Me llamo Luis tengo 41 años y nací en un pequeño pueblo del interior de España. Cuando era pequeño me ocurrió un suceso que aunque les parezca no muy relevante me ha marcado para el resto de mi vida.
Cuando contaba once o doce años aproximadamente venía la familia de la ciudad a mi pueblo, eran mi tía y mi tío y sus dos hijas, de uno y de cuatro años menores.
Después de comer mi tío se echaba la siesta y yo iba a jugar con mis primas a la casa donde se alojaban durante el verano, mi tía mientras tanto se dedicaba a tomar el sol.
Yo era muy pequeño y en mi pueblo no había piscinas, la televisión era en blanco y negro y no se veían mujeres ligeras de ropa o por lo menos yo no las vi nunca hasta ese verano.
Ver a mi tía tomar el sol era para mí pura fascinación, debía contar en aquellos años unos veintinueve o treinta años, tenía un pelo rubio precioso, y un cuerpo de infarto, preparaba su hamaca, colocaba sobre ella su toalla, destapaba el frasco de aceite bronceador y se embadurnaba cuidadosamente cada centímetro de su piel. Durante ese proceso yo no podía evitar quitarle la vista de encima y por una extraña sensación entonces me causaba un leve sentimiento de culpa y una atracción irresistible, llegando a tal extremo que por las noches me acostaba pensando en ella y que me pedía que le pusiese en aceite bronceador, y por suerte ese día llegó.
Subí esa tarde, ilusionado como las anteriores antes de que se pusiera mi tía a tomar el sol y me dijo que sus hijas se habían acostado la siesta al igual que mi tío, le dije que si me podía quedar de todas formas, leyendo o haciendo cualquier cosa que no les molestaría, permitiéndome quedarme.
Comenzó como todos los días su ritual, extendió su toalla sobre la hamaca dentro del patio de la casa, pero ocurrió lo que yo tanto ansiaba, me pidió que le diese aceite bronceador por la espalda, se tumbó y algo que no había hecho hasta entonces hizo ese día, se soltó la parte superior del bikini, me puse un poco de aceite y empecé a frotarle la espalda con él con mucha dedicación dedicándole un amplio tiempo a cada zona, después me pidió que le untase por las piernas y nalgas a lo que gustoso accedí, comencé por los tobillos subiendo poco a poco hacía sus muslos a los que dediqué un especial cuidado, mi tía recogió su bikini por detrás introduciéndose la máxima cantidad de tela entre sus nalgas dejando su maravillosos trasero expuesto a al máximo, lo froté con sumo cuidado deleitándome en cada porción de este, mi excitación iba en aumento y de repente se giró, dejando al descubierto sus magníficos pechos, los primeros pechos que vi, los ojos se me iban a salir de mis órbitas, y cuando me dijo que me faltaba la mitad del cuerpo me hizo sentir una excitación como pocas veces en mi vida he sentido. Como no quería decepcionar a mi tía ni perder la oportunidad que se me había brindado, comencé a extender el citado aceite sobre sus piernas, muslos, caderas, barriguita y por último sus pechos, sus carnosos pechos, los froté con mucho esmero no queriendo dejar ni un milímetro de su piel por recorrer.
Cuando terminé mi tía miró mis pantalones vio el bultito que se había formado en mis pantalones cortos y cogiéndome por la nuca acercó su cara a la mía y con una pícara sonrisa me dio un cariñoso beso. A continuación se tumbó se puso a tomar el sol yo me quedé junto a ella y no pude dejar de contemplarla hasta que a los diez o quince minutos se incorporó, me acercó una manguera y me dijo que la rociara con agua, cosa que hice, ella empezó a recorrer su cuerpo mojado y su pelo con sus manos, ante mi mirada atónita, cerró el grifo me cogió de la mano me llevó a un rincón fuera de miradas curiosas, me introdujo su mano en mis pantalones y liberándome mi pene, comenzó a masturbarme, yo permanecía inmóvil mientras ella me masajeaba mi pene, sentí un espasmo y eyacule por primera vez en mi vida, mí tía me sonrió me dio otro beso y me dio las gracias y colocándose un dedo sobre sus labios me indico que no se lo comentara a nadie, que seria nuestro secreto, yo así lo hice hasta hoy, a los pocos días se fueron a la ciudad y yo no tuve otra oportunidad como aquella de estar a solas con mi tía, el recuerdo de aquello me duró todo el verano y marcó gran parte de mi vida.
Seguramente no sea un gran relato, pero es verdad, a los lectores de esto, gracias por el tiempo invertido en su lectura, para mi fue mi primera experiencia, y cuando ha sido como esta no se olvida tan fácilmente. Un saludo para todos.
me parecio bueno, en verdad una fantasia, hecha realidad