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La terraza de mi suegra

Como tantas veces ocurría, mi suegro se encontaba de viaje justo en las vísperas de su aniversario. 60 años, así pués mi cariñosa suegra lo dispuso todo para prepararle una fiesta sorpresa a su regreso, esto fue lo que pasó. -Carlos-sonaba en el celular la voz de mi suegra,-¿podrías pasar por casa a ayudarme con la sorpresa de José?- -Claro- respondí -Serà solo un rato, estaras de vuelta a la hora de la cena- dijo ella. Llamé a mi mujer para avisarla, ya que mi suegra vive a unas dos horas de la capital, donde vivimos nosotros. -Carmen, cariño, llegaré tarde voy a...- no pude acabar. -Lo sé - dijo ella, ya hablé con mamá, un beso. Llegué a casa de mi suegra y le ayudé a montar la barbacoa en la terraza de su ático, ese era el regalo para mi suegro, que le encanta hacer barbacoas los domingos. La cosa fué más difícil de lo que pensaba y el montaje se alargo más de la cuenta. Llamé a mi mujer y quedamos que al ser sábado y el domingo la fiesta, me quedaría a dormir en casa de su madre y nos veríamos allí al dia siguiente. -¿Quieres darte una ducha? estas muy sudado- dijo mi suegra,-pasa a mi baño, que el de invitados no tiene casi presión de agua- Me desvestí y me dispuse a ducharme, mientras me duchaba, pude observar por el rabillo del ojo como mi suegra me observaba, nerviosa a través del espejo del baño, imaginad mi sorpresa al ver como se acariciaba el pecho y metia sus dedos dentro de su short para acaricirse la conchita. Me puse como un toro, completamente empalmado y empece a tocarme adrede, calentándola aun más si era posible. Salí, me sequé y descubrí en el cubo de la ropa como sobresalian una braguitas de mi suegra, imagino que de la mañana, las saqué y me las llevé a la nariz, buscando la zona donde había estado su rajita, sabía que ella me estaba mirando , disimuladamente miré, ella tenia ya las tetas fuera del sueter y se magreaba con fuerza los pezones, mientras sus dedos urgaban dentro de su raja jugosa. Decidi no dejarla terminar, deje las bragas y hice ruido suficiente como para asustarla, me vestí y salí, allí estaba ella disumulando en el balancín de la terraza, cuando llegué, me puse una copa y no dije, nada, ella se levantó y se apoyó en la cornisa de la terraza, -desde aquí hay una vista explendida- dijo -desde lue- dije yo mirando su culo, que sobresalia un poco de sus shorts. Mi suegra se ruborizó nerviosa. María, mi suegra tiene 60 años, és bajita y entradita en carnes, con una tetas grandes pero no excesivas, el pelo corto y castaño, muy morena de piel. Me acerqué por detras con mi copa y apoyé mi polla en su culo, no hizo ademán de apartarse, la cogi por las tetas desde detras y besé su cuello, gimio y apretó las manos contra la barandilla de la terraza, saqué sus tetas grandes, caidas y blancas, las magreé, apreté sus pezones marrones oscuros y grandes, con una gran aureola y un pezón grande y redondo. Frote mi polla contra su culo grande, aparté su short y sus bragas y dejé ese gran culo blanco al aire, bien en pompa. La vista de ese culo blanco y esas tetas blancas contrastando con el resto del cuerpo tan moreno, me puso a cien, siempre me ha pasado con las marcas de la ropa interior en la piel, siempre me excitaron mucho. Empezé a culearla poco a poco, sin dejar de sobar sus tetas mientras le decia gurrerias al oido, de como la iba a follar y todo lo que le iba a hacer. Ella cada vez estaba más caaliente y no tardo en correrse. -Aun no hemos acabado- le dije riendo. La senté en el balancín y le comí el coño como jamás se lo habían comido. Gritaba, gemia, aullaba de placer, volvió a correrse. Se tumbó a mi lado y mientras yo seguia dando guerra a sus pezones, pequeños tirones, giros, pellizcos, ella mientras me la iba chapando con ganas, bien dentro de su boca, acabó a quatro patas en el suelo delante de mi comiendola toda mientras se masturbaba con dos deditos. Otra corrida, esta vez doble, ella con sus dedos y yo en su boca. Se lo tragó todo, hasta la última gota. Exhaustos nos tomamos una copa sin decir nada. Aun desnudos, la visión de ese cuerpo maduro, con esas tetas ya caidas y la marca blanca de su piel, me la volvió a poner tiesa como un palo. Mi suegra entendió que esa noche iba a ser larga y placentera. Dejó la copa y me susurró al oido, -hazme todas esas guarradas que me has dicho antes- -Esta bién zorrita- le dije agarrando sus pezones con dos dedos y estirandolos hacia mi,-prepara ese culo para recibir lo que no te han dado nunca- Mi suegra sonrió, mojo dos dedos en su copa, los pasó por su agujerito trasero y sin dejar de mirar hacia atras, se colocó a cuatro patas para después susurrarme,-mátame de gusto esta noche mi amor-.

Datos del Relato
  • Autor: jacinto
  • Código: 18950
  • Fecha: 21-08-2007
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.84
  • Votos: 64
  • Envios: 1
  • Lecturas: 4975
  • Valoración:
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