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Categoría: Confesiones

LA TRAICIONERA LLUVIA

"Ana se fue de viaje y su compañera de piso y su novio tuvieron un ardiente encuentro. "

Era una noche lluviosa de otoño. María acababa de salir del trabajo e iba por la calle con el paraguas camino de su casa. Aun teniendo paraguas la lluvia la estaba empapando, y aún le faltaba un rato para llegar. En su casa no la esperaba nadie, porque compartía piso con su amiga Ana, pero ésta estaba en uno de sus viajes de trabajo. María la envidiaba por aquellos maravillosos viajes a los que la mandaban y luego ella le contaba. Algunas veces se iba también con ella su novio Luis, pero esta vez había ido Ana sola. Durante un par de días María tendría la casa para ella sola.

Llegó a casa y se quitó toda la ropa mojada. Fue desnuda hasta el cuarto de baño a por unas toallas. Se empezó a secar los pelos con una mientras se reliaba al cuerpo la otra. Salió al salón a recoger la ropa y ponerla encima de una silla extendida para que se secara. Puso todo por el salón, en una silla los pantalones, en otra la camisa, el chaleco, la ropa interior, etc. Volvió a entrarse en el cuarto de baño sin cerrar la puerta y se puso con el secador de pelo. Con el ruido del secador no oyó que la puerta de la calle se abría. Luis, el novio de Ana, acababa de llegar a la casa también empapado e iba al cuarto de baño a por alguna toalla. Ninguno de los dos esperaba verse cuando se encontraron en el baño. Luis empezó a explicar que venía a por unas cosas que tenía en casa de Ana y le hacían falta, y que no esperaba ver allí a María y menos en toalla. Ella estaba ruborizada pero intento disimularlo. Le dio una toalla a Luis y éste se fue al salón. María siguió secándose los pelos con la puerta cerrada. Pero no tenia nada de ropa que ponerse en el baño así que tendría que volver a salir en toalla. Así se fue al salón donde se encontró a Luis con la toalla reliada en la cintura y pegado a la estufa. Estaba de espaldas a ella y María pudo permitirse estar unos segundos mirándole sin que se diera cuenta de su presencia. Se le veía la espalda con todos sus músculos marcados y la toalla se le ajustaba al culo. Luis se volvió y le dedicó una sonrisa mientras le decía: Espero que no te importe que esté así, pero es que venía empapado.

María no pudo decir nada y Luis notando la tensión que había en el ambiente dijo: ¿Si quieres me visto? Ella no dijo nada, se había quedado mirándolo de arriba abajo. No notó cuando Luis se fue hacia ella y le tocó el hombro para ver que le pasaba, para ver si reaccionaba. Ahora estaban uno frente al otro, tan solo cubiertos por una toalla cada uno. Los calzoncillos estaban sobre una silla. De pronto sus miradas se encontraron y poco a poco sus labios también lo hicieron. Luis agarraba a María de los hombros y la besaba tiernamente y cada vez con más pasión. A ella se le erizó todo el vello del cuerpo y él al notarlo la rodeo con los brazos, pegándose más al cuerpo de ella. Fue cuando María notó el bulto que había bajo la toalla. Se apartó un poco porque reaccionó, pensando que aquel era el novio de su compañera de piso y amiga, y no podía hacerle eso. Pero Luis estaba bastante caliente y no pensaba dejar a María tan fácilmente. La situación los había unido en aquel salón. Se puso detrás de ella y comenzó a besarle el cuello y los lóbulos de las orejas haciendo que ella giraba la cabeza hasta encontrarse con sus labios. Pegaba cada vez más su palpitante miembro al culo de María y ella empezó a notar que perdía la cabeza y se dejaba hacer. Él jugueteó desde atrás con los pechos de ella sobre la toalla mientras que ella empezaba a entrar en el juego de Luis restregando su culo sobre el prominente bulto que había bajo la toalla. Él empezaba a estar cada vez más caliente y agarrando la toalla que cubría a María se la quitó de un tirón y empezó a jugar con sus pechos y sus pezones desde atrás, sin ninguna tela de por medio. Ella hizo lo mismo con la toalla de Luis, dejándola caer al suelo. Agarró con una mano su polla mientras se retorcía y gemía de placer por como él le masajeaba los pechos. Con la mano que le quedaba libre empezó a recorrerse todo el cuerpo. Estaba húmeda y tenía ganas de que el novio de su amiga se lo hiciera todo. Aún no la había visto pero notaba lo grande que era la polla de Luis. No era muy larga pero si bastante ancha y se notaba que era juguetona. A ella le encantan las pollas juguetonas, esas que te hacen correrte una y otra vez sin parar. Él no podía aguantar más el masaje que ella le estaba dando en su polla. Le dio la vuelta y se separó un poco para que cada uno viera el cuerpo del otro.

Acercó a María hasta el sofá e hizo que se sentara en él. Le abrió las piernas y se arrodilló delante de ella. Pasó la mano por su zona íntima y notó lo húmeda que estaba. Eso le hizo ansiar más comerse su coñito. Se acercó lentamente y empezó a lamerlo poco a poco. Fue aumentando el ritmo y añadiendo a su juego un dedo acariciándole el clítoris. Ella gemía cada vez con más intensidad y se retorcía de placer. Empezó a tocarse los pechos mientras Luis la hacía disfrutar. Se ponía más cachonda cada vez que veía como Luis se lo comía. Tenía esa noche al novio de su amiga para ella sola y ahora en vez de darle apuro lo encontraba morboso. Le gustaba pensar que iba a compartir algo más que el piso con Ana. Siguió así hasta que ella le dijo entre gritos y gemidos que se iba a correr y Luis añadió a todo lo que le estaba haciendo un dedo metido en su coñito. Primero fue uno, luego otro, y en el momento en el que María se corrió tenía tres dedos metidos en su vagina. Y aparte de los tres dedos una lengua chupándola toda y un dedo masturbándole el clítoris. No había parado de cogerse los pechos, las piernas... Luis espero su premio por lo bien que se había portado con ella, y María se levantó y se puso de rodillas al lado de él que estaba de pie. Cogió su polla con la mano y la acercó a los labios. Primero la chupó suavemente por la cabeza y poco a poco fue dando lametones hasta que se la metió por completo en la boca. La chupó como si fuera una piruleta, sacándole todo el jugo que podía. Tenía a Luis muy excitado por la mamada que le estaba haciendo. No dejaba de entrarla y sacarla de la boca mientras se tocaba el coño. Él se dio cuenta de esto y la apartó para sentarse en el sofá. Hizo que ella se tumbara a su lado y siguiera chupándola. En esa posición él podía tocarle el coño y meterle algún dedito; cosa que excitó mucho a María y se la comió aún con más ganas si cabía. En los momentos que ella tenía para respirar se le escapaba algún gemido, y es que realmente estaba disfrutando jugando con él. Y más pensando que los juegos pasarían a mayores y dentro de nada tendría a Luis follándola sin parar, con toda una noche de placer por delante, mientras fuera llovía a mares.

María empezó a sentir que Luis estaba a punto de correrse y dejó de chupársela porque no quería que acabara aún. Los cuerpos de los dos ardían de placer. Luis se incorporó e hizo que ella se tumbara en el sofá y él se colocó encima. Para cuando se dio cuenta ya tenía metida toda la polla en su interior y esa sensación la hizo estallar de placer entre gemidos. Luis al ver esto también estalló en el interior de ella. Pero eso no le impidió seguir. Con esto María entendió que el juego no había hecho más que comenzar y que Luis prometía ser un amante incansable. Ella tomó la iniciativa y se giró, haciendo que él se girara también. Cambiaron la posición y ella se puso sobre él. Tomando el mando de la situación agarró la polla con la mano y se la introdujo suavemente. Apoyó bien las rodillas en el sofá y empezó a moverse hacia delante y hacia atrás. Empezó con un ritmo suave pero a los pocos minutos el ritmo se volvió más y más rápido y la intensidad de la entrada y salida creció. Luis no se podía creer lo que ella lo estaba excitando. Desde su posición veía como su polla se perdía en el interior de María. Con sus manos le acariciaba los muslos, que se contraían y se estiraban, mientras que miraba la expresión de placer que había en su rostro. Ella llevaba las riendas y pensaba hacer con él todo lo que quisiera. Eso le excitó aún más. Quería que ella lo dominara, que hiciera con él lo que quisiera. Pero también quería dominarla a ella y hacerle todas las fantasías que muchas veces se le habían pasado por la mente. Porque Luis había tenido muchas fantasías eróticas con María, y sabía que ese era el día de hacerlas realidad por si no tenía otra ocasión de hacerlas. Y María seguía excitándolo cada vez más y más. Una de las veces sus miradas se cruzaron y él vio el fuego que ardía en los ojos de ella, y le encantó la cara de viciosa que tenía. El corazón empezó a latirle con tanta fuerza que pensó que iba a salírsele del pecho.

Agarró a María por la cintura haciendo que bajara el movimiento. De pronto ella comenzó a moverse hacia la derecha, sin sacar la polla de donde estaba. Él no podía creerse lo que estaba haciendo hasta que la vio de espaldas a él. Y desde esa posición María continuó con lo que estaba haciendo. Él empezó a masajearle el culo y chupándose un dedo se lo metió poco a poco por detrás. De vez en cuando ella se giraba para mirarlo y lo hacía con un sensual movimiento que volvió loco a Luis. Cuando ya estaba muy excitado se incorporó un poco agarrando a María del hombro y haciendo que se tendiera hacia atrás. Ella se dejó llevar y se fue recostando sobre él. Sin pegar el cuerpo al de él y apoyándose con las dos manos en el sofá, empezó a levantar la cintura hacia arriba para ir bajando y subiendo. Mientras él aprovechaba para tocarle los pechos y pasarle un dedo mojado por los pezones. Dedo que no mojaba en la boca, sino en la entrada de la vagina de ella, que estaba muy mojada. Notar lo mojada que estaba y la forma en la que se retorcía cuando le tocaba los pechos le excitó aún más. Quería excitarla más y empezó a pellizcarle un pezón mientras que con la otra mano le acariciaba el clítoris. Todo eso mientras ella subía y bajaba entrando y sacando la polla de su coño. Con toda esa excitación ella se volvió loca y su ritmo descontrolado. Tanto que ninguno de los dos pudo controlarlo. Luis empezó a correrse en el interior de ella, derramando todo su líquido. Y ella lo hizo cuando notó el líquido de él bañando su interior. María cayó hacia atrás sobre Luis y se quedaron así recostados un rato, hasta que él la tomó por la cintura y se puso a su lado echándose un poco sobre ella. El sofá se les quedó un poco pequeño para esa posición y se levantaron de él.

María le guió hasta su habitación y tomaron la misma posición sobre la cama. Antes él cerró la persiana del cuarto y dejó las luces apagadas, únicamente se veía por la pequeña claridad que entraba por la puerta. Se besaron intensamente mientras sus manos recorrían sus cuerpos. Siguió penetrándola y haciéndola disfrutar en muchas posiciones que Luis no nunca había llegado a probar con Ana. La imaginación de cada uno puso su granito de arena para que aquella noche fuera inolvidable. Después de varias posiciones Luis se lo hizo desde atrás agarrándose de las caderas. Y desde esa posición pensó que por que no probaba a entrársela por el otro sitio. Empezó a entrarle el dedo por el culo a la vez que seguía entrándole la polla y notó que María gemía cada vez más. Ella le había dejado hacerle de todo esa noche así que pensó que a eso no le pondría impedimentos. Siguió con el dedo lubricándole el culo hasta que sacó la polla de ella y con una mano se la llenó toda de su saliva y la acercó al agujerito de ella. María no supo lo que se proponía hasta que notó la posición, pero tampoco le dijo nada. Nunca había probado aquello y esta noche se dejaba hacer cualquier cosa. Poco a poco Luis se la entró dentro del todo. Al principio le dolió bastante pero todo pasó y encontró un tremendo placer a lo que le estaba haciendo. Así siguieron hasta que Luis derramó el poco líquido que le quedaba en su interior. Los dos cayeron a la cama exhaustos y tal y como estaban se quedaron dormidos después de una alucinante noche de sexo.

 

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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