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La rubia cachondona

~~Hola de nuevo, lectores.
 Hola, soy Audrey, este es un relato dedicado a una de las personas que me escribieron.
 Hola Esteban, mi amor, me encantó que me cogieras todo el día, cuando mi vagina se recupere, haremos otras olimpiadas de sexo.
 Empezaré recordando todo lo que pasó.
 Aquel día, te vi desde lejos, me pareciste tan varonil y atractivo, que mis pezones se pararon inmediatamente, te vi caminando tan elegante, tan guapo, me gustaste desde que te vi.
 Te seguí todo el día, y cuando vi la primera oportunidad, me acerqué a ti.
 Pasé junto a ti un par de veces, traté de llamar tu atención, pero apenas y me veías.
 Entonces, abrí un poco mi chamarra, para que se formara un gran escote que te dejara ver mis pechos. Y tiré un pañuelo frente a ti, tan caballeroso como eres cuando coges, te agachaste también y lo único que viste fue mi escote ¿verdad ?.
 Nos quedamos viendo tanto tiempo, pareció una eternidad, y en ese momento, vi como tu pene comenzaba a pararse un poco.
 Te veías tan guapo, tan hermoso, no pude resistirme y te di un beso, tú me respondiste y los dos sabíamos que teníamos que coger.
 Íbamos a ir a tu casa ¿recuerdas ?, pero ninguno de los dos podía más, así que me llevaste a un restaurant, entramos directamente al baño, pusiste el seguro de la puerta y me empezaste a besar apasionadamente, mis braguitas estaban mojadas por completo, me tomaste de los brazos y me sentaste en el lavamanos.
 Me seguiste besando y mientras tanto, yo desabroché tu pantalón y comencé a jugar con tu pene, lo acaricié, estaba tan rico, te quería dentro de mí, pero ya.
 Ahh, pero tu querías hacerme sufrir, porque te tomaste tu tiempo para desabotonar uno a uno los botones de mi blusita, me la quitaste y dejaste al descubierto aquel sostén negro que tanto te gustó, te gustó como olía. Y entonces te sorprendiste cuando al quitarlo, mis enormes pechos saltaron, mis pezones estaban durísimos.
 Me dijiste que te fascinaban mis pechos y los lamiste con tanta fuerza, los chupaste tanto, tu saliva se me escurría por mi panza, me excité al máximo cuando pellizcaste mis pezones, cuando los sorbiste como si quisieras sacarme lechita.
 Yo gritaba, con tanta excitación, mientras tú comenzaste a bajar mis calzoncitos, rojos, con flores bordadas y mojadas por jugos de mi vagina.
 Me los sacaste rápidamente, tu miembro ya llegaba a un tamaño hermoso, no tienes idea de cuanto te desee en ese momento.
 Y entonces, de un solo empujón, me metiste todo ese pedazo de carne, tan hermoso que tienes en mi hoyito más íntimo, sentí tan delicioso al fin tenerte dentro de mí, me abrí de piernas y las crucé alrededor de tu espalda, mientras tu me tomaste de las caderas y me jalabas hacia ti.
 Los dos nos miramos tan fijamente, me encantó cuando me empezaste a lamer los pechos, solté un gemido que debió de haber oído todo el restaurant.
 Mientras tú seguías metiéndome y sacando tu hermoso aparato, lo único en que podía pensar era en sexo, quería pasarme toda la vida haciéndolo contigo.
 Creo que recuerdas muy bien cuando tuve mi primer orgasmo, puesto que me dijiste esas palabras tan tiernas, que lo único que lograron fue que mis pezones se pararan más y tuviera un segundo orgasmo.
 Me la metías con tanta fuerza, con tanta lujuría, tú no dejaste mis caderas, te encantaron esas nalgotas que tengo. Y después de un rato de estar moviéndome como loca por ti, finalmente te saqué toda tu lechita y la depositaste en mi vagina, la sentí recorrerme toda, sentí como me rozaba por dentro.
 Mientras tú, sobando mis pechos, sacaste tu verga de mí y la limpiaste con papel del baño.
 Los dos nos miramos fijamente y nos dimos un último beso apasionado.
 Nos vestimos, pero te llevaste mi ropa interior, mi brassiere negro y mis braguitas rojas.
 Te di mi dirección y acordamos vernos a las 12 AM.
 Debo decirte que esa cogida fue deliciosa, gracias por hacerme sentir tanto placer en un momento así, aunque creo que los del restaurant se enojarán, pero ni modo, nada impide el paso del sexo ¿o sí ? En fin, esa tarde, recuerdo muy claramente cuando tocaste a mi puerta. Pude haber tenido un orgasmo con el simple hecho de saber que me cogerías, pero decidí guardarme a mí misma para lo mejor.
 Abrí la puerta y me sorprendí mucho, casi como tú.
 Te veías tan hermoso, como un príncipe, vistiendo ese smoking que tanto me gustó, que tanto me excitó.
 Y yo, por mi parte, vistiendo una falda a cuadros, con una blusa blanca, con zapatos, calcetas hasta las rodillas y una boina en mi cabeza.
 Me disfracé como colegiala, profesor, ¿qué vamos a aprender hoy ?
 Hoy aprenderemos a jugar con nuestras cositas más privadas, niña.
 ¿Y cómo se hace eso ? pregunté, tan sarcástica Pues te voy a enseñar.
 Empezaste a acariciar mis piernas, tan suaves, tan hermosas, y yo por mi parte, desabroché tu cinturón, ya sentía como tu miembro comenzaba a crecer para mí, pronto tendría ese pedazote en mí.
 Te quité el pantalón y tu miembro saltó y se liberó de su encierro.
 ¿Qué es ese bichote ? te pregunté Eso es una paletita, y te la vas a tener que chupar toda, ¿me entendiste ? Y bajaste mi cabeza, para que pudiera engullirme tu miembro.
 Tomé tu pene entre mis manos y lo miré, comencé a metérmelo en la boca, me encantó su olor y su sabor, lo lamía, te lo chupaba, tomé tu cabecita y la succioné, lo embarré todo de saliva, lo mordí dulcemente, mientras tú me empujabas más y más la cabeza, para que me metiera toda esa carne en mi boquita.
 AHORA TE VAS A SENTAR EN LA MESA Y ME TOCA A MÍ HACERTE LO MISMO ¿entendiste mi niña ? SÍ, PROFESOR, LO ENTENDÍ.
 Y me abriste las piernas, me acostaste sobre la mesita de mi comedor y me levantaste la falda, creo que te excitó cuando viste que no tenía nada abajo ¿verdad ? comenzase a meter un dedo a mi vagina, lamiste mi clítoris con tanto cariño y con tanta delicadeza, que tuve un orgasmo, te lamiste todos los jugos que salieron de mi vagina y metiste tu lengua tan profundo como pudiste, tocaste las paredes de mi vagina, besaste mis labios vaginales, que se dilataron por completo. Me encantó esa mamada de vagina, me hiciste tener como 4 orgasmos, yo estaba agotada y entonces tú, te alejaste de mi cintura y desabrochaste mi falda.
 Y arrancaste de un solo tirón mi blusa, entonces saltaron esas enormes pelotas de carne que tu ya conocías.
 AHORA, TE VOY A PONER MI PENE AHÍ ADENTRO, MI ALUMNA, ¿VERDAD QUE VAS A COMÉRTELO TODO ? me dijiste con sensualidad SÍ, PROFE, SÍ dije.
 Me abrí de piernas y te dejé poseerme como quisieras, te regalé mi cuerpo por completo, no me importó nada, ni el tiempo ni nada.
 Yo me encontraba casi desnuda, con solo mi boina, mis calcetas y mis zapatos.
 Mientras tú, me cargaste y me hiciste saltar sobre ti, mientras me metías tu pene hasta el fondo de mi vagina. Creí que iba a reventar de tanto placer, mis pezones se pararon al máximo, grité y grité, mientras tú me apachurrabas las nalgas, y me tomaste de mis caderas, me subías y me bajabas con mucha fuerza, mis pechos chocaban con tu cara y tu te aprovechaste y me los lamiste, chupaste mis pezones, tan fuerte, succionaste como niño chiquito, como si te amamantara, pero en una de tus embestidas, mordiste mis pezones tan fuerte que me sangraron un poco.
 Gemí y gemí, pidiendo que me dieras más verga.
 Entonces me sacaste de ti.
 ¿ACABASTE MI AMOR ? te dije.
 NO, VAMOS A INTENTAR ALGO NUEVO NIÑA. dijiste.
 Me pediste que me pusiera de cuatro y comenzaste a lamer mi ano, separaste mis nalgotas para que cupiera tu lengua en mi ano y ya que estuvo muy mojadito, tomaste tu enorme pene y me apuntaste directo al agujerito.
 Me lo metiste poco a poco, mientras yo te pedía que tuvieras cuidado, como eras caballeroso, lo hiciste y no metiste todo tu pene hasta que mi ano se hubo acostumbrado perfectamente a tu tamaño.
 Me causaste tanto placer en ese momento.
 Entonces, empezaste con el típico movimiento de caderas, gemí todo lo que pude, porque me encantó tenerte dentro de mí, me excitó tanto, tuve un pequeño orgasmo y mis jugos se escurrieron por mis piernas y mancharon tu pene.
 Que feliz me hiciste, tu pene apenas y cabía dentro de mí, pero tú seguiste bombeando, tomándome de las caderas, empujándome hacia ti, querías que entrara todo en mi anito.
 Y después de un tiempo de que estuvieras follando con una de tus alumnas favoritas, sumiste tu pene al máximo dentro de mí y me eyaculaste de una manera brutal.
 Tu semen me recorrió toda, me llenó y sentí como mi ano se llenaba de él, me llenó hasta el tope y así nos durmimos un rato, con tu pene aún dentro de mí.
 Al despertar, ya era noche, y debiste de haberte sorprendido de despertar solo, pero como pronto averiguarías, no te había abandonado.
 Recuerdo la manera en la que me sonreíste cuando entré por la puerta, acompañada de aquella preciosa dama morena, de pelo negro, con unos labios hermosos, con pechos medianos y un trasero que hasta yo desee.
 Nos miraste fijamente, mientras las dos nos desvestimos frente a ti, nos quitamos nuestra escasa ropa, dejando nuestros bellos cuerpos al desnudo. Te excitaste mucho al ver a dos hermosas mujeres dirigiéndote hacia ti, desnudas y calientes.
 Tu pene estaba tan grande, parecía que iba a explotar.
 Y justo cuando te ibas a parar, para penetrarnos a las dos, aquella bella dama, se tiró sobre ti, y te amarró con una soga a la pata de la mesa, dejándote inmóvil.
 Decidimos torturarte, ella y yo nos paramos frente a ti, y comenzamos a besarnos apasionadamente, mientras tocábamos nuestros senos, tomé sus pechos y los aplasté con los míos.
 La besé en el cuello, detrás de la oreja, fui bajando hasta llegar a su vagina, la lamí, le saqué todos sus juguitos, me los comí todos y durante todo el acto, no dejé de mirarte, me veías con tal deseo, estuve a punto de tenerte dentro de mí, pero decidí llegar a mi clímax para que pudiera darte una cogida excelente.
 Ella me tomó entre sus brazos, me jaló los pechos frenéticamente, me los masajeó y después de estar así un tiempo, le pedí a nuestra amiga que se subiera en ti.
 Hábilmente lo hizo, metió todo tu pedazo en ella, y empezó a cabalgar sobre ti, se movía tan sensualmente, me excité y tuve un orgasmo, viéndote fornicar con ella, tan a gusto.
 A decir verdad, me puse celosa de pronto, me encariñé tanto contigo, no podía soportar verte con otra y entonces, tomé un cuchillo.
 Corté tus amarras y aventé a nuestra amiga a un sofá, se ofendió y se fue, nos dejó solos.
 Entonces, tomé su lugar, te cabalgué, tan felizmente, gocé muchísimo aquella cogida, hicimos todas las posiciones posibles, nos doblamos, hasta que quedamos todos adoloridos y entonces, después de tanto sube baja te hice eyacular de una manera hermosa, la cantidad de semen que depositaste en mi vagina aquella vez, me hizo saber que tanto te excitaba, sentí cada esperma recorrerme por dentro, embarrarse en mis paredes, mientras tu pene no paraba de sacar lechita dentro de mí. Tu te relajaste aliviado, suspirando por tu descomunal orgasmo.
 Mientras yo me tiré a tu lado, pero aún estando ahí, medio dormida, sentí como tus espermas me recorrieron toda, se embarraron en mí, tuve algo de ti dentro de mí, y uno de ellos alcanzó mis óvulos, mi período había empezado y debo decirte, mi amor, mi corazón, mi deseo, que me embaracé de ti aquella vez, vamos a tener una hermosa hija, a la que algún día follarás tan a gusto como me cogiste a mí.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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