Esto me sucedió en la universidad hace 2 ciclos. Hay una de las profesoras de análisis financiero que es como cualquier mujer: ni guapa ni fea, de vestir sobrio, con gafas y más bien aburrida. La cosa es que en las vacaciones de medio año los que estabamos mal en el curso teníamos que integrarnos a trabajos práticos, y como a mi me interesa análisis financiero y la profesora tenía un trabajo particular que entregar, decidí aprovechar la oportunidad. Quedamos en it tres: dos compañeras y yo. Pero por una descordinación llegué a las 9 de la mañana y ella, parece, nos había citado a las 11. Yo me disculpe y dije que regresaría luego, pero ella me dijo que no me preocupara, que además por los alrededores y en día de fiesta, no habría un solo lugar abierto, y que mejor entraba a tomar un café mientras llegaban los demás. Acepté y ella me acomodó por ahí y me dio revistas, café y tostadas. Y ya estaba por volver a dormirme cuando en eso que oigo algo así como ¡Guarda! y un chasquido. El ruido era apagado, pero claro. Insultos, chasquidos y gemidos. Pensé en un perro, en un niño. Casi me caigo de culo, cuando miré a través de la cortina, porque la profe me estaba mirando. estaba por salir disparado cuando comprendí que no me veía. Es decir, estaba en la pose del perrito sobre la cama, la cara hacia la ventana pero sin sus imprescindibles gafas y calata. Lo primero que ví fueron unas tetas que nunca hubiera imaginado, pero no pude prestarles mucha atención porque detrás de ellas descubrí a una de las dos compañeras que debían estudiar con nosotros, pero vestida de cuero, espuelas y un látigo. La rubia le daba de latigazos en el culo a la profe, quien gemía como una bendita. después mi compañera mumrmuró algo así como lame perra, y la profe se bajó de la cama igual que un animal enseñando un ojete maravilloso, y se puso a lamerle los pies. A esa altura sentí una arrechura tremenda. Después me retiré a la mesa. Más tarde, cuando la criada vino a retirar la bandeja, le pedí permiso para pasar al baño y tuve que encaletar mi calzoncillo en papel periódico, ya que me había empapado todito.
Y juro que las tres horas de trabajo la pase hecho una piedra y sin atreverme a mirar casi a la profe y mi compañera, vestidas en plan muy serio las dos, porque si lo hacía volvía a empaparme, aver el culo, las tetas, el gesto que pedía más. Afotunadamente a la hora de comer, como ambas se hicieron las bobas y se quedaron en la casa, dizque estudiando, me quité con la otra compañera, le saqué plan y acabamos en la cama de un hotel. Mientras me la tiraba alucinaba con el culo y concha de la profe y su pareja. La pobre jamás se enteró que culeandola a ella me acostaba con tres. Al regreso a las aulas después de ese fin de semana larga, me encontré con mi compañera la sádica. Se llamaba Julissa, era una bellísima rubia, que en sus ratos libres trabajaba como o. Desde que empezamos a estudiar me la había querido culear, pero ella no me hacía caso. después de aquel día pude comprender por qué. Me acerqué a su lado, y le pregunté, de arranque, desde cuando era pareja de la profe. Ella se quedó helada, empezó a tartamudear y me dijo que cosa era lo que quería. Le contesté que ella sabía desde hace mucho que cosa ansiaba. "Está bien, pero espero que seas lo suficiente caballero en no contárselo a los demás muchachos" dijo. Le dije que no se preocupara y nos citamos en un hotel. Fue puntual a la cita. Se había puesto una blusa,, una minifalda de cuero y no llevaba ropa interior. Estaba sencillamente hermosa. Y seguramente hacía mucho tiempo que no le metían pinga. Lo primero que hice fue besarla apasionadamente, en los labios y el cuello. En un principio se le notaba fría, pero después de tanto manoseo fue entrando en calo. sabía que poco o nada le gustaban los hombres, pero también conocía los secretos para excitarla. Baje por sus pechos mordiendo los pezones, llegué a su ombligo y ahí meti la lengua . Seguí bajando a lamerle con furia el ano y morderle el clítoris. Le chupe los dedos de sus pies, sus axilas y orejas. Fueron bstates minutos de usar la lengua, los dedos. Ningún hombre le había hecho el amor de esa manera. Ella empezó a temblar y gemir ansiosamente, esto se acrecentó cuando le metí uno de mis dedos en su ano. Al final, llorando, me suplicó que la penetrse. Eché vaselina en todo mi tronco y comenzé a penetrarla, primero con suavidad, luego con furia. Lo mismo hice con su ano. Se la moví como tenía que hacerlo. Fueron horas de horas de movimientos, de poses y mucho semen. Desde aquel día ella se enamoró de mí, ni bien llegaba me mimaba. Al final la profesora nos jaló a los dos y tuvimos que trabajar muchos informes para pasar el ciclo.