Su ansiedad aumentó al ver al muchacho ceñido en su estrecho pantalón, el que permitía ver el diseño de un cuerpo apetitoso y tentador.
No lo pensó más y lo invitó a su cuarto.
Sentólo sobre sus piernas. Pudo sentir cómo las suaves curvas del trasero se acomodaban deliciosamente y la tela de la ajustada prenda se tensaba sobre sus muslos, ofreciendo a sus ojos un espectáculo fascinante. Una brillante línea transversal, producto del brillo de una ampolleta, se dibujaba a través de sus piernas. Su propio rostro se reflejaba sobre la tersa superficie, mientras la yema de su índice era invitada a deslizarse delicadamente a lo largo del curvilíneo diseño de los juveniles miembros. Observaba extasiada el espectáculo de ese cuerpo proporcionado y tierno, oprimido en ese pantalón de apretado diseño, sin embargo su sueño era poder apreciar en toda su magnífica redondez aquel trasero que ahora ardía sobre su falda. Por lo tanto, suavemente hizo que su adorada víctima se pusiera de pie, y de esta manera contempló en todo su esplendor aquellas redondas porciones que sobresalían bajo el tenso género. Sus ojos recorrieron arrobados las alturas y profundidades de aquella anatomía: _”Qué culito más hermoso”-pensó y su única obsesión era deslizar sus manos ávidas por esos tentadores volúmenes. Pero antes quiso dar curso a una ingenua y loca fantasía. (“A ver – dijo autoritariamente- quiero saber a dónde va esa costura de al medio”) Entonces, entendiendo lo que ella deseaba, el sujeto agarró sus nalgas con sus propias manos y las separó considerablemente. Entonces la apasionada mujer no pudo más y, mientras que una mano rodeaba la cintura del muchachito, la otra acariciaba hambrienta las respingadas y tersas nalgas, con movimientos circulares, entrando y saliendo de la depresión central. Cuando la mano invadía la zona donde la costura central desaparecía, se demoraba en aparecer nuevamente, mientras que su dueña experimentaba un goce que la mantenía en la semiinconsciencia.
La emoción que la invadía en ese momento la llevó a dar un paso más en su frenesí y sintió que ahora era su boca, sus labios y sus dientes los que añoraban saborear la tibieza y suavidad de esas formas magníficas. Presionándolo sutilmente, logró que el chico quedara recostado boca abajo sobre sus piernas, ofreciendo su lindo trasero a lo que sus manos y boca decidieran realizar. Primero fueron sus manos las que se apoderaron de las redondeces , a las cuales masajearon a gusto, pero luego sus cara se acercó y pudo realizar su acariciado anhelo de besar, morder y disfrutar de aquella manzana deliciosa.
Ahí está. Un elato escrito con respeto al lector, pulcro y que demuestra oficio. Es erótico y artístico. Saludos