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Mi nombre es Luis y voy a contaros lo que me sucedió el último fin de año.
Mi pareja (a la que llamaré Luisa) y yo nunca hemos disfrutado de una vida sexual activa, por lo que frecuentemente había malas caras por mi parte, pues estaba harto de tener pareja estable y no parar de pajearme para satisfacerme. Parte de nuestro problema radicaba en que la mayoría de las veces yo era rápido alcanzando el orgasmo, por lo que ella quedaba insatisfecha.
A mediados de diciembre, le presenté un escrito donde le describía una de mis fantasías. Sabía que también era una de las suyas, aunque le costara reconocerlo abiertamente. En ella describía como me imaginaba a mi pareja en la cama conmigo, acompañados por otro chico. Pensaba que de esta manera, nuestro invitado podría darle el placer sexual que no alcanzaba solo conmigo.
Después de haberlo leído, me preguntó si realmente quería realizar esa fantasía. Cuando le conteste que sí, empezó a besarme apasionadamente y me llevó a la cama, donde hicimos el amor salvajemente.
El caso es que decidimos pasar el fin de año fuera de nuestra población, para variar un poco, así que buscamos un hotel en un sitio cercano pero suficientemente alejado de nuestra casa (unos 100 Km.) donde celebrar nochevieja.
Aquella noche cenamos muy gustosamente y luego nos fuimos a una de las numerosas fiestas populares de la población donde estábamos, en ella pudimos beber y bailar durante un buen rato. Cuando esperábamos que nos sirvieran bebidas en una de las barras del local, Luisa me recordó la fantasía que había escrito, preguntándome si estaría dispuesto a cumplirla. Asentí con la cabeza y sonrío. Bebimos rápidamente las copas y volvimos a la pista de baile.
Al momento, Luisa me indicó un chico con la cabeza, no me pareció el indicado, así que busqué con la mirada y le indiqué otro. Este no fue de su agrado. Al rato, me indicó otro. Era bien parecido, y dejaba entrever que estaba fuerte, sin músculos exagerados y cosas por el estilo. Acepté. Me acerqué a él y apartándolo de sus amigos le expliqué lo que buscábamos. Él buscó a Luisa con la mirada y me dijo que estaba de acuerdo. Nos acercamos a mi pareja y les presenté. Se llamaba David. Estuvimos charlando un buen rato en la pista, a fin de romper el hielo que se había producido entre los tres. Luego les pregunté si les apetecía que nos retiráramos al hotel. Asintieron con la cabeza.
Cuando llegamos al hotel, dejamos las chaquetas en una de las sillas, y serví unas copas de champán. El nerviosismo seguía reinando entre los tres. Bebí de un trago mi copa, pasando a acariciar la espalda de Luisa, que también se bebió la suya de golpe. No empezamos a besar, primero suavemente, luego introduciendo nuestras lenguas hasta lo más profundo de las gargantas.
David se nos acercó lentamente y empezó a acariciar a Luisa. Primero su espalda, luego sus costados, su cadera. Introdujo sus manos entre nuestros cuerpos, agarrando con firmeza los pechos de la chica que al notarlo se dio la vuelta quedando cara a él.
David la cogió por la cintura y la besó fuertemente. Ambos se excitaron mucho. Yo noté como mi miembro alcanzaba su máxima dureza. David le desabrocho la blusa a Luisa, y yo procedía a desabrocharle el sujetador, dejando sus pechos al descubierto. Al chico no tardó en lamerlos y agarrarlos con sus manos. Yo, mientras, liberé a Luisa de las prendas desabrochadas. La chica desabrochó la camisa de David, acariciando su pecho.
En este punto Luisa no indicó que todos debíamos pasar primero por la ducha, así que desfilamos uno a uno. Mientras yo estuve lavándome, no dudo que ellos dos se prodigaron en besos y toqueteos, al igual que Luisa y yo cuando era David quien ocupaba el baño. Luisa fue la última en ducharse. Mientras lo hacia, David y yo desalojamos la cama de cualquier objeto inútil. El miembro de David era más largo que el mío, aunque de un grosor similar.
Cuando Luisa salió del la ducha, encontró a David tumbado en la cama, por lo que se dirigió a la misma, y arrodillada y con el culo en pompa, empezó a chupársela suavemente mientras se la agarraba con una de las manos. Yo, por mi parte, empecé a acariciar el cuerpo de la chica. A Luisa no le gusta que le acaricien el clítoris de golpe, requiere un cierto tiempo para acostumbrarse.
La chica seguía comiéndose el miembro de David, así que decidí comerle el coño, introduciendo mi lengua en su interior. Cuando noté que estaba muy húmeda, me situé tras ella y le clavé mi verga hasta lo más profundo. Un gemido salió de su garganta, pero siguió en su labor, introduciendo más, si se podía, la polla de David en su boca.
Mis vaivenes eran rápidos y provocaron que Luisa chupara con más fuerza el miembro de David mientras con una de sus manos se masturbaba. El chico tenía los ojos cerrados y mostraba una cara de placer que para que contaros. Al rato, notando que me iba a correr, dejé de moverme, apretando mi cuerpo contra el de la chica, que seguía comiéndose a David, hasta que este empezó a gritar y a decir que se corría, que por favor no parara de chupársela. A Luisa nunca le ha gustado notar el semen en su boca, así que se retiró y siguió masturbándole con la mano, hasta que derramó toda su leche sobre su vientre, mojando también su mano.
Mientras David se limpiaba con unos pañuelos de papel, Luisa me invitó a seguir penetrándola hasta correrme, así que le hice caso. Empujaba con todas mis fuerzas, pues estaba muy excitado por ver a mi pareja mamándosela a otro hasta correrse, cosa que a mi no me había hecho nunca. Mi cuerpo chocaba fuertemente contra su culo hasta que no pude mas y sujetándola fuerte por las caderas, me corrí abundantemente depositando todo mi esperma en su interior.
Después de pasar los tres nuevamente por la ducha, David cogió a Luisa de la cintura y la tumbó en la cama cara arriba. Él se inclinó sobré ella, separando sus piernas y acercando su lengua al clítoris de la chica. Ella agarró la cabeza del chico y la acercó lentamente. El gemido de ella y el leve movimiento de cadera, me hizo entender que David había empezado a comerse aquella sabrosa almeja, que seguro volvía a estar húmeda y preparada para ser penetrada.
Excitado y erecto de nuevo, situé mi miembro a la altura de la cabeza de ella para que me la chupara, cosa que ella declinó. Quería ver como David le comía el coño, así que abrió sus piernas todo lo que pudo. Al rato de contemplar como el chico gozaba del sexo de mi pareja y de oír los gemidos de ella, David empezó a besar las ingles de Luisa, para pasar luego a lamer la cintura, el vientre e ir subiendo hasta mordisquear levemente los pezones. Luisa intentaba abrazar a su amante, pidiéndole que la penetrara de una vez.
Él le hizo caso, y tras colocarse un preservativo, acercó su miembro al túnel del placer de Luisa, que lo dirigió con la mano hasta su entrada. Una vez situada en su lugar, David empezó a moverse lentamente, profundizando cada vez más la penetración, hasta que sus testículos se apoyaron sobre la piel de la chica. Los movimientos de cadera empezaron a ser cada vez más rápidos. Los brazos de la chica rodeaban el cuerpo de su amante. Volví a acercar mi miembro a la boca de Luisa. Esta vez lo aceptó.
Chupaba con fuerza mientras su garganta soltaba leves gemidos de placer a cada empujón de David, que besaba el cuello de la chica. De nuevo, los gritos de él anunciaron su eyaculación. Se corrió en su interior, pero la chica no lo notó por el preservativo. Viendo que David ya no podía moverse en su interior, le indicó que saliera y que yo ocupara su lugar. Me situé entre las piernas de Luisa y la penetré fuertemente. Estaba tan mojada que no ofreció ninguna resistencia.
Mis empujones fueron fuertes y rápidos. Intenté cambiar de posición pero la chica no tenía intención de moverse, quería notarse poseída y dominada de esa forma, así que seguí moviéndome con fuerza. Los gemidos de ella eran cada vez más fuertes y seguidos. De repente, todo su cuerpo empezó a sufrir convulsiones. Me abrazó lo más fuerte que pudo y me pidió que no parara, que pensaba que iba a correrse. Empujé unas veces más y le dije que iba a terminar. Me pidió que así lo hiciera. Volví a correrme en su interior. Mi semen ocupó de nuevo todo el espacio de su sexo.
Mojamos la cama pero eso era lo de menos. Lo realmente excitante era que habíamos gozado mucho, y que por primera vez estaba convencida de haber logrado un orgasmo. Ahora, nuestras relaciones son mas frecuentes y mejores, aunque no hemos realizado más fantasías. Nos complementamos con un vibrador, que ocupa el lugar de David.
No sé, quizás algún día le entregue otra de mis fantasías, aunque esta vez el invitado será femenino. ¿Vosotros que creéis?
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