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Categoría: Confesiones

La sexy pelirroja de la tienda hípica

Soy de una pequeña localidad de Castellón. Vivo en un pequeño pueblo de Madrid desde hace unos años por temas de trabajo. Desde que llegué, me fijé en una chica que trabaja en una tienda de hípica, a la que acudo mucho por el trabajo. Ella tiene 25 años, es alta, alrededor de 1,74 metros, delgada, pelirroja, a veces lleva gafas, buen cuerpo, pechos normalitos, un buen culo y muy risueña. Siempre tiene una sonrisa en la boca para todo el mundo, no consigo imaginármela enfadada.

El caso es que supuse que una chica como ella debía tener pareja, y nunca me atreví a decirle nada fuera de lo laboral. En todos estos años solo había cruzado con ella conversaciones triviales sobre el tiempo y algunas noticias.

Un día un amigo me quiso gastar una broma y cogió mi móvil sin yo saberlo y le envió un mensaje diciéndole que YO había pasado por delante de la tienda y la había visto, y que estaba muy guapa con el top rosa que llevaba puesto, palabras que yo le había confesado poco antes a mi amigo. Cuando vi que Nuria (así se llama) me contestó, me quise morir de la vergüenza, y me enfadé muchísimo con mi amigo, a pesar de que su respuesta fue muy simpática y amable, dándome las gracias por haberme fijado y me sorprendió el final “¿a ver cuando te invitas a un café en el bar que está junto a la tienda?”.

Me quedé flipado. Estuve unos días sin pasar por la tienda por vergüenza, hasta que me decidí y me acerqué.

Ella me saludó tan risueña como siempre, con una sonrisa de oreja a oreja. Le pregunté que como estaba y le pedí unas herraduras que necesitaba para el trabajo y, en el momento de pagarle, me armé de valor y le dije que si le apetecía tomar el café del que hablamos por whatsapp, a lo que me dijo que si, que se lo tomaba en el bar de al lado y así veía la tienda.

Estuvimos una hora tomando el café, hablando de muchísimas cosas, incluido su novio, con el que no llevaba tanto tiempo (por qué no habría preguntado antes).

El caso que tras esa hora y poco de charla, nos despedimos con dos besos y ahí quedó la cosa.

Continué yendo a la tienda a menudo, y muchas de las veces tomábamos café cuando ella no estaba ocupada. A mi cada vez me gustaba más, y no sabía como decirle que me volvía loco desde que la conocí.

Una vez más, el idiota de mi amigo hizo de Celestina y me mandó un mensaje a escondidas diciéndole que pensaba mucho en ella y que me encantaba tomar café con ella, a lo que ella respondió que “no quería que hubiera confusiones, que ella tenía pareja y no buscaba nada más entre nosotros”

Eso me dejó avergonzado. Tardé semanas en volver por la tienda, hasta que necesité productos urgentemente un domingo para el trabajo y le mandé un mensaje por si podía abrir la tienda para mi, a lo que me respondió que si, que no había ningún problema.

Yo iba muy nervioso hacia la tienda, avergonzado, pero no me quedaba otra opción.

Al llegar, ella me recibió con esa sonrisa tan dulce y me preguntó qué era lo que necesitaba. Cuando le pagaba, me preguntó por mi, diciéndome que ya no me veía, y yo le contesté que estaba avergonzado.

Me dijo que no tenía que sentir ninguna vergüenza, que yo a ella también le gustaba, que le parecía un chico muy atractivo, pero que ella tenía pareja y lo quería, y que lo nuestro no podía ser.

Le pedí un abrazo, y me lo dio. Al darle el abrazo, inconscientemente, mis dedos rozaron ligeramente su culo, pero cuando me quise dar cuenta ella no me había dicho nada, así que, conscientemente, bajé un poco más las manos, llegando a tener casi toda la mano en sus nalgas. Ella seguía sin decirme nada, aunque si noté como su respiración se aceleraba.

Mi corazón latía a mil, separé muy despacio mi cara de su hombro, acercándola lentamente a la suya, le di un beso en la mejilla, y fui llevando mi boca junto a la suya, mientras veía como ella seguía sin decir nada, y sin oponerse a lo que estaba sucediendo.

Finalmente la besé. Comenzamos a darnos un beso con lengua, mis manos bajaron hacia su culo, agarrando con fuerza sus perfectas nalgas, levantándola y apoyándola sobre el mostrador, a lo que gritó – ¡¡ESPERA!! – pensé que ahí se acababa mi sueño, pero continuó – que aquí puede vernos alguien, vamos para adentro. –

La tienda era estrecha pero profunda, y al fondo tenía unos bancos y al final una puerta que daba a los baños y al almacén.

Entramos en el almacén, y continuamos por donde lo habíamos dejado, comiéndonos la boca y manoseando nuestros cuerpos. Yo continuaba estrujando sus nalgas, no quería que acabase ese momento, pero ella fue un paso más allá y empezó a pasar sus manos por mi entrepierna, notando como mi polla estaba dura.

Comencé a quitarle el top que llevaba, comprobando que no llevaba sujetador “DIOOOOSS COMO ME PONÍA”. Observé sus pechos unos segundos, eran perfectos, redonditos, se sujetaban en su sitio sin necesidad de ayuda, no muy grandes… en fin… perfectos. Bajé mi lengua por su cuello hasta llegar despacio a sus pezones, jugando con uno con la mano mientras chupaba el otro sin parar. Iba cambiando teta y bajé la mano hasta su entrepierna, aún vestida con el short vaquero. Metí la mano por debajo del short, notando su ropa interior húmeda. Desabroché el pantalón y le bajé la cremallera. Ella murmuraba entre gemidos “esto no está bien, Dios, esto no está bien”, por lo que pregunté “¿quieres parar?” a lo que contestó con un rotundo “NO” mientras me ayudaba a quitarle el short.

Y ahí estaba yo, medio arrodillado ante esa preciosa mujer, solo vestida con un tanguita de color negro, húmedo, con las tetas a la vista y deseando que me enterrase a comerle el coño.

Y ahí me lancé, empecé a comérselo a través del tanga, notando como ella gemía cada vez que apretaba mi boca contra su chocho.

Le aparté un poco el tanga hacia un lado, e introduje mi lengua buscando su clitoris. Ella no paraba de gemir, de jadear, cada vez a más ritmo, y yo disfrutaba de cada lametón, de cada uno de sus grititos de placer.

Llevaba ya unos minutos comiéndoselo entero, cuando le di la vuelta con fuerza y le seguí lamiendo desde atrás, ella se inclinó un poco y parecía que le ponía más cachonda esa postura, o la forma de darle la vuelta.

Me levanté y le fui a meter toda mi polla pero me paró, me empujó hacia la pared, y empezó a desvestirme mientras pasaba su boca por todo mi cuerpo. Me quitó la camiseta mientras me besaba y pasaba la lengua por mi cuello, mis pezones, mis abdominales, y ahí… lentamente, en cuclillas y mirándome a la cara con una sonrisa, pero no la risueña de siempre, sino una pervertida, picaresca, casi diabólica; empezó a desabrocharme el pantalón, la cremallera, me lo bajó hasta quitármelo y empezó a darme mordiscos en la polla sobre la ropa interior. Me miró nuevamente y, con la voz más sexy que me han hablado nunca, me dijo “¿quieres que me la meta en la boca?”. No me salían las palabras, pero conseguí decirle con la cabeza que si. Estaba viviendo un sueño que nunca pensé cumplir.

Me bajó los bóxers y mi polla casi le golpea en la cara de lo dura que la tenía. Empezó a pasar la lengua por los laterales, de arriba a abajo, sin metérsela, jugando con ella y conmigo. Empezó a pasar su lengua haciendo círculos por la punta de mi polla, hasta que se la metió hasta la mitad, y continuó metiéndosela y sacándosela de la boca, llegando a dar alguna arcada alguna vez, entonces se la sacaba y pasaba la lengua desde los huevos hasta la punta y se la volvía a meter.

Empezó a jugar con sus dedos cerca de mi ano, pero no me salían las palabras ni para decirle que por ahí no.

En un momento, se escupió la yema de los dedos y, antes de que me diera cuenta, mientras me la seguía chupando, jugó poco más con los dedos alrededor de mi ano e introdujo uno de ellos. Para mi asombro, eso me ponía más cachondo, y hacía que mi polla fuese a explotar.

Mientras me la chupaba y me metía y sacaba el dedo en el ano, yo no paraba de gemir, estaba en la gloria. El pibón de la tienda de hípica con la que siempre soñé me la estaba chupando desnuda en el almacén de su propia tienda.

Llevaba ya un buen rato chupándomela y yo estaba a punto de correrme, así que la cogí de los brazos para incorporarla y poder follar, pero cuando la le di la vuelta para metérsela, me preguntó que si tenía preservativo, y por desgracia no llevaba, y ella tampoco.

Pensé que, o bien seguiríamos con sexo oral, o habíamos terminado la fiesta, pero nunca dejaría de sorprenderme Nuria cuando me dijo “¿has dado por el culo alguna vez?”, contesté que no, que era la verdad, y me dijo “pues hoy te vas a estrenar, mientras me la metes, me vas masturbando el clitoris, y si lo haces bien, llegaré al orgasmo incluso antes que tú”.

Se escupió la mano y se empezó a pasar la saliva por su culo, diciéndome que escupiera a menudo y lo pasara por su ano y por mi polla.

N: “Méteme un dedo, y cuando yo te diga, me metes otro, todo muy despacito, y ya te aviso después para que me vayas metiendo la polla muy despacio”.

Así hice, me escupí la mano, y le metí un dedo mientras le comía el coño. Seguí metiendo y sacando el dedo hasta que me dijo “mete otro”.

Cuando llevaba un rato, me dijo “métemela, hazme gritar como la perra que soy, hazme sufrir por el mal que estoy haciendo, me estoy portando mal, Manu, muy mal, y la culpa es tuya. Métemela ya”.

Se puso a cuatro patas en el suelo, dejando todo su culo a mi vista. Apoyé mi polla en su ano, y empecé a empujarlo suavemente dentro de su culo. Me asomaba para verle la cara, y la veía sufriendo, con cara de dolor, así que la sacaba, y me decía “¿qué haces? Te he dicho que me hagas sufrir. Métela”.

Volví a meterla lentamente, y poco a poco llegué a meterla del todo. Empecé a disfrutar de su apretadito culo, Dios. Nunca había sentido tanto placer follando.

Ella empezó a moverse ella misma, metiendo y sacando mi polla de su culo mientras yo le masturbaba. Gemía como una loca y me dijo “córrete dentro, me encanta que se corran en mi culo, córrete”

Yo no podía aguantar más y me empecé a correr. Era la primera vez que me corría en el culo de una mujer. Fue una experiencia única.

Seguí dándole después de haberme corrido hasta que ella empezó a gritar y a correrse, y ella misma fue la que, según terminó, se sacó por completo mi polla de su culo y se tiró en el suelo.

N: Dios, para no haberme dado por delante no ha estado nada mal.

Yo: Ha sido increíble. No sabes cuantas veces he soñado con algo así.

N: Vamos, que te has pajeado mil veces pensando en mi. Jajaja muchas gracias.

Me empecé a poner rojo y ella siguió.

N: ¿Ahora te vienes a sonrojar? ¿Después de haberme reventado el culo? Anda, empieza a vestirte a ver si va a venir alguien y va a ver que la verja no está y yo aquí en el almacén desnuda.

Ella se fue al baño, y después nos vestimos en silencio y casi a carreras, y una vez en la tienda:

N: Manu, como te decía antes, eres un chico muy atractivo, a mi siempre me llamaste la atención y, bueno, yo estoy muy bien con mi pareja, le quiero, y no sé qué ha pasado ahora pero ni puede salir de aquí ni se va a volver a repetir. Espero que lo entiendas.

Yo: por supuesto, no hay problema, seguiré viniendo a comprar si no te molesta, eres la dependienta más guapa que conozco Jajaja

N: claro que no me molesta, me encantará atenderte, como siempre. Cuídate mucho.

Nos dimos un abrazo y salí de la tienda con una sonrisa de oreja a oreja y sin las cosas que había comprado, menos mal que me di cuenta al llegar al coche y pude volver a recogerlas.

Nunca olvidaré ese domingo.

Datos del Relato
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