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Categoría: Maduras

La Señora de Don Carlos

Como lo mió no fue los estudios, mi padre aburrido de que me corrieran de varios colegios me mando a trabajar con un viejo de la zona. A mis 17 años me vi obligado a trabajar con don Carlos, en una empresa de movimiento de tierras. Todo el día era ver mecánica en general de las grandes maquinas, mover hierros, hacer trabajos con palas etc.



 



La paga era mala, pero con mis conocimientos y estudios era poco a lo que podía aspirar. Sin embargo siempre he sido muy inteligente, al poco tiempo de estar trabajando ahí, ya movía algunas de las maquinas, y como siempre estaba ayudando a Don Carlos en la mecánica de estas, aprendía muy fácilmente cosa que a Don Carlos le gusto. Nunca tenía problemas para quedarme hasta tarde, y a donde me mandaban iba sin poner ni un pero.



 



Con el tiempo Don Carlos me tomo un aprecio especial y ya no me mandaba a descargar camiones, si no que me mandaba al banco, o ayudante de el para cualquier labor que necesitase. Siempre conversaba conmigo, me decía que a su hijo ( de mi edad ), nunca le gustaron las tuercas como a mi, y que al ser su único hijo varón , ya que todas sus otras hijas mayores eran mujeres, el pensaba que todo su trabajo se perdería al fallecer.



 



Don Carlos tenía unos 63 años, era mas bajo que yo, pero bien paradito el viejito para su edad. En un accidente trabajando con una de sus maquinas, había perdido uno ojo, y por lo mismo ya no le dieron mas licencia para conducir. Por lo que apenas tuve la edad, me mandó a sacar documentos para mandarme a mí o llevarlo. Ese trabajo lo hacía su mujer, Adela, que también trabajaba en la empresa, igual que una de sus hijas. Doña Adela, tenía 53 años, del mismo porte de su marido, delgada, con un trasero ya caído, con tetas bastante grandes, pero ya caídas. Mujer normal para su edad, y al igual que Don Carlos se mantenía muy bien. Me llevaba muy bien con ella, y no era raro que cuando ella tenía que salir a comprar algún repuesto, me pedía que la acompañara, para cerciorarse de lo que buscaba era lo correcto o para cargar la camioneta. Me decía que no le gustaba salir sola, ya que se aburría, y que conmigo tenía con quien conversar.



 



Para mi era todo normal, aunque igual debo reconocer que me pase mis rollos con la viejita, me miraba con otros ojos, era muy amable conmigo, a veces cunado conversaba conmigo mientras iba manejando, me ponía su mano en la pierna y siempre que la ayudaba a cargar o hacerle algún trabajo a ella, me pasaba un billete en secreto. De hecho algunos de los muchachos de la empresa, me molestaban diciéndome que era el regalón de Doña Adela y que me estaba engordando para luego cobrarme todos los regalos.



 



Yo no le daba mucha importancia al tema y no me molestaba que la viejita se pasara rollos conmigo, mientras Don Carlos no se molestara, seguía haciéndole favores a ella y recibiendo mis billetes extras.



 



Una tarde, Don Carlos me pidió que lo llevara en la camioneta y mientras manejábamos, me comenzó hacer preguntas un poco extrañas. Me preguntó por mi vida, especialmente mi vida amorosa, si estaba pololeando, si tenía alguna amiga con ventajas por ahí, que si tenía mucha actividad sexual etc. Yo pensé que el se estaba pasando rollos que entre su esposa y yo había pasado algo, o que quizás había escuchado alguna de las bromas que me hacían los otros trabajadores. Después me preguntó como me llevaba con su mujer y ahí me puse helado, pensé que estaba tratando de conseguir alguna información de mi parte. Le dije que con ella al igual que con el sentía mucho respeto y les agradecía nada mas, que me dieran trabajo, y continué alabándolo a el , que había aprendido mucho a su lado, en fin, pero el volvía a meter a su mujer en el asunto. Me pregunto como encontraba yo a la Sra Adela, y nuevamente el mencione que la respetaba mucho, que la admiraba como siendo mujer conocía tan bien el negocio, como manejaba tan segura, como mandaba a los trabajadores sin ser prepotente etc. El me confesó que cunado joven la Sra Adela era una mujer muy hermosa, y que además era muy fogosa, por lo que al poco tiempo de estar saliendo con ella, había quedado embarazada de su hija mayor y que se habían casado formando la familia, y que siempre había tenido el apoyo incondicional de su mujer. Yo no sabía por que le daba tantas vueltas al tema de su mujer. Después me dijo que a el le gustaba yo que fuera un muchacho emprendedor, trabajador, que por lo mismo siempre trataba de darme quizás un poco mas de responsabilidad y que por lo mismo ganaba un poco mas que los otros. Aparte el sabía que su mujer me pasaba dinero por debajo, cunado la ayudaba etc.



 



Yo me sentía un poco incomodo con todos los comentarios de Don Carlos, y cuando me dijo que me consideraba una buena persona, y que quizás tendría la posibilidad de incrementar un poco mas mis ingresos. Yo le dije que estaba dispuesto a sacrificarme en mi trabajo, ya que siempre necesitaba dinero. El se quedo callado , pensando y después me dijo que lo que el me iba a proponer , era un secreto que tenía que quedar entre los dos, que confiaba mucho en mi y que por eso se atrevía a confesármelo.



 



Me confesó que su vida sexual con su mujer hace mucho tiempo que se había apagado, ya que el sufría de impotencia severa, y por lo mismo ya no podía responder como hombre. Y que el veía que su mujer, era una muy buena mujer, y que no era justo para ella, ya que el la consideraba aun una mujer fogosa, que debía abstenerse por culpa de el. Me dijo que el había visitado médicos pero que por su problema al corazón no podía tomar nada, a si que después de pensarlo mucho, llego a la conclusión que no podía ser un hombre egoísta, y que su mujer tenía que aprovechar sus últimos años de sexualidad. Y que por la misma razón es que el se atrevía a proponerme a mi, que a cambio de favores sexuales con su mujer, el me ayudaría a surgir en su empresa, todo bajo el mas profundo secreto.



 



 



Yo no sabía que decir, las palabras de Don Carlos me dejaban helado, y cuando me preguntó que opinaba, las palabras no salían de mi boca. El al ver que yo estaba un dudoso al responder, me dijo que el tema se lo había planteado hace años a su mujer, pero que ella no había querido, pero que hace como un mes, el había notado la atracción que su señora sentía por mi y que cuando lo converso con ella, esta confesó que si le gustaría tener algo conmigo, y que estaría dispuesta si yo quería.



 



 



Ya veníamos llegando a la empresa, me dijo que lo pensara, que obviamente esto era un secreto de los tres y que sea cual sea mi respuesta, no influiría en mi trabajo, a no ser de que fuera una respuesta positiva, lo que obviamente vendría con una retribución económica. Nos bajamos de la camioneta, y apenas se bajó, Don Carlos se metió la mano atrás, sacó su billetera y me paso unos billetes como regalo. Mando a llamar a un par de viejos y le ordeno que me ayudaran bajaran las cosas de la camioneta.



 



Todo ese día fue de lo más normal, aunque noté a la Sra Adela un poco extraña. Pensé todo el día en el ofrecimiento de Don Carlos y aunque mi respuesta siempre fue positiva, ya que nunca estaba de más un buen polvo, más con la autorización del marido, y más encima con una retribución económica, era muy interesante la propuesta, aunque igual un poco incomoda.



 



Al otro día, estaba metido en una maquina, lleno de grasa, cuando se acerca Don Carlos y me dice si había pensado en su propuesta. Me dio un poco de risa, pero le dije que estaba de acuerdo. El me dijo que no fuera tonto, que no lo pasaría mal y que el coordinaría todo, para el jueves de esa semana.



 



Llegó el jueves, y la Sra Adela no se presentó a trabajar. Estaba algo nervioso, pero Don Carlos actuaba de una manera completamente normal. Me mandó al banco en la mañana y a comprar unos repuestos, por lo que me perdí casi toda la mañana. Después dejé la camioneta y me fui a almorzar. Al volver en la tarde, tenía que cambiar una bomba. Me estaba colocando mi buzo, cuando don Carlos entra donde nos cambiábamos ropa y me dice que me necesitaba en la oficina, a si que no me cambiara.



 



Entré a su oficina, y me dijo delante de su hija, que atendía un cliente, que tomara la camioneta y que por favor le fuera a ver el auto a su señora a la casa, que no quería arrancar. Me pasó las llaves y me cerró un ojo. Sabía que el momento había llegado y partí, muy nervioso rumbo la casa de Don Carlos.



 



La casa de don Carlos era muy normal, a pesar de todo el dinero que ambos tenían. Me estacione afuera y llame al citófono. Doña Adela, me contestó y me abrió el portero eléctrico. Me abrió la puerta y casi sin saludarme, me hizo pasar. Me invitó a tomar asiento y me ofreció una cerveza, la que acepté. Mientras esperaba a la Sra Adela que saliera de la cocina, observe la casa, las fotos de todos sus hijos, las escopetas de Don Carlos pegadas en la pared, como todo perfectamente ordenado, los libros en la biblioteca.



 



La Sra Adela, muy nerviosa salé con 2 vasos de cerveza, me pasa uno y se sienta a mi lado. Hablamos del calor que hacía, de algunos detalles de la empresa, hasta que nos quedamos en silencio. Le pregunté por su auto y me dijo que ambos sabíamos que el auto no tenía ni un problema. Me preguntó si lo había pensado bien, que ella se moría de vergüenza, pero que Don Carlos se había obsesionado con eso. Le pregunte que desde cuando no pasaba nada con don Carlos y me contó el problema que tenía Don Carlos, que como se fue asentando con el tiempo y que llevaba unos 5 años sin tener relaciones. La cerveza se acabo y doña Adela partió en busca de dos mas. Me daba un poco de vergüenza empezar a actuar, quizás con 4 o 5 de esos vasos de cerveza , andaría bien, pero tampoco quería la señora pensara que era un alcohólico.



 



La Sra Adela usaba una blusa blanca, con una falta de color plomo hasta las rodillas. Como mencioné a sus 53 años salvo sus pechos, no tenía nada mas que me llamase la atención, Su cola no era muy grande, sus piernas un poco flacas, su rostro algo arrugado, pero de todas formas, sabiendo que ella estaba dispuesta a tener sexo conmigo, me excitaba un poco. Volvió con las 2 cervezas y las tomaos en silencio, a veces nos mirábamos y nos reíamos de la situación, sin embargo nadie daba el primer paso.



 



Ella tomo la iniciativa, y me comenzó a acariciar la pierna. Yo no separaba mi vaso de mis labios, ero no perdía detalle de su mano acariciándome la pierna. Luego su mano fue subiendo un poco mas hasta comenzar a acariciarme mi verga por sobre el pantalón. Esta había despertado un poco, peor no lo suficiente como para dar una buena impresión. Hice algo de esfuerzo y me atreví a acariciar también su pierna, sin mirarla a los ojos. Estuvimos un rato así, hasta que ella se levanta y me dice que la acompañe al cuarto. Caminamos por un pasillo, ella delante de mí entramos a la habitación. Ella se sentó en la cama y yo a su lado. Continuamos tocándonos las piernas, tal cual como estábamos haciendo en el sillón. Ambos muy nerviosos y con avances bastante lentos. Luego ella se acuesta de espalda, dejándome sentado y tomado mi mano la mete por debajo de su falda. Ahí, ya en contacto mas directo con su piel , continué acariciándola subiendo cada vez mas mi mano. Ella tenía los ojos cerrados y se concentraba en lo que estaba haciendo. Poco a poco fui tomando más confianza, hasta que mis dedos al fin se encontraron con su calzón. Comencé a acariciar su sexo por sobre la tela y ella inmediatamente comenzó dar señales de que le gustaba. Estuve un rato así masturbándola, hasta que ella se sienta y me pide que me acueste de espalda. Al igual que ella cerré mis ojos y sentí como su delgada mano, me acariciaba las piernas, subiendo lentamente hasta tenerla sobre mi sexo. Suavemente fue descendiendo el cierre de mi pantalón, hasta que su mano se metió dentro de este, encontrándose con mi verga ya bastante mas despierta. Sentía como se agitaba su respiración al tocármela y como luego, torpemente me soltaba la correa. Luego me abre los pantalones y sintiendo su mirada en todo mi cuerpo, su mano comienza a acariciarme, sacando lentamente mi verga de su envoltorio.



 



Ya con mi verga completamente expuesta ante los ojos de la Sra Adela, mas sus suaves caricias, hicieron que esta fuese alcanzando un tamaño nada despreciable, que para los ojos de la veterana, era un hermoso monumento. Luego sentí como se acomodó un poco y bajando lentamente se la llevo a su boca metiéndose solo al puntita. Se notaba muy nerviosa ya que quizás cuantos años que no se llevaba un pedazo de carne a la boca. Comenzó a chuparla muy suavemente hasta que luego de un rato ya lo hacía de una manera muy profesional.



 



En esa posición mi mano se metió bajo su cuerpo y tomo por primera vez una de sus tetas. Sentía claramente un gran pezón dentro de su blusa, el que me encargue de acariciar lentamente, apretándoselo con mis dedos, o acariciándolo con movimientos circulares. Con gran maestría logre desabrocharle su blusa y meter mi mano a través de ella. Mi mano comenzó a acariciar fuertemente uno de sus pecho y el placer que comenzó a sentir la obligo a sacar mi verga de su boca para comenzar a gemir. De ahí la Sra. Adela ya tomo más confianza y en dos rápidos movimientos se desprendió de toda la parte de arriba.



 



Tal cual como había imaginado la señora Adela tenia unas tetas de muy buen tamaño, grandes y largas, blancas y con dos pezones muy morenos y muy puntiagudos. Me incorpore y le tomé una de sus tetas llevándomelas a la boca, comenzando a chupar fuertemente. Ella gemía de placer y me decía que lo que mas le excitaba a ella era que le chuparan las tetas. Para mi, ni decir, siempre han sido mi obsesión sean grandes o chicas, blancas o negras y con un pezón tan definido era un placer sentirlas dentro de mi boca, a si que continué chupándoselas por largo rato. Ella me pedía que se las chupara más y más fuerte, que se las apretara mas fuerte, mientras yo me daba un festín con las viejas tetas de la veterana.



 



Termine de desnudarla por completo dejándola solo en calzones. Mientras ella también torpemente me sacaba mi ropa. Yo ya completamente desnudo y ella solo con calzones, me arrodille entre su piernas y tomando su ultima prenda se la fui sacando lentamente. Ella se estremecía al verse expuesta ante los ojos de un joven como yo, quizás con algo de vergüenza ya que su cuerpo no era el mismo de años atrás, sus piernas ya un poco huesudas, al igual que sus caderas, mas algunos pequeñitos rollitos en su vientre. Sin embargo a esa altura estar acostado con la esposa de mi jefe , era el mejor trabajo que me podían asignar y estaba dispuesto a esmerarme en hacerlo. Apenas vi su poco poblado sexo, me metí de boca en el para lamerlo a mis anchas. La Sra Adela me aprisionó la cabeza con sus piernas, para luego abrirse completamente e piernas para darme todo el espacio que yo necesitase. Una y otra vez , mi legua y mis labios recorrieron su sexo, con las mismas ganas que le chupaba sus tetas, sin dejar ni un lugar que recorrer. Trato dos veces de detenerme pero al darse cuenta que yo no saldría de ahí, sin lograr que ella llegara a su orgasmo, se entrego completamente al placer y agarrándome fuertemente de la cabeza , comenzó a acabar , levantando sus flacas caderas por el aire, de las cuales yo me afirmaba y podía moverla a mi antojo.



 



No había terminado de acabar la Sra Adela, cunado incorporándome y separándole sus piernas se la metí sin ninguna contemplación. Ella no alcanzo decirme que lo hiciera despacio cunado acompañado de un fuerte gemido, mezcla de placer y dolor, se vio completamente llena de verga.



 



La tome de sus delgadas pantorrillas y levantándolas en el aire, me harte de metérsela una y otra vez, mientras ella ya acostumbrada, seguía recibiendo todas mis embestidas. Sus largas tetas colgaban hacia los lados, moviendo de arriba abajo contra cada una de mis embestidas. A las finales ella mismas se las tomo y mientras yo la penetraba, ella se las acariciaba y manoseaba fuertemente, agarrándose los pezones fuertemente llegando a levantar. No se cuánto tiempo abra estado en esa posición, pero la veterana no paraba de gozar. La acosté de lado y metiéndome detrás de su espalda, le hice pasar una pierna por sobre las mías para comenzar a follármela por detrás.



 



Le agarre una de sus tetas y tal como ella lo hacia, se las tiraba fuertemente, incluso pensando que podría causarle dolor, pero ella en vez de quejarse, se excitaba mas cuando se las tiraba fuertemente.



 



Luego la coloque boca abajo, y sin separarle las piernas , le separé un poco sus nalgas y buscando la entrada de su vagina le comencé a dar denuevo con ella mordiendo la almohada. Mientras la follaba, miraba las paredes de su cuarto, los crucifijos, algunos santos, y la foto de su marido en el velador viendo como este joven se estaba comiendo a su mujer. Podría haber durado mucho mas, pero ella ya comenzaba a quejarse a si que respirando bien fuerte, le hice saber que estaba por acabar, cosa que la excito mas aun y me decía palabras obscenas, pidiéndome que le llenara su concha de leche. Eso fue lo que gatillo mi eyaculación y entre grandes gemidos acabe copiosamente dentro de ella. Solo ahí me di cuenta que había sido un poco brusco con la Sra. Adela, pero cuando ya acostado a su lado, ambos recuperándonos, le pedí perdón por si me había comportado un poco animal, ella me dijo que al contrario, que eso la excitaba mas aun, el sexo fuerte, le encantaba, y que lejos había sido el mejor sexo en muchos años.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 7.33
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