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La pertenencia (14): El contacto

"Hola Rodrigo"



"Viejo, tantos siglos!! Qué te habías hecho?"



"Aquí en La Paz con la consultora"



"Wena! Como te ha ido?"



"Bien bien. Oye, necesitaba pedirte un favor"



"Dale en lo que pueda. Aunque me escribis pa puro pedir favores jajajajaj"



"Te quería preguntar por el SM, seguís metido?"



"Claro po weon eso es lo mío. Queris volver? Te quedó gustando? Fue hace un tiempo, pensé que no era tu onda"



"Cachai gente acá en La Paz?"



"Yo no pero cacho alguien que si debe cachar le voy a preguntar"



"Gracias Roro. Y te vai a casar algún día?"



"Tai más weon. Cuando no me puedan las patas tendré una lolita que me cuide antes voy a seguir Erandio mientras tenga cuerda. Erandio corrector qliao weando. Que esa wea Erandio jajajja"



"Ya Roro, gracias, cuidate, aunque el SIDA tenga tratamiento."



"Jajajaja cuidate vos ctm"



"Chao"



"Chao un gusto saber de ti ingrato de mierda"



El amigo efectivamente tenía un contacto en el círculo ALT de La Paz. Quedamos para una fiesta en mi próximo viaje.



Me fueron a dejar al hotel. Me dio lata andar como clandestino pero todavía valía la pena por lo que tenía esperándome en la pieza.



El whatsappeo fue del hotel a la pieza. Se despertó apenas entré. Este durmiendo. Estaba lista para disculparse por haberse dormido.



"Que bueno que dormiste."



Todavía no estaba muy segura, aunque nunca había sido sarcástico con ella.



"No quiero que tu cerebro esté sobrexigido. Ya sabes que no me sirve tu cuerpo para mi uso si no estás plenamente consciente de que me perteneces."



"No lo tenía tan claro. Que bueno que me avisas, ahora lo sé bien."



Se corrió para hacerme un hueco en la cama, esos pequeños gestos triviales no dejan de conmoverme y así es que puede recibir mi sonrisa como un valioso premio. Me puse el pijama. No le pedía todo el tiempo que me sacara y ordenara la ropa. Ella no se paraba a hacerlo si no le daba a entender de alguna manera que lo quería.



"Te tengo una sorpresa para mi próximo viaje."



Se contrajo, emocionada como una niña, sin filtro.



Le besé la frente.



"Te lo mereces. Has sido una buena pertenencia. No me has decepcionado y me da gusto que seas mía."



Me abrazó fuerte.



"Gracias. Me haces tan feliz, me siento tan bien por poder ser así para ti."



La seguí besando. Le di el paso a su pasión y se la retribuí. Sus besos eran otra cara de su entrega. Me invitaban sin pedirme nada, pero cuando le daba el paso sabían ser sumamente sugerentes. Como siempre sabía lo que yo quería, cuanto y cuando. Era su habilidad innata de complacerme. Como siempre su cuerpo fue una masilla dúctil en mis manos, mi placer plenamente el suyo. ¿Sabría que el suyo también era el mío? Sabía mágicamente todo de mi, sólo así podía ser perfecta para mi uso.



El que una mujer pueda fingir orgasmos durante toda su vida en pareja supone un hombre poco atento a las señales fisiológicas del placer. La piel, sus cambios de temperatura y de textura. La lubricación y relajación natural de la vagina, el endurecimiento de los pezones. Es toda una gestalt que se puede aprender a reconocer si el interés es sincero. Si la intención es poner en escena sólo para complacer al otro, cuando la actuación es tan buena que no se puede distinguir de la realidad es porque justamente se ha vuelto realidad.


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