Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Relato
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Relato
Categoría: Lésbicos

LA NOCHE MRAVILLOSA DE GABRIELLE Y RAKEL

LONDRES

 

Piso 32 del hotel

 

El cuarto del hotel en que nos quedamos era hermoso, bastante grande. Pero nada de ello era comparación con la tina. Era tan grande que definitivamente podía ser para hasta tres personas.

-Te espero –no se por que le dije eso.

Pero el caso es que, pocos minutos después, las dos estaban bañándonos juntas en la tina. Se sentía formidable, era como si ese vapor le estuviera devolviendo el color a mi piel. Y la luz blanca del baño

 

No sabia que era lo que estaba sintiendo, pero por primera vez cada gramo de mi sentía una increíble paz. Una paz honesta y total. No era capaz de recordar cuanto logre sentir algo semejante, no desde la muerte de mi abuelo… ¡Brutal muerte de mi abuelo! Ahora siento que solo es un recuerdo deshonesto, uno que jamás hubiera pasado en la vida, tal vez es por una nueva época, porque

 

Las dos nos pusimos batas de satín. De nuevo mi mirada parecía poseída, porque ahora estaba anclada a la belleza olímpica de Gabrielle. Con mi corazón palpitando al ver ese adorable escote, y sus piernas, tan tiernas, tan delicadas. Tuve que retirar la mirada de inmediato. No me había dado cuenta de lo hermosa que ella era.

-¡Ay no! –exclamo como queriendo pegar el grito al cielo- ¡Rakel! ¿Qué hora es?

Confundida, pero tranquila, me aproxime a ver la hora, y para mi sorpresa, resultaron ser las…

-¡Una y cuatro de la mañana!

Gabrielle quedo paralizada, y fue a su maleta por su teléfono.

-¡Ya es muy tarde! Debo ir a casa.

-¿Con que transporte Gabrielle? No hay buses a esta hora –le recordé.

-Cierto. ¿No podrías llamar a tu casa y pedirles que nos recojan?

Mi labios se extendieron, y mire a Gabrielle con una mirada de En que estas pensando?

-Por favor Rakel.

-De acuerdo. De acuerdo –suspire con mala gana.

Y saque mi celular para prenderlo. No respondió. Lo volví a intentar otra vez… Nada paso. Todo lo que se veía era la pantalla negra.

-Esta sin batería. La batería esta muerta –le dije-, y no tengo cargador.

-¿Qué tal si pedimos un taxi?

-¿Estas loca? Es muy caro, en especial a esta hora. Gabrielle. ¿por qué quieres volver a casa? Solo es una noche. Podemos quedarnos aquí y volver mañana temprano. Mis padres y Margoth ya saben que estamos aquí. No hay problema, y la hemos pasado rico. ¿Y sabes que? Ha sido una de las mejores noches de mi vida… Tanto… Que no me gustaría que terminase.

Gabrielle se detuvo, y me volteo a mirar algo apenada.

-¿De veras?

-Por supuesto –sonreí-. Todo porque la pase rico contigo.

Luego note que Gabrielle me miro de forma extraña, con la cara roja y la mirada perdida. Muy para mi curiosidad. Luego su mirada se puso ansiosa.

-Es que tu conoces a mi madre. Si ella se entera de que estamos juntas…

-Ya Margoth se encargo de eso –le sonreí, como nunca-, tu mama sabe que estas con Karon, y ella nos va a ayudar.

Pero Gabrielle se puso ansiosa, y miro impaciente por la ventana.

-¡No! ¡No esta bien! Mentirle a mi mama así. ¡Jamás he hecho eso! –se puso a respirar algo exaltada- ¡Yo no! Esta mal…

Entonces le abrace por detrás.

-Esta bien Gabrielle –le dije-. Mira alrededor. Estamos en un ambiente agradable, tanto que el mundo exterior no nos puede molestar con sus caprichos. Y no siempre tenemos la oportunidad de hacer esto. Ahora nosotras hacemos las reglas. No estamos atadas a ninguna autoridad, solo a la de la diversión. Solo por esta noche.

Gabrielle me miro hacia arriba, para luego sonreírme. Su sonrisa era como una oda a la inocencia, a las manos de la tierra que nos nutre y nos vuelven uno con el universo. Pero  no solo eso, también sentí como una de las manos de Gabrielle acariciaba la mía, entre los dedos, y la planta, haciéndome cosquillas.

-De acuerdo Rakel –su calva me acaricio cerca de la clavícula, sentí vergüenza, y me esforzaba por no dejarme llevar-. Ya que estas aquí, me quedare. Y tus manos se sienten tan suaves.

-Gra… Gracias… Gabrielle…

 

Pasaron unos minutos, y Gabrielle finalmente se calmo. Luego fue con su maleta, y me mostro algo. Una de las cajas de estofado que tenia, y un termo lleno de juego de naranja. Los comimos, mientras que compartíamos anécdotas comidas sobre las otras Sirenas. Aunque, si he de ser honesta, de nuevo volvia mis ojos hacia los senos de Gabrielle. Nunca los habia visto asi, era hermosos, y entre mas los veía, mas cerca sentía el deseo de conocerlos mejor.

 

Luego nos lanzamos a la cama, y le hice muchas cosquillas a Gabrielle

 

-No quiero estar lejos de ti Rakel.

Gabrielle me abrazo. De inmediato sentí su nariz por toda mi espalda, como si estuviera tratando de besarme con ella

-Hueles rico en verdad Rakel –me decía Gabrielle-. Me gusta tu aroma

Y entonces note como coloco sus labios en mi espalda. Muy para mi sorpresa. No pude sino ponerme unos cuantos centímetros lejos de ella. De inmediato vi como Gabrielle fue invadida por la tristeza.

-Lo siento Rakel. No pude evitarlo. Es que… Ni siquiera yo se como explicarlo.

Me acerque mas a Gabrielle.

-¿Estas bien Gabrielle? –ella no me respondió, solo estuvo un poco triste- Mira. Si te ofendí, perdóname, no era mi intención.

Pero Gabrielle negó con la cabeza.

-No. No eres tu Rakel.

-¿Entonces que pasa? Me lo puedes contar si quieres Gabrielle.

-De veras Rakel. ¿No me vas a juzgar?

Yo negué de inmediato con la cabeza.

-No seria capaz. Aprendí mi lección. Además, la hemos pasado muy bien como para permitir que algo nos arruine la noche. Gabrielle….

Le mire a los ojos.

-Quiero ser esa amiga que tu te mereces.

Aun con mis palabras, ella se mostro dubitativa. Pero luego

-Soy incluso capaz de protegerte –agregue- De lo que sea. Hasta de mi misma. Mas o menos.

Sentí como sus hombros se relajaban, y Gabrielle tomo un poco de aire.

-Rakel.

-¿Si Gabrielle?

-Me gustan las mujeres.

-¿Cómo dices?

-¡Soy lesbiana! Adoro a las mujeres, no me gustan los hombres, no en ese lado. Tu fuiste honesta conmigo, ahora yo quiero serlo.

-Si. Ya lo hiciste –comente de forma natural-, te sientes mejor.

Gabrielle no dijo nada, sino que se me quedo respirando.

-La verdad… ¡Si! –afirmo Gabrielle- Fue algo fantástico, pero… Ahora que lo pienso. ¿Por qué me costo tanto trabajo en decírtelo Rakel?

Lo único que pude hacer es crear sugerencias en mi mente para Gabrielle.

-Estabas nerviosa. Creo –comente-, como todas nosotras. Pero lo entiendo Gabrielle, se que hay cosas con todas nosotras que no podemos compartir con nadie, ni siquiera con aquellos seres que mas amamos. Y en los que mas confiamos.

-Sin mencionar a veces que desde la familia nos motivan a no decir nada, solo por los tabúes –afirmo Gabrielle-. Pero no con las Sirenas, ellas me han dado una nueva perspectiva de vida. Algo que realmente me hace ver al futuro, que realmente suelta mis cadenas, y que me permitir buscar con confianza mi mas grande anhelo.

No me esperaba escuchar eso de Gabrielle. Siempre pensé que habia vivido una vida bastante estable en casa, con su familia. Se que esta mal que piense estas cosas, pero no podía mentir lo que sentía tras escribir una mala nota en estas paginas. En pocas palabras, no podía mentir tampoco, y sentía que al escribir esto, le estaba escribiendo la verdad a Gabrielle.

-¿No eres feliz con tu familia?

-¡No! ¡Claro que lo soy! –exclamo Gabrielle con impaciencia-  ¡Pero no conoces a mi madre! Ella lleva los preceptos de nuestra religión a un extremo que yo creo es ridículo. ¡Cree que cosas como la tecnología son un mal del mundo! ¡Que la música rock es del diablo! ¡Que los negros son sucios! ¡Y los judíos! ¡Los homosexuales son el anticristo! Nos quiere mucho, pero ha tratado de inculcarnos sus creencias, y ella dice que son de la Biblia. ¡Pero no siempre es asi! Yo casi siempre choco con ella, y desde que estamos en Londres… Yo… yo…

-¿Tu que Gabrielle? –pregunte.

-Me he revelado contra ella –admitió-. De hecho… estar contigo ha sido liberador. Pero… esto que he dicho, siempre me ha mortificado. Ni siquiera Chelsea lo sabe, y le tengo mucha envidia, porque ella si se acepta a si misma. Si puede serlo. ¡Pero yo no! Incluso pensé que compartirlo con las Sirenas me ayudaría. Pensé… que después de este dia, te podría decir, porque tu eres una de mis mejores amigas.

Por alguna razón, ese comentario no me gusto… Ni siquiera un poco.

-¿Mejor amiga? –me levante molesta- ¿Cómo no?

-Claro que si. ¡Eres en la que mas confió!

Pero voltee mas incomoda.

-¿La que mas confías? ¡Yo no soy nada Gabrielle! ¡No soy una gran amiga! ¡Soy una pésima amiga! –exclame.

-¿Por qué lo dices?

-¿Y lo preguntas? ¡Por como te he tratado! Te he insultado, te he dicho cosas horribles, y te he hecho sentir como escoria… Todo por lo que le paso a mi abuelo. ¡Yo pensaba que todos los gentiles eran iguales! ¡Hipócritas, racistas, odiosos! Y no me importo con quien me dirigía, para mi todos eran iguales.

Me puse las manos en la cara por vergüenza.

-Y por ello, te hice mucho daño Gabrielle –le recordé-. Sintiéndome superior solo porque si.

Mi conmoción fue tan grande, que de inmediato deje caer unas lagrimas.

-Y… Hay muchas cosas en mi mente. Pero eso no justifica lo que te hice –afirme-, ojala pudieras perdonarme. Pero se que eso es imposible.

-Claro que puedo perdonarte Rakel.

-¿Y que si lo haces? Eso no cambia el hecho que soy… una delincuente… una que decepciono a su abuelo muerto.

Entonces Gabrielle me dio un abrazo.

-No es cierto Rakel. No lo has decepcionado –afirmo Gabrielle-. Eres una de las personas mas valientes que he conocido. Me has ensenado mucho en estos años, y se que tu tenias problemas Rakel, los estabas enfrentando. Mientras me ayudabas… Se que no era fácil, se que nunca lo fue.

Y me miro a los ojos.

-Y siempre estaré agradecida contigo, querida Rakel.

-¿En serio Gabrielle?

-Dios quiere que así sea, y también quiere que te perdone.

Gabrielle me sonrió, y a cambio… Yo también le sonreí. Luego las dos reimos.

-¡Vaya! –afirme- Eso fue intenso. ¡Vaya escape de emociones!

-Lo se. Este ha sido el mejor dia de mi vida –me dijo Gabrielle-. Y ya que somos honestas, te dire… Si te gustaran las mujeres, hasta te pediría otra cita.

 

¡Fue como una revelación!

 

Le mire a los ojos a Gabrielle, tome sus hombros, bajando por la bata y tocando su hermosa piel, y le dije:

-Tienes que saber algo de mi Gabrielle. Honesta

-¿Qué?

Me acerque mas a su cara.

-A mi me gustan los hombres y las mujeres por igual. Puedo sentir atracción por ambos –dije-, de hecho, hace algún tiempo, tuve relaciones amorosas contra otra mujer.

Pude sentir como el corazón de Gabrielle saltaba, al punto de casi salir de su cuerpo.

-¿En serio?

-Si.

Luego le acaricie la cara.

-Soy bisexual. Y creo que eres muy hermosa.

Me sonroje violentamente al ver el cuerpo de Gabrielle.

-Hace tiempo que quería decirlo –afirme.

Y de golpe, acosté a Gabrielle en la cama, para besar sus labios. Mis dedos se emocionaron mientras recorrían los rizos de avellana de Gabrielle, nuestras piernas se acariciaron mutuamente, y luego introduje mi lengua en la boca de Gabrielle, quien puso sus brazos alrededor de mi cuello.

Luego le mire a los ojos, y Gabrielle me sonrió de inmediato.

-¿Estas bien?

Las lagrimas salieron de su rostro, a lo que ella asintió.

-Si Rakel. Es que… ese fue mi primer beso.

-¿De veras?

-Si. Y me gusto mucho.

De nuevo acaricie el cuerpo de Gabrielle.

-¿Qué tal si olvidamos todo lo malo de hoy y nos divertimos un poco? –le sugerí.

-Me encantaría.

Fuimos a la puerta, para poner el letrero de “no molestar”.

Gabrielle se acostó en la cama, colocando de nuevo sus brazos sobre mi cuello. Le dije de inmediato.

-La noche ahora es nuestra guardiana. Y yo soy la tuya. Ahora yo te voy a cuidar Gabrielle. Olvida el mundo exterior, las preocupaciones del futuro, ahora estas con alguien que te quiere. Y que haría lo que fuera por ti. Mi reina.

Le di un beso en la mejilla a Gabrielle.

-Rakel. Una parte de mi me gustaría hacerte mi novia –comento-. Incluso mi esposa.

Le sonreí de nuevo.

-Juguemos a que asi es… por ti cariño.

-Gracias mi amor.

 

Volví a besar a Gabrielle en la lengua, mientras que mis manos llevaban a sus senos, estaban muy suaves, y era genial sentir mi mano rebotar sobre el.

-Espera –me detuve- ¿Te pusiste de nuevo tu ropa interior?

-Si. No sabia que lo haríamos.

Luego hable a ver las bragas de Gabrielle.

-Déjame arreglar eso.

-¡Rakel!

Le hable lentamente sus bragas, mirando de inmediato su vagina, que estaba algo mojada en su labio inferior. No pude evitarlo. Puse mi lengua en sus labios mayores y en sus labios menores, recorriendo cada gramo con mi lengua. Mientras que los gemidos de Gabrielle se liberaron, conmigo bajando y subiendo mi lengua, desde el himen hasta el clítoris, chupándolo con la misma intensidad que lo haría con un helado, saboreando mas ese dulce néctar, y permitiendo que Gabrielle lleve sus manos a mi cabeza. Y con sus tiernos gemidos que se vuelvan mas poderosos.

Decidi terminar en esa are y subir una vez mas para besar a Gabrielle.

-¿Qué haces mi amor? –pregunto Gabrielle- ¡No te detengas!

-Tranquila linda. Tengo otra idea.

Lentamente desabotone el brasier de Gabrielle, y puse mi boca en su seno izquierdo, chupando y lamiendo su pezón cuando me era posible, y con mi mano jugueteando con su seno derecho, masajeando lentamente su pezón. Gabrielle gemia de una forma adorable. Y Yo…  aproveche la ultima mano para introducir todos mis dedos en su vagina. 

Podía sentir desde aquí como la mente de Gabrielle se derretía, y como movía mis dedos, en búsqueda de su punto G. Y yo también me fundía entre esas sensaciones que Gabrielle sentía, respirando cada vez mas rápido.

Solo faltaba una cosa mas. La bese de nuevo con mi lengua, nuestras salivas ahora eran una sola.

Y Gabrielle parecía esforzarse por no gemir mas fuerte, como si tuviera miedo que los otros huéspedes de los otros cuartos nos oyeran. Cuando Gabrielle bajo la guardia, frote mis senos con los suyos. El placer mutuo fue del grado de ambrosia, esa sensación en mi cuerpo hacia que me derritiera. ¡Me gustaban mucho los pezones de Gabrielle! ¡Eran tan tiernos! ¡Y el calor que compartíamos era hasta la envidia de los Dioses!

Luego le mire a los ojos de nuevo.

-¿Mi amor? –dijo Gabrielle.

-Cariño. Me he ocurrió otra idea.

Luego me acerque a su oído. Después de besarlo, le susurre.

-Ponte en cuatro.

Gabrielle se avergonzó.

-¿Cómo dices?

-Confía en mi –le señalé.

-Siempre –el placer absoluto hacia que Gabrielle luchara por decir sus palabras.

 

Como le dije, Gabrielle se puso en cuatro, y tuve en frente la mejor vista, de su delicioso y tierna vagina, así como de su ano… Pequeño, simple… Adorable.

-¡No lo veas! ¡Me da vergüenza! –Gabrielle volteo a mirar.

-¿Por qué? Tu culo es tan lindo –froté sus nalgas- ¡Tienes un maravilloso culo!

-Basta Rakel. ¿Qué pensarían si alguien te oyera con esas palabras?

Pero me acerque y volví a buscar su punto G con mi lengua, esta vez con la ayuda de mis dedos curiosos, que no dejaban de recorrer su exquisita vagina, lamiendo todo con mi lengua, sin dejar un punto ciego… lo que me recordaba.

-No dejemos sola esta parte.

Lubrique los dedos índice y corazón, para introducirlos lentamente en su lindo ano.

-¡No mi amor! –Gabrielle sintió un éxtasis fuera de este mundo, tanto que apretó sus manos contra la sabana- ¡Esta sucio ahí!

-Es tu ano. No hay nada sucio en el.

Mis dos partes estaban consintiendo las partes lindas de Gabrielle. Y mis dedos se movieron en su ano con mas rapidez.

-¡Mas Rakel! ¡Mas por favor! Me encanta.

-Me alegro mi amor.

Luego mi lengua pasaron por sus muslos

 

Pasamos a la siguiente fase. Gabrielle introdujo sus dedos en mi vagina, y yo seguía con los míos en la suya. Mi mano jugaba con uno de sus pezones, mientras que nuestras lenguas de nuevo se volvían una sola.

-Preciosa –afirmo Gabrielle- ¿por qué no llevas ropa interior?

Con mi lujuriosa sonrisa, le respondí.

-No lo se. Creo que no quería incomodarte.

 

Nuestros dedos seguían dentro de la otra. Y gemimos al tiempo. Hasta que el éxtasis fue tal que tuvimos que caer rendidas Y como yo caí en Gabrielle, le acaricié con cariño la espalda

, para luego besarla

-Tu turno linda.

Mis manos apretaron con fuerza la silla, y controlar mis gemidos mientras Gabrielle lamia mi clítoris y vagina, con sus dedos dentro de mi.

-¿Se siente bien Rakel?

-Si –le dije con mis fuerzas a Gabrielle-. Se siente bien cariño.

Pude sentir como Gabrielle puso su lengua mas dentro de mi, buscando mi punto mas sensible, y entonces mis gemidos se combinaron con mi fuerte respiración, tocando con mi mano uno de mis pezones.

 

Gabrielle de nuevo me beso, dejando caer nuestras batas al piso. Las dos mantuvimos contacto visual, mientras que una vez mas nuestras lenguas se hacían cada vez mas contacto, lo mismo nuestras manos. Gabrielle apretó con fuerza mis manos. Pero luego se tomo un tiempo para mirar mi cuerpo desnudo.

-Tu también eres muy hermosa Rakel – me sonrio-, tienes un cuerpo muy lindo, y una gran personalidad. Por eso te amo mucho mi vida.

-Muchas gracias Gabrielle.

-¿Y que hay de tus senos?

Nuestros pezones y senos se frotaron mutuamente. ¡La sensación fue majestuosa! Los pezones de Gabrielle eran tan suaves, y hacían que me derritiera, mi cuerpo estaba vulnerable, y se sentía muy caliente, de mucho cariño, cariño que ahora era uno con Gabrielle. ¡Pero y nuestros clítoris también se besaron! Nuestros senos, nuestros pezones, y nuestras entrepiernas eran una sola, y supimos que había una excitación mas alla de este mundo.

Gemimos casi al tiempo, con nuestras respiraciones, mientras Gabrielle seguía gimiendo su cuerpo y sus bellezas con las mias, nunca nos sentimos tan unidas, y yo tan feliz porque Gabrielle estaba dentro de mi, en cuerpo y en alma.

-¡Te amo, te amo mi amor! –exclamaba Gabrielle.

-Te deseo. ¡Te adoro mi hermosa! –le respondi a Gabrielle.

Antes de volver a fundir nuestras lenguas en una

 

Luego empece a lamer el clítoris de Gabrielle, con ella haciendo lo mismo conmigo. Ahora las dos nos dabamos mucho mas amor. 

Senti como Gabrielle pasaba en círculos su lengua por mi vagina, y yo hice lo mismo, usando mis dedos para dar caricias a su adorable punto-g. Era lindo como apretaba mis piernas con sus manos, tratando de recibir el placer.

-Te gusta aquí. ¿No es cierto mi linda? –le pregunté de forma picara.

Aproveche para lamer su zona erógena, poniendo mis manos en su hermoso culo, y de nuevo acariciando su ano. Y estaba rendida ante Gabrielle, quien contemplaba mi entrepierna con sus ojos, haciéndola sentir relajada gracias a los movimientos suaves de su lengua.

-Gabrielle… mas… despacio –le dije sumergida en el océano de deseo.

-¿Te gusta?

Asenti con la cabeza, justo cuando notado como Gabrielle ponía sus dedos dentro de mi, 

, y moviéndolos de manera pausada y provocativa, con su lengua recorriendo mi entrepierna, estando mucho mas cálida que nunca. Por su parte, mi boca seguía pasando por cada pedazo de sus labios menores de Gabrielle, y también yendo por el himen, sin olvidar ni siquiera una parte sin besar y sin cuidar con mis dedos. Percibi que Gabrielle perdía el equilibrio con mis caricias dentro de ella, asi que tuve de nuevo esos deseos de introducir mis dedos dentro de su vagina; se sentía tan humeda y tan suave, y podía saborear su tierno jugo, con cada beso de mi lengua para su clítoris.

-Nadie es tan perfecta como tu Gabrielle –no se por que le dije eso, pero me excitaba mas y mas.

Gabrielle temblo mas y mas.

-Rakel… Me voy a venir!

A pesar de la disciplina de Gabrielle, ella no pudo evitar dar el máximo gemido orgásmico. Su cabeza se sintió pesada, y nerviosa.

-Gabrielle. ¿Estas bien? –le pregunte.

-Si mi novia, es que mi cuerpo jamás había sentido algo tan majestuoso.

Le abrace por detrás, besando su espalda

-Carino.

-Dime Gabrielle.

-Me gustaría darte un regalo, por tu amor.

-¿Un regalo?

-Si –me miro a los ojos-, es algo que te va a gustar.

 

Gabrielle puso distancia y abrió de nuevo sus piernas.

-Frota tu coño con el mio. ¡Nada se compara a eso!

-¡Gabrielle! ¡Usaste lenguaje soez! –exclame sorprendida.

-No me importa. Ya no soy la Gabrielle que conoces. ¡Ahora soy alguien aventurera y osada! –exclamo- Dispuesta a darle todo a la mujer que ama. A mi amor, a mi otra. Por favor. ¡Quiero tu coño con el mio! ¡Que sea uno solo!  

Le sonreí y le bese la mejilla.

-Claro que si mi reina.

¡Lo que paso después fue increíble! Nuestros coños, nuestros clítoris, y nuestros labios se besaban mutuamente, con cada vez mas fuerza. Fue algo intenso, todo mi cuerpo se reducía a escombros y jugueteaba con la entrepierna de Gabrielle, tan delicada, tan tierna, tan suave, tan mojada… Me gustaba como mi coño se deslizaba sobre el de Gabrielle, quien gemia con cada movimiento, y yo… Con cada gemido de Gabrielle, excitaba y apretaba mas mis pezones y mis senos.

Apretaba con fuerza las sabanas. 

Con cada beso mutuo de nuestros conos, mientras las sabanas se humedecían de nuestro amor. Y Gabrielle y yo decidimos gemir al tiempo, tomando con fuerza nuestras manos. ¡Las dos solo pensábamos en decirnos varios formas de decir “te amo”! Por lo que le apreté mas las manos.

-¡Rakel, Rakel! ¡Rakel!

-Gabrielle!

Nos miramos a los ojos, y luego empuje a Gabrielle hacia mi, lo que hizo que se riera. Nos besamos con nuestras lenguas, mientras que frotábamos nuestros senos, y de nuevo nuestros pezones, para al final ser nuestras vaginas, que eran una, y que se fundían con nuestros cuerpos y con la tierra.

-¡Rakel! ¡Eres increíble! ¡te adoro muchísimo!

-¡Mi amor! ¡Mi esposa! ¡Mi todo! ¡Mi mujer!

Gabrielle me abrazo con las piernas, con las que sentí mas caliente mi espalda. ¡Éramos realmente una sola! ¡ya nada nos separaba! ¡Y nos sentíamos muy bien! ¡Juntas!

 

Hasta que llego el momento.

-¿Te vas a venir? –Gabrielle me pregunto.

-¡Si! ¡Me vengo!

-¡También yo!

-Hagámoslo juntas.

 

Las dos lanzamos un poderoso grito… Nuestro orgasmo… ¡Nuestra Ambrosia mutua!

 

No tardamos en caer en la cama, mirándonos mutuamente.

…………………………………………………………………………………………………..

 

Las dos nos metimos en las sabanas, y Gabrielle descansaba su cuerpo desnudo sobre el mio.

-¡Eso fue increíble! –exclamo- ¡Fue tan rico! Y me gusto mucho Rakel.

Le tome de la mano, y le dije;

-Que bueno Gabrielle. A mi también me gusto, sobre todo porque todavía tienes ese delicioso aroma.

Le mire a los ojos:

-Ahora nuestra amistad será eterna.

Gabrielle me sonrió.

-Te amo mucho Rakel.

-Yo también te amo Gabrielle. ¿Pero sabes algo? Me siento algo triste.

La sonrisa de Gabrielle paso a ser un gesto melancólico.

-¿Por qué Rakel?

-Porque tengo muchas formas para decirte lo mucho que te quiero. ¡Y realmente me gustaría expresarte mis sentimientos hacia ti! De la forma correcta. 

Me acaricio tiernamente la cara.

-No tienes que decirlo –me miro a los ojos-. Ya lo se.

Me dio un tierno beso en los labios.

-Si eres capaz de llegar tan lejos para hacerme sentir bien… Entonces eres la mejor.

Luego acaricie el cabello de Gabrielle.

-Todas te queremos Gabrielle –le dije-, porque somos tus amigas. Aunque ojala pudiera decir que somos familia.

-Para mi, lo son.

 

 

 

 

 

 

 

 

Datos del Relato
  • Categoría: Lésbicos
  • Media: 7
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3072
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 18.218.47.83

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Relatos: 38.524
»Autores Activos: 2.283
»Total Comentarios: 11.907
»Total Votos: 512.104
»Total Envios 21.927
»Total Lecturas 106.079.833