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LA SORPRESA DE FÁTIMA

"Soy un profesor de 40 años, impartiendo un curso universitario, conocí a una chica de la que me enamoré pero resulta que es chico...."

 

Era de contextura gruesa pero tenía una fina cintura, unos 30 años aprox. Tetas pequeñas un culo impresionante resaltado por el tamaño de su cintura y sus carnosas caderas. Apenas entró a la sala quedé caliente. Pelo largo negro, tremendas piernas, y note después que es absolutamente lampiña. Simpática. Tímida, pero algo me decía que era una caliente indómita. Tiene rasgos orientales pero es latina, es profesora; en mi primera clase  mientras el curso resolvía problemas de didáctica, me dediqué a mirarle el culo a ella y a una jovencita flaca con cara de caliente. Dicto en la universidad un seminario para profesores. Luego del café la jovencita ni me miró en cambio la culona se me acercó amablemente; hablé con ella, Fátima es deliciosa.

 

Pasaron las semanas y el seminario de didáctica en educación llegaba a su fin. Decidimos ir a por un café como término del curso y Fátima se sentó a mi lado. Confieso que la piel de sus muslos expuestos a 20 centimetros de mi mano me tenía nervioso. Al pararse a pedir endulzante para el café pude contemplar un hermoso calzón enterrado en un culo perfecto. Dos de las mujeres de la mesa miraron también y al regresar Fátima le dijeron que estaba realmente en forma, como una modelo. Llego el verano y Fátima ya no fue más mi estudiante, pero nos seguimos viendo. Sus escotes eran provocativos, sus muslos eran una delicia de los hombres y ella lo sabía. Toda la población masculina, disimuladamente (como se usa ahora) le miraban el culo a Fátima.

 

Tomando café una tarde, al agacharse pude ver que no usaba brassier y que sus senos eran dos conos duros coronados por oscuros pezones anchos.. un verdadero monumento erótico, noté que es absolutamente lampiña no se depila y su piel es tersa, blanca y muy suave. Imagine la textura de sus pezones en mi boca y mi erección fue instantánea.

 

Pasaron los meses, siempre que la miraba de lejos la imaginada sentada en mi verga, gozando. Fátima tenia cara de caliente y se movía como una gata caliente.

 

Hasta que en octubre, terminé con mi novia e invité a Fátima a un trago ya más de noche, me dijo que no. Pasaron las semanas y me contacta por e mail pidiéndome disculpas, pero que pensó que no era prudente salir con un ex profesor. Le expliqué que yo ya no le hacia clases y que era simpático conocerse más.  Nos juntamos a las 8 en un café… dios mio, que culo, un vestido negro corto, permitía no solo observar el tamaño del trasero sino además los muslos perfectos, torneados, firmes.

 

Esa noche la fui a dejar a su casa y nos despedimos como amigos. La imagen de ese culo no me la podía borrar. Una semana después repetimos la salida. Esta vez me invitó un café en su depto., pero ocurrió algo raro, inesperado, se cortó la electricidad y quedamos atrapados en el elevador. Maravilloso pensé, podía ahora lucirme como macho salvador. Bueno dije que no cunda el panico. Ella se me aferró a mi brazo y sentí su cuerpo caliente cerca del mío, mi erección era grande. Se me apegó más y me dijo que tenia pánico.  Llegue a sentir su aliento en mi nariz. Delicioso. Me abrazó, mi  verga era imposible de disimular. Volvió la electicidad y entramos en su depto. Mi erección no me dejaba en paz. No se si ella se percató de mi estado de calentura. Esa noche yo miraba y miraba piernas tetas, culo y la imaginaba montada encima de mi. Fátima era mi obsesión. Al despedirnos nos besamos por primera vez y me dijo que esto no podría ser.

 

Me pidió que me fuera.

 

Quede sorprendido.

 

Volvimos a salir una semana después y todo se repitió más o menos igual, salvo que el elevador no quedó atrapado… como yo quería.

 

Esta vez al despedirme nos besamos, me abrazó y notó mi verga dura, comenzó a refregarse contra mi cuerpo y sentí sus tetas. Fátima comenzó a gemir. La bese la fui desnudando y ella me detuvo, vamos a mi pieza dijo. Apagó la luz y me desnudó, en cuclillas me hizo una mamada de putamadre. Me chupo los huevos y me palpo el ano: una experta. Su lengua lentamente recorrió mis piernas y mi verga por completo hasta succionarme la punta con una suavidad impresionante. Mire y su acara estaba desfigurada de caliente, ojos blancos, babeaba, gemía mientras se disfrutaba mi tranca de 21 cms completamente dura y goteando.

 

Finalmente, la llevé a la cama, se quedó boca abajo, subí el vestido y palpé sus nalgas:  reconozco que nunca había tocado un culo tan duro y bien hecho como este, firme, bien hecho; comenzó a gemir, pero se veía tímida y casi no quería seguir. Le besé el cuello, la giré levemente y le mordí los pezones (una delicia sexual, altamente recomendable). Sus tetas son durísimas, parecen implantes, pero son reales. Volvió a ponerse boca abajo, abrió las piernas y separándose las nalgas, me ofreció el ano… vaya pensé que fácil, es lo último que una mujer suelta. Separé las grandes nalgas y fui entrando con suavidad al ritmo de sus quejidos hasta que me culié a Fátima hasta los huevos… su esfínter se abrió y su intestino grueso se dilató para dejarme entrar en las profundidades de su hermoso culo… gemía, sollozaba, le dije cosas bonitas pero ella solo gemía. Empujé y mi verga se hundió en su cuerpo hasta el fondo. De pronto me apreta y como experta, me hizo eyacular….”eso ven, mójame amor, precioso, dame tu lechecita” me dijo. La acaricié y al tocar su vagina…ohhh… dios mio…tenía un pene diminuto de unos 3 cms de largo, carnoso con diminutos testículos. Se puso a llorar. Era su secreto. Fátima era Fátimo.

 

No me importó, folla tan bien que no me importó.

 

Estuvimos follando una semana sin parar todas las tardes, probando todas las posiciones que dos cuerpos masculinos pueden ejecutar; mama y traga como ninguna mujer me lo había hecho antes; un sábado decidimos hacer un 69 y lo hice acabar, probé su leche y Fátima fue feliz, por primera vez tuvo un orgasmo con un hombre. Ahora me la puedo follar libremente y hemos avanzado mucho en nuestras exploraciones sexuales. Llevamos 3 años de pareja, nadie, salvo ustedes, conocen el secreto…

Datos del Relato
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