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Categoría: Infidelidad

La prima de mi mujer

En esta nueva historia que os voy a relatar, las protagonistas son mi mujer y una prima suya Leonor, que también está de muerte, son la dos muy ardientes. Su prima tiene un buen cuerpo, las tetas las tiene algo pequeñas para mi gusto pero al ser relativamente pequeñas, las tiene firmes y apuntando hacia arriba con unos preciosos pezones sonrosados, tiene una cintura pequeñita y unas caderas generosas, en fin son de esas hembras que no te importaría montar y enseñarles un par de cosas.



Algún vez que otra cuando me follaba mi mujer fantaseaba diciéndole lo buena que estaba su prima y que me encantaría follarla. Cada vez que se lo decía se excitaba mucho más y le mojaba el coño tremendamente cosa que me encantaba. Un buen día me dijo que si ese era mi deseo me ofrecería a su prima en bandeja con la única condición que ella también participara, quería ver cómo me la follaría.



—Escúchame —me dijo —el otro día que estuvo la familia de barbacoa en casa estuvimos charlando larga y tendidamente. Sabes que la relación que tengo con ella es muy buena, es como si fuera mi hermana y nos contamos todas la cosas. Me dijo que sospechaba del marido no la follaba mucho con lo ardiente que es ella, pues últimamente estaba pasando "hambre" de polla.



—Que está pasando hambre ese monumento? —le dije.



—Pues así es —me contestó —el marido al trabajar repartiendo llevando portes de un lado para otro pasa mucho tiempo fuera de casa. Sale muy temprano y llega muy tarde y cuando llega siempre dice que llega muy cansado y no tiene ganas de nada, digamos que no le hecha toda la cuenta que tiene que echarle. Y cuando algunas después de mucho insinuársele logra que se la folle siempre lo hacen de la misma manera y una cosa rápida, y la deja en blanco.



—No me digas, y entonces me imagino que por detrás?



—Nada de nada —me dijo. —Completamente virgen. Aunque el marido se la ha querido meter en alguna ocasión por detrás ella siempre se ha negado diciendo que iba a ser muy doloroso y que de eso nada.



—Joder, un culo virgen, quien lo pudiera estrenar —exclamé —dile a tu prima que yo le doy por los dos.



—Pues quien lo va a estrenar? Tú so tonto.



—Bueno eso como va a ser. Como crees que ella va a acceder a estar conmigo y que se la meta por detrás si su marido no ha sido capaz? Amalia no seas tonta si estás diciendo que el marido no le hace mucho caso.



—Lo primero ya está casi hablado, después que ella me hubiese contado su relación con el marido pasé a contarle la relación mía contigo. Le dije, que eras un semental en la cama y le conté alguna de las cosas que me haces. Me fije en sus pezones conforme le iba contando cosas y se pusieron como dos dedales, estoy casi convencida que tenía el coño abierto de par en par y chorreando, sabiendo lo caliente que es. Cuando terminé de contarle como me follabas, me dijo que qué envidia. De envidia nada, le respondí cuando quieras hacer uso de él nada más que tienes que decírmelo. Que para eso estaba la familia, para hacerse favores, veras como Juan tu cuñado te folla bien y te afloja esas calenturas que tienes.



Primero se quedó un poco turbada, pero que me dices, me dijo, yo sería incapaz de engañar a mi marido, nunca lo he hecho y jamás se me ocurriría, que va, de eso nada, y vas aguantar con lo caliente que res so tonta. Le comente, que si no había pensado en las pocas ganas de follar que tenía el marido y que si llegaba tarde a casa y con pocas ganas de nada quizás sería porque hacía alguna que otra parada en algún sitio para desahogarse y que por eso la tenía a dos velas y no solamente el cansancio era motivado por el trabajo.



Se quedó pensando. Pues no había caído. Yo... Es que... No sé. Tú crees que. Pero...



No seas tonta, pues claro que sí, no te lo pienses. Cuando pruebes a mi marido sabrás lo que te has perdiendo durante todo este tiempo.



Me lo pensaré me contestó.



—Así que ahora mismo la llamo y quedo con ella para mañana por la tarde, te parece bien?



—A mí sí. Pero como vas a conseguir que la desvirgue por el culo. De eso no me has dicho nada.



—No seas impaciente, cada cosa a su tiempo pero te prometo que su culo será tuyo. Déjalo de mi parte.



La llamó por teléfono y quedó con ella para el día siguiente sobre las cinco de la tarde. A continuación mi mujer puso la batería de la cámara de video a cargar.



—Que va a hacer —le dije.



—Ya verás que sorpresa se lleva mi prima. Tú déjame a mí. Lo único que tienes que hacer es subírtela a nuestra habitación.



Nuestra habitación tiene un gran armario empotrado con puertas de láminas de madera orientables. Resulta una trampa perfecta como así ocurrió.



Por fin llegaron las cinco de la tarde del siguiente día, yo dudaba que se presentara. Lo mismo al final no se decidía y no se presentaba... A los pocos minutos llamaron a la puerta, yo estaba súper caliente sabiendo lo que me esperaba, intente que no se me notara la excitación y fui a abrir la puerta.



Allí estaba ella, preciosa. Un corto vestido de tirantas que se ajustaba a sus insinuantes caderas, el generoso escote dejaba entrever sus preciosas tetas y por debajo del vestido se veían unas hermosas piernas como columnas. Vaya monumento pensé.



Se quedó en la puerta un poco cortada y sin saber qué hacer. La saludé hola Leonor dándole un beso en la mejilla e invitándola a pasar. No se decidía y yo insistí, pasa por favor, que no te vamos a comer jaja



Entró en casa e intento darme alguna explicación la cual acallé con un beso en la boca. Las dos lenguas se encontraron. Mis manos pasaron a su culo levantándole el vestido y descubriendo el pequeño tanga que llevaba, cosa que aumento mi excitación. Sus manos pasaron a mi pantalón para tocarme el enorme bulto que hacía mi polla en él. Había perdido todo su miedo, cuñado supongo que lo sabes todo por mi prima, vamos fóllame que tengo el chocho empapado.



—Espera, subamos a la habitación.



La situé delante del armario, empecé a acariciarle su cuello y le bajé con mucha delicadeza las tirantas de su vestido. Se quedó tan solo su provocativa ropa interior. Estaba impresionante.



—De rodillas —le ordené.



—No, espera, yo es que... no sé...



—A callar —le dije. —Desabróchame el pantalón, sácame la polla y métetela en la boca. Te voy a enseñar a hacer una mamada.



Lentamente se puso de rodillas situando su cara a la altura de mi miembro. Me desabrochó el pantalón y me bajo los calzoncillos quedando al aire mi polla. Se quedó bastante sorprendida del enorme tamaño que tenía tardando unos segundos en reaccionar, solo dijo joder que buena polla es más grande que la de mi marido con razón dice mi prima que eres un buen semental.



—Imagina que es un chupa-chups, pero bastante más jugoso. No te digo más.



Sacó su lengua y empezó a lamerme la punta. Era impresionante. A continuación mi polla empezó a desaparecer dentro de su boca, al principio actuaba con un poco de timidez levantando sus ojos para que le diera mi aprobación de si lo estaba haciendo bien.



—Me estás haciendo una mamada estupenda —le animé. La timidez inicial fue vencida y en esos momentos que comía la polla de forma golosa y disfrutando de lo que estaba haciendo.



Las venas de mi polla empezaron a señalarse, su tamaño aumentaba por segundos y me vino una descarga de leche brutal. Agarré su cabeza para impedir que la retirara, cosa que no fue necesaria. Se fue tragando toda mi leche a la vez que salía por la punta. Que bestia, que corrida y que forma de tragar. No dejo escapar ni una gota, relamiéndose con la lengua la comisura de sus labios hasta la última gota de mi leche.



—Para no estar acostumbrada lo has hecho muy bien —la felicité. A continuación le dije —ahora te voy a afeitar el coño dejándote solo un mechón en el centro, te voy a hacer una comida de coño como nunca te la han hecho Leo.



—Y mi marido cuando lo vea que va a decir.



—Según tengo entendido la próxima vez que tu marido te vea el coño estará lleno de pelos otra vez jaja.



Saque los bártulos de la peluquería, la tumbé en la cama y le quité el pequeño tanga. Tenía todo el coño lleno de pelos. Comencé con mi labor y al cuarto de hora aproximadamente se podía apreciar con todo detalle la obra maestra que había ejecutado.



Un hermoso y extremadamente mojado coño sonrosado apareció a la vista, con unos labios preciosos y un pipa del tamaño de un guisante. La visión que tenía a la vista volvió a poner en funcionamiento mi polla poniéndose de nuevo en estado eréctil.



—Date la vuelta de espaldas al armario, ponte a cuatro patas junta las piernas y pon los hombros lo más abajo posible —le indiqué.



—Que junte las piernas y que, no entiendo.



—Haz lo que te he dicho.



Se dio la vuelta y se puso en la postura indicada. La imagen que ofrecía su coño rasurado era espectacular.



La giré un poco, la agarré por las caderas y situé mi polla en la entrada de su húmedo coño, metí despacito la cabeza dentro de él notando su calor e inicié un ligero mete-saca tan solo con la punta.



—Ay, comenzó a exclamar, me gusta humm, me gusta. 



Cuando menos lo esperaba ella, la así con más fuerza por la cintura y de un tremendo empujón le metí toda la polla hasta que mis huevos chocaron contra su coño rebotando en él.



—Dios, me muero de gusto, me corro. —Gemía y pegaba pequeños chillidos. Jamás se la habían follado en esa postura.



Mi polla se pegaba a las paredes de su caliente coño haciendo que se muriera de gusto. Me puso los huevos chorreando de sus corridas. En ese momento aproveche para empezar a acariciarle el agujero del culo e intentar introducirle un dedo, cosa que la inquieto.



—Alto, por ahí nada de nada. Por el culo nada. —Intentando pararme en seco. En ese momento la puerta del armario de abrió apareciendo mi mujer completamente desnuda y con la cámara de video en la mano.



—Amalia —exclamo, mientras me la seguía follando.



—Dime prima —contestó mi mujer —es que no vas a darle ese gusto a mi marido que está deseando estrenarte tu culo. O acaso quieres que esta cinta llegue quizás a las manos de tu esposo, o prefieres mejor que la cuelgue en Internet.



Le saqué la polla del coño y me tumbé boca arriba en la cama mientras ella hablaba con mi mujer.



—No serías capaz, verdad.



—Ya lo creo que sí —contestó mi mujer.



—Por favor, por el culo no. Jamás me la han metido por detrás. Dicen que duele mucho y tu marido tiene una polla enorme. No me metas la polla por el culo —me suplicó —haré otra cosa, lo que tú quieras, pero no me metas la polla por el culo.



Mi mujer le contestó.



—No va a ser él el que te meta la polla por el culo, te la vas a meter tu sola enterita.



—¡Como! —exclamó —no por favor no me hagáis esto. Os lo suplico.



—Súbete en cuclillas encina de él.



—No por favor.



—Prefieres que mande la cinta.



—No. —Respondió entre sollozos.



Lentamente empezó a moverse y a situarse en cuclillas encima de mí.



—Pásame la cámara —le dije a mi mujer —este es un momento memorable que hay que grabar.



—Con cámara no por favor.



—A callar y a follar —le repliqué.



La postura a la que le obligó mi mujer, experta en estas lides, era ideal. Su coño rasurado, mojado y abierto de par en par de la follada que le estaba dando, mostraba una vista magnifica.



Mi mujer se puso justo al lado de ella.



—Tranquilízate, verás como acaba gustándote. A mí me paso lo mismo la primera vez y ahora me gusta mucho más que por el otro lado.



Se metió dos dedos en la boca y a continuación los acercó a la hermosa raja de su prima recorriendo todo su chorreante coño y realizando un suave masaje en el excitado pipa de la prima.



—Prima por Dios —empezó a decir mientras comenzaba a gemir entrecortadamente mientras alcanzaba un nuevo orgasmo debido a los maestros dedos de mi mujer. Cuando su coño se encontraba ya a tope y su corrida bajaba hasta el agujero de su culo paso sus dedos a este y como se encontraba también lubricado debido a la corrida aprovechó para meterle un par de dedos por su ano.



—Me duele —grito. —Me duele, para.



Para cuando dijo para, ya le había metido los dedos dentro y lo estaba preparando.



—Listo —le comentó. —Ya te puedes meter todo ese inmenso pollón dentro.



—Despacito, por favor, despacito. —Suplico.



—Ahí tienes la polla, tu misma. Sírvete a tu gusto. —Le contesté.



Lentamente fue introduciéndose mi inmensa polla, ostia, como tenía la polla de gorda. Yo pensé, a esta la parto por la mitad, esta se desmaya y no aguanta la embestida.



Con cámara en mano fui grabando como la cabeza de mi polla iba desapareciendo dentro de ese culo virgen. A veces apretaba los dientes y otras veces se mordía el labio de abajo resoplando de dolor.



—Me duele, me duele —decía.



Centímetro a centímetro mi polla fue desapareciendo dentro de su culo virgen hasta los mismos huevos ajustándose como un guante a su estrecho culo.



—No puedo moverme —decía.



—No me extraña —le contestó mi mujer sonriendo. —Estas empalada hasta los mismos huevos. Sigue lo estás haciendo muy bien. Ahora empieza a subir y a bajar marcando tu propio ritmo, veras que gusto prima.



Empezó a realizar la maniobra del mete saca con algún esfuerzo pues mi polla ocupaba todo su estrecho agujero del culo.



Pero ahora no decía me duele. En esos momentos decía “no lo entiendo, no lo entiendo, me duele y, me duele y, me duele”.



—Te duele y que —pregunto mi mujer a la vez que se reía.



—Joder que me duele y que me estoy corriendo a la vez como una loca —explotó la prima. —Ostias me corro y como me corro.



Empezó a dar unas embestidas tremendas haciendo que mis huevos rebotaran una y otra vez en las paredes de su culo.



No pude aguantar más, del interior de mis huevos salió tal cantidad de leche que me reventó la polla dentro del culo estallando dentro de él y haciéndola gritar como una loca de puro gusto. Hacía muchísimo tiempo que no sentía ese gustazo. Fue una lavativa tremenda que le dejo el culo todo lleno de leche. Siguió golpeándose con mis huevos hasta que la última gota de leche salió de la punta de mi polla. Estaba fuera de sí, gritaba, sollozaba, gemía. La enculada sacó la fiera que había dentro de ella.



Cuando al final se relajó, calló exhausta a nuestro lado. Estaba rendida pero mostraba una cara de felicidad tremenda. Solo dijo estas palabras antes de quedarse rendida durmiendo.



—Gracias. Gracias a los dos prima, me permites Amalia que me folle a Juan cada vez que quiera —y mi mujer le dijo —claro prima y además si quieres te van a follar más tíos, como me follan a mí con el permiso de Juan.



Además le dijo:



—Sé que follas con tu marido con condón, con que ve a tu ginecólogo y que te ponga un anticonceptivo, porque lo mejor para ti y tu calentura es verte y notarte tu coño lleno de leche de otros machos, y no te preocupes que el cornudo es el último que se entera. 



Después de empezar a tomar anticonceptivos, le dijo Amalia.



—Leo he quedado con Rafael, el panadero y con otro amigo Manolo que los dos follan conmigo, para que te follen bien folladita, Rafael tiene un nabo de 23 cm y es un maquina follando, es el tío que más leche echa de todos los que me he follado además cuando te la tiene metida la mueve que parece una batidora y hace que te corras unas pocas de veces antes de que te inunde con su leche, y Manolo es el que viene por casa casi a diario a casa, viene me echa un polvo y se va, la tiene algo más pequeña pero también es un maquina ya se lo he dicho a mi marido que vienen a las 7 de la tarde mañana son que vente para casa.



Bueno en el próximo os contaré lo que pasó.


Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
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