Tengo veintidós años y vivo con mi madre, su pareja y su hijo Hugo de veinte años, desde hace casi dos años ya. Hemos formado una familia entre los cuatro y la verdad es que nos llevamos muy bien todos, hasta el punto de que tanto Hugo como yo nos consideramos como hermanos y nuestros padres no hacen distinciones con nosotros.
Nos llevamos como hermanos, aunque realmente no lo somos lo que nos permite divertirnos juntos de vez en cuando. Todo empezó el día que al salir al jardín me encontré a Hugo follando con su novia en las hamacas. Me quedé parada con la taza de café en las manos y ellos ni se inmutaron. Fue Carolina la que me dijo que me sentara con ellos mientras se levantaba dejando a Hugo con el pene mirando al cielo y cara de cabreo. Nos miramos las dos y nos echamos a reír.
Nos pusimos a charlar, ellos en pelotas y yo en bikini, hasta que Carolina me dijo que esperara un momento porque se iba a ocupar de quitarle la cara de mala leche a mi hermano postizo. Se acercó a él y se puso a chupársela. Hugo volvió a sonreír y por señas me preguntó si me importaba. Negué con la cabeza y me lanzó un beso como muestra de cariño.
Cuando empezó a magrearle las tetas y cogerle los pezones noté que me estaba mojando y empezó la comezón entre mis piernas al ver como se empalmaba de nuevo. Ella se incorporó y dándole la espalda se sentó sobre el pene que desapareció, mientras yo no perdía detalle enfrente a ellos.
Hugo le cogió los pechos de nuevo y empezó a masajearle los pezones. Casi inconscientemente me metí las manos dentro de la tela que me cubría los pechos y empecé a imitar sus caricias. Al verme, Carolina deslizó una mano hasta su clítoris y empezó a masajeándoselo mientras mi hermano la penetraba.
Me puse una mano por debajo del ombligo y fui bajándola hasta que desapareció dentro de la braga para imitarla. Solo tenía una forma de calmar la calentura así que me deshice de la tela y empecé a masturbarme mientras ella fijaba la mirada entre mis piernas.
Me hizo una seña para que me acercase a ellos y después otra para que me pusiera de rodillas en su hamaca, frente a ellos. La mano que acariciaba su clítoris fue directa al mío y puso la mía en el suyo. La escena era un tanto surrealista, la primera vez que una chica me tocaba y menos mientras la follaban. Cada vez me gustaba más el tacto de la suave piel de su clítoris duro, suave y mojado.
Cuando Hugo, sin percatarse de nuestros mutuos tocamientos, empezó a dar muestras de que iba a correrse, Carolina empezó a mover las caderas en círculo sobre el eje de su novio al tiempo que me masturbaba descaradamente. Me costó seguir el ritmo de sus rotaciones sin perder el contacto del dedo con su sexo.
Hugo la alzó del culo para sacársela y la sentó en la hamaca, nosotras tuvimos cuidado para no perder el contacto de las manos sobre los pubis. Se puso de pie detrás de Carolina y retirándole el pelo empezó a pasarle polla por la cara cuando se dio cuenta de que nos estábamos masturbando la una a la otra. Le giró la cara y ella se lo metió en la boca.
Carolina se la chupaba con excitada pasión intentando alcanzar su propio el orgasmo ya irreversible y pellizcaba mi clítoris con las uñas. Cuando tensó el cuerpo al correrse Hugo gimió y se corrió. Al verles me corrí sin remedio y tuve que separarme del contacto de sus dedos cuando no pude más.
Carolina, abriendo la boca, dejó resbalar por sus pechos la corrida de Hugo mientras me acercaba su boca. Mi medio hermano se unió a nuestro beso y me encontré con dos lenguas luchando en el interior de mi boca que ahora sabía a semen. Me cogieron del pelo y me hicieron chupar los pechos de ella pidiéndome que retuviera los fluidos y volviera a besarlos. El semen desapreció, no sé ni cómo ni donde, alguien se lo tragaría.
Desde ese día nos hemos convertido en inseparables. Formamos un trio perfecto donde nos amamos sin dar cabida a los celos. Una vez que Carolina era mi amiga y los padres desconocían su relación con Hugo, bueno ahora con los dos, no hubo problema en que se quedara a dormir conmigo cuando queríamos.
Teniendo en cuenta que nuestras habitaciones están en el piso de arriba y nuestros padres duermen abajo, cuando se queda a dormir no tenemos problema en juntarnos en mi habitación los tres, aunque siempre le mandamos adormir a su cama por precaución y nosotras dormimos en la mía juntas, con juegos adicionales o no dependiendo de lo saciadas que estemos.
A Hugo le encanta ver cómo nos comemos el sexo en posición del sesenta y nueve y que luego se la chupemos las dos al tiempo hasta que se corre y da comienzo una pelea de lenguas para ver quien de las dos consigue más semen. Otro de sus vicios es penetrar a una desde atrás mientras la otra tumbada debajo le come los huevos y cuando se corre lo hace en la boca mientras se la folla.
Cuando Carolina no esta y nos apetece follar, nos conectamos por Skype y lo hacemos delante de la cámara del ordenador para que nos vea mientras se masturba con cualquiera de los vibradores que la hemos regalado para estas ocasiones.