretaban suavemente.
Julieta quería mimar y calmar a su hija, el haberse desnudado y metido a la tina con su hija, había sido una reacción inmediata, no pensaba más que en el bienestar de su hija, con los ojos cerrados acariciaba el cuerpo de su hija, de pronto se sorprendió de que sus dedos se habían cerrado sobre los pezones, tembló y se sacudió por dentro, su mente viajo años y recordó los baños que se daba con Zulema, lo reconfortada que se sentía, sus manos bajaban y se quedaron quietas abrazando el vientre de Esmeralda, se quedó quieta durante muchos minutos, disfruto estar abrazada y sentir en su pubis el prominente trasero de su hija, siempre le había gustado que en eso fuera diferente a ella.
Comenzó a mojar y bañar el cabello de Esmeralda, una buena cantidad de espuma entre sus dedos le permitían acariciar el cuero cabelludo, su hija mantenía los ojos cerrados, dejo su espalda para colocarse frente a ella, le gusto la forma erguida de los senos de Esmeralda, los pezones destacaban dentro de grandes aureolas llenas de pequeños lunares, se le antojo repetir la caricia y con ambas manos pellizco los pezones, sin saber porque, inclino su cabeza y tomo entre sus labios primero uno y luego el otro, los sintió crecer entre su boca, disfruto la caricia y ahora si se acordó de Zulema, tenía muchos años sin un seno en su boca.
Sus manos bajaron entre las piernas de Esmeralda, tallaba suavemente con la esponja desde la pantorrilla a los muslos, su hija se dejaba hacer, ayudaba levantando la pierna, una y otra fueron lavadas y acariciadas, Julieta a través del agua pudo apreciar como la hendidura se habría, sus pétalos, formaban una bella flor, se acordó de Zulema, retiro su mirada y se vio la hendidura propia, la vio preparada y dispuesta como lo hacía con Zulema esperando sus caricias, sintió correr por su vagina unas gotas de flujo, coloco la esponja en la mano de Esmeralda y le pidió que ella se lavara.
¿Federico le había hecho daño? Quito esa pregunta de su mente, ¿había llegado a tiempo o había llegado tarde?
-¿Te hizo daño hija? Pregunto en voz baja.
-¡No mama, no me penetro! ¡Lo hizo solo con los dedos!
-¡Maldito, mil veces maldito! Comento con rabia.
-¿Podrás olvidarlo vida mía?
-¡No sé si podre mamita!
Esmeralda terminaba de lavar su hendidura, se levantó e hizo el intento de salir de la tina, nuevas lágrimas en sus ojos, Julieta la sujeto de la mano, frente a su cara el hermoso sexo de su hija, su mente volvió a Zulema, la jalo de ambas manos y la obligo nuevamente a sentarse, se abrazaron con intensidad y los senos se aplastaron, era una sensación de plenitud que le llevo al recuerdo de su amada Zulema.
Se quedaron quietas hasta que seso el llanto.
El agua empezaba a enfriarse y juntas se pusieron de pie, Julieta salió primero para cubrir a su hija con una bata, ella se metió en otra. La llevo hacia la cama, busco un camisón largo de transparente tela, seco el cabello de Esmeralda con una toalla y la obligo a levantar los brazos y deslizo el camisón por su cuerpo, después hizo lo propio aunque el camisón era más corto, llegaba a medio muslo, de la mano llevo a Esmeralda a la cama, tomo un tarro de crema y empezó a aplicarla por los pies y piernas de su hija, al hacerlo su hija habría sus piernas lo que permitía a Julieta mirar la unión de sus muslos y la flor que estos escondían, se turbo un poco, con más crema froto los brazos de Esmeralda, se sorprendió al ver que su hija zafaba los tirantes del camisón y ofreció a su vista la desnudes de su cuerpo, tomo más crema y empezó a aplicarla por espalda y hombros, un poco más crema y llego a los senos, sus manos temblaban cuando los sintió en su espléndida firmeza, su mente viajo en el tiempo y añoro la caricia a Zulema.
Esmeralda se cubrió, flexiono sus piernas en posición fetal y puso su cabeza en la almohada, sin apagar la luz, Julieta se recostó, cubrió a su hija y se abrazó a sus espaldas, la respiración pausada de Esmeralda, indico a Julieta que su hija dormía, en momentos se sacudía y estremecía al tiempo que suspiraba, Julieta no podía conciliar el sueño, en su interior un gran debate entre querer proteger a su hija y desear volcar en ella la pasión y deseos reprimidos por años, no sabía porque pero en momentos había sucumbido al deseo, por este había acariciado sus senos, por su temor había evitado acariciar la hermosa flor que apreciara entre las piernas de su hija.
Se sentía tan capaz de maldad como Federico, ella no estaba borracha, pero si embriagada por el olor natural que el cuerpo de su hija desprendía, se conformó con acariciar los brazos y espalda de Esmeralda.
La mañana la sorprendió dormitando, un hilo de saliva de su boca a la almohada le indico que la propia fatiga la había hecho dormir, sin sobresalto, se percató que una mano había bajado hasta el pecho de su hija, el seno llenaba su mano, con cautela retiro su mano al momento que cobro conciencia que su pierna izquierda estaba colocada en medio de las nalgas de su hija, piel con piel su pierna la sintió arder, habían dormido sin bragas porque no quiso dejar a su hija sola para ir a su habitación y traerle alguna, por descuido o por olvido ella misma no se había puesto.
Su mano bajo a su entrepierna y se encontró húmeda, con los dedos lentamente busco el clítoris, dos o tres repasos y su cuerpo comenzó a vibrar, se sacudió dentro del goce y busco el contacto de su pelvis contra el redondo trasero de su hija, su humedad corrió sobre una de sus nalgas, al sentirlo, llevo su mano al trasero de su hija, golosa volvió a temblar producto de la caricia y los recuerdos.
La mente de Julieta era un torbellino, luchaba entre el deseo y la angustia de proteger equivocadamente a su propia hija. Seguía abrazada a ella por el placer que le producía y por cuidarla en todo momento. ¿Quién cuidaría a su hija de ella misma? Se sentía muy mal por esos deseos incestuosos que sentía.
Al despertar, Esmeralda se estiro cuan larga era, Julieta sintió como todos sus músculos se tensaban, su hija se giró y esbozando una sonrisa ladeo su cabeza y beso tímidamente a su madre entre sus labios.
-¿Cómo dormiste mami? ¡Yo dormí de un tirón! Creo que ni me moví. ¡Deja voy al baño!
Salto sobre de su madre y Julieta pudo ver la entrepierna de Esmeralda.
Su hija al bajar de la cama corrió hacia el baño, Julieta escucho el ruido provocado por el chorro de la meada matutina, siempre abundante, llevo su mano a su entrepierna y recordó como con Zulema se había acostumbrado a compartir con ella ese intimo momento, recordó que muchas veces bajo la regadera una y otra habían dejado correr sus líquidos sobre las piernas de una y otra mientras se abrazaban, era excitante sentir correr los calientes líquidos de sus riñones, sonrió como si fuera una maldad recién hecha.
Cuando Esmeralda regreso a la cama, Julieta salía de ella, al hacerlo, su entrepierna libre de pelo se mostró brillante de la humedad que ella misma se había provocado. Fue al baño y dejo correr su orina entre sus dedos, la tibieza de los líquidos corriendo por sus dedos la hizo pensar nuevamente en Zulema.
Que contradictorio era todo lo que estaba pasando y sintiendo, su corazón y su mente eran un torbellino de emociones, se lavó las manos y mojo su rostro, los recuerdos hacían correr los colores a su piel que sentía encendida.
Después de vestirse cada una en su recamara, desayunaron juntas en un restaurante próximo a la casa, fueron y vinieron caminando.
Federico su hijo llego al mediodía y les acompaño a ratificar denuncia,
Comieron juntos pero hablaron poco, Federico su hijo confirmo que el asunto estaba ganado, que su padre saldría del hospital para ir directamente a la prisión, lo más que podía pasar es que terminara en una cárcel militar ya que por su carrera aun gozaba de ciertos beneficios, de ser así, podría asegurarse una pena de al menos 15 años, él no podría actuar directamente pero tenía varios compañeros que podrían apoyarle. Volvía a Monterrey esa misma noche. Quedaron solas, Esmeralda volvió a llorar y busco acunarse entre los brazos de su madre, Julieta la recibió amorosa y la apretó contra su pecho.
Después de un rato ambas subieron a las recamaras, Julieta dejo a Esmeralda en su cuarto y fue al suyo donde habían dormido la noche anterior, estaba empezando a desnudarse cuando su hija entro repentinamente. -¿Puedo dormir contigo mami?
-¡Claro hija! ¡Bañémonos primero!
Dentro del baño mientras la tina se llenaba, ambas fueron desnudándose.
Ante Julieta se mostraban todas y cada una de las partes de su hija, pese haberle visto la noche anterior, ahora la miraba arrobada y encendida por los recuerdos, comparaba mentalmente el cuerpo de Zulema contra el de su hija, Esmeralda era más joven, por tanto su piel se apreciaba más tersa y brillante justo donde sus redondeces se hacían más evidentes y turgentes, su entrepierna cubierta de un fino bello prolijamente recortado, su trasero pequeño pero rotundo en su plenitud, su línea de partición por detrás dejaba entrever parte de su vagina, Julieta lo aprecio mejor cuando Esmeralda entraba a la tina, ya dentro, levanto sus brazos y llamo a señas a su madre. Los recuerdos de Zulema que la llamaba así para besarse produjo un estremecimiento en Julieta, se colocó al frente de su hija se inclinó y beso su frente, al tiempo que se sentaba entre sus piernas, la flor de Esmeralda se abrió ante los ojos de su madre que se relamió los labios con el recuerdo del sabor de Zulema.
Juguetona su hija le salpico agua en el cabello y rostro, Julieta reía por ver a su hija relajada, correspondió a la broma jalando a Esmeralda contra sus senos, se quedó quieta cuando su hija atrapo uno de sus senos en su boca, disfruto, gozo, los recuerdos de Zulema la envolvían, guio la cabeza de Esmeralda al otro seno, después tímidamente levanto la cabeza de su hija para besarla en la boca suavemente, las bocas mutuamente se abrieron, las lenguas se insinuaban y penetraban, intercambiaban espacios y salivas, se abrazaron después de varios minutos sus senos sintieron la presión de otros senos, de pronto sus manos estaban en los senos de Esmeralda y las manos de esta aprisionaban los suyos.
Todo fue un torbellino de sensaciones y emociones olvidadas se dejó atrapar de los impulsos y necesidad de más amor, sus manos fueron hasta la entrepierna de su hija y empezó a acariciarle, los dedos separaron los labios para descubrir un clítoris pequeño que sintió crecer entre ellos, los dedos de la mano de su hija replicaron la caricia en su propia vagina, sintió correr los flujos tibios de su placer, volvió a besar la boca de Esmeralda, con un gemido su hija correspondió plenamente al beso, el fuego de la pasión las fue invadiendo, como si se hubiesen puesto de acuerdo ambas se levantaron y salieron de la tina, se cubrieron con toallas y se secaron, se tomaron de las manos y llegaron a la cama, llevaban el cabello mojado pero tenían prisa por lograr un mayor espacio para corresponderse a sus caricias, de pie, se abrazaron y frotaron entre sí, senos aplastados entre ambas, manos corriendo por las espaldas, subiendo y bajando hasta poseerse mutuamente de los traseros, dedos corriendo por las hendiduras, bocas intercambiando salivas y pasión, pelvis apretándose, chocando, baile de frenesí insospechado.
Julieta estaba sorprendida de la respuesta ardiente de su hija, era tener un volcán entre sus brazos, su cabeza subía y bajaba, besaba para después lamer los pezones, besar sus orejas, suspirar en ellas, soplar y morder el cuello, sus pómulos, su nariz, sus parpados, volver a la boca, morder y besar los labios mientras las manos sujetaban los cachetes de sus nalgas, presionando para que el frenesí del frotamiento de las pelvis llevaran vibración a sus clítoris que se erguían impacientes entre ellas, recordando a Zulema Julieta fue deslizándose hasta el suelo, quedo arrodillada entre las piernas de su hija, su lengua salió para lamer y tocar con ansias de obtener la miel de la pasión, por replicar la caricia que Zulema siempre le demandaba. Esmeralda se dejó hacer y abría más las piernas, se sentó en el filo de la cama al tiempo que dejaba caer su cuerpo, cuando Julieta subió las manos para acariciar los senos de su hija, encontró en ellos sus propios dedos que apretaban y estiraban los pezones.
Las piernas de Esmeralda se abrieron al máximo, ante Julieta que lamia ansiosa se abrió la flor rosada de su hija, la lengua repintaba la belleza de sus labios, el clítoris erguido y retador, el licor embriagante de su esencia le recordó los flujos de Zulema, con la lengua penetro la oquedad en busca de más miel su trabajo fue recompensado, su hija apretó su cabeza como si quisiera clavarla en ella, su nariz recogiendo el fuerte aroma del placer, Julieta continuo lamiendo hasta que la presión de las manos le dieron libertad, tenía todo el rostro mojado, los espasmos en los muslos y vientre de su hija le decían que aún no estaba totalmente satisfecha, recordó a Zulema y como le gustaba replicar la caricia, lentamente subió a la cama y dejo caer su vagina entre la cabeza de su hija que ansiosa comenzó a lamer llevando de inmediato a Julieta a la cúspide del placer.
Se amaron durante toda la noche, frotaron en tijera sus pelvis, muslos contra clítoris, chocaron pelvis, clítoris contra clítoris, humedad contra humedad.
En momentos Julieta se sentía sucia, tenía remordimientos, pero todo era pasajero, podía más la pasión de descubrir una nueva razón de vivir, la presencia de una nueva amante, su propia hija que en momentos era una aguerrida guerrera en esa batalla perpetua de placer por placer, caricia por caricia.
Todo pensamiento se evadía al sentir a Esmeralda entre sus brazos, sus dedos corriendo sin cesar el camino interior de su hendidura, regalarle y regalarse placer, intercambiar mieles, pasión y besos.
Solo paraban para beber jugos, bañarse aun acariciándose y volviendo a encenderse, comer cualquier cosa en casa, solo cubrían sus cuerpos por la necesidad de abrigo, se encontraban en cualquier sitio y volvían a abrasarse y besarse, no hablaban solo intercambiaban gemidos, frases de amor, te quieros reforzados por besos y más caricias.
Para volver a empezar a la menor provocación, en momentos se sentía impúdica pues provocaba a Esmeralda abriendo sus piernas acariciando con sus dedos el clítoris que se levantaba de inmediato con su caricia. Su hija también le buscaba apretando y jalando los pezones y ofreciendo a su boca ansiosa siempre.
La sensación de transgresión y pecado llenaba su mente temporalmente, el placer recibido y proporcionado anestesiaban otras emociones y reflexiones.
Por semanas no salieron a la calle, Julieta pensando que el amor entre ellas podría ser notable para toda la gente, Esmeralda por el vicio de volver a tener a su madre entre sus piernas sorbiéndole los jugos y dándole más placer que el que recibiría nunca de cualquier hombre.
Si este era el camino a la perdición, Julieta estaba dispuesta a seguirlo.
Paulatinamente perdía la voluntad, solo se dejaba conducir al rincón de la casa que Esmeralda escogiera, se levantaba la falda o vestido y acariciaba su entrepierna, llevaba los dedos a la boca de su madre quien de inmediato se arrodillaba dispuesta a lamer y llevarla al limbo del placer continuo.
Julieta se convirtió en el perrillo fiel siempre dispuesto, el placer que recibía por lo menos la hacía añorar las caricias de Zulema y la pasión que les consumía; le daba gusto extremo en recibir sobre su cara la vagina de su hija, si Esmeralda le correspondía la caricia era un placer doble, en momentos sentía que era utilizada pero creía entender que era el pago por el placer equivoco que obtenía de la relación con su hija.
Muchas tardes hacían el amor con música en alto volumen para acallar los gemidos y gritos que ambas expresaban.
Julieta prefería canciones y melodías de su juventud, un día recibió de Esmeralda un cd con melodías de antaño, entre ellas encontró una melodía que escuchaba junto a Zulema con la cual se identificaron y llamaron su canción.
Si la perdición era el recorrido por sus recuerdos, quería volver a ellos todos los días.
Esmeralda reía cuando su madre cantaba el estribillo:
-Quien detiene, palomas al vuelo
Mujer contra mujer.
-Quien detiene palomas al vuelo,
Mujer contra mujer.
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