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LA TORMENTA

LA TORMENTA



No hace mucho tiempo, regresaba a mi casa de noche, sobre las 10 de la noche, aun me quedaban 200 kilómetros, trabajo con un camión y tengo 27 años, me acompañaba una hermana de mi suegra, Matilde, una mujer de 60 años, con el pelo blanco, pero aun de buen ver, regresaba después de hacer una entrega de mercancía, Matilde venia a pasar, unos días con su hermana, ella vive en la ciudad en la que entregue la mercancía y venia conmigo, así el viaje le salía gratis.
A 200 kilómetros de mi pueblo, nos sorprendió un buen aguacero, una lluvia muy fuerte, con vientos y con truenos, el cansancio también hacia mella, así que decidí parar en un parador que hay en la carretera y esperar a que el tiempo amainara. Con la mala suerte de que solo había una habitación disponible, eso si con dos camas, acepte pues el otro parador estaba a mas de 30 kilómetros. Y el tiempo no estaba como para aventurarse por la carretera.
Después de cenar, el tiempo seguía empeorando, seguia lloviendo y el viento era mas fuerte, los truenos cada vez sonaban mas cerca.
Subimos a la habitación y acordamos que primero se duchaba uno y después el otro, cada uno eligió una cama y así lo hicimos, primero se ducho ella y se metió en cama, después entre yo me duche y me puso a dormir,
En poco tiempo, teníamos la tormenta encima, los truenos eran cada vez mas fuertes y los relámpagos más luminosos, era imposible dormir y desde la ventana de la habitación del motel, se veía iluminado con los relámpagos el cementerio del pueblo, con la luz azulada de los relámpagos daba un aspecto fantasmagórico, todas las filas de cruces alineadas.
Matilde que se había levantado de la cama, y solo tenia puesto una camisa y una toalla, al acercarse a la ventana y observar el panorama se asusto de tal forma que ya quería marcharse de allí, me costo convencerla que así no se podía conducir, cerré la ventana y me volvió a mi cama.
Matilde tenia miedo y se metió en mi cama, pues tenia miedo, al trueno y a lo que se veía por la ventana, mi suegra siempre decía que su hermana era muy miedosa, un fuerte relámpago nos dejo sin luz eléctrica y aquí el miedo aumento, se abrazo a mi con un fuerte abrazo, empecé a sentir como me rozaba su ropa interior, un sujetador de seda y una braga y poco a poco comencé a empalmarme, ella lo debió de notar, pero yo también la abrace y comencé a buscar sus labios, los encontré y los bese, los dos primeros no tuvieron respuesta, el tercero tuvo una tibia respuesta muy lejana. Comencé a hablar con ella y se excusaba diciendo que era una persona muy mayor, tenia 60 años, estaba separada desde hacia 6 años y no quería saber nada del tema, tome con suavidad su mano y la puse en mi pene, lo agarro con suavidad, le pedio que me hiciera una paja, para salir del apuro, se coloco a mi derecha, se puso de lado apoyando su pecho sobre el mío y con su mano comenzó a subir y a bajar la piel de mi pene, comenzó a pajearme con suavidad, pero ella sabia lo que hacia, esto se fue convirtiendo en cariño, y poco a poco comencé a dar pequeños quejidos de placer, a decirle palabras agradables y a comentarle que nunca nadie me había hecho una paja también, ella seguía despacio, fui bajando mi mano poco a poco y llegue a tocar suavemente su vagina por encima de su braguita, comencé a acariciarle despacio con suavidad pero con ganas por agradecimiento, ella estaba dándome mucho placer con su mano, cuando estaba a punto de correrme literalmente hablando, le pedí si se colocaba encima mía, acepto pero con la condición de que no se quitaba las bragas, se coloco encima mía y yo coloque mi pene entre sus piernas, ella las cerro con fuerza y comenzamos a movernos despacio, mi pene subía y bajaba entre sus piernas, me estaba dando un gusto especial y el morbo de estar haciendo esto con una mujer mayor y de pelo blanco me ponía a 100 por hora, nos movíamos acompasados y despacio, ella si sabia hacer el amor, acercando mis labios a su oído le susurre muy despacio: “cariño si me dejases quitar la braguita te comía el coñito”, para y me dijo :”júralo que lo haces”, se lo jure.
Se levanto de la cama y se quito la braguita y el sujetador, se coloco en la cama y tuve que cumplir con mi promesa de comer o lamer su coñito, recién lavado, comencé a lamer despacio, suave y con la punta de la lengua, así estuve como unos diez minutos, después tomo mi pene lo metió en su boca y estuvo unos 5 minutos pajeandolo y lamiéndolo, hasta que no pude mas y la penetre, ella siempre encima y yo debajo, en cuando mi pene comenzó a subir por aquel coñito, comenzó a notar un calor, y calor fuerte y un caño estrecho, quedaba muy bien sujeto, comenzamos a movernos despacio, sincronizando el movimiento de nuestras caderas, despacio, con las bocas juntas y las lenguas enlazadas, así debimos de estar unos 20 minutos, hasta que comenzamos a gemir con fuerza, yo notaba como cada vez aumentaba su velocidad en los movimientos y me abrazaba con mas fuerza, al tiempo que gemía con ganas, hasta que llegamos al final con un buen gemido y después de unos segundos creo que inunde con mi semen todo el interior de aquella vagina abandonada, quedamos abrazados y me dio varios besos, creo que de agradecimiento, esta noche hice el amor con ella otra vez mas.
Por la mañana volvimos a la carretera y no volvimos a hablar de este tema, pero lo que comenzó con una paja, acabo siendo un buen polvo.
Datos del Relato
  • Autor: IBARRURI
  • Código: 16308
  • Fecha: 28-03-2006
  • Categoría: Maduras
  • Media: 5.81
  • Votos: 54
  • Envios: 2
  • Lecturas: 5847
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