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Categoría: Incestos

La tía Isabel

Cuando era niño, mis abuelos, que vivían en una granja próxima a un lago, acostumbraban ofrecer un desayuno todos los veranos al que asistían más de doscientos parientes.



Cómo me impresionaba que fuéramos tantos, sentados en bancos largos, ante grandes mesas, en el patio, de la casa y frescos arboles: tíos, primos y parientes, desde niños muy pequeños hasta gente muy senil. Los miembros de aquellas gentes no conocían la barrera de la edad. Vivíamos en un área de ciento cincuenta kilómetros. Las familias se dirigen en direcciones opuestas y cada descendencia pertenece a un ciclo histórico diferente.



Las casas grandes, y espaciosas, han sido sustituidas por refugios para adolescentes, hogares para ancianos y apartamentos para las personas de mediana edad. Las ocasiones para que los jóvenes traben relaciones con mujeres mayores disminuyeron en forma considerable. No hay mucha confianza entre unos y otras. Ventajosamente, pude formarme en lo que todavía era una sociedad integrada, tengo la extraña creencia que mis evocaciones pueden contribuir a la veracidad de que hombres y mujeres tienen mucho en común, aun cuando exista gran diferencia en edad, por lo tanto pueden provocar la proximidad y afinidad entre las generaciones.



Cual sea el caso voy a narrar mis propias experiencias, no me propongo imponer esto como mi historia personal. Lo que intento es espolear su curiosidad acerca de sí mismos. Esto es una remembranza muy particular, fija no en el temperamento del relator más bien en los mundanos sucesos del amor. Todo nos llega de los otros, parece que ser es pertenecer. Broté en el seno de una piadosa familia católica. Mi padre era un joven activo e inteligente. Mi madre, era una mujer dulce que se esmeraba en mi cuidado. No acostumbrava jugar con otros chicos, y no peleaba con nadie. Crecí rodeado de cariño y con certeza de plena libertad.



Rememoro la ocasión en que mis tíos y sus familias se reunieronen mi casa, con motivo del cumpleaños de su hermana Alicia a quien consideraban viuda. De forma improvisada se organizo un convivio, yo no me quise acostar como lo hicieron mis primos, mientras los adultos se gozaban la tertulia. Asi que fui testigo de actos y desmanes provocados, por las adudacias, fomentadas por el estado etilico de los participantes. Sobra decir que abandoné mi habitacion y estuvé observando desde donde no era observado. Es increible la transformacion de las personas bajo el influjo del alcohol. Hombres y mujeres por igual caen vencidos por la inhibicion que este provoca. Vi desfilar ante mios ojos parejas que al bailar frotaban sus sexos descaradamente, vi desaparcer a varias parejas a lugares donde no eran observados y dieron rienda suelta a sus instintos sin pudor alguno sin contar que muchos no estuvieron con quien realmente era su pareja, aquello distaba de ser una familia de buenas costumbres y de arraigadas costumbres religiosas, solo la tia Alicia no parecia haber encontrado quien levantara la falda de su largo vestido. La vi desaparecer discretamente y encerrarse en su cuarto. Entrada la madrugada me fuia dormir.



Lleno de muchas preguntas y pocas respuestas. Aquel comportamiento no era reflejo de lo me decía mi madre. Ella me había convencido entonces que yo debía ser misionero. Esos sentimientos estaban dirigidos, a convertirme en un mártir de la Iglesia. A esa edad, compartía la excelsa idea de convertirme en misionero, mártir en cualquier lugar remoto del mundo. Una tarde soleada en la que no tenía ganas de estudiar, desde la ventana de mi habitación, observaba a las señoras refinadas que pasaban por la calle. Preguntaba si, al hacerme misionero y al tomar mi voto de castidad, me resultaría difícil transitar por la vida sin la presencia de aquellas admirables damas, que iban iluminando el camino rumbo a mejorar su admirable apariencia, y lucir aún más atractivas. Por todo esto mi propósito de hacerme religioso me instaló ante la alternativa de declinar a las mujeres, incluso antes de haberlas deseado.



Decidido pregunté a mi confesor, un hombre senil con su cabeza cubierta de canas, si a él no le resultaba difícil andar por la tierra y tener que prescindir de las mujeres. Me miró duramente y se limitó a opinar que no parecía que tuviera vocación de religioso. Quedé extrañado ante esta falta de tiento hacia mi propensión, simplemente por querer, saber el costo de la abnegación célibe. Temí que debido a mi atrevimiento dejara de estimarme, pero él me animó con una sonrisa, me dijo, --- hay muchas formas de servir a Dios. El buen padre deberá perdonar, si expreso que yo nunca hubiera podido gozar de las mujeres si él no me hubiera ilustrado lo que es la cortesía y el éxtasis. Cuestión de la madre naturaleza, las mujeres maduras se convirtieron en mi más fuerte tentación. Me gustaban todas, pero sobre todo la hermana de mi padre, la tía Alicia, una rubia linda, de pechos enormes, que usaba un perfume delicioso y este enervaba mis sentidos.



Cierta ocasión me invito a salir con ella.---Hola guapo –- decía, saboreando la cita de antemano-, --- ¿me llevas al teatro?--- ese día fue especial llevé mis primeros pantalones largos. Tarde soleada de sábado al final del verano, fuimos a ver el Cascanueces. Había estrenado mi traje de hombre días antes y deseaba que me viera la tía Alicia, cubierta de polvos faciales, por fin llegó, oliendo a su rico perfume. Con el afán de explicar a mi madre la causa de su retraso, no se dio cuente de mis pantalones. Más cuando nos íbamos, dio un paso atrás para mirarme. Y dijo: ---Tengo el acompañante más guapo del mundo. ¿Verdad que se parece a su padre?--- mientras bajámos las escaleras, me pregunté cómo situar nuestras relaciones en el plano mas conveniente. Sin pensar mucho antes de salir a la calle, le pellizqué una nalga. Ella fingió no notarlo, pero su rostro enrojeció. Quiza audaz quisa ingenuo le dije. ---Cuando sea mayor, me casaré contigo. --- No quiero exagerar ni presumir mi precoz pasión incestuosa, por aquella estupenda señora.



De pronto el aparador más grande del mundo parecía estar frente a mis ojos, La catedral, el jardín, nuestra sala, llena de mujeres alegres y sensuales, con el aroma de sus perfumes, la tierna luz de sus miradas, son las imágenes más valoradas y añoradas de mi niñez. Pregunto qué clase de vida hubiese sido mí vida sin las reunoines de mi madre con sus amigas. Nuestra ciudad me parecía como capital de un reino de hadas: era pequeña, como de juguete y, al mismo tiempo, antigua y regia, como muchas partes del mundo. Tuve suerte de crecer en un invernáculo de amor y lo atrapé en cada una de las células de mi organismo. Hubiese sido bueno que, al haber aprendido amar al mundo, también pudiera conocerlo.



Sin embargo todo cambio y no supe ni como de pronto me vi expulsado de mi paraiso mi familia separada por sucesos que nunca pude comprender y no quiero explicar. En la cumbre del suplicio, me convertí en proxeneta y engañador. Estuvé a punto de hacer de mí un anarquista. Hoy dia no puedo sentir el menor respeto ni simpatía hacia jefes de partido, millonarios, directivos ni a sus empresas. Los argumentos morales sobre el sexo no tienen en absoluto ningún punto de empalme con la realidad. He visto tantas cosas, a las que las mujeres deben atenerse en circunstancias extremas. Como el comercio carnal al que yo mismo promoví. Cuantas obligadas por esas circuinstancias debian perder la dignidad y vergüenza delante de hijos y marido. Tengo una evocacion con especial simpatía, por una señora hermosa y aristocrática que trataba el asunto con grotesco refinamiento. Era una mujer alta, morena, de enormes y vibrantes pechos, cara alargada de expresión altiva con poco más de cuarenta años. Su marido de más edad comerciante rico caido en banca rota arrastrando a su familia en su desgracia. Tenían una hija de unos dieciocho años, de cabello largoy sedoso, de cuerpo llenos de carnes y tentadora presencia.



La duquesa atendía militares de alto rango, cobrando el precio más alto por sus servicios corporales ante la resignacion y complacencia de su marido. Sin embargo siempre tuvo el gesto de mostrar desagrado a su nueva ocupacion, digo ocupacion por no emplear la verdadera palabra, y es que ser prostituta para una dama de su categoría realmente era penoso. 



Pero cuando subía al auto era capaz de sonreír valerosamente. Parecía la diosa de la virtud camino del sacrificio.



Ella no era la única. Muchas de ellas se alegraban de poder considerarse nobles, altruistas y abnegadas esposas y madres. Cuando lo que en realidad hacían, era tomarse unas gratas vacaciones de su aburrida vida matrimonial. Podía ver sus rostros felices al verse rodeadas de brazos jóvenes y fuertes. Llenas de caricias y sensaciones venéreas más potentes y vigorosas, que las que en realidad Vivian al lado de sus cansados cónyuges. No es que estuviera presente mientras ellas “trabajaban” en aquellos burdeles improvisados con los jóvenes oficiales. Ya que mis reiterados intentos por quedarme resultaban infructuosos. Después de todo, yo no recibía pago alguno por mis servicios y me parecía que los oficiales y las mujeres me debían, por lo menos, la oportunidad de obtener información de primera mano de sus ardientes actividades. Muchas ocasiones me tocó mirar a los oficiales pellizcarles las nalgas y a otros mas osados meter la mano bajo sus faldas palpando descarados sus panochas.



Nadie apreciaba mi labor no era un niño pero tampoco un adulto, lleno de curiosidad e inquietud. Y que me excitaba al contemplar los primeros escarceos amatorios de esas damas. Sin embargo contaba con mas información de la que pueda imaginarse, que si estaban sanas que si eran lo suficiente estrechas. Sin embargo todo eso ahora me da risa porque no puedo comprender como esperaban que las vaginas de esas señoronas apretaran tanto o más que una joven virgen. Considerado un niño me despedían rápido para dar rienda suelta al placer venéreo. Toda esta situación me tenía constantemente en estado de excitación, en algunas habitaciones tenía acceso libre y podía estudiar el escenario a mis anchas. Buscaba pistas en las camas revueltas, en las botellas de licor medio vacías, en las colillas manchadas de carmín, pero, sobre todo, en los olores que permanecían en la habitación. Una vez encontré unas bragas de seda blanca y las olí con ansia. Tenían un olor peculiar y agradable. Yo no podía saberlo, pero adiviné que así debía de oler la mujer, y me puse las bragas en la nariz y estuve mucho rato respirando a través de ellas. Pasé varios días pensando, ingeniármelas para acostarme con alguna de las señoras a las que servía. No podía dejar de pensar que pudiera gustarle a alguna de esas señoras, aunque fuera un poco. Pero tenia muy clavadó el deseo y la oportunidad se presento pronto. Cuando la Duquesa que así le decia debido a su porte orgulloso. Termino su coito rentado con un nuevo oficial. Por la mañana lo vi salir apurado dejando seguramente a la duquesa en el lecho con la vulva repleta de semen. Me quedé rondando por el alojamiento hasta que ella se levantó. Cuando oí la ducha, entré en la habitación.



Ella no me oyó. Abrí la puerta del baño sigilosamente y la vi bajo la ducha. ¡Impresionante! Aunque yo había visto las fotografías clavadas en las paredes de los cuarteles, era la primera vez que veía a una mujer de carne y hueso desnuda. Y en nada se parecé una foto a la majestuosa hermosura de una hembra totalmente al natural. Ella no se percató de mi presencia, cuando salio de la ducha perdí el juicio y me lancé encima de ella. Le besé los pechos y me estreché fuertemente a su cuerpo. Cai en extasis y cerré mis ojos con fuerza. Ella debió advertir la grata emoción que me causaba y tal vez por ello dio tiempo unos instantes antes de rechazarme con un brusco empujón: ----- ¡Sal de aquí ahora mismo!, --- protestó, resguardándose los pezones con ambas manos. --- ¡voltea hacia otro lado!--- aun en contra de mis propios deseos le di la espalda. Le ofrecí todo cuanto me habia dado el oficial y hasta algo mas que tenia en mi cuarto a cambio de copular conmigo. Fue inutil ella no hacia más que gritar exigiendo mí salida del cuarto.



Una vez vestida me encontró firme en la puerta sosteniendo mi oferta. --- ¿Cuántos años tienes?---   ---ya soy mayor----   --- maldita situación lo que nos ha hecho a todos, tu aun sigues oliendo a crio---    ---y usted mi querida dama a pesar de todo, no huele a puta, para mi sigue siendo la dama digna de mi respeto.--- pasa no debemos platicar aquí afuera. Deberías volver a tu casa, con tu madre.



Creo que la afectaba mi oprobio tanto como el suyo, qué le había encaminado a un escenario en el que un simple muchacho podía hacerle proposiciones de ese tipo. --- Yo podría suministrarle todo lo que pidiera.-  -- - No deberías pensar en el amor como algo que se compra---  ---usted bien sabe que no se trata de amor---  -- deberías esperar hasta que fueras mayor. Espera hasta que te cases. Tu esposa irá pura al matrimonio y así deberías ir tú también. --- ella misma tuvo que darse cuenta de la incongruencia de lo que me decía. Tal vez logró captar la escencia de mi desvario. Tal vez analizaba sus emociones ante la eventualidad de que pudiera haber algo entre nosotros. Volvió la cara, no antes que yo advirtiera una expresión de humildad o tal vez verguenza. Incluso después de convertirse en promiscua, debía de resultarle inadmisible atraparse a sí misma considerando la propuesta sexual de un muchacho de escasos años. Al menos asi aprecié su reaccion, me esperancé pensando que me entendía, no se me ocurria nada para terminar de ganarmela.de pronto me sentí apenado y quería salir corriendo de la habitación.



Quizá sea exagerado, pero me sentía como un condenado frente a un peloton de fusilamiento. Logré asustarme y queria salir corriendo de aquel lugar. Pero en aquel momento ella me empujó suavemente sobre la cama y me desabrochó el pantalón. Empezó a acariciarme con sus dedos lento y cauteloso, asimilando los gestos de mi cara con cierto aire de curiosidad. De pronto abrió sus labios, se agachó y me tomó en su boca. Mi juvenil verga sintió la humedad y calidez de una boca experta devorándome y provocándome una sensación que parecía llevarme al cielo mismo. Me sentí etéreo y consideré que nunca en la vida querría escapar de esa situación. Mi duquesa me llevo a la cumbre máxima del placer. Eyaculé en su boca y ella succionó con toda su sapiencia mi explosivo garrote. Sentí su mirada, después me pareció oír su voz llamarme «impúdico». Y me desmaye. 



Al final, movió mi hombro y ordenó que me levantara. Cuando salí de la habitación me dijo que rezara y pidiera a Dios que me salvara de la condenación. Tal vez hubiera acabado por conquistarla, de haber persistido en mi asedio desde la puerta de la ducha, de las distintas habitaciones de los oficiales que ella frecuentaba. Sin embargo, por insólito que pueda parecer, no lo intenté. Su impulso de aliviar mi desdicha en la cama del teniente me curó del afán de pillar desprevenidas a las mujeres. Por una razon que desconozco el destino cambio de subito. Como aquel que de la basura hace su fortuna, asi me sucedió. Bendiendo desperdicio que unos tiraban, gane mucho dinero vendiendolo a quien podian reciclar. De la Duquesa solo quedo el recuerdo de un hermoso instante de mi vida. Aun teniendo mucho dinero en aquellas precarias circunstancias, no fui capaz de ir a comprar sus caricias, me hubiese gustado porque asi lo deseaba, haber terminado hundido en lo mas profundo de su feminidad. De solo recordar ese instante, sentia la humedad de su boquita pegada a mi virilidad.



Regresé a casa desgraciadamente mi padre habia fallecido y mi madre sufria su perdida aislada de todo el mundo. Ante esa situacion lamenté haber regresado, en aquel campamento militar estaba mejor me habia acostumbrado a su rutina. Mis inquietudes sexuales no habian desaparecido y ahora de nuevo en el nucleo familiar párecian haber regresado con más fuerza. Mi tia Alicia se habia convertido en paño de lagrimas de mamá. Y yo en el más pervertido de los admiradores de mi tia. Mi hermosa tia Alicia era un poco mas joven que mi adorada y deseada Duquesa, de todas formas era una mujer madura casi como mi madre. Hice un buen tanteo de la situacion, pues al regreso a la familiaridad del trato con mi tia sufrio razonable cambio, me vio un poco más crecido y tomo mi cercania con más reserva. Tal vez intuyo o percibio mi cambio. Yo habia modificado mi modo de pensar en cuanto al incesto, la verdad no tenía necesidad de acosarla, habia acaudalado bastante dinero y podia tener cuantas putas se me antojara. Pero increiblemente lo unico que conocia hasta ese momento era la dulce felacion que me había aplicado la Duquesa.



Sin embargo la presencia de la tia Alicia me estaba inquietando más de la cuenta, con más años encima la veia más suculenta. Ella no tardo en darse cuenta. Y trataba de evadirme. Seguramente ahora no le haria ninguna gracia si llegara a pelliscarle una nalga. Separada de su marido por la misma que yo fui separado de mi familia, ella no tenia noticia alguna de el. Creo que despues de ese tiempo logro vivir sin esperanza. A diferencia de mamá no la notaba abatida. Gracias a mi buena fortuna el dinero llegaba casi sin tener que buscarlo. Grandes remodelaciones mandé hacer a la casa hasta quedar bastante habitable, compré muebles nuevos y renové los candelabros. Busque que en la renovacion mi madre se sintiera incentivada y regresara a la vida. Lo cual logré parcialmente. Era imposible hacerle olvidar a mi padre pero al menos la casa tenia más alegria. El unico que no encontraba paz era yo. Mi aficion por las damas maduras cada era mas fuerte, y mi intencion fijamente puestas en mi tia Alicia.  Aunque deseaba con todas mis fuerzas acostarme con una mujer, hasta el extremo de padecer fuertes pulsaciones. Mi querida duquesa seguia siendo mi unica experiencia.la segunda experiencia bastante traumatica por cierto ocurrio un dia en la cocina, por algun motivo que no recuerdo estaba en la cocina de pronto oi risas y mi primer impulso fue esconderme y meterme al cuartro donde dormia la cocinera, debajo de la cama. --- ¡vamos nena apresurate! No vaya siendo que alguien regrese y no nos alcance el tiempo.--- reconoci al momento la voz del jardinero. Con toda naturalidad igual que si estuviera sola, Marintia empezó a desnudarse y tiró la blusa y el sostén muy cerca de la cama. Bruno la dejó de contonearse, y comenzo palmear sus manos. Se quedó mirándola fijamente. Luego, ella a ritmo sensual se quitó la falda, se soltó el largo cabello rubio y se quedó plantada frente a el, en bragas. Desde mi escondrijo, lo único que yo veía era su espalda ancha y sus robustas nalgas. Trataba desesperadamente, imaginar lo que debía de estar viendo Bruno, sentado en el borde de la cama.



Enseguida vi caer las bragas frente a mí. Por más esfuerzos que hacía por mirarla no pude ver los pelos de su vagina, la cama comenzó a crujir y Marintia a gemir al ritmo de las estocadas de Bruno. Sali de mi escondrijo y los vi copular como animales en celo. Sudorosos y repirando agitados temrinaron su encuentro sexual. Como dueño de la casa ordené a Bruno que saliera de la habitacion. El pobre hombre sorprendido y fatigado buscaba arreglar sus botones y me pedía disculpas. Marintia permanecía inmóvil cubriendo su desnudez de mi vista agasapada en su cama, me resulto comico observar que frente a Bruno mostraba desvergozada su cuerpo desnudo y frente a mi se mostraba medrosa y apenada. ---joven yo…--- ¡vamos Marintia no es para tanto! Obviamente no espero que quiera copular conmigo, no sin recibir una justa paga por tus venereos servicios---   la sirvienta permanecio callada unos segundos.       ---creo que despues de esto no me queda mas remedio---         --sabe Marintia no lo deseo asi, si usted dice no, para mi sera suficiente y me ire sin decir media palabra. En cambio si desea hacerlo y los disfrutamos, creo que sera mucho mejor para los dos. No pienso presionarla si esta dispuesta, le espero en mi habitacion cuando mi madre y mi tia esten en sus aposentos. Ahora retiré sus manos y dejeme ver ese precioso cuerpo que la naturaleza le regalo. --- Marintia abandonó su reserva y me dejó contemplar su extraordinaria anatomia. Sali de la habitacion y me dediqué a mis labores, le habia dejado un monton de dolares a Marintia sobre la cama. Esperando con ello incentivarla, era tanto mi deseo que estaba dispuesto a darle muchos más. Era uno de los primeros días despejados y cálidos del año: brillaba el sol, y la tierra, oscura y empapada en el agua del deshielo, olía a primavera.



Sin embargo desde ese momento deseaba que llegase la noche. Mi mente estaba sufriendo un sobre calentamiento voraz. Marintia no había dicho que si pero tampoco dijo no. Eso le daba más vehemencia a mi espera. Acompañe a mí tía Alicia al pueblo. Fuimos solos como lo hacíamos cuando me sacaba a pasear. Charlamos tocando diferentes temas y en una brecha cedí el paso para ella y sin proponérmelo sus deliciosas nalgas quedaron expuestas a mi lascivia. Como me encantaba el trasero de mi tía Alicia, que forma más perfecta y estética tenían sus extraordinarios cachetes. Me apresuré hasta darle alcance, y sin pensarlo le di un pellizco en las nalgas como los que le daba años antes. Ella volteo sorprendida, yo estaba feliz de haber repetido mi hazaña en ese momento, extasiado con la esponjada suavidad sus nalgas. Pero extrañamente no la vi molesta. Y de hecho no pudo articular una frase.



Fui yo quien rompió el silencio.---tenia tantas ganas de hacerlo pero había perdido la franqueza contigo. ¿Recuerdas que hice la promesa de casarme contigo?---          ---yo…siempre pensé que era una inocentada.---  ---pues te equivocaste, como todos los adultos, creen que los niños no tenemos ni ojos ni alma. Siempre lo dije en serio y estoy dispuesto a cumplir mi palabra.--- mi tía estaba seria no molesta, estaba tomando mis palabras con atención   ---aun no eres un hombre---   ---pero estoy a punto de serlo, además ahora tengo dinero.



Muchos quisieran tener en este momento la fortuna que yo he logrado.---   ---no dejas de sorprenderme te comportas como un hombre de verdad.---          ---dejame serlo de ti, te juro que voy a empeñarme en hacerte feliz.---   ---sabes que eso es imposible por más que me encantara complacerte, seriamos el escándalo del pueblo, sin contar el repudio de tu madre.---  --- nos vamos de aquí nada te hará falta te lo prometo, solo basta una palabra tuya.--- a estas alturas había abrazado a mi tía por la cintura, tan estrechamente que le costaba trabajo respirar. ---has crecido tanto, estas bastante alto y tus facciones han cambiado---  ---ya no te parezco atractivo o solo lo decías por engaño---   ---no siempre te me hiciste tan parecido a tu padre y él era muy guapo, de no ver sido mi cuñado seguramente hubiese sido mi esposo---  ----dame oportunidad te lo suplico---      ---no lo se, no sé que decir.---   --vi debilidad en sus palabras y forcé un beso del cual mi tía no se vio tan obligada abrio un poco su boca y metió su lengua en la mía. Aquello se prolongó por algunos segundos que a mi supieron a gloria. Después reacciono y se aparto firme. ---Vamonos no debemos dejar que nos venza la tentación.---



Regresamos al anochecer me bañe y descansaba en mi habitacion. Mi mente ocupada con el encuentro con mi tia, hiso que olvidara a Marintia. Mis manos sosteniendo mi cabeza, relajado. Cuando de pronto escuché golpes en la puerta. Entonces recordé a Marintia. Mi corazon dio un vuelco habia llegado el momento de volverme hombre. Abrí la puerta y le invité a pasar. Marintia estiro su mano, devolviendome el puñado de dolares que deje en su cama por la mañana. Me sentí decepsionado pero tenia que sostener mi palabra, aunque tardé en recibir el dinero. ---no quiero su dinero Señorito seria injusto, despues de todo usted no me corrio como debia hacerlo. Recibí el dinero sin decir palabra. De pronto Marintia abrio el frente de un abrigo oscuro, que le cubría del cuello a los pies. Quedé perplejo, bajo el abrigo Marintia, no traia prenda alguna. Tan desnuda como le habia visto por la mañana. Solo que seguramente acababa de tomar una ducha pues olia riquisimo y su rubio cabello aun se notaba mojado. Dejó caer el abrigo a sus pies y su piel lechosa quedo expuesta a mi mirada. ---tomemé señorito haga de mi lo que quiera, que yo trataré que su experiencia sea inolvidable. Tanto lo deseaba que ahora que estaba por suceder no sabia que hacer. Marintia se arrojó a mis brazos al ver mi falta de decisión.



Nada comparado con el contacto de una bella mujer dsipuesta a ser amada. Miré sus pechos eran grandes y redondos. Deseaba que ella supiera lo mucho que aquello significaba para mí. ---Tú eres la primera mujer en mi vida.--- creo que ella lo valoró, porque desde el primer contacto de nuestro cuerpos en la cama. Marintia se porto muy cariñosa. Se tendió de espaldas. No estaba cómoda, y de esa forma pude ver su vientre blanco y el musgo rubio de su pubis. Tambien las marcas rosaceas que habian dejado las bragas en su piel. ---no te preocupes todo esta bien.solo relajate deja que lo haga yo.--- la voz de Marintia, sonó calmada y logro que amainara mi nerviosismo. Mientras oprimía la cabeza contra sus pechos firmes y tibios. Sin embargo, ella me besaba los párpados, deslizé la mano rebuscando el hoyo caliente y viscoso precioso nido de su cuerpo. Mis manos ansiosas corrian a travez de la suave piel de sus muslos. Marintia tomó en su mano mi verga dura como el acero y me insto a subir encima de ella, instantes despues nuestros sexos hacian contacto y se entrelazaban los pelos de nuestros genitales. Marintia respiraba tan agitada como yo, y se movia nerviosa buscando que mi garrote invadiera su humeda trinchera. Volvio a apoderarse de mi tronco y lo acomodó en la entrada de su vagina.



Comence a empujar con todo mi desatado impetu y Marintia me reconvino.---espera no seas tan impetuoso hay tiempo de sobra. Despues ella me mostro el ritmo que debia seguir apoyada en un gratisimo batir de sus caderas. A pesar de mi inexperincia pude percibir los cambios que sufrio su delicioso agujero, húmedo y despues anegado.



Tengo que agradecer lo generoso que ha sido la vida conmigo, así tuve a mi primer amante. Una hermosa mujer que me dio el trato esparado dado que no estaba enamorada de mí, me dio una gran satisfaccion al brindarme tan bondadosamente su cuerpo y enseñarme la más grata caricia hechizo de los hombres. Pero mi tia Alicia seguia siendo la mujer que yo deseaba, sin embargo ella seguia dando vuelta a mi justa demanda. Le asediaba constantemente cuando por alguna razon nos quedabamos solos. Esa ocasión llevaba un vestido muy ajustado que entorpecía sus movimientos. Me estreché cuanto me posible tras su espalda. --- He decidido que si no te pido hoy que hagas el amor conmigo, me tiraré al rio.--- ella premanecio callada pero reposó la parte posterior de su cabeza sobre mi pecho. Al no denotar oposicion, rodé la mano entre sus piernas y empecé a acariciarlas por encima de su ropa, de forma automaticalevanté la manta de su vestido y revolví, buscando la fuente ardiente de su íntimo secreto. Mi tia Alicia parecia haber perdido la nocion del sitio en que nos encontrabamos. Abrio sus piernas permitiendo que mis dedos hurgaran dentro de su jardin secreto.



De pronto reacciono y me empujo lejos de ella. ---no por favor alejate---   ---está bien pero esto va a suceder tarde o temprano.--- la tia Alicia salio corriendo hacia su habitacion, subiendo la escaleras con prisa a pesar de su estorboso vestido. La deje´escapar sabiendo que un dia terminaria temblando de deseo ante mí como gata acorralada. No estaba yo para prolongada espera. Esa misma noche decidi que igual que un ladron me colaria a su alcoba. Terminé de cenar antes que mi madre y la tia Alicia, fue con toda intencion. Al subir las escaleras rumbo las habitaciones, mi corazon latía con fuerza, jugaba mi siguiente carta y no estaba dispuesto a perder. En lugar de meterme en mi habitacion me meti en la de mi tia, tal cual era mi intencion. Me oculté en el armario y me armé de paciencia.



Pues no sabía el tiempo que tardaria en subir a dormir. Logré aplacar mis ansias y estas se vieron recompensadas cuando despues de aproximadamente diez minutos, mi tia Alicia entraba en su cuarto. La vi desnudarse, quitarse una a una cada prenda, hasta despojarse de sosten y calzones. Desnuda, sus grupas eran más amplias de lo que aparentaban bajo el vestido, ellas eran base firme para su espléndido cuerpo largo y esbelto. En seguida, entró en el cuarto de baño a lavarse los dientes. La observaba con malicia, temor y avaricia. Cuando volvío del baño, la mezcla de su largo pelo rubio y el vello rubio de su vientre me indujo uno de aquellos punzantes espasmos de mi pubertad. Desde mi escondite la vi caminar hacia mí, en su soberbia desnudez, con la naturalidad que le daba hecho de gozar de su privacidad. Ahora estaba frente a su cama frotando sus pechose el libertad, destendio las cobijas apago la luz y se acostó a dormir.



Esa fue la espera mas larga y torturante que viví esa noche, quería sorprenderla dormida, de todas formas al despertar con suerte ya no se opondria. Tras algunos minutos de ansia e indesicion salí de mi escondrijo. La total penumbra me hiso trastabillar pero logre mi objetivo no sin dificultad pues ya estaba frente a su lecho. En el silencio podia escuchar su respiracion. Acompasada serena.me desnude igual que ella y espere prudente a calentar mi curepo con las cobijas. Cuando crei que lo habia logrado mis pies estaban helados por los nervios. Pero no podia esperar más, demasiada tension para mi joven empuje. Con el temor justo de mi atrevimiento comencé a acercarme a ella. El primer contacto lo hice con ese par de cachetes que tanto me volvian loco, mi verga de por si hostigada se estiro por completo. Esto no alertó a mi tia, por lo menos no lo expreso le abracé por la cintura haciendo contacto total con su delicioso cuerpo, mi mano frotaba la sensual superficie de su vientre. Caminó al forraje dorado, broquel de su vagina. En medio de sus gruesos labios, surgia el capullo rosa, centro sensitivo de su ser. Inquieto, un tanto rígido como si percibieran el calor de mis dedos. Tenía mis dedos incrustados en su intimidad y senti deseos de percibir el agradable aroma de su sexo, y llevé mis dedos a mi nariz y aspire de ellos la esencia embriagante de su cántaro de amor.



Los petalos de su dulce flor de pronto se suavizaron.como dando la bienvenida a mis audaces caricias. Para ese momento mi tia Alicia debia estar despierta, a pesar de la inmovilidad que mostraba o fingia dormir pretendiendo con ello desanimar mi intencion, o eludir la gravedad de lo estaba ocurriendo. Estoy seguro de fingia dormir. En cambio yo aceptaba de antemano mi victoria.



Tal vez diez minutos, o quiza media hora después, el vientre de mi tia empezó a estremecerse y, tras una convulsión, por fin evidencio su placer,su cuerpo se derramó y la sacudio de manera violenta, ella me abrazó y despues de un largo beso, pude entrar en ella con su anuencia tranquila y sin reserva. Fue el instante más maravilloso de mi vida, copulamos toda la noche ella con sus ansias que habian estado reprimidas durante mucho tiempo y yo con mi empuje y vigor de un muchacho avido de amor y sexo. Despues de aquellas noches siguieron muchas mas, amparados en mis visitas clandestinas al cuarto de mi Alicia. Ella solia recibirme llena de encanto temblorosa y humeda de su ardeinte rincon, grata trinchera de la que parecia nunca iba a aburrirme. Ahora podia pellizcar morder o a acaricair sus lindas y redondas nalgas, bajo el amparo de su recamara, nuestra recamara.  


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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