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Laura miró extrañada la pantalla del móvil, se preguntaba que había hecho mal, había cumplido a rajatabla todas y cada una de las instrucciones que recibía de su Amo. Volvió a leer el mensaje y abandonó el baño, que se había convertido en su lugar favorito de la universidad, luchando por mantener las lágrimas alejadas de sus ojos.
"Laura, durante los próximos dos días no recibirás ningún mensaje. Tienes prohibido masturbarte hasta que me vuelva a poner en contacto contigo."
Durante las siguientes horas, repasó una y mil veces el contenido del email. Sus amigas de la universidad, le preguntaron si estaba bien, ya que llevaba toda la mañana como "ida" y no tenía buena cara. Finalmente, tras poner la primera disculpa que le vino a la cabeza, que le dolía mucho la barriga, se despidió de ellas hasta el día siguiente.
Llegó a casa y tras cerrar la puerta de su cuarto, comenzó a desnudarse.
—Mierda! El vídeo! —las palabras salieron atropelladamente de su boca y sin perder un segundo, procedió a encender el ordenador.
El día anterior, siguiendo sus instrucciones, se había grabado en video y se lo había enviado.
—Seré gilipollas! —masculló mientras abría el ultimo correo que le había enviado. —Tenía que haber comprobado que se veía bien antes de mandárselo.
Los segundos le parecieron horas mientras se descargaba el archivo adjunto enviado. Una vez descargado, nerviosa, procedió a verlo para comprobar que estaba todo correcto, el vídeo se veía si problemas.
"Una oscuridad total se adueñó de la pantalla del ordenador y fue diluyéndose según Laura se iba alejando de la cámara. En su estómago se podía leer, escrito con rotulador negro, "ZORRA DE CORN". Lentamente, comenzó a girar sobre sí misma para que pudiese deleitarse con la totalidad de su cuerpo.
Fijando la vista en la cámara, elevó ambos brazos y se sujetó las muñecas por detrás de la cabeza diciéndole a la cámara, convertida en los ojos de su Amo, que su cuerpo le pertenecía.
Desapareció del plano para reaparecer segundos después empujando con los pies un pequeño taburete con un consolador, el mismo que él le había regalos días atrás, firmemente sujeto gracias a la ventosa que tenía en la base. Sin mover los brazos de detrás de la cabeza, se arrodilló frente a él y comenzó a lamerlo. Deslizó la lengua hasta llegar al glande y se lo introdujo en la boca. Comenzó a chuparlo, obligándose a introducírselo cada vez un poco más hasta que fue incapaz de respirar. Al retirarse, un hilillo de babas la mantenía unida a él. Comenzó a follarse ella misma la boca aumentando la intensidad gradualmente hasta que el taburete terminó completamente mojado de una mezcla de babas y lágrimas debidas al esfuerzo. Levantando la vista, dijo a la cámara:
—Me encanta cuando me folla la boca, Amo, pero ha llegado la hora de que le entregue mi culo.
Tras escupir en el consolador, se humedeció los dedos de la mano derecha y se lubricó el ano. Se levantó y guiñando un ojo a la cámara, utilizó su mano derecha para guiar el consolador hacia la entrada de su culo. Se fue sodomizando poco a poco, hasta que finalmente, la totalidad del consolador terminó alojado en sus entrañas. Hizo un pequeña pausa sintiendo como los músculos de su esfínter se relajaban y comenzó a moverse arriba y abajo. El consolador la llenaba, sentía como desparecía el dolor para dar paso a un placer indescriptible. Su mano izquierda había ido bajando por sus pechos hasta llegar a su coño y doblando dos dedos, se los metió dentro buscando el punto G y comenzó a follarse. Sentía en sus dedos el movimiento del consolador en su culo y comenzó a correrse. Se dejó caer sobre el consolador mientras presionaba su clítoris con los dedos que segundos antes habían estado dentro de su coño, multiplicando así la intensidad del orgasmo, pidiendo a su Amo que se corriese dentro de ella, que se corriese en su culo.
Cuando cesaron los espasmos, se levantó poco a poco sintiendo como el consolador abandonaba su culo y con paso vacilante, pues aún le temblaban las rodillas, se acercó a la cámara para apagarla, no sin antes decir:
—Hasta mañana, Amo."
Al terminar de ver el vídeo, Laura se percató de que su mano estaba entre sus piernas, acariciando su coño. Se obligó a parar y tras apagar el ordenador, se tumbó en la cama para mandarle un mensaje a su Amo pidiéndole perdón por cualquier falta que hubiese cometido e instándole a ponerse en contacto con ella en el menor plazo posible.
Los dos días siguientes fueron un suplicio para Laura. El no tener noticias de Corn, hacía que se sintiese vacía. En vano, acudía al baño de la universidad a las once de la mañana con la esperanza de ver que su Amo le había mandado un mensaje.
La mañana del sábado, el que sería el tercer día sin saber nada de Corn, lo estaba dedicando a estudiar. No le vendría mal para dejar de pensar en él, al menos durante un par de horas. Cada ligero movimiento en la silla era un suplicio. El llevar tres días sin masturbarse, junto con el hecho de estar desnuda, hacían que el mínimo roce entre la silla y su coño derivase en un escalofrío que se irradiaba por todo su cuerpo.
La vibración del móvil indicando que tenía un mensaje nuevo atrajo su atención y al ver que eran exactamente las once de la mañana, su corazón se aceleró al mismo tiempo que su coño se encharcaba mojando la silla. Nerviosa, desbloqueó el móvil y sus ojos confirmaron lo que su cuerpo ya sabía. Su Amo le había enviado un mensaje:
"Tienes una reserva a tu nombre en el restaurante del Hotel Ercilla. Te espero dentro de dos horas"
Dejó caer el móvil en la mesa y corrió a ducharse, poco le importó que sus padres la viesen salir desnuda de su habitación dirección al baño. Se duchó rápidamente y con mucho cuidado se aseguró de que no hubiese ni el mínimo vello en su coñito. Ya en su habitación, dudaba ante el armario sin saber que ropa ponerse para la ocasión. Tras descartar las tres primeras opciones, se decidió por un vestido negro entallado de un solo tirante y unos zapatos de tacón del mismo color. Lo tuvo más fácil con la ropa interior, ya que finalmente, quedo guardada en el cajón.
Se maquilló sutilmente y cuando estuvo satisfecha con la imagen que le devolvía el espejo, se puso el collar que le regaló con sus nombres y acudió a la cita.
Quince minutos antes de la hora acordada, Laura esperaba nerviosa enfrente de la puerta de entrada al restaurante. Faltaba apenas un minuto para la una de la tarde cuando cruzó la calle y entró en el restaurante. El maître le acompañó a su mesa cuando esta le comentó que tenía una reserva.
El corazón le latía a mil por hora cuando se acercaba a la mesa. De espaldas, Corn, su Amo, la esperaba tomando una copa de vino.
Al sentir su presencia tras él, Corn se levantó y con una gran sonrisa, se dirigió a Laura mientras le daba dos besos:
—Buenas tardes Laura, no sabes cómo me alegra el que hayas acudido a la cita.
—Buenas tardes... —Laura dudó como terminar la frase.
—Gorka, ese es mi verdadero nombre —dijo este terminando la frase por ella.— Espero no haberte decepcionado en persona.
—Para nada, eres tal y como me dijiste.
—No me gusta que mientan, por lo que siempre digo la verdad. Toma asiento, por favor. Espero que disfrutes de la velada. —dijo mientras le retiraba la silla para que tomase asiento.
Estuvieron hablando durante unos minutos cuando fueron interrumpidos por el camarero
—Han decido ya?
—Si —afirmó Gorka entregándole la carta que en ningún momento había estado en sus manos. —La señorita tomará la ensalada de bonito escabechado y verduritas de primero y de segundo, merluza gratinada con mahonesa de soja y jengibre. Para mí, crema de calabaza, zanahoria y naranja al queso blanco y de segundo, lubina sobre falso risotto de puerros y langostinos.
Ni siquiera había mirado la carta, sabía de antemano lo que iba a pedir y había elegido por ella. Laura no le cuestionó la elección pues estaba segura de que si hubiese visto la carta, habría elegido lo mismo.
Nada más irse el camarero, Laura, le hizo la pregunta que llevaba tres días rondando por su cabeza, atormentándola:
—Qué hice mal? Por qué has estado dos días sin hablarme?
—Nada —contesto él.— Absolutamente nada. Solo quería dejarte un poco de espacio para que recapacitases sobre todo lo que estaba pasando. Para que te dieses cuenta de en qué te estabas convirtiendo y que al recibir la invitación de hoy, tuvieses las ideas claras.
—Buff —exclamó ella—, pues conseguiste todo lo contrario, no he dejado de comerme la cabeza pensando en que había hecho mal para que me castigases de esa forma.
—Lo lamento —se disculpó. —, no era mi intención que lo pasases mal. De todas formas —continuó —el día que realmente te castigue, lo sabrás y no tendrás duda ninguna sobre cual habrá sido el motivo. Me aseguraré de ello. —sentenció.
El resto de la comida transcurrió entre risas y confidencias, tocaron infinidad de temas tratando de conocerse un poco más y Laura no desaprovechó la oportunidad de preguntarle todo aquello que se le pasaba por la cabeza. Curiosa, le pregunto porqué en ningún momento había tocado el tema del sexo y Gorka, sonriendo, le explicó que para eso ya habría tiempo, ahora estaba disfrutando de una maravillosa velada en compañía de una preciosa mujer y era todo lo que necesitaba.... de momento.
Cuando se acercó de nuevo el camarero para tomar nota del postre, Gorka le comunicó que no tomarían nada más, que trajese un café con leche para la señorita y un café solo para él. Concluyó el pedido diciendo que le llevasen el suyo a la terraza.
—Laura —comenzó a decir según se alejaba el camarero. —, ha llegado la hora de que decidas el final de esta velada. Puede terminar aquí y continuaremos como hasta ahora, vía email, o podemos dar el siguiente paso. —hizo una pequeña pausa antes de continuar. —Me tomaré el café en la terraza del restaurante para que medites tu elección y no te sientas presionada en ningún momento. Dentro de diez minutos, subiré a la habitación que he reservado en este mismo hotel y conoceré tu decisión. —finalizó la frase depositando la llave de la habitación encima de la mesa y empujándola al centro de la mesa.
Tras decir esto, la besó en los labios y se encaminó hacia la terraza.
Laura, no necesito ni un segundo para tomar la decisión, antes siquiera de que Gorka terminase de hablar, había decidido como terminaría la velada.
Gorka, terminó el café y abandonó la terraza rumbo al ascensor que le llevaría a la décima planta. Salió del ascensor y con paso decidido se plantó frente a la puerta de la habitación. Sacó la segunda llave del bolsillo del pantalón y poniéndola en el lector, abrió la puerta deseoso de conocer cuál había sido la elección de Laura.
Continuara...
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