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Categoría: Masturbación

La noche por ti

Así comienzo a pensar en imágenes y literatura erótica, que hoy en día ya son parte de mi rutina, al llegar la noche mis tangas ya están muy húmedas, mi mente ha hecho la mitad del trabajo. Al llegar a mi casa, me dirijo a mi cuarto, y una vez allí mi cuerpo me pide desahogo, mis manos ruegan poder acariciar, estoy tan lista para entregarme, tan dispuesta a tantas cosas que se quedan rezagadas y frustradas, solo me conformo conmigo misma, con darme placer recreando mi mente con tus palabras.



 



Escucho música, lenta y embriagadora música que me incita a liberarme, el deseo comienza a recorrer con más intensidad mi cuerpo, mientras las notas arrullan mis pensamientos, es delicioso sentir que mi imaginación es capaz de traerte a compartir conmigo este éxtasis. Me desvisto con la suavidad que se deshoja una margarita, por encima de la tela acaricio mi cuerpo, mi cara, mi cabello y mis brazos, mis manos se convierten en una manifestación más de tu invisible compañía, las paso por mis senos mientras hierven bajo la blusa, mi streaptease solitario te llama, quiero que escuches mi corazón acelerando su latido, y mi respiración cada vez más profunda. La falda cae, mis muslos se guían uno al otro en un suave vaivén, abrazo mi cintura y lentamente me quito la blusa. Abro los ojos y observo mi cuerpo, el baile se me hace tan sensual hasta a mi misma y esto es motivo de continuar, hasta ahora comienzo.



 



Palpo mis tangas, están muy húmedas y decido quitarlas, mientras bajo mis caderas al ritmo de la música, comienzo a sentir la desnudez en mis genitales, rozo con la punta de mis dedos me vagina y esta tan tibia y tan mojada que me encantaría resbalarte en ella. Acaricio mi vientre, mi ombligo, subo poco a poco a mis senos, y los libero del brasier. Ahora estoy completamente desnuda, soy solo yo, solo una mujer queriendo ser tuya.



 



Me acuesto en el piso de mi habitación, y allí me muevo de un lado a otro, formando figuras sobre mi piel, disfruto de esta leve excitación dejándome llevar por mi imaginación. Eleve mi pierna izquierda, para acariciarla lentamente, y pensé en lo deliciosas que se sentirían tus manos recorriendo mis piernas. Después subí desde mi estomago a mis senos, mis pezones erectos, tal vez por frío o tal vez por excitación, posiblemente por la combinación de ambos. Repartí caricias a todo mi cuerpo concentrándome en el movimiento de mis manos que casi se movían solas. Pensando en como sería estar contigo levanté las piernas, las abrí apoyándolas en la pared y comencé a acariciar de arriba a abajo, desde mi vagina hasta mi ano. En ese momento comencé a notar que estaba muy mojada, y me dejé llevar por los pálpitos cada vez más fuertes de mi vagina, dejé que una mano continuara masajeando mis genitales. Mientras que la otra buscó mis pezones, pellizcándolos despacio estaban muy duros, deseando ser besados así que pase mi lengua por mis senos.



 



Mis dedos se deslizaban fácilmente por mi orificio, fueron entrando uno tras otro, hasta que sin darme cuenta estaba disfrutando de cuatro, metiéndolos y sacándolos de vez en cuando rápido y de vez en cuando lento, la otra mano continuó con mi clítoris. Comencé a percibir cierto sonido cuando mi vagina se contraía, y reduje la velocidad para no ser escuchada por el resto de mi familia ya que la cercanía de las habitaciones es mi principal desventaja.



 



Me puse en cuatro y comencé a pasar mis dedos mojados por mi ano, lo mojé lo suficiente y metí un dedo, entrándolo y sacándolo lentamente, con el mismo ritmo introduje el segundo, con mis ojos cerrados me concentré en la sensación de mis dedos, el esfínter los apretaba y los soltaba. Esta sensación me hizo sentir la necesidad de mi cuerpo de ser penetrado, esa necesidad de sentirme llena me hizo tomar mi consolador y comenzar a introducirlo en mi vagina primero. De cunclillas con una mano en mi mesa de noche, la otra comenzó a empujar el duro objeto, entraba todo liso por la humedad, me llegó la curiosidad de saber cual es el sabor que tiene mi vagina, y probé mi consolador empapado por mis jugos, ese sabor suave, semiespeso pero muy cálido me excito aún más, y acariciaba mi clítoris mientras comenzaba un mete y saca más firme en mi vagina. Me arrodillé y bajando completamente la parte de arriba de mi cuerpo con la cara tocando el piso, y mis senos excitados durísimos por el frío, comencé a acariciar mi ano con mis dedos mojados y el consolador, lo puse a la entrada, y empujaba muy despacio para sentir como se abría un camino que parece cerrado completamente, mojé mi herramienta con saliva lo empujé más duro, cuando por fin entró la punta sonreí placenteramente, mientras lo hundía todo, después lo sacaba despacio mi mano derecha continuo este ritmo mientras la izquierda no dejaba de masajear mi clítoris, la excitación estaba apropiada de mi y sentía como me llenaba la vagina y mis orgasmos se hacían cada vez más placenteros, mordiendo mis labios evitaba los gritos y los gemidos que contenidos en mi garganta intentaban ahogarme.



 



Después lo introducí en mi ano, difícilmente entró pero al tenerlo adentro, el placer casi se duplicó. La mano que acariciaba mi clítoris ahora entraba sus cuatro dedos en mi vagina, necesitaba estar completamente llena, y mirando en diferentes direcciones, vi lo que sería mi improvisación de segundo consolador. El mango de mi cepillo del cabello, lo cogí y mirándolo con morbo, lo recosté en el piso, para mi sorpresa se sostuvo solo por las cerdas, y comencé a sentarme encima de él, tal y como si estuviera cabalgándote a ti. Subía y bajaba de él, sintiendo como se abría mi carne para recibirlo. Y el primer consolador ocupaba mi ano por completo, subiendo y bajando sobre mi cepillo introducía mi consolador en mi ano y con la otra mano, sobaba mi clítoris, estaba pensando en ti más que nunca y me sentía tan llena, tan vida, tan caliente gracias a ti.



 



Después de venirme en varias ocasiones, de intentar avanzar un paso más en el placer, me acosté acariciando mis senos duros y como aún sentía la excitación en mi mente, me estiré a los largo, mi desnudez se relajó, permanecí 15 minutos más inmóvil mirando al techo, tal vez imaginando como descansar a tu lado. Mirarte a los ojos satisfecha después de hacerme el amor de muchas formas, imaginándome acariciando tu pecho sudoroso por el momento.



 



Me levanté, me acosté en mi cama y tu recuerdo se acostó conmigo, sentí tu cálida desnudez entre mis cobijas, esa noche dormí más tranquila como si sintiera mi cabeza descansar en tu pecho. Yo sé que tú sentiste mi calor esa noche, me pensaste y casi no pudiste dormir imaginándome en plena masturbación tal y como lo hablamos, hasta creo que estuvo mejor que lo que dijimos, ¿tú que piensas?


Datos del Relato
  • Categoría: Masturbación
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