Cogió mi mano izquierda con ambas manos al momento que yo giré hacia élla para tocar su hombro y acariciar su rostro con mi mano derecha, se puso un poco roja y me dijo:
-Apaga la luz por favor.
Me apegué más a su cuerpo y estiré mi brazo para alcanzar la lámpara que estaba junto a la cama del lado que ocupaba élla; empecé a acariciar su espalda un poco fría y a darla masajes suaves, fuimos entrando en calor poco a poco, busque sus labios con los míos y empezamos a besarnos mutuamente, me hice un poco sobre élla y fui abriendo la bluza de su piyama, besé su cuello tibio y avancé hasta sus tetas aún frias,mi boca se encargó de darlas calor, las succioné un rato como un niño de pecho; élla acariciaba mi espalda, deslicé mi mano derecha hacia su culo frío, retiré sus pantalones y le dí masajes rápidos hasta calentarlo, la sentí preparada y con ganas que la penetrara, se dió vuelta dándome la espalda y entregándome el culo.
-quítame los calzoncillos-
la pedí para aprovechar esa cicrcunstancia y me mame la pinga; se inclinó un poco y me quitó los calzoncillos, la detuve un poco de los hombros para que me mamara, cogió mi pinga y se lo llevó a la boca y le dió unas cuantas chupadas, se niveló a mi lado y me abrazó.
-métemela de costado- me dijo y se dio vuelta
busqué su concha con mi mano a la vez que élla cogía mi pinga y se lo colocaba en ella, se deslizó suavemente hasta lo profundo en su abertura caliente y estrecha.
-que rico amorcito, como te siento- me dijo,
al momento que empezó a hacer movimientos hacia atrás con el culo, con mi mano derecha busqué su clitoris y la di masajes hasta hacerla venirse en repetidas veces, giraba su cuello y me besaba apasionadamente. Pasaron unos minutos y ya estabamos sudando, de tanto meter y sacar mi verga, un estremecimiento se apoderó de mi acompañado de placer, sentí que mi pinga vomitaba semen en sus entrañas, me acomodé sobre élla y la culié con toda mi fuerza, me fui quedando cada vez más quieto hasta quedar exausto.
Nos abrazamos tiernamente y me preguntó:
-Dime la verdad, porque viniste a tocar la puerta si sabías bien que yo viajo los viernes y que solo se queda Alcina?
Me tocó decirla la verdad con un poco de atenuantes, no podía negarla porque se había dado cuenta:
-Sabes Doris, me siento enamorado de Alcina pero también de tí, muchas veces quise hablar contigo esto pero no hubo oportunidad, me parecías inalcanzable, gracias que ya se dió, me siento bien lo hé disfrutado y se que tu también.
-Te has acostado con élla? o mejor dicho has hecho el amor con élla?, sonó la pregunta contundente.
-Si lo hemos hecho, pero no me cuestiones por eso ni pienses mal de mí, son diferentes, cada una tiene su encanto las amo a las dos.
No me hizo más preguntas, se dió vuelta, la abracé llevando mis manos a sus tetas y nos fuimos quedando dormidos.
Me desperté erecto como un cactus, empecé a chupar sus tetas, abrí sus piernas suavemente y me monté en su encima, introduje mi pinga en su concha muy lentamente, como pasaban los minutos se iba poniendo más eufórica, me abrazo fuerte y empezó a gemir a la vez que empujaba hacia arriba su pubis dándome placer también a mi. Después de un rato de vaiven otra vez mi verga vomitó leche en sus entrañas, mordí sus labios suavemente y me fui quedando quieto.
Muy de mañana, me levanté, me vestí, le di un beso, me despedí y salí con dirección a mi casa, pensando en cómo sería su comportamiento conmigo más adelante en cuanto converse con Alcina lo sucedido. Ella en un rato más se iría a su pueblo a unas 2 horas de ahí y lo que pasó más adelante les contaré en otra oportunidad.