Retomando la historia de Mary Ann, supimos que al final de menosprecios, vejaciones, humillaciones, incluso violencia doméstica e infedilidades de todo tipo, Mary Ann, una mujer aunque no muy mayor, sí muy estropeada por sus circunstancias familiares, encontró al fin el amor de su vida en los brazos de Jaime, un hombre bastante mayor que ella, pero que la adoraba y la respetaba. La amaba y la mimaba.
Tras varios sufrimientos más por el papeleo que trajo la separación de su anterior marido, Carlos, consiguieron no sólo contraer matrimonio, una segunda oportunidad para Mary Ann que no podía dejar escapar, sino legalizar todos los papeles del pequeño Daniel.
Mary Ann ya no era tampoco una niña y sabía muy bien que tenía que aprovechar esta segunda oportunidad que le daba la vida, y que no se podía presentar más. Así que llena de júbilo aceptó la proposición de Jaime de celebrar aquel acontecimiento con un pequeño viaje a Mallorca, que aunque sería sólo un fin de semana, supondría el fin de semana más maravilloso desde no se acordaba la fecha. Así que hicieron las maletas, poca ropa, pues no pretendía salir de aquella habitación de hotel, pues su tiempo lo iba a emplear a fondo, en hacer ver a su "amor platónico" lo cariñosa que podría llegar a ser.
Llegaron a Mallorca, y sólo Jaime dijo unas palabras al chófer del taxi: "Hotel Palace, por favor". En aquel hotel, habitación, nº 7, Mary Ann descubriría que era una persona, una mujer bella con unos encantos subliminales y que también podía ser amada y respetada como la que más. Cogieron la pequeña llave en recepción. Parecía nerviosa, deseosa de llegar, radiante como una novia recién casada. Pidieron la cena, una botella de cava y dos copitas. Colgaron el cartel de "no molestar" en la puerta, y Mary Ann deshizo el equipaje.
Ahora, por primera vez, sentía una gran sonrisa en su cuerpo, ganas de hacer el amor, oh! qué palabra, pensaba Mary Ann, sin querer, sin darse cuenta, incluso el acto sexual, se convirtió en acto de amor.
Cenaron, vieron un poco la tele y después abrieron la botella de cava, Jaime como todo un caballero, echó un poquito de cava en las dos copas, mientras Mary Ann, se acicalaba en el baño. Mary Ann incluso se pellizcó por si soñaba, tanta dicha, tanta alegría no podía ser verdad. Pero era verdad, Mary Ann no soñaba, sino que al final encontró la felicidad. Se puso su camisón blanco y se ató su lacito rosa, "wow", exclamó Jaime al verla.., los ojos de Jaime centelleaban de gusto, de placer, nunca había visto una mujer tan hermosa y a la vez tímida como la suya. Y, desde luego no la dejaría escapar por nada de este mundo.
Los dos se abrazaron y se dejaron caer en aquella cama de hotel, retozando, abrazándose, incluso jugueteando entre las sábanas, parecían una pareja de recién casados.
A la vuelta del fin de semana, Mary Ann y Jaime, descubrieron que ese amor, la semilla del amor de aquel respeto, de aquel fin de semana, había fecundado, pues Mary Ann, quedó embarazada.
Muy bien escrito, muy real, lo cierto que al leerlo aparte de gustarme me corrí porque todavia hay amor, timidez y calentura. seguí escribiendo así.