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La tentación Con la compañera de Amanda

La noche anterior Amanda, mi pareja de ese entonces, había tenido un hermoso y robusto bebé, eran aproximadamente las tres de la tarde y estaba comiendo algo enfrente del hospital, me sentía un poco incomodo, sentía que alguién estaba observandome desde hacía rato, terminé de comer y disimuldamente empezé a ver hacia mis costados mientras hojeaba un periódico, al fondo en una esquina la ví, era una mujer de unos 35 años de edad,(yo tenía ya 26 años). Era morena, de pelo corto, de unos ojos hermosos oscuros, y se veían mas lindos por el tipo de maquillaje bién aplicado y discreto, de rasgos lindos, y de una boca sensual, carnosa, y era aún provocativa por la forma como se relamía cuando saboreaba el pastel que estaba comiendo. Me quedé aún un rato más viendo el periódico, cuando la ví levantarse, vestía un vestido celeste con lunares azules, abajo de la rodilla, de cinturas muy fina y de caderas grandes, sin llegar a la exageración, mostrando un par de nalgas paradas y se notaban duras, sus pechos eran grandes y erguidos, y por la altura de los tacones de los zapatos se levantabsn aún más, mostrando unas pantorrillas, morenas, gruesas torneadas, y caminaba moviendo su cuerpo de una forma candenciosa y provocativa. Yo tenía dos meses de no coger, por estar con Amanda acompañandola a todas partes, y no pude escaparme por que también ayudaba a Luisito con tareas escolares y salíamos a dar una vuelta por allí. Por esta razón al ver esa hermosa mujer de cuerpo espectacular la verga se me paró.

Llegué a la habitación que ocupaba Amanda en el hospital, y sorpresa, la mujer de la cafetería estaba visitandola, Amanda me la presentó, y me dijo ella es Ana María de quién te había hablado. (La primera vez que cogimos con Amanda me hizo sexo oral, era la primera vez de ella y después para complacerme lo mejor que fuera posible, le había pedido consejos teóricos a Ana María).

Estuvimos charlando por largo rato, me enteré que Ana María se había casado a los 19 años, y se divorció cuando tenía 24. Luego volvió a casarse cuando tenía 27 y se divorció a los 31. Por ahora tenía una unión de hecho con un señor mayor que ella,(49 años) desde hacia dos años, por lo que me imaginé que con razón le había dado consejos en sexo oral a Amanda, y si Amanda me hacía gozar enormidades con sus mamadas, me imaginé lo que Ana María podía hacerme, de estar en estos pensamientos la pija empezó a levantarse, y por si fuera poco Ana María tenía la pierna cruzada, y parte del vestido no le cubría un muslo hermoso, liso y duro, dejando ver la orilla de su bikini, por supuesto Amanda por el lugar en que estaba no podía ver lo que ocurría, pero Ana María si, y picaramente cruzaba la otra pierna, sabiendo oos efectos que me estaba causando. En un momento dado salí de la habitación para evitar seguir sufriendo con tan agradable espectáculo. Al cabo de unos diez minutos regresé, y Amanda me preguntó si tenía algo importante que hacer al salir del hospital, a lo cual le respondí que no, y fué cuando me pidió el favor de encaminar a Ana María a su casa, ya que ella quería quedarse un rato más, pero no tenía vehículo ese día, y vivía fuera de la capital, y el transporte colectivo a cierta hora era díficil, y además incomodo por la cantidad de personas que lo abordaban ya entrando la noche.

El lugar donde vivía Ana María distaba de la capital como 20 kilometros, de clima agradable, y en el camino hay muchos árboles, y parajes realmente hermosos, con muchos caminitos de terracería que se dirijen a diferentes granjas del lugar. Durante el trayecto me dijo que se imaginó que yo era el padre del bebé de Amanda por la descripción que ella le había dado, pero que no se imaginaba ralmente lo guapo que era, y cosas por el estilo, que realmente me tenían nervioso. Habíamos caminado como tres partes del camino, cuando de repente me dice: Amanda me comentó que tienes un pene enorme y grueso, que al principio la asustaste, pero ahora la haces gozar al máximo con tu herramienta, y la verdad es que yo quiero ver el tamaño de tu pene y mamartelo rico, por lo tanto después de aquella curva vira a la izquierda y te llevaré a un lugar especial, y en realidad era un lugar bonito, eran al rededor de las 8 de la noche, ella sentada en la butaca del copiloto, y yo parado frente a ella me bajó el pantalón con todo y boxer, saltando las ocho pulgadas de verga gruesa frente a su rostro, y ella tomámdolo con sus manos me dijo que realmente era una verga hermosa, y que su deseo de probar una grandota se le iba a cumplir, la empezó a chupar y a mamar de una forma espectácular, como le entraba en la boca no sé, pero la forma de succionarla, lamerla y chuparla era fenomenal, la forma como acariciaba mis testículos, y otras formas indiscreptibles de acariciarme, sumado al tiempo de no coger, en unos momentos le llené la boca de leche en cantidades navegables, lo cierto es que no dejó que se le escapara ni una gota, con una habilidad increíble se tragó todo, y me dejó limpio hasta sacarme la última gota. Seguidamente se despojó de su vestido y su ropa interior, se acomodó en los asientos traseros de la Cherokee, abieta d piernas, a la luz de la luna pude apreciar su maravillosa anatomía, una panocha depilada enorme, gorda e hinchada, de labios grandes y de un clítoris maravilloso, forrado por un tejido rugoso que le colgaba en los labios vaginales, unos pechos espectáuclares grandes y duros, de aureolas oscuraas y pezones grandes aún mas morenos, los chupé por buen rato para ir bajando por su vientre hasta esa estupenda chocha bañada en jugos, la acaricié por largo rato, le chupé su clítoris sus labios, le mamé su rugosidad colgante, ella se retorcía y gemía de placer, se volvió como loca de placer al venirse en su orgasmo, mi verga estaba super dura, se la acerqué a la entrada de su orificio, se la sobaba a lo largo de la ranura, desde el ano hasta el clítoris, se la pasaba rápido y duro, cada vez que machucaba su clítoris se levantaba de cadera pidiendo que le hundiera la verga, pero no la metía, después le metía la cabeza, la sacaba y se la frotaba en el clítoris, y esto lo repetí por unos cinco minutos, ella jadeaba, y me decía cabrón de mierda enterrala ya, métela hijo de perra, pero seguía con ese juegito, hasta hacerla correr de nuevo, cuando estaba con sus espasmos y gemidos, de un solo envión se la empujé hasta el fondo, sólo gimió, y dió un grito y me dijo desgraciado me vas a matar, sácala y vuelve a meterla pero despacito, quiero sentir como centimetro a centimetro me la metés, quiero gozar esa metida de mole con placer, y luego empezamos con el mete y saca, le chupaba las tetas, la lengua, los labios y ella estaba gozando al máximo, en gemidos me dijo que si ella acababa primero que no le fuera dar leche en la vagina, porque estaba ovulando, que se lo echara en el vientre o en los pechos, estaba tan caliente gozando de tener la pusa llena de carme dura que se vino nuevamente, al terminar de convulsionar y quedarse quieta lentamente la puse en cuatro, pude aprecisr con plscer esa caderas hermosas y las nalgas negras redondas y lisas, se la mordí suavemente, y le acerqué la verga a la entrada del ano, ella me dijo que no, pero le dije que sólo la puntita para tener frote y que la leche se la iba a dar en su espalda, entró la cabeza en su ano, se quejó un poco, pero no protestó, entraba y sacaba la punta, quiera que no el culito se estaba dilatando, ya entraba la cabeza y una pulgada más, entraba y salía, cada vez con más facilidad, llegué a meterle la mitad, y poco tiempo después ella me pidió que tratara de meterla toda, lo logre, ella empezó a moverse con mi ritmo despacio, entraba y salía todo, ella apretaba con su culo mi verga, llegó el momento ansiado de llenarla de semen, me corrí en ella con la pija al tope, ella sudaba frío, se la saqué, nos lavamos en la caidita de agua del arroyo y nos sentamos en un tronco de un árbol caído mientras nos vestíamos. Me confesó que otro día saldría más temprano que de costumbre, uno por el colectivo que es más tardado, y segundo porque tenía que ir a recoger su auto al parqueo del hospital. Luego me dijo que me esperaban 40 días de dieta forzada, por el parto de Amanda, pero que ella deseaba complacerme el día que yo quisiera, por ella si era a diario, sería estupendo. Y gracias a ella semanalmente dos veces desaguaba mis testículos, y no sólo en la cuarentena, si no que después de ella, y lo formidable era que el período menstrual de Amanda difería completamente del Ana María.
Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
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