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Categoría: Fantasías

La Tigresa

Llegó alegremente como todos los días de su trabajo. Cenó algo liviano y se sentó frente a su computadora: una rutina que se había convertido en algo más que eso desde que La Tigresa entró en su vida. Como todas las relaciones virtuales, conoció a La Tigresa en una sala de chat general. Le impactó de inmediato su alias y la abordó. Pero ella lo rechazó aduciendo que estaba ocupada. Como él no tenía nada que hacer continuó abordando a otras chicas, pero sin perder de vista a La Tigresa. Mientras prometía hacerlas sentir inigualables sensaciones La Tigresa salió de la sala. Aceptó con algo de decepción el no poderle hablar, pero se prometió a si mismo que la buscaría hasta encontrarla. La usuaria con la que estaba hablando le describió como lo seduciría y fue tan bueno su uso de la palabra que empezó a sentirse incómodo dentro de sus pantalones. Como estaba solo en casa no dudó en quitárselos mientras se lo comunicaba a su compañera de juegos. Ella no dudó en llevar más allá su seducción. Ella le pidió que se tocara mientras le decía como dibujaría con su lengua cada forma de su rígido miembro. Cerró los ojos y se dejó llevar...

Ella tenía el cabello largo, castaño cobre que refulgía como fuego cuando lo movía. Tenía los ojos color esmeralda, oblicuos, pero había algo raro en su iris que no lograba fijar. Su piel era tersa, color marrón, pero en ellas, rayas ocres, decoraban toda su superficie... “¡Ah!”, se dijo, “estoy pensando en La Tigresa”, mientras la veía avanzar hacia él con su alargado iris y contoneo de felina...

Tocando su erecto miembro que en su completa manifestación medía alrededor de unas nueve pulgadas, sentía recorrer por su piel escalofríos de placer. Mientras su cyber compañera de juegos escribía, él realizaba su propia fantasía. Ella le decía que mediría su grosor con sus labios y que la tragaría toda. Él lo dudaba, pero la simple idea de que le pudiera entrar todo dentro de su boca y garganta, hacía que sus redondos testículos agonizaran de gusto. Los acariciaba y masajeaba con placer para alargar el momento. Ella le decía que los chuparía: él lo deseaba con todas sus ganas. Y mientras deslizaba la piel que apenas lo cubría de arriba abajo y de abajo a arriba, imaginaba como La Tigresa se le acercaba y lamía su bien mojada punta mientras le miraba con esos irises que le hipnotizaban. Subió lamiendo por su vientre, su pecho, hasta llegar a su cuello. Ésta lo agarró entre sus dientes y por unos segundos temió... mas ella solo sujetaba sin apretar, como una presa recién cazada. Tuvo que apretarse bien su verga para detener la incipiente eyaculación. Ella lo sujetó un poco más para luego soltarlo y llegar a su boca. Se detuvo en su boca y lo olfateó. Él jadeaba de puro deseo y mientras ella aspira sus jadeos, entierra las uñas en su pecho y las arrastra hasta su pelvis sin cortarle. Él gime y tiembla de pasión cuando al llevar a su pelvis sus uñas agarra con ambas manos su extremidad dura y palpitante. Viéndolo gemir le olfatea más hasta lamer sus labios poco a poco, suave, sin prisa. Se detiene y les da un pequeño mordisquito mientras aprieta entre las manos su virilidad.

Ya encima continúa explorando con su lengua la boca mientras frota su pelvis con la de él. Excitadísimo abre su boca completamente y le entrega su lengua la cual ella mama golosamente. Está al borde de venirse, pero La Tigresa lo siente y cambia de estrategia, como cuando un gato se divierte con un ratón. Separa su boca de la de él, lo mira con curiosidad y sigue con la vista las marcas que sus uñas han dejado. Detiene su vista en sus nueve palpitantes pulgadas y le asesta un toquecito con una de sus manos para verla balancear. Se inclina ante ella, la olfatea y lame sus entrepiernas y sus testículos. Mientras él da roncos alaridos, se acomoda encima de él de nuevo exponiendo su sexo en su cara. Lame lentamente la longitud de su miembro y disfruta el líquido que de su punta sale copiosamente. Él sin poder aguantar un segundo más hunde su cara y lengua en sus mojadas y mullidas profundidades. La Tigresa le acerca mas su sexo y ronronea de puro gusto. Y mientras él que se deleita de su jugoso sexo, ella deja de lamer su punta y empieza a engullirlo pulgada a pulgada.

Es tanto su deseo que un chorrito de leche se le escapó y ella no perdió tiempo en tragarlo, saborearlo y continuar con su tarea. Una pulgada más... otra... y en su mente, “aguanta”, ”espera”, ”ahora no” son comandos que su cuerpo se resiste a seguir... Ella se recuesta sobre su vientre y tórax y continúa avanzando. Siente sus labios acercarse más y más a su meta, se siente completo, la cabeza le zumba con fuerza. Ella se lo desliza más adentro y él ya casi siente sus labios en la base de su pene, su meta deseada. Cuando al fin los labios envuelven la base de su verga otro chorrito de leche se escapa y baja directamente por la garganta de ella. La muy ladina rápido se separa antes de que la expulsión sea completa y le mira a la cara. Miles de brillantes gotas de sudor coronaban su frente, el esfuerzo era sobrehumano. Ella le acerca la cara y comienza a acariciarla con la suya mientras él respira poco a poco para liberar la tensión existente. No sabía cuáles eran las intenciones de La Tigresa, pero deseaba ya que acabara con su dulce suplicio.

Ella sosteniéndose en sus brazos y rodillas se voltea ofreciéndole su sexo y él ya no puede más y se desliza suavemente dentro mientras ella lo recibe con un gemido que parece más un gruñido. La cabalga acompasadamente mientras ella gruñe. Aún no sabe por qué, pero en su frenesí la agarra por los cabellos, la levanta sin romper su penetración y la muerde en al nuca mientras dispara a chorros calientes de semen por el tanto tiempo contenido. Y mientras pulsa su miembro con cada chorro, el interior de ella le aprieta espasmódicamente mientras escucha un fuerte sonido gurutal que asemeja a un rugido. Él no la soltó hasta que el cuerpo de ella se desplomó exhausto y dando pequeñas convulsiones. Y mientras ella reposaba apaciblemente la admiraba fascinado por las rayas que adornaban su cuerpo. Las frotó con firmeza, creyéndolas pintadas, pero éstas no cedieron. Las examinó con cuidado para ver si eran tatuadas. La verdad era que parecían ser naturales, pero esto no podía ser, claro que no. Asi que se acuesta al lado de ella y cierra los ojos.

Cuando los abre ve que en el monitor de su computadora que la chica con la que estaba hablando le había abandonado después de numerosos ¿estás ahí? y su vientre y muslos estaban llenos de su viscoso semen. Cuando se disponía a levantarse para asearse observa que La Tigresa estaba en línea y estremeciéndose por la intensa corrida causada por ese nick le aborda y pide charlar con ella. Le pidió un instante el cual aprovechó para limpiarse y enseguida comenzó una amena charla que terminó en una cita. Llega nervioso el día de su cita y se decepciona un poco al poder comprobar que el cabello de La Tigresa era castaño oscuro, no cobrizo como lo imaginaba. Riéndose de si mismo aceptó el hecho de que aquello era solo una fantasía y que debía lidiar con La Tigresa tal y como era. Tenía la piel oscura, eso si y llevaba puesto una camisa de manga larga anudada coquetamente a la cintura y con varios botones sueltos que revelaban la curva de sus rellenos y exquisitos pechos. Un pantalón negro le acompañaba junto a unos zapatos de tacón alto. La conversación, una algo fría al principio, luego se torna en casual y terminó tan jocosa que le dolía la barriga de tanto reírse. Llega el momento de la despedida y prometen verse otra vez, cosa que ambos saben nunca se pasará. Ella se pone de pie, se inclina graciosamente y se voltea moviéndose con un sensual contoneo de caderas que le hace sentir cosquillas allí donde le gusta. Se vuelve hacia él y levanta la mano para decir adiós revelando su piel morena. Una feroz erección se levantó en sus pantalones cuando una raya de color amarillo ocre se revela en la piel de su espalda justo cuando se voltea y continúa su camino...
Datos del Relato
  • Autor: Jade_4
  • Código: 2867
  • Fecha: 02-06-2003
  • Categoría: Fantasías
  • Media: 5.35
  • Votos: 52
  • Envios: 7
  • Lecturas: 1878
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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4 comentarios. Página 1 de 1
Alfer
invitado-Alfer 26-01-2005 00:00:00

No se puede relatar mejor, en menos tiempo_espacio esa sensación de internet, de globalización, de acercamiento a los sentidosn a través de la pantalla; fría casi siempre, espeluznantemente calentona en este caso. Felinidad tremendamente rica de esa tigresa, su elasticidad. su manera de decir "aquí estoy. ¿Eres capaz de seguir mi compás?. "No nos queda más que batirnos", comentó Quevedo a su amigo el Capitán Alatriste. Parafraseo: "No me queda nada que batieme ya".-

cesar
invitado-cesar 19-07-2003 00:00:00

creo que fue un cuento muy interesante...tambien creo que son cosas que pasan frequentemente en la red...todo por satisfaccion..en final es un cuento entretenido y exitante...pero tener en mente una fantasia,...

Eddy García
invitado-Eddy García 03-06-2003 00:00:00

Eres fantastica narrando estos cuentos, lo que me he preguntado siempre ya lo has respondido tu, ese fuego no solo existe en tus letras, eres capaz de volver el agua en vapor, delicitaciones

Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 03-06-2003 00:00:00

Soy tu fans desde tu primer cuento, ya que estimo que eres una excelente escritora, lo que ratificas con este cuento. Felicitaciones.

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