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La sumisión de Raquel II

No me desperté hasta las doce de la mañana más o menos, totalmente despejado y empalmado, así que me levante y fui a ver dónde andaban las dos.



Sentí hablar en la cocina, por lo que me dirigí hacia allí, y lo que vi me gusto, Ana estaba sentada en una silla y Raquel de rodillas, y aun vestida como se quedó dormida, y Ana recién duchada y con el albornoz puesto.



-Ana.-Buenos días Amo, ha dormido bien? no quería despertarlo porque se le notaba cansado.



-Si puta, estaba cansado y he dormido bien, gracias a vosotras, y la puta de tu hija como ha pasado la noche?



En ese momento mire a Raquel, y tenía los ojos llorosos, pero no decía nada solo mantenía la cabeza agachada.



-Que le pasa a la zorra de tu hija?



-Ana.-Nada mi Amo, solo que se quería ir, decía que no iba a contar nada, pero que se quería marchar a casa, pero ya está solucionado, se queda y desea ser su puta si Ud., lo desea Señor.



-Y como es que ha accedido a quedarse



-Ana.-Le he recordado lo que paso anoche, lo que acepto anoche, lo que disfruto anoche, y aunque le ha costado al final ha reconocido que es la primera vez que tenía un orgasmo así, que jamás pensó que se podía tener tan intenso, pero la muy puta dice que eso está mal, jajajajaja, será estúpida.



Raquel seguía sin levantar la cabeza y sin decir nada, así que me puse delante de ella y mirándola le dije que me la chupara, que iba a empezar la mañana desayunando leche.



-Ana.-Vamos zorra, a que esperas, si lo estas deseando.



La hija levanto la cabeza y se metió la polla en la boca, empezando a chupar, tal y como le había indicado su madre la noche pasada, mientras con la otra mano empezó a masturbarse, pero Ana se dio cuenta y situándose detrás de ella, se agacho y le dijo que quien coño le había dado permiso para tocarse, que ella era solo Mi puta y que mientras yo no lo autorizara no se podía ni tocar y menos correrse.



Raquel cogió y puso sus manos en la espalda, pero Ana le cogió una mano y se la llevo a su coño diciéndole que la masturbara.



-Ana.-Mi Amo me permite usar a su perra, a la hija de su puta.



-Tienes mi permiso para hacer lo que desees con la puta de tu hija, zorra, ya te lo dije ayer, este fin de semana la vamos a usar a nuestro antojo.



-Ana.-Gracias mi Señor, jamás pensé que iba a devolverle todos sus insultos y de una forma tan placentera para mí.



Raquel seguía chupando y gimiendo, a la muy zorra le gustaba eso, y estaba a punto de correrse.



-Zorra me voy a correr, no quiero que se te escape ni una gota de mi leche.



Y en ese momento empecé a correrme y ella a tragar, le vino alguna que otra arcada, pero la muy puta no se retiró y siguió tragando, y una vez que termino empezó a limpiármela con la lengua muy suave y dulcemente, como dándome las gracias, mientras su madre la tenía cogida del pelo, y cuando vio que termino conmigo le pego un tirón brusco que la hizo chillar y le puso el coño en la boca, ordenándole que siguiera ahora con el coño de su puta madre, que la iba a tener todo el día así hasta dejarle la lengua insensible. Raquel siguió comiéndole el coño a su madre hasta que esta se corrió.



Yo di por terminada la sesión mañanera y les dije que iba a ducharme y que luego lo harían ellas, que iríamos primero a mi casa para coger ropa para salir, pues como no pensaba salir todo lo que tenía era para estar por casa y la ropa que llevaba el día anterior puesta, y que luego iríamos a casa de Raquel a ver su armario y tirar lo que no me gustara y luego a comprar ropa más acorde con su nueva vida de puta de MI puta.



Ana se puso una falda negra con medias y tacones de aguja, y ropa interior negra de encaje, y Raquel con la ropa que llevaba puesta el día anterior, pero sin bragas, estas pasaron a mi colección.



En mi casa no nos entretuvimos nada, pues solo fue cambiarme de ropa y coger algo más por si había algún cambio más de planes, de mí casa nos fuimos directamente a casa de Raquel, ella vivía a las afueras de Granada en una urbanización de chalets de lujo, entramos directamente en la casa, pues ella llevaba el mando de la puerta en su bolso.



El chalet era de lujo, pista de tenis y piscina y bastante zonas verdes, pero lo que más me gusto es que desde fuera nadie podía ver lo que ocurriese dentro.



La casa por dentro no estaba nada mal, la verdad es que tenía buen gusto para la decoración la zorra. En la planta de abajo tenía un salón enorme, una salita donde hacían normalmente la vida, una cocina enorme y de muy buen gusto, dos baños y otra habitación donde vivía la mujer que tenían interna, que no estaba pues al creer que no iban a estar le habían dado el fin de semana libre y se había ido a casa de sus padres en Úbeda.



Yo estaba alucinado con lo que me estaba enseñando Raquel, que por lo que supe luego ya estaba instruida por Ana y lo estaba haciendo porque sabía que me iba a gustar conocer todos los rincones de su casa, y por ultimo subimos a la planta de arriba, donde tenían cinco habitaciones, todas con baño, dos de ellas eran de sus hijos muy ordenadas y bien decoradas, y otras dos habitaciones para invitados, también provistas de todo, y por ultimo entramos en su habitación, enorme con un vestidor que era como mi dormitorio de grande, con todo muy ordenado y muy cuco.



-Raquel.- aquí tiene mi ropa Señor, todo está ordenado dependiendo de la época, aquí tiene Ud., la ropa de invierno, y en este lado la de verano, y en los cajones tengo toda mi ropa interior.



-Muy bien perra vamos a ver la ropa, pero desnúdate ahora mismo puta, no quiero verte más con pantalones en mí presencia.



Rápidamente se desnudó, y al quitarse los pantalones vi que la parte que roza el coño estaba totalmente mojada, por lo que le pregunte si es que se había meado, aunque sabía que no era eso quería forzarla a que se soltara hablando como la perra en la que la quería convertir.



-Raquel.- No mi Amo no me he meado, pero estoy terriblemente excitada y con ganas de que me use, quiero volver a sentir como ayer mi Señor.



-Muy bien puta, lo harás, si sigues así te convertirás en una buena puta, además de que tu madre te adiestrara en mi ausencia.



Empecé a abrir cajón por cajón y en el primero estaban todas sus bragas, saque el cajón entero y tire al suelo todo su contenido ya que todas las bragas que había eran horribles, de todos los colores pero antiguas.



-Que bragas son estas perra?



-Raquel.-Señor estas son las de diario, son las que uso normalmente.



-Pues todas a la basura perra, jamás quiero que uses algo tan feo y asqueroso para la vista.



Abrí el segundo cajón y estaba lleno de calcetines tipo media y de pantys de todos los colores y dibujos y alguno tengo que reconocer que muy bonitos, pero hice lo mismo que con el primer cajón, tire todo su contenido al suelo.



-Como te dije ayer a partir de ahora solo medias o nada, jamás usaras un calcetín de este tipo, lleves lo que lleves perra.



-Raquel.- Así será Señor, será lo próximo que haga renovar todo esto a su gusto.



En el tercer cajón estaba lleno de bragas, pero la mayoría de seda y muy de mí gusto a excepción de algún color beige o champán, que cogí y también las tire.



En el siguiente cajón solo había sujetadores compañeros a las bragas que tire, por lo que fueron también todas al suelo.



Y en el último cajón de esa cajonera estaban también los sujetadores compañeros a las bragas de mi gusto, así que tire todos los que no me gustaban su color.



Ana mientras tanto estaba sentada en la cama observando con una sonrisa todo lo que estaba aconteciendo en el vestidor, viendo como su hija solo se limitaba a asentir y observar como iba yo tirando todo lo que no me gustaba.



Yo seguía con mi inspección, y ahora me fui a la otra cajonera donde ella me dijo que todo lo que había eran calcetines y ropa deportiva que usaba para el gimnasio, yo los fui abriendo uno a uno, y tire toda la que no me gustaba, había algunos sujetadores deportivos que fueron todos al suelo así como alguna braga tipo culote, que también las tire, de ahí me fui a donde estaba toda su ropa y observe que tenía más pantalones que faldas, todos muy bonitos y pijos.



-Los pantalones te los voy a dejar no los voy a tirar, aunque sé que el cornudo de tu marido no se iba a dar cuenta, tampoco quiero ponerte en un compromiso, pero no los usaras jamás a no ser que yo te lo diga, como has visto te he tirado toda la ropa interior deportiva, a partir de ahora iras al gimnasio sin ropa interior, y cuando tenga más tiempo iremos a comprártela a mi gusto, ahora solo tienes chandals y algún que otro pantalón, pero son feos y nada ajustados.



-Raquel.-Gracias Señor por dejarme la ropa, pero mi marido no es un cornudo y no...



No le dio tiempo a terminar pues le di un bofetón y le dije que su marido era un cornudo igual que su padre, pero que se lo merece por no saber cuidarte y darte lo que necesitas puta.



-Y ahora ponte junto a la cama a cuatro patas perra, que voy a usar tu cama para follarme a la perra de tu madre.



Con las lágrimas saltadas se fue y se puso tal y como le dije, así que yo me fui hacia Ana y empecé a morrearme con ella y a quitarle la blusa que llevaba, y bajándole el sujetador empecé a comerle las tetas y a morderle los pezones. Le subí la falda y echándole la braga a un lado se la metí de un golpe en un coño que ya estaba mojado y caliente, y empecé a follármela mientras le pellizcaba los pezones y le escupía en la cara, recordándole lo perra que era y lo que me gustaba follármela, mientras tanto Raquel miraba como me follaba a su madre, y gimiendo, con la respiración muy agitada, la muy perra estaba excitada, así que saliéndome de su madre le dije que se subiera en la cama que ahora le tocaba a ella, sin pensarlo pego un salto y casi tira a su madre de la cama, por lo que le solté una bofetada diciéndole que para ella su madre era una diosa y que ella solo es una perra para servir cualquier deseo de su madre y mío, me miro con cara de preocupación, como pensando que se había quedado sin polla, pero no era así, porque la verdad es que me apetecía y mucho follármela, la tumbe en la cama y se la metí en el coño, pero al igual que el día anterior solo con sentirla dentro empezó a correrse y a chillar como una perra.



Ana al ver los chillidos de Raquel se subió encima y le puso el coño en la boca para que se lo comiera.



-Ana.-Cómeme el coño zorra, quiero correrme en la boca de la puta de mi hija, no pares perra, que te muelo a hostias.



Yo seguía follándomela, y ella no paraba de convulsionar, pero no se atrevía a quitar su boca del coño de su madre.



Como aun no me quería correr, me salí de su coño y empecé a comérselo y a mordisquear el coño, al sentir el primer mordisco empezó a correrse otra vez, dejándome la boca llena de jugos y la cama perdida de sus jugos, me incorpore y me puse a besar a Ana, para que supiera a que sabía su hija, en ese momento Ana retirándose de mi boca me pidió permiso para correrse así que se lo di, y también empezó a convulsionar todo su cuerpo y se corrió como la verdad hacía tiempo que no la veía hacerlo. Raquel aun viendo como su madre se había corrido no se atrevía a parar de chuparle el coño, pero yo también quería correrme en su boca así que le ordene a Ana que se quitara que me la iba a follar por la boca. Ana sabiendo como me gusta cuando estoy en la cama cogió a Raquel de los pelos y la quito de la cama, cediéndome a mí el centro de la cama, así que volvió a coger a Raquel y la llevo hasta mi polla ordenándole que se esmerara que ayer ya recibió su primera clase.



-Chúpala bien guarra, y tú Ana lámeme el cuerpo, quiero sentir tu lengua mientras la perra de tu hija me la come.



Aunque aún se le notaba su falta de experiencia ya lo hacía mejor que día antes, pero viendo que aún le faltaba, la cogí del pelo y empecé a marcarle el ritmo, y así la tuve hasta que me corrí, lo hice sin avisar, pero a pesar de que le vino alguna arcada se lo trago todo, y siguió chupándola hasta dejarla limpia, mientras su madre estaba junto a ella masturbándose y mirándome pidiéndome permiso para correrse, cosa que hice, y volvió a explotar en un orgasmo fuerte que no trato en ningún momento de acallar, por lo que lo hizo gritando.



-Ana.-Puta ven a limpiarme el coño, lo quiero limpio muy limpio zorra.



-Raquel.- Si mi Señora, ahora mismo se lo limpio.



Era la primera vez que trataba así a su madre, pero me gusto y me sorprendió, creo que de todas las sumisas que he adiestrado y tratado es la que antes ha sabido aceptar su condición y aún sin conocer este mundo la que mejor ha respondido.



Cuando acabo se dirigió a mi y me dijo que si me quería bañar o duchar?, a lo que yo le conteste que si que me quería duchar, pues se hacía tarde y teníamos que ir de compras y a comer. Se levantó de la cama y se fue al baño a prepararme la ducha, yo las mire a las dos y les dije que ellas no se ducharían, y le pedí a Ana que buscara ropa para la puta de su hija.



Raquel volvió del baño con una toalla para mí y me dijo que mientras me duchaba ella iba a cambiar toda la ropa de la cama, a lo que yo le dije que no, que quería esas sabanas así, como estaban, quería que el cornudo de su marido durmiese en ellas llenas del olor de la perra de su suegra y del mío.



-Raquel.- Lo que Ud. desee mi Señor, no las cambiare.



Yo me fui a la ducha y mientras Ana se quedó buscando ropa para Raquel.



Cuando salí de la ducha ellas ya estaban preparadas para irnos. Ana había escogido una falda color granate a juego con una blusa, y sujetador y bragas también del mismo color, y unos zapatos de tacón, también a juego, aunque el tacón era mediano, ya que ella no tenia de tacón de aguja, y a pesar del frío que hacia fuera no se había puesto medias, así que yo me fui al vestidor y me puse a rebuscar en el suelo algún panty que fuese a juego, vi uno que me gusto, la mire y le pedí unas tijeras, salió un momento de la habitación y volvió con las tijeras, así que le dije que se pusiera los pantys. Una vez puestos me acerque a ella y le dije que se tumbara en la cama, cogí las tijeras y le recorte toda la parte del coño. Una vez terminado les dije que nos íbamos al Corte Ingles a comprar y ya comeríamos por allí cerca.



Fuimos los tres hacia el coche, y una vez junto a el, le dije a Raquel que ella conduciría, y que Ana y yo iríamos detrás, pues ella era nuestra sirvienta y sumisa.



Una vez en el Corte Ingles, nos dirigimos directamente a la sección de lencería, y entre Ana y yo escogimos medias, ligueros y conjuntos de bragas, tangas y sujetadores, por ultimo cogí una medias que fuesen con la ropa que llevaba puesta y un par de conjuntos para Ana, y se lo di todo a Raquel para que lo pagase, la verdad es que la vendedora se llevó una buena comisión, pues la cuenta paso de las 80.000,-Ptas. Cuando termino de pagar le di las medias que había elegido a juego con la ropa y delante de la vendedora le dije que fuese a cambiarse y que tirara las que llevaba puestas, pues no le podía meter mano bien. Tanto la vendedora como Raquel se pusieron rojas, pero ninguna dijo nada, Raquel se fue directamente a los vestidores a cambiarse, mientras Ana y yo nos quedamos esperándola.



De allí nos fuimos a comer a un sitio cercano, una buena comida, acompañado de un buen vino y todo a cuenta de Raquel, a la cual se le veía muy a gusto en su papel, ella llevaba todas las bolsas y caminaba detrás de su madre y de mí.



Durante la comida, yo me encontraba junto a ella y su madre frente a nosotros, y en un momento determinado metí la mano bajo la mesa y la lleve a su coño, el cual está húmedo, la muy zorra disfrutaba siendo usada como sirvienta, así que empecé a acariciarle el clítoris suavemente, mirándola a la cara, pero era increíble como se ponía, soltó el cubierto y se agarró con las manos a ambos lados de la silla.



-Raquel.- Si no para mi Señor me voy a correr, y se va a enterar todo el mundo, por favor se lo ruego no siga.



-Debes de aprender a controlarte perra, debes aprender a no correrte sin mi permiso y si te lo doy a aceptar todas las consecuencias o lo controlas o gritas, a mi eso no me importa perra no voy a ser yo el que se ponga en evidencia.



-Ana.- Eres una perra y una puta zorra, y no se te ocurra correrte sin su permiso o sufrirás tu primer castigo.



-Raquel.- No puedo uhmmm, no puedo, déjeme correrme Señor, por favor no aguanto más.



-Tú sabrás perra si te corres se va a dar cuenta todo el mundo, tienes mi permiso, quiero ver como sales de esta puta.



Y sin más empezó a correrse a dar pequeños saltos en la silla y cuando no pudo más soltó un pequeño grito que hizo que todo el mundo que estaba allí se fijara en nuestra mesa, menos mal que no había mucha gente. El camarero se acercó corriendo a ver que pasaba, menos mal que Ana estuvo atenta y al quite y dijo que no pasaba nada, que era su hija y que de vez en cuando sufría pequeños ataques epilépticos.



Poco a poco fue recuperando la compostura, y dándose cuenta de lo que había hecho, así que no sabía donde mirar y casi se le saltan las lágrimas, pero yo para no darle tiempo a pensar, cogí la servilleta y haciendo como que le limpiaba el sudor, le metí mis dedos aun húmedos en la boca, ordenándole que los limpiara y que saboreara sus jugos y su corrida, y aunque al principio dudo, en seguida se puso a lamerlos dejándomelos muy limpios.



Cuando terminamos de comer, las lleve a una zapatería del centro donde ya nos conocían a Ana y a mí de otras veces, nada más vernos la dependienta se acercó para ver que queríamos, yo solo me limite a decirle que buscábamos un par de zapatos de tacón de aguja. Nos enseñó varios modelos de los cuales me decidí por dos de ellos, y les dije que se los probase a Raquel. La muchacha le dijo a Raquel que se sentara para que se los probase. Raquel estaba un poco descolocada pues no sabía que su madre y alguna amiga más, como Rocío o mi ex jefa eran clientas asiduas y siempre iban acompañadas por mí.



Raquel se sentó y la dependienta le probó los zapatos, pero de tal forma que se le veían el final de las medias y el coño, por lo que la cara de Raquel era todo un poema.



Le venían perfectos, así que le dije a Raquel que pagara los zapatos, y que se pusiera los que ella quisiera y que los que llevaba puestos se los diera a la dependienta para que los tirara.



Cuando estaba pagando la dependienta le dijo que tenía buena pinta para ser una zorra y que yo era un buen Amo, esto aun hizo que se pusiera más roja, porque no se esperaba esas palabras. Ella no sabía que la dependienta era también sumisa y que su Amo y marido era un conocido mío, y aun siguen siendo pareja aunque por motivos laborales ahora residen en Barcelona.



Salimos de la tienda y les dije que nos íbamos ya para la casa.



-Cuando regresa el cornudo de tu marido?



-Raquel.- En principio mañana por la tarde mi Señor, pero lo mismo no viene hasta el lunes.



-Pues entonces nos vamos a tu casa, nos vas a servir en tu propia casa perra, hoy y mañana esa casa va a ser la de tu madre y la mía puta.



-Raquel.- Lo que Uds., deseen, quiero que sepan que estoy pasando el mejor día de mi vida junto con lo de anoche y haré todo lo que deseen.



-Muy bien zorra pues andando que ya estoy cansado.



Nos dirigimos al parking a recoger el coche, pero esta vez le dije a Ana que conduciría ella, pues quería usar a su hija mientras íbamos hacia la casa.



Una vez dentro del coche le dije a Raquel que se quitara las bragas y se sentara sobre su culo, cosa que hizo sin rechistar, conforme salimos del parking le cogí la cabeza y se la lleve hasta mi polla, y ella empezó a chupármela con muchas ganas, como si le fuese la vida en ello, mientras yo le metí la mano por el escote y empecé a pellizcarle las tetas, y no habíamos andado ni cinco minutos cuando la puta empezó a correrse sin mi permiso. Por lo que la incline aun más sobre mi y le di dos azotes muy fuertes en el culo, además le dije que ya no se lo advertía más y que cuando llegásemos a la casa iba a recibir su primer castigo, ella no decía nada, seguía chupando y mamando la polla con ansia, y cuando estábamos entrando por la puerta me corrí sin avisarle, advirtiéndole que como derramase una gota el castigo seria aun peor, por lo que se lo trago todo y me limpio la polla dejándola reluciente.



Una vez dentro...



CONTINUARA…


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