Esto me lo contó mi amiga Darlene y yo lo escribí en idioma Inglés.
LA TORMENTA
Una turbulenta tormenta se batía furiosamente afuera y ya casi había durado todo el día. La humedad y el golpeteo de la lluvia me producían más sueño y cansancio.
Decidí irme a mi habitación a echar un sueñito hasta que terminara la torrencial lluvia. Además estaba muy cansada para continuar trabajando en el proyecto que estábamos planeando. Fue un período de prueba muy duro para mi durante todo este tiempo y ni siquiera sabía quien era yo por el cansancio que tenía. Algo que no encontrábamos se había extraviado en alguna parte, pero no sabíamos en donde.
Me retiré a la habitación y en ese momento sonó un trueno muy fuertemente. Luego vio como la niebla primaveral se iluminaba con el relámpago. Me quité toda la ropa, las pantaletas, y crucé por el cuarto para tirarlas en el armario. Luego comencé a revisar a paso todo el programa mentalmente cuando de repente vi mi imagen en el espejo. Me detuve a mirar curiosamente durante algún rato. La luz débil hacía que mi piel luciera exquisitamente bella.
Mi cabello rubio, recogido, tenía un tono gris ceniza, y mi cara ovalada sobresalía debido a mis labios grandes y profundos ojos grises.
Luego llevé mi mano hasta la cara para tocar las líneas de mis pómulos y mis ojos se cerraron cuando comencé a acariciar mi piel; dirigí la vista hacia abajo, hasta mis pechos que se veían en el espejo: grandes y redondos, lucían suspendidos por el brassiere que los sostenía. Con mis dedos los aflojé porque estaban contraídos por el brasiere que los envolvía. Se me pararon los pezones y comenzaron a brillar de repente cuando mi sexualidad se comenzó a excitar debido a la dulce fragancia de mi piel, fragancia que permanecía en el pesado aire.
Cuando cerré los ojos, vi mi cuerpo tan delicado envuelto en una bata transparente de algodón. Coloqué las palmas de mis manos en los pezones y comencé a hacer movimientos circulares mientras sentía la tela que los acariciaba y los hacía reaccionar. Otra vez eché una mirada al espejo, y llevé las manos hasta las pantaletas para sentir la textura de la cinta satinada que la ceñía a mis caderas en pequeños lazos.
Halé el lazo suavemente hasta que la cinta se soltó y un extremo de la pantaleta se bajó, exponiendo la piel que se encontraba debajo de mi cuca. Mi vista quedó fija en el espejo al quedarme mirando cuando le di un golpecito a su piel con mi dedo meñique. Vi como mi otra mano dejaba libre el otro lazo, el cual se soltó, dejando que las pantaletas pequeñitas cayeran al suelo alrededor mío.
Luego vi hacia abajo en el espejo para notar los reflejos del pelo dorado que ya no estaba comprimido por las pantaletas. Miré como guiaba los dedos y los colocaba suavemente sobre mi cuca. Lo tibio que se sentía me produjo cierto bienestar cuando el dedo índice se desplazó hasta abajo en el lugar en donde se separaban los labios vaginales. Allí se sentía la humedad que ya se anticipaba, y las sensaciones que surgían me llenaban de lujuria y placer haciendo que las piernas comenzaran a temblar. Con la mirada en esa dirección noté el cabello dorado que ya las pantaletas habían dejado de comprimir.
Luego en el espejo una mujer separaba las piernas un poquito y comenzaba a darse masajes en el clítoris, presionándolo entre su dedo índice y medio: era yo misma. El movimiento aumentó mis secreciones, lo cual me produjo mayor placer, por lo que lo presioné con delicadeza, acariciándolo hasta que se comenzó a hinchar.
Parecía una figura reflejada como diosa del amor, llena de gloria, cuando comencé a bajar hasta la alfombra y allí, de rodillas con las manos apoyadas en el suelo, giré hacia los lados para mirarme los senos como me colgaban, libres en su nuevo ambiente y destacados con gran elegancia y gracia. Luego levante un pié por encima de las nalgas, apoyada solo en mis manos y rodillas para bajar la cuchara y así tener el acceso para darle su masaje acostada sobre la blanda y suave alfombra.
Me comencé a mover lentamente hacia delante y hacia atrás viendo como se engrandecían los pezones hasta tocar la tela de mi baby doll. ¡Qué sensación tan agradable! cuando otra vez los sentí bien parados. Una gota de mi esencia perfumada bajó desde la cuca chorreando por la parte interior de los muslos. Levanté la cara para verme en la imagen.
Disfrutando la vista de mi bella y gloriosa cuca, me senté con las piernas abiertas, descansando las nalgas en los tobillos de los pies. Miré la entrada cuando levanté las manos hasta los senos, y otra vez con el dedo pulgar y el índice, los deslicé por los pezones. Se estremecían al sentir el gran placer y estímulo. Luego jalé hacia fuera y aumenté la presión; los levante hacia arriba para dejar la piel debajo de ellos al descubierto. Jalé y apreté hasta que no aguanté mas.
Al colocar ambas manos sobre las pezones los apreté y di masajes en toda el área alrededor de estos mientras miraba lo que hacía lo cual sin dudas me aliviaba del estrés. Fui invadida por una sensación de seguridad tan grande que me parecía que tenía el control de las cosas, de algo, por lo menos, de mi vida…la forma como me hacía el amor yo misma. Las sensaciones y la confianza que tuve me permitieron permanecer completamente desinhibida explorando mi cuerpo y toda mi sexualidad, mi cuca, etc.
Dejé estos pensamientos a un lado para dedicarme a la cuca, para lo cual llevé las manos hasta abajo, y con curiosidad me vi en el espejo observando el avance hacia el siguiente paso al desplazar un dedo hasta la abertura de mi túnel y sentir los cálidos jugos saliendo a través de él. Luego metí el dedo allí para explorar las paredes internas de lo que era el centro de mi placer en este momento: Otro dedo adentro mientras miraba en el espejo como se resbalaban hacia fuera y hacia adentro. Comencé a agitarme y moverme rítmicamente contra mis dedos: mas duro y mas duro y mas rápido. Esto me hacía gemir de placer con un suave susurro.
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Ya salía toda mi esencia y mis jugos libremente haciendo que los dedos se resbalaran con facilidad. Una imagen mía se reflejaba en el espejo mientras aumentaba los empujes. Mi mano se metía mas duro y se vieron reflejados los labios mayores y menores para abrirse y contraerse.
Con mi otra mano me masajeaba constantemente el clítoris, lo cual aumentaba el estímulo. Sentí mi cuerpo convulsionar involuntariamente, lo cual se veía en el espejo , ritual que me llevaría al clímax.
Me saqué los dedos de la cuca y restregué los pegajosos jugos en toda el área de la vagina y la vulva, para luego re-insertarlos. Con la otra mano me abrí los labios para acariciármelos suavemente y restregarlos utilizando los jugos y la babita que me salía. Fue cuando miré los dedos en el espejo, saliendo y entrando por la cuca. Mi boca se abría y la lengua regó saliva desesperadamente sobre mis labios. Esto todo se observaba en el espejo.
Aumentó el paso y mis largos, duros empujes, se volvieron cortos aunque violentos. Con un dedo me di duro en el clítoris mientras los otros restregaban con fuerza entrando y saliendo. Mi cabeza cayó hacia atrás, y en el espejo se veía una mujer en medio de un placer profundo.
Luego todo el cuerpo se me contrajo y los movimientos se volvieron tensos; Sensaciones que corrían por todo el cuerpo en inmensas olas y procedí a meter los dedos mas y mas hondo en la cuca masajeándome en el clítoris para sentir algo extraordinariamente delicioso y sabroso: Los jugos que se vinieron en gran cantidad me bañaron los dedos y manos. Supongo que era la eyaculación femenina. Seguí metiendo y sacando los dedos. Ya la fuerza y velocidad estaban disminuyendo. El alivio fue total como si hubieran sacado todo del interior de mi cuerpo, y sentí cuando se contrajo una vez mas hasta que caí al piso.
Me coloqué sobre un lado para descansar la cabeza sobre la alfombra y echar una última mirada al espejo. Otra vez se me veía en un estado de máxima alegría como si hubiera subido al cielo. Sentía mucha gloria y alegría porque nunca había experimentado algo así, algo que ni siquiera había soñado, ni nada similar. Ya me sentía mujer…y lo mas importante: había visto en el espejo a esa mujer.
Por fin me levanté y perezosamente crucé el cuarto hacia el otro lado. Levanté las sábanas y me metí dentro de ellas para dormir profundamente. Ya había terminado la tormenta…la de adentro y la de afuera.
FIN DEL CUENTO
Traducido por Marcos Urbina
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VERSIÓN ORIGINAL EN INGLÉS
The turbulent storm was raging outside, just as it had been almost all
day. The humidity and the pounding of the rain were making me sleepy
and tired. Just plain old groggy. I decided to retire to my bedroom for a
nap until the showers had ended. I was too weary to continue working
on the business project that was before me. I had, for some time, been in
a self evaluation period, and I no longer felt like I knew who I was.
Somewhere something had gotten lost.
I retreated to my bedroom as the thunder roared. It was illuminated
only by the misty haze that hung in the spring air. I slipped out of my
sweats and went across the room to toss them into the hamper. I began
to re-trace my steps, as I caught my image in my mirror. I stopped,
looking curiously for a moment. The hazy light made my fair skin seem
luxurious. My blonde hair, pulled up, had taken on an ash tone, and my
oval face was highlighted by my full blush lips and deep grey eyes.
I raised my hand to my face and traced the soft lines of my cheekbones,
my eyes closed as I began caressing my flesh. I looked down at my
breasts, through the mirror, full and round, they stood suspended by the
bra that held them. I moved my hands to release them from the
contraption that embodied them. My nipples became erect and took on a
sudden glow.
I began to feel my sexuality as the sweet fragrance of my own flesh
rose and hung in the heavy air. As I closed my eyes, I saw my delicate
body and envisioned it wrapped lightly in silk. I placed the palms of my
hands on my nipples, and began circular motions as I felt the imaginary
fabric caressing them to their full alertness. I gazed again into the
mirror, as I guided a hand to my panties, I felt the texture of the satin
ribbon daintily tied in bows against my hips.
I tugged gently at the ribbon until the bow came untied, the corner of
the panty fell down exposing the skin just to the side of my vagina. My
stare into the mirror had become fixed as I stroked the skin with my
littlest finger. I watched myself convince my other hand to render the
other bow unsecured, allowing the light panties to dropped to the floor
beneath me.
I looked down to see the wisps of golden hair that was no longer
compressed by the panties. I watched in the mirror as I guided my
fingers, gently placing them over my vagina, the warmth comforted me
as my forefinger slipped down to where my vaginal lips began to part. I
felt the moistness that I had anticipated, the heady sensations that arose
intoxicated me, and my legs began to quiver with bliss.
I spread my legs slightly apart as I began to massage my clitoris,
pressing it between my fore and middle fingers. The motion increased
my secretions, much to my pleasure, and I began to press delicately,
nurturing it until I felt it begin to swell.
I saw myself as a glorious vision of loveliness as I began my descent to
the carpet. Now on my hands and knees, I turned sideways seeing my
breasts hang down, greeting their new environment with utter elegance
and grace. I raised my feet above my buttocks, supported only by my
hands and knees. I lowered my bosom enabling me to massage them on
the soft, yet scruffy carpet.
I began to move slowly back and forth as I watched my nipples graze
the textile. It was a wondrous sensation as I again felt them become
fully erect. I felt a drop of my essence roll down my inner thigh. I
raised to face my mirrored image. Relishing my sexual glory, I sat with
my legs spread apart, resting my buttocks on the heels of my feet.
I watched enthralled as I raised hands to my breasts, again with my
thumb and fore-finger, I rolled the nipples; they tingled with
extraordinary pleasure. I pulled them outward and increased the applied
pressure, I raised them upward and exposed the ivory skin beneath. I
pulled and tugged at them until I could stand no more. I placed both
hands onto them and began to squeeze and massage all of their area.
I watched myself as I was doing this and revelled in the release of my
stress. I felt a sense of security knowing that I could be in control of at
least one thing in my life...the way I made love to myself. My
sensations and confidence allowed me to become totally uninhibited,
exploring my body and my total sexuality.
I abandoned my thoughts and moved my hands down to my vagina,
curiously watching the mirror to see what I would do next. I glided a
finger to the opening of my tunnel and felt my warm juices oozing. I
slid my finger inside me and began to explore the inner walls of my
pleasure center. I entered another finger and watched myself glide them
in and out, in and out.
I began to grind rhythmically against my fingers; I pumped them harder
and faster as I began to moan in a low whisper. My essence was flowing
freely so my fingers glided easily. I watched my image in the mirror and
began to increase my thrusts. I pushed harder against my hand as I
watched my lips spread and contract. I used my other hand to steadily
massage my clitoris, only to increase my stimulation tenfold. I felt and
watched as my body began to involuntarily convulse, the ritual that
would bring me full climax.
I pulled my fingers out of my vagina and rubbed the thick juices over
my entire vaginal area, then I re-inserted them. I spread my lips with my
other hand and caressed them gently, rubbing the juices into them. I
watched my fingers slide in and out of my vagina in the mirror. I
watched my mouth open and my tongue spread fiery saliva across my
lips.
My pace quickened, and my long, hard thrusts turned to short, violent
ones. I flicked a finger quickly on my clitoris as the others pumped me
faster. My head fell back, I let out deep sighs of pleasure . . . I knew
that I was there.
My whole body began to contract and my movements were tense.
Sensations rippled through my body in immense waves as I plunged my
fingers deep into my vagina and massaged my clitoris with extreme
pressure. My juices gushed onto my fingers and hands in colossal
volume. I continued gliding my fingers in and out, steadily decreasing
speed and force. I felt total release as if all was drained from within me,
my body contracted once more dropping me to the floor.
I turned on my side and placed my head upon the carpet, I turned to
query the mirror with one final gaze. I again saw myself as glorious. I
had never experienced anything like this before, nor had I ever dreamed
of anything similar. I had felt my total womanhood . . . more
importantly, I had seen her.
I raised and crossed the hazy room once more. I pulled back the covers
and slid into bed and fell into a deep slumber. The storm had
ended...inside and out.
End of Story