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La transformación de Laura (6)

Trataba de disimular pero estaba convencida de que todo el mundo estaba pendiente de ella. El profesor continuaba hablando y cada poco tiempo posaba la vista en ella. Aun así, comenzó a mover las piernas sintiendo moverse el consolador con forma de huevo que llevaba metido en el coño, tal y como le había pedido Corn, SU AMO. Notaba como el pantalón se mojaba con sus fluidos pero no paraba de mover las caderas con disimulo mientras frotaba los muslos entre sí. En su cabeza, repetía las palabras del email recibido la noche anterior:



“Ha llegado el día de ser mala, muy mala. Mañana estarás todo el día sin braguitas. Tranquila, no voy a ser tan malo de hacerte llevar minifalda, podrás ponerte unos pantalones, PERO, antes de ponértelos tendrás que meterte en el coñito el "huevo" que te regalé en el hotel. Quiero que imagines que es mi polla la que está dentro de ti, quiero que me sientas a cada instante, a cada paso que des.



Corn



Pd: Tengo planificado un viaje y no podré ponerme en contacto contigo durante el día de mañana.



Lamento faltar a nuestra cita de las once de la mañana, pero trataré que el próximo mensaje compense la espera.”



Cuando dieron las once de la mañana, se encaminó al baño. Sabía que no habría ningún mensaje, pero no faltaría a la cita. Como cada día, se encerró en el baño y se quitó los pantalones. Tras sentarse, esta vez no cogió el móvil sino que cerró los ojos, separó las piernas y comenzó a masturbarse lentamente. Deslizó su mano hacia su empapado coñito y masajeó con dos dedos el clítoris recordando su encuentro en el hotel. A su vez, comenzó a mover las caderas sintiendo el huevo en su interior. No tardó en alcanzar el orgasmo, su cuerpo convulsionaba y trataba de sentir cada espasmo, cada vibración que recorría su cuerpo. El orgasmo duro varios minutos en los cuales no dejaba de apretarse los pezones y morderse los labios tratando de ahogar los gemidos que pugnaban por salir de su boca.



Tras recuperar la compostura, se puso de nuevo los pantalones, acicaló la ropa y volvió a clase, sintiendo a cada paso la "polla" de su amo dentro de ella.



Pasó el resto del día con sus amigas, aprovecharon a ir de compras y ponerse al día del sus asuntos amorosos. Todas trataron de sonsacarle el nombre del chico que había obrado el cambio en ella, pues no había pasado desapercibido el cambio en su personalidad. Se la veía más segura, más feliz. Salió al paso con respuestas esquivas, no estaba dispuesta a hablarles de él. Era Suyo, era Su Amo y no pensaba decirles que gracias a él estaba todo el día cachonda, deseando masturbarte a cada momento, recibir un mensaje para quedar con él y que la usase a su antojo.



Al anochecer regreso a casa y tras cenar con sus padres, se encaminó a su cuarto. Nada más cerrar la puerta, se desnudó y se arrodillo junto a la cama como a él le gustaba que hiciese. Tras permanecer unos minutos en esa posición, se puso el plug anal y se masturbó frenéticamente, acariciándose el coñito hasta correrse de nuevo.



Ya acostada, le escribió un email contándole como había sido el día, como le había sentido dentro de ella en todo momento y como se había masturbado en el baño de la universidad y antes de acostarse.



Amaneció un nuevo día y tras despedazarse, lo primero que hizo fue mirar el correo y una gran sonrisa iluminó su cara al ver que le había mandado un mensaje minutos antes de despertarse.



Lo leyó varias veces y de un salto corrió al armario en busca de que ponerse para la ocasión.



“Cuando leas este mensaje, acabarás de despertarte, así que date una ducha relajante y ponte bien guapa. Quiero que todo el mundo vea lo preciosa que eres y sufra por no poder poseerte, porque eres MÍA.



Estoy deseando follarte, usarte, acariciar tu cuerpo, lo sabes. Al estar tan lejos de ti me será imposible así que trataré que en todo momento me sientas junto ti. Espero que lo disfrutes, Zorrita



Cuando vuelvas a casa de la universidad, quiero que nada más entrar en casa te desnudes completamente y te dirijas a tu habitación. Buscarás en tu vestidor un vestido corto y te lo pondrás (como imaginarás, sin ropa interior, ni bragas ni sujetador). Ahora, coge el huevo y déjalo encima de la cama, cerca de la almohada. Busca el consolador, un pañuelo y vete al salón.



Pondrás el consolador sujeto entre los cojines del sofá y te retirarás tres pasos.



Quiero que te arrodilles y te acaricies el cuello y los pechos durante tres minutos sin apartar la vista del consolador. Quiero que imagines que estoy ahí, sentado, admirándote, deseando besarte, tocarte, poseerte.



Pasados los tres minutos, te vendarás los ojos, y te acercarás gateando al sofá. Quiero que chupes el consolador como si fuese mi polla. Hazme gozar, que vea lo buena perrita que eres, que desee follarte.



Cuando esté bien lubricado, te levantarás despacio, subirás lentamente el vestido (imagina que son mis manos los que lo están levantando, aprovechando para acariciar tus piernas y tus caderas) descubriendo tus nalgas y te pondrás a horcajadas sobre el consolador, con el glande rozando tu coño. Acaríciate el coño con el, que roce tu clítoris, y cuando no aguantes más, déjate caer sobre el para que te penetre, para sentirme dentro de ti. Cabálgame, fóllame, primero despacio, moviendo las caderas, para aumentar la velocidad y volverme loco con tu cuerpo. No te corras aún. Cuando lleves un rato cabalgándome, échate hacia delante apoyando tus pechos sobre el respaldo del sofá, alzando las caderas, ofreciéndome lo que es mío, tu culo y tu coño. Te dejo escoger (por ahora) por donde seguiría follandote, y lo harás con fuerza hasta llegar CASI al clímax.



Cuando llegue ese momento, deberás parar y quitarte completamente el vestido y el pañuelo de tus ojos, déjalos sobre el sofá y vuelve nuevamente a tu cuarto.



Sitúate al lado de la cama y coge el huevo. Lámelo, chúpalo para lubricarlo y métetelo en el coñito. Una vez dentro de ti, súbete a la cama, coge la almohada y ponla entre tus piernas para que roce tu coñito y tu clítoris. Túmbate sobre ella, o bien, túmbate de espaldas y apriétala entre tus piernas. Quiero que me imagines follandote. Mueve las caderas para aumentar el roce, súbete sobre ella y cabálgame, follame y haz que me corra dentro de ti. Ahora si, ahora no debes parar, deja que fluya el orgasmo y se apodere de ti. Cuando te estés corriendo quiero que aprietes tus pechos imaginando que es mi boca la que los aprisiona.



Quiero que tengas un orgasmo interminable.



Me hubiese encantado poder susurrarte esto al oído, pero ya tendremos la ocasión.



Espero que te guste y lo disfrutes.



Esperaré impaciente tu próximo mensaje.



Corn.”



_____________



Abrió los ojos lentamente, la excitación aún recorría su cuerpo. Había sido un sueño muy vivido, había soñado con él, con su Amo usándola, follandola, haciéndola gritar de placer y suplicándole que parase, mientras encadenaba un orgasmo tras otro. Llevó la mano a sus braguitas y comprobó que estaban completamente mojadas, era la primera vez que se había corrido en sueños. Hasta eso había conseguido Corn. Metió dos dedos en su coñito y sacó el huevo con el que había dormido, siguiendo sus órdenes, y se lo llevó a la boca. Sabia a ella, estaba completamente empapado de sus flujos y lo lamió imaginando que era la polla de su Amo y que le estaba despertando dándole los buenos días con una buena comida de polla. Mientras lo hacía, acariciaba su clítoris con la otra mano hasta que notó como se acercaba el clímax, entonces paró y se levantó para darse una ducha.



Dejó que el agua recorriese su cuerpo, mientras se enjabonaba, no pudo evitar excitarse de nuevo y apoyando un pie en el borde de la bañera, dirigió el chorro de la alcachofa a su coñito. No podía dejar de masturbarse, estaba todo el día cachonda, deseosa de sentir de nuevo la polla de su Amo dentro de ella. Quién lo iba a decir, hace apenas unas par de meses, no tenía ni idea sobre el sexo y ahora... Al notar cómo se acercaba el orgasmo, abrió el agua fría y se obligó a parar. No debía correrse, aún no. Esperaría a saber que había pensado Corn para ella en ese día.



Frente al espejo del baño, dedicó unos minutos a contemplar su cuerpo desnudo y comenzó a maquillarse, solo unos pequeños toques, nada excesivo. Se acercó al armario y eligió la ropa que llevaría a clase, un vestido blanco que le llegaba hasta la mitad de los muslos conjuntado con una chaqueta vaquera y unos botines marrones cortos, junto con unas braguitas blanca y un sujetador a juego. Tras dar un par de vueltas delante del espejo para ver cómo le quedaba la ropa, recogió todo y se preparó para ir a la universidad.



Mientras esperaba el autobús que la llevaría a la universidad, sentía la mirada de los chicos posadas sobre ella y como las chicas cuchicheaban entre ellas. Llevaban casi un año coincidiendo en el autobús y no había pasado desapercibido el cambio que se había producido en ella, en su forma de vestir, de actuar. Ahora estaba mucho más segura de sí misma, sabía quién era realmente (y a quien pertenecía) y actuaba en consecuencia.



Cuando finalmente llego el autobús, se sentó atrás del todo, retirando el vestido para sentir el asiento directamente sobre su piel, a salvo de miradas indiscretas por encima del hombro y sacó el móvil para mandar un mensaje a su Amo contándole como había pasado la noche y como había tenido que obligarse a parar dos veces para evitar correrse sin tener su permiso.



Cuando llegó el autobús a la universidad ya estaba Ainara esperándola, se dieron dos besos y caminaron juntas hasta clase, hablando de todo un poco y como era de esperar, Ainara trató de sonsacarle algo sobre el chico misterioso que habría logrado cambiarla. Al pasar a la altura de "su" cuarto de baño, Laura, sonriendo y mirando hacia el interior del aseo, le dijo:



— Quien sabe? Quizás algún día te lo cuente.



— Cabrona!! —exclamo Ainara con los ojos abiertos como platos. — Y una mierda! Ya estás hablando, cuéntamelo todo.



Laura, riendo a carcajadas, aceleró el paso camino de clase dejando a Ainara plantada en mitad del pasillo hablando sola.



Faltaban apenas cinco minutos para las once de mañana cuando el profesor dio por terminada la clase, Laura, recogió los apuntes y se dispuso a ir al baño, Ainara, de nuevo, se quedó con las ganas, pues tenía pensado acosarla a preguntas hasta que le dijese algo. Se ofreció a acompañarla, pero Laura rechazo la oferta guiñándola un ojo mientras le decía que con ella cerca no podría concentrarse.



Al llegar al baño se quedó de piedra, había un letrero colgado de la puerta, indicando que no se podía entrar, que estaba fuera de servicio. Dudó unos instantes y pensó en ir a otro baño, pero no, ese era "su baño". En el había leído su primer mensaje, era su lugar de encuentro, donde leía los mensajes que le enviaba a las once de la mañana en punto. Finalmente, abrió la puerta y se coló en el interior del baño.



Se encerró en el mismo cubículo de siempre, se quitó las bragas, dejándolas sobre la cisterna y levantando el vestido se sentó en la tapa. El contacto de su ya encharcado coñito con la fría tapa del baño, le produjo un escalofrío que recorrió todo su cuerpo. Sacó el móvil y mientras accedía al correo, susurro:



— Buenos días, Corn. Cuáles son tus instrucciones hoy, mi cuerpo está presto para cumplirlas, AMO.



La pantalla de móvil mostraba un mensaje nuevo, recibido un minuto antes. No tenía asunto y al abrirlo, aparecieron dos únicas palabras. Apenas seis letras hicieron que sus manos comenzasen a temblar. No podía ser, tenía que ser otra cosa, no lo que estaba pasando por su cabeza. Su corazón se aceleró y se quedó sin respiración al recibir el mismo mensaje una segunda vez:



"TOC TOC"



Levanto la vista del móvil y abrió lentamente la puerta del cubículo esperando no estar equivocada. Efectivamente, Corn estaba frente a ella, sonriendo. Mirándola a los ojos la atrajo hacia él y la besó en los labios. Sus lenguas lucharon por ver quién era capaz de dominar a quien. Finalmente, la obligó a entrar de nuevo en el cubículo y cerrando la puerta tras de sí, Corn, la volteó para hacer que apoyase los brazos en la cisterna, levantó su vestido y comenzó a besar sus nalgas. Deslizó una de sus manos entre sus piernas buscando su coño mientras recorría su espalda con sus labios. Introdujo dos dedos en su coñito mientras volvía a besarla en los labios. Tras separar sus labios de los de ella, se sacó la polla y comenzó a frotarla contra su coñito y su clítoris, para masturbarla, para aumentar aún más su excitación, para que desease que la penetrase, que le pidiese que le clavase la polla en su coño.



— Fóllame de una vez, Amo. Déjame sentir tu polla dentro de mí. —jadeó Laura.



No se lo hizo repetir, pues estaba deseando penetrarla. De un empujón, le clavó la polla hasta el fondo y comenzó a follarla con fuerza.



Laura no tardó en correrse, empezó a gemir cada vez más alto y para evitar ser descubiertos, Corn le tapó la boca con una mano, mientras seguía bombeando su coño. Notando que no tardaría en correrse, sacó la polla de su coño y cambiándose el sitio con ella, se sentó sobre la taza, haciendo que Laura se arrodillase entre sus piernas para comerle la polla. Agarró su pelo con una mano y acompasó el movimiento de su boca hasta que finalmente explotó dentro de ella. Mantuvo la presión sobre su cabeza no dándole más opción que tragarse toda su corrida. Cuando le soltó el pelo, en vez de parar, Laura continuó comiéndole la polla, limpiándola completamente, comprobando que aún mantenía la erección.



— Sabes? —dijo Corn mientras le acariciaba la mejilla. — Deberías contárselo. Tu amiga está deseando saber qué te pasa.



— Nos has visto? Llevas toda la mañana aquí? —le interrogó Laura sacándose la polla de la boca.



Sin obtener más respuesta que un giño, se levantó y poniéndose a horcajadas sobre él, agarró la polla con su mano, guiándola hacia la entrada de su coñito. —Sí, Amo. Si así lo quieres, se lo diré. —susurró mientras se dejaba caer sobre su polla, sintiendo como la llenaba y comenzó a cabalgarlo. Para acallar sus gemidos, Corn, le metió las bragas en la boca y tomándola por la cintura imprimió más velocidad a sus movimientos. Laura estalló en otro orgasmo mientras él se vaciaba dentro de ella, llenándola con su esencia.



Comenzaron a vestirse, Laura se puso las bragas, húmedas de una mezcla de sus babas y todos los flujos que había producido a lo largo de la mañana. Era una sensación extraña, pero le gustó. Él se lo había pedido y no le negaría nada.



Corn le preguntó si había llevado el huevo y cuando Laura lo sacó del bolso, lo tomo en su mano.



—Mañana le contarás a tu amiga lo nuestro, —comenzó a hablar mientras separaba la braguita y le introducía el huevo en el coño. — Dentro de quince minutos te espero en el parking. Nos vamos de compras. Saldré yo primero y al de un rato saldrás tú. Cuando salgas, —continuó diciendo. — no olvides quitar el cartel de fuera de servicio y tirarlo a la papelera, o mandarán a los técnicos para nada. —concluyó Corn dándole un sonoro beso en la mejilla y abandonando el baño.



Laura, se miró en el espejo y se arregló el pelo y la ropa. Dejo pasar un tiempo prudencial y abandonó el baño. Al salir, quitó el cartel y doblándolo por la mitad, se lo guardó en el bolso.



Justo en ese momento apareció Ainara al otro extremo del pasillo.



— Donde coño estabas? —le preguntó nada más llegar a su altura. —Llevo un buen rato dando vueltas como tonta. Buscándote. Nos hemos perdido la clase.



—Mañana. Mañana hablamos. Ahora he de irme.



—Estás bien?



— Si. Fenomenal. Genial. Mañana hablamos. En serio, he de irme. Mañana te contaré todo lo que quieres saber. Pero ahora, he de irme.



Ainara vio cómo se alejaba por el pasillo y mientras una sonrisa aparecía en su rostro, susurró:



— Joder con la mosquita muerta. Ala, que te aproveche el polvo, ya me quedo yo aquí estudiando.



Cuando Laura llegó al parking, Corn la esperaba con el coche en marcha y la puerta del copiloto abierta. Se subió al coche y nada más ponerse el cinturón, sintió una descarga en su coñito. El huevo había comenzado a vibrar a máxima potencia.



— No juntes las piernas, Zorrita. Te quiero siempre bien abierta para mí. —dijo Corn enseñándole el mando a distancia que sostenía en la mano izquierda.



— Si, Amo. —contestó separando las piernas, notando como cesaba la vibración.



Ya en la autopista, Corn le ordenó que se subiese el vestido y apartase a un lado las braguitas para que se masturbara.



— Quiero que no dejes de acariciar tu coño en ningún momento. Pero tienes prohibido correrte, Zorrita.



Laura, hizo tal y como le decía y comenzó a masturbarse lentamente. Desvío la vista hacia la derecha y comprobó como un camión reducía la velocidad para mantenerse a su altura y disfrutar del espectáculo. Recolocó el vestido tratando de ocultarse y otra descarga inundó su coño, Corn, había accionado de nuevo el mando.



— No te he dicho que pares, Zorrita. Déjale que mire, esta noche más de uno se pajeará a tu salud.



Llegaron a su destino y aparcaron en el parking del centro comercial. Corn se apeó del coche y lo rodeó para abrirle la puerta.



— Tus braguitas, dámelas, no te harán falta, y no dobles las rodillas al quitártelas. —ordenó cuando Laura bajó del coche.



Esta, levantó el vestido, deslizó por sus piernas las bragas hasta quitárselas, ofreciendo a cualquier afortunado observador una perfecta visión de su culo, y se las entregó. Corn, se las acerco a la nariz y se embriagó del aroma de su Zorrita. Las guardó en el bolsillo y ofreciéndole el brazo, le pidió que le acompañase.



Pasearon sin prisa por el centro comercial y entraron en una de las tiendas de ropa.



— Adelante, deslúmbrame. —pidió Corn.



Laura, paseo por la tienda buscando que probarse. Miró unos pantalones vaqueros ceñidos y cuando los echó sobre el brazo para ir a probárselos, el huevo comenzó a vibrar a máxima potencia. Sus piernas temblaron y miró de reojo a su Amo que negaba sutilmente con la cabeza. La vibración cesó en el momento que dejó de nuevo los pantalones en su sitio. Se encaminó entonces a otra zona de la tienda y ojeó los diferentes vestidos. Tras revisar varios de ellos, optó por un vestido corto, negro, ceñido, que se ataba en el cuello dejando la espalda al aire. Mirando a su Amo, lo echó sobre el brazo, esperando sentir la vibración en su coñito, pero esta no llegó. Contenta por haber elegido bien, se acercó a su Amo y le comentó que iba a ir a probárselo.



Se acercaron a los probadores y Corn le indicó que entrase en el primero de ellos, quedándose el fuera. Al correr la cortina del probador, de nuevo, su coñito convulsionó comenzar la vibración. Estaba encharcada y los flujos comenzaron a resbalar por sus piernas. La vibración no cesó hasta que descorrió un palmo la cortina, dejando que su Amo no perdiese detalle de su cuerpo reflejado en el espejo.



La encargada de los probadores, viendo como Corn no quitaba la vista del espejo, se acercó a Laura y tras advertirla, trato de correr totalmente la cortina, pero esta se lo impidió, diciéndole que así estaba bien. La encargada, dándose cuenta de la situación, cesó en su intento de cerrar la cortina y volvió a su puesto. Tras unos segundos de indecisión se acercó a Corn y en voz baja le dijo:



— Si os puedo ayudar en algo, no dudéis en pedírmelo.



— Mira, ahora que lo dices, — Podrías acercarle el mismo vestido que ha elegido pero en color blanco?



— Como no, ahora mismo, Señor.



Corn, no pudo evitar sonreír mientras la encargada iba en busca del vestido, la cosa mejoraba por momentos.



Al volver con el vestido, la encargada sonrió a Corn y se acercó al probador diciéndole a Laura que se probase el vestido en otro color.



La encargada se colocó frente a ella y procedió a soltar las tiras del vestido. Cuando Laura fue a impedírselo, vio en el espejo como Corn levantaba la mano enseñándole el mando a distancia y se dejó hacer. La encargada comenzó a bajar el vestido, aprovechando a rozar su cuerpo con la palma de las manos, mientras alababa su cuerpo desnudo. Se agachó para retirar el vestido quedando su cara a la altura del mojado coñito de Laura. Mordiéndose los labios, se levantó y le ayudo a ponerse el vestido blanco, no sin antes darle un fugaz beso en el pezón derecho. Cuando término de anudarle el vestido, la encargada se situó detrás Laura para que Corn la viese en el espejo y agarrándola por la muñeca, la guio hacia su entrepierna para que acariciase su coño por encima del pantalón. Laura, sin apartar la vista de su Amo, introdujo la mano por dentro del pantalón de la encargada y comenzó a masajear su clítoris. Esta, deslizó sus manos hacia los pechos de Laura y comenzó a acariciarlos. Tomó sus pezones entre los dedos pellizcándolos mientras le pedía que no parase. Laura, abandonó el clítoris y metiendo más la mano, separó el hilo del tanga y metió un par de dedos en el encharcado coño de la encargada, moviéndolos rápidamente.



Corn no perdía detalle de los acontecimientos y cuando notó que estaba a punto correrse, se acercó al probador y las interrumpió.



— Nos quedamos el negro, muchas gracias por su ayuda. Laura, —continuó diciendo. — entrégale el vestido a la señorita y vístete, tenemos que seguir con las compras y se nos hace tarde.



La encargada se recompuso y alabó la elección del vestido negro. Recogió el vestido blanco de las manos de Laura y se despidió de ellos, no sin antes comentarles que a la hora del cierre, no habría mucha gente en la tienda y podrían probarse tranquilamente la ropa que quisieran.



Abandonaron la tienda tras pasar por caja y pagar el vestido. Nada más salir, Laura se apretó contra Corn y le apremió:



— Vamos al baño y fóllame, estoy deseándolo.



— Paciencia, Zorrita. Aún debemos comprar unos zapatos a juego. —contestó Corn, tomando rumbo a una zapatería.



No habían dado ni diez pasos cuando fueron alcanzados por la encargada.



— Perdonad...me llamo Nagore. —les dijo al tiempo que les entregaba una tarjeta con su número de teléfono. — Llamadme cuando queráis. —sentenció mientras volvía a la tienda.



Ya en la zapatería, dedicaron unos minutos a elegir los zapatos adecuados y cuando se acercó el empleado, Laura, le señaló un par de zapatos negros con tacón de aguja y le pidió probarse su número.



Tomo asiento y se descalzó, esperando a que volviese con los zapatos indicados. El joven, se arrodillo frente a Laura ofreciéndose a ayudarla y mientras, con una mano tomaba su pierna a la altura del gemelo, con la otra le colocó el zapato. Su cara se tornó completamente roja y se quedó cortado al darse cuenta de que no llevaba ropa interior, permaneció inmóvil, sin saber cómo reaccionar ante tal visión. Laura no apartaba la vista de los ojos de su Amo, y dándose cuenta de la reacción del joven, o más bien, de la falta de reacción, se incorporó y caminó unos pasos admirando los zapatos, confirmando lo bien que le quedaban y como estilizaba sus piernas.



Corn, asintió confirmando la elección y dando un ligero toque en el hombro del joven, le dijo que se los quedaban



— Te lo dije en el coche, Zorrita. — comenzó a decir cuando abandonaron la tienda. — Esta noche más de uno se pajeará a tu salud. Vamos a comer algo rápido que aún tenemos que ir a otro sitio.



Entraron en el primer restaurante que vieron y disfrutaron de una comida muy agradable mientras conversaban sobre lo sucedido a lo largo de la mañana y Laura, para su sorpresa, no pudo más que admitir que le había encantado, que había disfrutado mucho siendo exhibida, observada y deseada por extraños.



Después de comer, volvieron al parking y cuando Laura se disponía a abrir la puerta del copiloto, sintió como su Amo levantaba su vestido y tras empujarla contra la puerta, le sacaba el huevo de su coño. Oyó como se quitaba el cinturón y se desabrochaba los pantalones. Notó la polla de él contra su coño y la penetró con pasión, comenzando a follarla salvajemente.



— Da gracias a que no viene nadie, —le dijo al oído. — porque me hubiese dado igual.



— Dios! —consiguió articular Laura entre jadeos. — Me tienes tan cachonda que no me hubiese importado si me hubieses follado en medio del restaurante.



No tardaron en correrse, pues era tal el grado de excitación que hubiese bastado un solo roce para que ambos estallasen. Corn, permaneció dentro de ella mientras se besaban y cuando finalmente abandonó su coño, Laura se arrodilló y comenzó a limpiarle la polla con su lengua.



— Una última parada y te llevaré a casa, Zorrita. —le dijo al tomar la rampa de salida del parking.



Laura no preguntó el destino, si quisiera que supiese donde iban, se lo habría dicho, así que apoyó la cabeza en el respaldo e intentó adivinar dónde irían.



No necesitaron mucho tiempo, en apenas quince minutos, el coche estaba aparcado de nuevo. Girándose en el asiento, se quedó mirando a Laura y comenzó a hablar.



— Zorrita, en esta misma calle, a unos cincuenta metros, hay un Sex-Shop. Quiero que vayas y te compres lo que quieras. Cuando hayas elegido, no hace falta que pagues, dile al dependiente que lo anote a mi nombre y podrás llevártelo. No tengas prisa, estaré esperándote en el coche.



Corn, observó cómo Laura se dirigía al Sex-Shop y encendió la radio para hacer más amena la espera.



Para su sorpresa, en menos de cinco minutos, Laura, abría la puerta del copiloto y se sentaba de nuevo en el coche.



— Ya está, Amo. —le dijo enseñándole una bolsa que traía en la mano. — Nada más entrar lo he visto y sabía que debía comprarlo.



— Y bien? Sorpréndeme.



— Como dices que soy tu Zorrita... — comenzó a decir mientras metía la mano en la bolsa. — ...que menos que actuar como tal. — dijo sacando un plug anal metálico con cola de zorra.



Ambos estallaron en carcajadas y comenzaron a besarse de nuevo.


Datos del Relato
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