Aquella noche de luna llena fué testigo de lo que ocurrió; después de que Khyla despojó de sus vestimentas a Anubis y al encontrarse él también desnudo se acercaron, se abrazaron, se besaron...se amaron; él, sintiendo el cuerpo de ella, su suave piel, sus pechos grandes y firmes su aroma al más fino incienso, y ella, disfrutando del rose de sus labios, tocando cada parte del cuerpo atlético de él, sintiendo su sudor y aspirando su olor a hombre, se sintió más exitada aún y deseó ser poseída por él, y él, cumpliendo sus deseos se unieron en un concierto de caricias, besos...pasión; él sobre ella, luego ella sobre él, y en ese instante bañados en sudor y con la respiración entrecortada fué que hicieron sus votos de amor para toda la eternidad, luego se abrazaron fuertemente y juntos alcanzaron el éxtasis de la pasíón y así abrzados duraron hasta el amanecer.
Cuando el sol salió al alba se despidieron y Anubis prometió volver por ella al atardecer, el día transcurrió como de costumbre, pero al llegar la tarde se escucharon fuertes golpes en la entrada, era el capitan que de forma violenta entró en el recinto para buscarla, ella corrió y se refugió en el adorartorio de Anubis y suplicó su protección, súplicas que fueron interrumpidas cuando vió que el capitán entró lleno de furia, soberbia, y maldad al recinto y la sacó por la fuerza, mas, al salir se toparon con la presencia de Anubis que los detuvo, al verlo el egipcio desenvainó su espada y se lanzó hacia él, pero Anubis, experto en el combate y gran guerrero lo esquivo en várias ocasiones, hasta que logró despojarlo de su espada, mientras se la clavaba en el pecho le dijo: "Osas profanara este recinto y una de mis serviroras, recibiras el pago a tu maldad", el capitan cayó fulminado casi al instante, Khyla corrió hacía Anubis lo abrazó dicendo: "Llévamen contigo", el la abrazó y en un haz de luz que los envolvió ambos desaparecieron, desde entonces Anubis continua siendo el guardian de los muertos, pero ahora Khyla lo acompaña y así será por toda la eternidad.