Rina entró a trabajar a la fábrica como secretaria de mi padre cuando tenía 20 años, yo tenía 2, esto que les relataré sucedio cuando yo tenía 25 años, es decir ella tenía en ese entonces 43. Rina no tenía ningún atractivo, el pelo siempre lo usaba recogido, usaba unas grandes gafas de carey y de vidrio grisaceo, sus blusas tenían un lazo en el cuello y siempre se hacía una enorme moña con el, faldas gruesa y siempre se colores oscuros y hasta el tobillo, siempre usaba chaquetas que nunca se quitaba, zapatos bajitos, casi sin nada de tacón y usaba siempre medias, estaba como atrapada en los años 30 ó 40, era solterona, y él único familiar que tenía era un sobrino, que ella crió al morir su hermana, y que ya tenía como cinco ó seis años de haberse ido a trabajar a EEUU. Y precisamente este sobrino le escribió diciendole que ya tenía sus documentos en orden, buen trabajo fijo y quería que se fuera a vivir con él a EEUU, pues no quería que estuviera sola, y que él quería estar con ella, pues era su madre, ya a que la propia no la conoció.
Un día me comentó todo esto, y me pidió ocho días hábiles para tramitar su visa y otros documentos. Para colmo de males yo quería revisar un expediente, y busqué en un archivador, y casualmente en un folder, encontré, una hojitas sueltas, como tipo de un diario, y leí esto: Le pido a la virgen que me quite estos pensamientos, primero estuve enamorada del padre, ahora del hijo, cuando lo veo me pongo nerviosa y cuando estoy cerca de él, si por lo menos el me viera al rostro o a los ojos, se daría cuenta, que lo deseo, que me tome en sus brazos y que me posea, es lo que más deseo ser suya, aunque sea solo una vez.
Precisamnete cuando faltaba dos días para que regresara, necesitaba consultarle algo, me proporcionaron en recursos humanos su teléfono y dirección, el teléfono tenía daño en la linea, por lo que fuí a su casa en una colonia bastante alejada, considero que ella para llegar a la oficina, tenía que salir demasiado temprano pues el camino en los dos autobuses que abordaba era de una hora a hora y media. Toque el timbre y no habr´´ia pero si se oía sonar la radio, al cabo de unos instantes me abrió y me pidió disculpas, se estaba duchando, pero vaya sorpresa, tenía el pelo suelto, mojado, no tenía gafas, los ojos grandes color miel y de pestañas largas, su naríz pequeña pero respingada, su boca pequeña carnosa, que facciones tan lindas las que escondía, vestía un bata corta de toalla que le llegaba a medio muslo, eran unas piernas blancas hermosas torneadas, el lazo con que se amarraba la bata lo tenía apretado, dibujando una cintura delgada y un par de espectaculares nalgas, todo eso escondido bajo la ropa de viejona, entré y me dice ya va a estar el agua y toma café, yo antes de tomar café le pedí un vaso de agua, se encaminó a la cocina a servirmelo, y la vi caminar, que sensacional, que pantoriilas tan lindas, yo la desnudana con la vista, ella lo notó y se puso roja de pena, recordé lo de las hojas que ella había escrito, cerré la llave de la estufa y la tomé por la cintura y la besé, ella temblaba, sus piernas casí no la podian sostenér en pié, la llevé a la recámara y abrí su bata, que senos tan hermosos erguidos duros, puntudos, le quité la bata y la acomodé en la cama, suspiraba cuando mis labios y lengua hicieron contacto con sus pechos, mordisquié sus hombros, y bajé a su vientre liso y planito, besé sus pantorrillas, sus rodillas y sus muslos, su vagina tenía escaso vello, sus labios gruesos y un clítoris enorme y vigoroso, recorría de su ano al clítoris, no tardó mucho en venirse gimiendo de placer, de ese placer que a saber cuantos años lo había deseado. Me saqué la ropa, la senté en la cama, y acerqué mi polla a su boca, los ojos los tenía como platos de ver la enorme verga que estaba comenzando a lamer y a chupar, la acosté y le acomodé la cabeza de la verga en la entrada de su vagina, entró media cabeza y sentí duro, empuje con mas fuerza y no entró, fué cuando ella me dijo, despacio y suave, soy virgen, me tomér el tallo de la verga con una de mis manos y se la volví a acercar, empujé y sentí cuando su himen cedió y entré lentamente esta el tope, ella se arqueó de dolor y ardor, no me moví, sentí lo apretado de su vagina, sus líquidos viscosos y abundantes, sus paredes ya se habían amoldado al grueso de la verga, y fué cuando sin sacarsela nos pusimos de lado, frente a frente, le coloqué una sus piernas sobre mi cintura, un brazo mío bajo su cello, y con la palma de la mano acariciaba su espalda suave y tersa, y con la otra mano en sus nalgas redonditas y duras, besaba una de sus senos mientras empezé a embestirla despacio y suave, momentos después ya seguía mi ritmo, la tenía hasta el tope, solo le sacaba dos o tres pulgadas y volvía a metersela toda, me coloqué encima de ella y empezé a bombearla rápido, sentí cuando empezó a ponerse rígida, y ah, que rico, más rápido y se quedo inmovil, inmediatamente después, me corrí en ella con torrentes de leche, nos pusimos nuevamente de lado frente a frente, ella se rescostó sobre mi peche y yo empezé a sacar la polla completamente húmeda de sus jugos, mi semen y sangre, podía apreciar aquel cuerpo hermoso, no habían pasado cinco minutos y yo estaba nuevamente con la pija bién parada, y as í de lado se la metí toda, ella me argumentaba que le dolía y ardía mucho, yo le pedí, que me aguantara un momentito porque quería nuevamente ayacular, en una de esas embestidas, la pija se salió, y en el intento de volverla a meter deslizó y cuando empuje mi cabeza se abrió paso en su ano, que estaba escurriendo aún liquído, y ella dijo: con un lastimero ay, amor allí no es, sácalo duele mucho, como respuesta, la embestí y se fué hasta la mitad, no se movió, salí y entre, la pija se fué con facilidad al fondo, y momentos después la llené de leche. eso fué día viernes, me fuí después de la dos de la tarde, ese día no lo hicimos más. Me comentó que el domingo saldría de compras, y yo le dije que la iba a acompañar, ese día le regalé cuatro ó cinco vestidos de moda, unos a la rodilla y otros un poco abajo, zapatos de tacón alto, y unas tanguitas, y brasieres sexi, y le pedí que el lunes tenía que llegar así a la oficina, después fuimos pòr unos lentes de contacto, y los quince días que faltaban para irse con su sobrino, los cogímos todos, de cinco de la tarde a ocho de la noche, fué fantástico. Dos días antes de irse mamá fué a despedirse de ella y cuando la vió completamente cambiada y hermosa, sólo sonrió y ya en casa me preguntó que como habías descubierto la belleza que ocuitaba Rina, y me dice pués al menos la hiciste felíz, mujer.