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Categoría: Maduras

La tía pocha

Esto es algo que me sucedió ya hace unos cuantos años, cuando apenas tenía 13 años de edad.-



A los 12 había ocurrido un cambio fundamental en mi vida, había pasado de la niñez, de los juegos infantiles, de no interesarme una chica que no fuera capaz de seguir mis juegos, a empezar a verlas de otra manera, a apreciar sus formar, a tener ganas de tocarlas a descubrir el sexo. Por supuesto, descubrí la masturbación y me mente febrilmente comenzó a pensar en las chicas y las cosas que me gustaría hacer con ellas. Me moría por concer el cuerpo de ellas, de ver a alguna desnuda, en fin, todo lo que las hormonas adolescentes le hacen a uno. Pero paralelamente tenía un gran problema. Porque al contrario de lo que ocurría con algunos amigos mios que evidentemente habían experimentado el mismo cambio, a mi me resultaba sumamente dificil encarar una conversación con las chicas, hacerlas interesarse en mi, poder hablar con ellas, cuando trataba una charla, bacilaba, tartamudeaba en fin todas esas cosas que lo único que producían es que las chicas no quisieran darme bolilla.-



Mi madre tenía en el barrio donde vivíamos una amiga, que tenía el sobrenombre Pocha. Como Pocha me conocía desde que era un bebé, yo la llamaba la "tia Pocha". Tenía la misma edad que mamá, es decir que a la época de este relato tenía 41 años. Estaba casada pero nunca había tenido hijos así que recuerdo que conservaba un cuerpo muy atractivo en el que se destacaba sus grandes y atractivos pechos.



Una tarde de verano, mi madre me envió con un recado para la tía Pocha. Fui a su casa preparado para ir luego a jugar al fútbol, es decir que iba con remerita, un pantaloncillo corto, medias y zapatillas. Cuando llegué a la casa de tia Pocha llamé pero nadie contestó mis llamados. Era extraño, pero en otras ocasiones había ocurrido, así que como tenía confianza entré directamente a la casa por una portezuela que había al costado. Una vez dentro llame pero nadie me contestó, solo sentí un sollozo que provenía del living de la casa. Me asomé en el mismo, desde la puerta observé que allí estaba la "tía" Pocha, sentada en el sofa, a mi me llamó la atención porque solo tenía puesto un camisón bastante corto, que permetía apreciar una porción bastante generosa de su apetecible cuerpo, recién después reparé que estaba llorando. Frente a ella, sobre la mesita de la sala había un papel. Me acerqué más por la primera circunstancia que por la segunda. Cuando estuve a su lado ella levantó la vista, pareció que intentaba decirme algo, pero un nuevo ataque de llanto le impidió hablar. Atrevidamente tomé entonces el papel que había sobre la mesa, era una carta que una mujer había escrito a su marido. En ella describía su satisfacción por las relaciones que habían tenido. Había llegado a las manos de la tía Pocha una evidencia de que su marido la engañaba.-



Luego de leer la carta la dejé sobre la mesa, ya medio conmovido por las intimidades que allí se contaban, en ese momento, estaba al lado de Pocha, de pie, mientras ella permanecía sentada en el sofa, de tal modo que desde arriba podía yo ver gracias al generoso escote de su camisón gran parte de sus grandes pechos. Nada de lo que ocurría allí me interesaba salvo la visión que tenía.-



En eso, en un gesto de desdesperación, llorando desde donde estaba Pocha me abrazó. Sus brazos rodearon mi cintura y sin querer fue a apoyar toda la exquisita blandura de sus senos a la altura de mis genitales. Sentí entonces la presión de sus pechos en mi pene, para colmo los sollozos provocaban en Pocha un movimiento que produjo en mi dos consecuencias fundamentales. La primera sentir como la sangre se acumulaba en mis sienes y una sensación de calentura incontrolable me dominaba, la segunda, lógicamente, que el pene se endureciera. El pito se me paró haciéndose evidente en mi pantalón. Cuando la tia Pocha sintió la dureza que había entre sus pechos, se alejó de mi cuerpo, como extrañada, mirando hacía donde mi erección se hacía evidente:



.- Pero... que... que... pasa.- dijo Pocha, olvidándose un poco de su llanto, y cuando se dio cuenta de lo que había ocurrido, levantó su vista hacia mi y me miró a los ojos y entonces dijo:



.- ¡Oh!, ¡perdoname!, no me di cuenta, oh Dios cuanto has crecido, es que como te conozco de chiquitito, me cuesta darme cuenta lo que has crecido, y que te estás poniendo todo un hombrecito.- luego de eso se quedó mirándome, con una mirada un poco extraña, pero ya no lloraba, de todas formas esa mirada había hecho que la erección desapareciera al instante, pensé que iba a venir un reto o una amenaza de contarle a mamá. Al contrario, lo que vino fue una muy agradable sorpresa:



.- Decime, ¿alguna vez le viste los pechos a una mujer?.-



.- No –contesté muy timidamente yo.-



.- ¿Te gustaría vérmelos?.- yo solo atiné a asentir con la cabeza.-



Pocha tomó los tirantes de su camisón, deslizándose por los brazós, y se lo arrolló a la altura de la cintura. Dejó a la vista un par de enorme pechos, que pendían hermosos y se coronaban con dos pezones proporcionalmente inmensos. Me los quedé mirando boquiabierto. Pocha tomó mis manos en las suyas y me las apoyó en cada uno de sus senos.-



.- Dale amorcito, tocamelas todas.-



Yo comencé a acariciar con ganas, esa piel suave y tibia, era literalmente tocar el cielo con las manos, al principio solo rozé con la yema de mis dedos esa piel hermosa, pero después comenzó a amasar y sobar esos pechos maravillosos, logrando con ello que tía Pocha echara su cabeza hacia atrás apoyándola en el respaldo del sofa, con los ojos cerras, la boca entreabierta de la cual asomaba la punta de su lengua y suspirara placenteramente, suspiros que reemplazaron a partir de ese momento los anteriores sollozos. Advertí como mis toqueteos hacían que los enormes pezones se pusieran más enormes aún, concentré mis caricias en ellos, me encantaba la dureza de esos piquitos atrayantes, además no tarde nada en comprobar que eso producía en la tía Pocha más suspiros de placer.-



.- ¡Ay!, mi nenito, ¡como te gustan las tetitas de la tía!.- dijo Pocha antes de moverse hacia delante y volver a abrazarme de la cintura del mismo modo que había hecho al principio cuando todo había comenzado, En esa posición no pude seguir con mis caricias, que así me concentré en sentir como la tibieza del pecho de la mujer se trasmitía a través de la tenue tela de mi pantalocillo de fútbol. Pocha me abrazó con fuerza, pegándose a mi, y luego comenzó a frotar su pecho contra mi pantalón logrando que nuevamente tuviera una terrible erección. Cuando ella la sintió volvió a separarse y mirar y una vez que comprobó que la tenía parada, tomó mi pantaloncito de la cintura y comenzó a bajármelo. La erección era más evidente en el slip, mi tía mientras tanto me hizo pasar los pantalones por los pies quitándomelo del todo, luego me sacó ella misma el calzado y las medias, y finalmente me bajó el slip y me lo quitó, dejándome únicamente con la remera puesta. A su vista quedó mi erección, mi pene no había adquirido aún el buen tamaño que de adulto tengo, pero lo cierto es que al menos se mantenía firmemente duro y erecto. La tía Pocha lo miró un instante y luego volvió al abrazo. Esta vez sentí la piel de sus tetas, cubriendo, empollando mi pene y mis huevos. Ella misma se movió de modo tal que mi verga parada quedara en el canal existente entre sus dos grandes senos y comenzó a moverse de modo que se deslizara por él. Instintivamente yo también comencé a mover mis caderas. Lo cierto fue que no duré mucho y enseguida comencé a derramarme terriblemente en el pecho de mi tía postiza y experimentando un placer indescriptible.



Pero en cuanto la última gota de mi eyaculación cayó en el cuerpo de la tía Pocha, sentí miedo pensando que al haberla ensuciado así, ahora si que iba a provocar su enojo. Yo mismo asustado deshice el abrazo moviéndome hacia atrás y mirándola fijamente para tratar de adivinar el tipo de reacción que tendría. Pero ella no me dijo nada, tan solo volvió a recostarse en el respaldo del sofá, suspirando. La escena me parecía maravilloso, la tía Pocha recostada con sus pechos desnudos y todo mi semen sobre ella, chorreando hasta su vientre, empapando su camisón. De todas formas yo seguía intranquilo:



.- Perdoname, no quise ensuciarte, no me di cuenta –traté de anticiparme ensayando la disculpa. Entonces ella me miró y me dijo:



.- No amorcito, no te preocupes, lo que te ha pasado es totalmente normal y además yo quería que me acabarás en las tetitas, ¡cuanta lechita que tenías!, eso sí, vamos a tener que ir a lavarnos.-



La tranquilidad y alegría que sentí al escuchar estas palabras no puede describirse estaba realmente eufórico. En ese momento la amiga de mi mamá se puso de pie y tomándome de la mano me condujo al baño. Una vez allí Pocha se quitó el camisón quedando ante mi con su bombacha como única prenda. Era una bombacha de las que usaban las mujeres grandes en la epoca, de algodón, pero con caladito, no sería una lingerie erótica, pero para mi ver a la tía Pocha solo en bombacha era una emoción muy fuerte, ya parecían demasiadas emociones para un día, y sin embargo la cosa recién empezaba. Ella se inclinó sobre el lavabo del cuarto de baño y abrió la canilla, sus senos quedaron colgando sensualmente sobre la pileta y luego ella comenzó a lavárselos, así, delante mio; una vez limpia, luego de secarse el torso, me condujo a mi sobre el lavabo con la excusa de lavar mi pene, primero me quitó la remera –que era la única prenda que me quedaba puesta- con la excusa de que se podía mojar, dejándome completamente desnudo. Luego tomó el pene en sus manos y comenzó a lavarlo. Lo limpió, es cierto, pero también con sus toqueteos hizo que se me volviera a parar.-



.- mi amorcito se te paró de nuevo –comentó con desparpajo ella- estás hecho todo un hombrecito como dije. Me secó el pito con movimientos que me estimulaban más y más. Después tomándome nuevamente de la mano, como a un chico me volvió a llevar al living.-



.- Sentémonos a descansar. –me dijo haciendo que me ubicara en el sofá al lado de ella. Entonces pasó un brazo por mi hombro, acercándome a su cuerpo y con la otra comenzó a darme una excitante caricia en mi pecho mientras me decía:



.- Pensar que cuando eras chiquitito también te veía desnudo, pero ahora te has puesto tan hombrecito y tan lindo.- y mientras decía eso continuaba con sus caricias, que ya llegaba a mi vientre y más abajo, con sus dedos tironeó dulcemente mi vello púbico y luego me tomó y acarició el pene.-



.- Tenés una pijita hermosa, me dan ganas de darle un besito, ¿puedo?.-



.- ¡Si, claro! –le contesté yo.-



Entonces ella se inclinó decididamente sobre mi vientre y sosteniéndome el pene con una mano me besó la punta del glande, tocando con la punta de su lengua el ojito por el cual recién había expulsado el semen que había caído en su pecho.-



.- Mmmm –hizo mirándome a los ojos- otro.



Volvió a agacharse, pero esta vez no fue un beso, con su lengua lamió por unos cuantos segundos mi glande, no podía dar crédito a lo que me estaba pasando, sentía un placer y una felicidad indescriptible.-



.- Mi amorcito, que rica está –me dijo- está hermosa para chuparla un ratito.-



Se inclinó y sentí como apoyaba sus labios en la punta de mi glande, luego percibí el tironcito de la succión hasta que toda la cabeza de mi pene quedó abrigada por la tibieza de la boca de la tía Pocha, la sensación era maravillosa. Pocha succionó y casi todo mi pene quedó dentro de su boca y desde allí comenzó a chupármelo con verdadera pasión, ¡que hermoso era sentir eso!. No podía creer mi suerte, recostado desnudo en el sillón sentía como inclinada sobre mi regazo la "tía Pocha" chupaba con verdadera pasión mi pene. Mi excitación subía al sentir los sonidos de la succión y los gemidos ahogados que allí abajo emitía la mujer. Instintivamente comencé a mover mi pelvis ayudando a la penetración y salida rítmica de mi miembro de la tibia boca de Pocha, al mismo tiempo estiré una mano y comencé a acariciar nuevamente las grandes y desnudas tetas de ella. Por un rato nos mantuvimos satisfaciéndonos mutuamente de ese modo hasta que sentí que mis testículos se tensaban preanunciando una nueva eyaculación. Mi pene vibró en la boca de la "tía Pocha" y ella, mujer experta al fin advirtió mi proxima acabada y como si quisiera adelantarla me hizo sentir el aumento de la presión de sus labios alrededor de mi instrumento y succionó también con fuerza; me sacudí y comencé a descargar muchísimos chorros de leche, leche que la tía Pocha me chupaba como si se tratara de una mamadera, inclusive sentí el ruido que hizo su glotis cuando con naturalidad ella se tragaba mi leche. La "tía" no paró su chupada hasta que ya no fue capaz de sacar una gota más de semen de su chupete. Recién entonces se incorporó y se sentó normalmente recostándose en el sillón, inclinó la cabeza sobre el respaldo y mirándome sonriente me dijo:



.- Me encantó tu leche y la cantidad que me diste, ¿te gustó como te la chupé?.-



Yo solo atiné a sonreirle. Ella me tomó dulcemente de la mano y me dijo:



.- Acompañame, vamos a dormir "la siesta".-



.- ¿Llevo algo para vestirme?.- pregunté con inocencia.-



.- No, no hace falta porque yo me voy a sacar la bombachita así nos acostamos los dos desnudos, ¿qué te parece?.- Esto me lo decía mientras ya llegabamos al costado de la cama matrimonial de la "tía Pocha".-



.- Bien –le contesté yo.-



Se puso de espaldas a mi y comenzó a bajarse la única prenda que tenía puesta quedando completamente desnuda tal como estaba yo. Me miró por encima del hombro y me preguntó lasciva:



.- Mirá mi colita, ¿te gusta?



.- ¡Me encanta! –expresé con sinceridad yo mientras no podía alejar la vista de ese culito redondo y firme que se me ofrecía.-



.- Entonces tocalo mi nene, tocale el culito a la tía Pocha, dale manoseámelo todo, el culito de la tía es todo para vos, mi machito hermoso.-



Por supuesto que no podía resistir semejante invitación y me llené las manos con la carne de esas nalgas, de piel suave y tibieza tan agradable. Ella se dejaba hacer, de pie delante mio, tan solo echando la cabeza hacia atrás y suspirando incansablemente. Mis ansiosos dedos se internaron en la parte media de la cola y comenzé a recorrer con mis dedos la zona periférica de su ano, y el orificio mismo:



.- Ah, siiiii!, amorcito, eso me gusta, tocame en el agujero de atrás, ayyyyy!, siii, así, mi machito, ¿te gusta?, ¿qué otra cosa me querés hacer?.-



.- Me gustaría verte la concha –le contesté aunque sin dejar de pasar mis dedos por su ano.-



.- Nunca se la viste a ninguna mujer, ¿no es cierto, mi hermoso?.-



.- No, nunca.-



.- Entonces vení, mi amorcito, que la tía te va a mostrar su concha.- Y dicho estó se dio vuelta. Ver su pubis coronado por el prolijo triángulo de vello era para mí el sumun, pero ella tenía más para mí. Así que se recostó en la cama y abriendo sus piernas me mostró su sexo. La visión de esos labios carnosos, de su tajito, de sus jugos que se veían fluir corriendo en hilillos entre sus nalgas, era para mí algo extraordinario.-



.- ¿Te gusta la conchita de la tía?.-



.- Es hermosa tía Pocha.-



.- ¿Querés verme el agujero?.-



.- ¡Si!.-



Ella se abrió los labios con los dedos y dejó a mi vista la rosada parte interior de su sexo. Con unos de sus dedos, a guisa de puntero me dio una clase de anatomía del sexo femenino; señalando una pequeña pero gordita protuberancia me dijo:



.- Este es el clítoris, a las mujeres nos gusta mucho que nos lo toquen y nos lo besen porque nos caliente muchísimo y también nos hace acabar – luego moviendo el dedo- este es el agujerito por el que me sale el pipí, y este otro agujero es por donde los chicos como vos meten su pija, cuando nosotras las dejamos, claro.-



La consecuencia de semejante lesión de intimidad fue una sola, se me volvió a parar la pija. Empero yo seguía mirando como hipnotizado por el sexo femenino cuando escuché que ella me decía.-



.- ¿Serías capaz de darme un besito en la concha?, a mi me gustaría mucho.-



No lo dudé un instante, me arrodillé al costado de la cama acercando mi boca al sexo de la tía quien a su vez separó generosamente sus piernas para albergarme entre ellas. Por primera vez percibí el olor del sexo de una mujer, me resultó tan agradable. Enseguida bese la concha apoyando mis labios sobre los de ella, los de su sexo, su humedad se mezcló con mis labios y quise conocer su sabor, me pasé la lengua por ellos y me supo al nectar más delicioso que podría haber probado hasta ese momento, instintivamente apoyé la boca sobre la concha de la tía Pocha y me dedique a lamer el juguito que profusamente corría entre sus labios vaginales. Sentí como la "tía" se estremecía y suspiraba casi desgarradoramente. Me di cuenta, a pesar de mi inexperiencia, que lo que le estaba haciendo le agradaba mucho.-



.- Ahhh!!!, siiii!!!!, mi nene, ¡que lindo!, pero ahora chupame el clítoris mi vida, acordate, ese piquito gordito que tengo ahí, dale... eso mi amor!!!... uffff... siiiiii, ah, que divino sos, que divino...



La tía Pocha no paraba de hablar, y todo lo que decía eran cosas que me hacían entender que evidentemente estaba gozando con mi "actividad". Pocha movía su pelvis, se retoricía incansablemente en la cama, seguía suspirando y diciendo cosas de lo bien que se sentía con mi chupada, con sus manos acariciaba mi cabeza y ocasionalmente la presionaba contra su sexo y del mismo modo preanunció un próximo orgasmo, a fuerza de estar chupándole la concha, aprendí que en esos momento los jugos de las mujeres se hacían más abundantes, y a mi me excitaba sobremanera beberlo y probar su sabor. Y así estuve hasta que con gemidos ahogados y ayes de placer, moviéndose frenéticamente tía Pocha tuvo su orgasmo encima de mi cara, dejándomela empapada de su flujo. Solo después de ello separó las piernas de modo que pudiera sacar mi cara de allí, y me invitó a recostarme a su lado. Claro, yo no la tenía grande como la de un adulto a esa época, pero si estaba redura, casi me dolía de las ganas. La tía Pocha lo advirtió me sonrió y me dijo:



.- Bueno, veo que estás listo, que así vení, subite encima mio que hoy me vas a coger toda, te vas a coger a tu tía Pocha.-



Loco de alegría casí me arrojé encima de la tía Pocha, ella inmediatamente abrió sus piernas y me contuvo en sus brazos y yo quedé encima de su cuerpo desnudo, metiendo mi cara entre sus tibias tetas, sintiendo toda la suavidad y calor de su piel. La tía Pocha me acariciaba con sus manos, desde la nuca hasta la cola; yo me prendí a sus pezones y comencé a chuparlos:



.- Ohhh!, mi nene ¡como te gusta chuparme las tetitas!, así más, más, dale amorcito cogeme vida, metémela.-



No es que no tuviera ganas ni hiciera esfuerzo, pero mi desconocimiento y torpeza en ese tipo de actividades hacía que no acertara el lugar adecuado. La tía Pocha metió una mano, me tomó la pija y la dirigió casi maternalmente al orificio.



.- Acá, nenito, aca.-



Yo empujé y sentí como mi pene se metía en una húmeda y tibia cuevita, que lo aprisionaba, ¡que sensación!.-



.- Si, si, toda, metémela todita, ahhh, amor, cogeme, metémela toda, quiero sentir tu hermosa pijita toda adentro, siiii, mi amooooor.-



Yo por supuesto hice caso, y se la metí toda, no lo podía creer, estaba cogiendo a la tía Pocha, y me encantaba cogerme a la tía Pocha, comencé mi movimiento de bombeo, ambos estábamos extasiados, ella con los ojos cerrados, suspiraba y gemía cada vez que llegaba a ponerle todo mi pene y me decía las cosas que transcribí antes, se movía serpenteante sobre la cama y acariciaba sin descansar mi piel. Sus piernas estaban recogidas, como en posición de cuclillas y se movía, ella también, a mi ritmo. Pasamos un rato, no se cuanto y de pronto me tomó la cabeza con sus manos hundiéndola entre sus tetas, donde yo sacaba la lengua y lamía, apretó las piernas contra mis flancos, comenzó a retorcerce más aun:



.- mhhhh, siii, siii, siiiiiiiii, a... aca... boooooooooooooo!.-



Con su orgasmo, su conchita comenzó a contraerse espasmódicamente, apretando y soltando rítmicamente mi pija, la sensación era a la vez maravillosa y excitante y me llevaba irremediablemente a mi propio orgasmo, me moví encima de la tía Pocha frenéticamente y hundiéndo lo más que pude la pija en su cueva, comencé a descargar mis chorros de semen.-



Caí, bastante agotado al costado del cuerpo de la tía Pocha, sobre la cama. Esta se mantuvo acostada boca arriba, con las piernas abiertas, su pecho subía y bajaba con rapidez hasta que recuperó su ritmo de respiración normal. Recién en ese momento la tía giró la cabeza hacia donde estaba yo, mirándo siempre extasiado su cuerpo desnudo, me dedicó una sonrisa y una caricia en mi mejilla.-



.- Mi lindo machito, estuviste maravillosa.-



Nos quedamos un rato, "descansando", la tía Pocha se quedó dormida a mi lado. Entonces yo aproveché y comencé a acariciar todo su cuerpo pasé mis dedos por sus tetas, su cintura, sus nalgas, sus muslos, sus nalgas, su vientre, sus nalgas. Es que ella había girado de costado y yo tenía esa hermsa cola a mi vista, y me atraía de un modo superlativo. Se la acaricié, le acaricié toda la cola, metí mis dedos en la zona más íntima, y allí si la tía Pocha reaccionó:



.- mmmmhhhhh, bebé! –dijo girando la cabeza sobre su hombro y mirándome, viendo que otra vez mi pija estaba bien parada- ¡otra vez!, en que machito se transformó este nene, mhhhhh, ¿te gusta mi cola?.-



.- ¡Sí!.-



.- ¿Mucho, te gusta mi amorcito?, tocame el agujerito, ahhhhh, ¡que lindo!, me gusta lo que me hacés, meté un dedito, mi amor, dale despacito, meté un dedito.-



Yo lo hice, el ano apretó mi dedo e inmediatamente sentí el deseo de experimentar como se sentiría eso en la pija.-



.- Cogeme, mi amor, cogeme de nuevo, haceme toda tuya, cogeme por el culito.-



La tía Pocha se puso boca abajo en la cama levantando un poco la cola, separándose ella misma las nalgas con las manos, de modo que pude observar plenamente el ano marroncito de ella. Me ubiqué entre las piernas de ella, tomé yo mismo mi pene y lo apoyé en el orificio, presioné, me costó un poco entrar, hasta que lo logre, en el momento que mi pija venció la resistencia del culito de la tía Pocha, esta pegó un salto y gimió como sintiendo un pequeño dolorcito, yo seguí con lo que estaba haciendo, es decir, enterré hasta el fondo mi pija en el recto de la tía Pocha. Cuando se la metí toda, hasta golpear mis huevos contra sus nalgas, el suspiro de placer de la tía Pocha fue enorme. Sentí que ella se relajaba y se estiraba boca abajo en la cama, y yo me estiré encima de ella:



.- ¡Que lindo culo tía! –le dije.-



.- Te gusta, te gusta mi amor –yo comencé a moverme adentro y afuera, afuera y adentro- ¡oh siiiiii!, ¡como te gusta mi culo!, ah, mi nene, como te movés, se ve que te gusta mucho hacérmelo por el culo, y me estás haciendo tan feliz, a mi también me gusta mucho, así, seguí cogiendo a la tía, pensar que yo lloraba por mi marido, y ahora tengo un machito mejor que me coge toda, ahhhhh, mi amor, que me importa lo que haga ese tarado si te tengo a vos.-



.- Ahhh, siii tía, me gusta cogerte, me gusta tu culo y me gustó tu concha también –le dije- ¿me vas a dejar cogerte otro día?.-



.- ¡Claro mi amor!, cuando la tía esté sola podés venir y la tía va a estar lista y preparada para que me la metas cuando quieras por la concha y cuando quieras por el culo... y también te la voy a chupar, te voy a chupar mucho la pija y me voy a tomar litros de tu leche, ¿te gusta?.-



.-Sí tía!.-



.- ¿Y esto, te gusta? –me dijo y comenzó a contraer sus esfínteres apretando y soltando rítmicamente mi pija, su recto apretando como una manito mi pene, era algo que me excitaba a términos increíbles. Estaba, por supuesto, en estado de eyacular. En ese mismo momento, la tía Pocha se movía, restregando su clítoris contra la sábana de la cama, produciéndose su orgasmo, cuando este sobrevino, el apretón fue más pronunciado y provocó mi derrame, me salieron chorros interminables, literalmente llené el culito de la tía Pocha. Cuando terminó mi eyaculación, quedé un rato encima de la mujer con la pija dentro de su ano. Hasta que este se ablandó totalmente y salió solo en ese momento me incorporé y pude ver el orificio posterior de la tía, mucho más abierto que lo que estaba antes de metérsela y también vi como mi semen se le escapaba en chorros que se deslizaban sobre los labios de su concha y ensuciaban la sábana.-



Cuando me fui la tía Pocha me agradeció el hermoso momento que me dijo le había hecho pasar y convinamos para seguir asistiendo a su casa para lo que me prometiera. Por tres años repetimos los encuentros, hasta que ella se divorció y conoció otro hombre y yo comencé a tener novias.-



Lo que me ocurrió no significó que pasara automáticamente a tener un éxito total con las mujeres, pero al menos la tía Pocha hizo que adquiriera la confianza necesaria como para hablar con las chicas y poder relacionarme con ellas.-


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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1 comentarios. Página 1 de 1
Vicky
invitado-Vicky 14-12-2017 16:46:36

Uno de los relatos más ricos, calientes y obscenos que disfruté leer y como tanto me gusta que sean. Me encanta lo cerda que es la mujer y cómo chorrea lujuria gozando que se la coja con todo ese chiquito. Por favor, ésta página NECESITA que se le habilite poder añadir relatos en Favoritos en vez de sólo autores.

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