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"Lo que comienza como la noche de una pareja más, va poco a poco complicándose con la entrada de nuevos personajes."
Nos conocemos hace solo unos meses, pero me siento a su lado como si lleváramos varios años juntos. Conocí a Sara en Sarandhi, un local de masajes de Madrid, a donde acudí un miércoles de Noviembre, mientras llovía a mares, con ánimo de pasar un rato agradable ……. sin más pretensiones.
Había elegido a Sara a través de internet, porque me gustaron sus fotos, ya que en las mismas, aunque no se le veía la cara, pude comprobar que se adaptaba mucho a misgustos. Me gustan las mujeres voluptuosas,preferentemente de pelo claro, con pechos grandes naturales dotados de grandes pezones, caderas apetitosas y un buen culo ………………… pero ese cuerpo no me provocaría mucho más que pasar una hora agradable, si no fuera unido a un cerebro bien dotado y Sara desde luego que lo tiene; esto ha hecho que lejos de cambiar de chica cada vez que voy y probar nuevas experiencias haya repetido siempre con ella.
No solo hemos encajado por el sexo físico, que desde luego ha sido importante hacerlo, sino también por el tiempo que dedicamos a conversar e ir conociéndonos un poco mejor. Es alucinante verla masajear mi pecho con sus grandes tetas, dotadas de enormes pezones que me meto en la boca con extremo deseo ……….. o sentir como masajea mi pene hasta hacerlo estallar en una potente corrida, tras haber deseado (sin conseguirlo nunca) que sea su boca la que me haga correrme. Este placer inicial me deja siempre un regusto amargo, porque obtenerlosignifica que la sesión está a punto de acabar y que pasarán dos semanas hasta volver a estar con ella. Pero no todo es sexo físico, pues también hay mucho de una relación similar a la de cualquier pareja, pués pasamos siempre un rato superagradable (al menos yo) hablando de los temas más dispares, desde los viajes a la gastronomía, pasando por el sexo, sobre todo por el sexo. Es increíble hablar con ella, mientras sopla suavemente mi pene a poca distancia, sabiendo que eso me vuelve loco y que solo deseo ver como se lo mete en la boca …………….. pero sabe torturarme como nadie y lo evita siempre, dejándome con las ganas, muy excitado y un poco frustrado, aunque no desespero que termine por hacerlo.
Hasta el momento en que mi leche caliente sale de mi pene, la sesión es siempre maravillosa, permitiéndome disfrutar de una mujer increíble, inteligente, muy caliente y, como os decía, a la que le gusta hablar del que también es mi tema preferido: el sexo en todas sus vertientes. Hace un par de semanas hablamos de la posibilidad de hacer una sesión a tres con mi mujer y desde entonces no puedo dejar de imaginarme esa escena, con las dos mujeres besándose y acariciándose, mientras yo paso de una a otra, follándolas a ambas, hasta que los tres acabamos exhaustos. Estoy tratando de convencer a mi mujer para que esa fantasía se haga realidad y la cosa va por buen camino ……. pues me ha prometido pensarlo seriamente.Ya estuvimos un par de veces con otra mujer y la experiencia la encantó (y a mi tanto como a ella), pero desde hace un par de años nuestra intensidad sexual ha ido enfriándose un poco, aunque sigue teniendo una alta frecuencia, pero siempre dentro de la “normalidad conyugal”: ya no me la chupa en el coche, poniendo nerviosos a los taxistas con los que nos cruzamos, ni fantaseamos con tríos ni orgias, ni visitamos lugares de intercambio de parejas, ni hemos vuelto a Ibiza donde tuvimos una de nuestras experiencias más maravillosascon otra parejas, cuando, sin llegar a un intercambio total, compartimos caricias y besos …… hasta acabar follandojuntos en la misma cama, cada uno con su respectiva pareja (siempre he pensado que si nos hubiéramos visto al día siguiente, hubiéramos acabado teniendo sexo en grupo total, pues los cuatro estábamos convencidos claramente de hacerlo …………….. pero ya no coincidimos y no ha sido posible repetirlo.
La intimidad con Sara (me callo su nombre verdadero) ha llegado a tal punto qué en la última sesión, aunque está terminantemente prohibido, acabamos besándonos con pasión. Trató de separarme, pero le fue imposible (realmente no quería hacerlo, porque es una experta enartes marciales y seguramente lo habría conseguido de proponérselo seriamente), así que logré convencerla para que me permitiese invitarla a cenar esa noche. Fuimos a Filandón, un restaurante cercano al El Pardo, con la idea (mía) de si se ponía a tiro, ir luego a la zona de El Pardo donde se reunían las parejas.
Parece increible pero es la primera vez que estamos fuera de la habitación donde nos vemos habitualmente y la primera vez que ambos estamos vestidos y sin la penumbra habitual. Mientras saboreo una copa de Rioja excelente, aprovecho para fijarme en su rostro, confirmando nuevamente lo que ya intuía en la penumbra: es una mujer muy guapa, de piel aterciopelada, pequeña nariz respingona y unos ojos muy atractivos, llenos de vida y de inteligencia. No es muy alta, pero en esos pocos centímetros tienen todas las virtudes que desea un hombre como yo: Buena tetas, caderas anchas, culo fuerte y unos labios maravillosos, que piden a gritos ser besados (entre otras cosas).
No sé si cenamos bien o mal (supongo que bien, porque en Filandón siempre se cena bien) pero lo que sí puedo asegurar es que lo pasamos muy bien, nos reímos mucho y nos bebimos dos botellas de vino, que rematamos con un par de copas. Camino del coche aprovecho para abrazarla pro la cintura y, aunque de inicio me siento como un adolescente inseguro, acabo por besarla. Juntamos nuestros labios y nuestras lenguas, mientras agarro su fuerte culo a través de la falda, apretándola contra mí. Quiero que se de cuenta de como me tiene, de como mi pene ha crecido y se ha puesto como una roca, simplemente con un beso y con sentir sus tetas contra mi pecho.:
• Que barbaridad, como estás ….. me dice, mientras se separa un poco.
• Me tienes muy excitado nena. El vino debería de tenerme casi KO y fíjate en cambio como estoy.
• Tranquilo, tranquilo …… poco a poco.
Rie con esa risa limpia y maravillosa que ya conozco, mientras se deshace de mi abrazo y se mete en el coche. Parece que me lo va a poner difícil, pero no me apeteceagobiarla, prefiero ir más despacio y dejarlo para otro díasi es necesario. Me monto en el coche, pero nada más salir a la carretera no puedo dejar de dar un auténtico brinco, cuando noto como su mano se desliza por mi pantalón, baja la cremallera y, sin perder el tiempo, extrae mi penesemi erecto aún, que comienza a masturbar lentamente, pasando su mano desde la raíz de los testículos, hasta llegar a la punta, reiniciando el descenso nuevamente, mientras no deja de mirarme fijamente:
• Me dijiste que esta fantasía te gustaba, ¿No es así? A mi también me gusta, añade, mientras se coloca de rodillas en el asiento del copiloto y dirige su boca hacia mi polla- no dejes de conducir y déjame hacer.
• Claro que me encanta nena …….. muchísimo -contesto, mientras me preparo para sus labios en torno a mi pene, que no deja de crecer y endurecerse.
Lentamente se introduce mi polla en su boca y suavemente, con deliciosa parsimonia, comienza a chuparla, introduciéndola cada vez más profundamente y con mayor intensidad en su interior, hasta casi abarcarla en toda su longitud y grosor. Cuando salimos a la luz de las primeras calles del barrio de Monte Carmelo, la mamada es absolutamente maravillosa, haciendo sentir como un rey, mimado por una mujer increíble, que sabe como dar a un hombre un placer creciente.
Sara, a la que, aprovechando su postura arrodillada en el asiento contiguo, llevo un rato acariciando entre las piernas, primero a través de las bragas y ahora ya directamente sobre su sexo, húmedo y caliente, comienza a estremecerse de excitación, comprobando, como ya la había advertido, mi habilidad en esta faceta.
• Me estás poniendo muy cachonda …….. mucho ….. de verdad -dice, dejando por un momento de chupar, aunque no de acariciármela con la mano- me estás derritiendo; busca un sitio y paremos, quiero follar contigo.
• Vamos a un hotel -logro decir, mientras siento como su boca vuelve a introducirse mi polla casi entera- ahhhhhh, como me pones nena, como me pones.
• Date prisa, quiero metérmela ya ……. añade, volviendo a deslizar su boca en torno a mi pene.
Rumbo al hotel, me detengo en un semáforo rojo, en una calle completamente vacía, menos por la presencia de un coche que veo por el retrovisor que viene hacia nosotros y que se coloca a nuestro lado esperando el cambio a verde. Le miro sin vergüenza, viendo su cara de asombro al percatarse de lo que sucede, pero seguramente nada le impide ver el culo de Sara, de rodillas en el asiento del copiloto, así como su cabeza bajando y subiendo en torno a mi pene. No es la primera vez que estoy en una situación similar, pues ya me sucedió más de una vez con mi mujer, pero esta es la primera vez que el “mirón” baja su ventanilla, haciéndome un gesto para que yo baje la mía, lo que hago excitado con la idea de hablar con él, mientras Sara me hace disfrutar con la boca, sin que yo deje de jugar con mis dedos en su sexo.
• No la veo bien, pero tu mujer parece estar muy bien y no tengo duda que te hace disfrutar.
• Seguro que sí, es una mujer increíble y no sabes que placer me da.
• Ya me imagino ………
El sobresalto de Sara es enorme, pues no se esperaba la voz de un extraño, pero logró a duras penas que siga en su postura de momento, hasta ver por donde discurre la conversación con el extraño…. aunque por el nuevo vigor con que reinicia la mamada, creo que está aún más excitada que antes, escuchando como hablamos sobre ellay como el desconocido no piuerde detalle de lo que sucede.
• ¿Os gusta que os vean follar? -pregunta el hombre, sin más prolegómenos.
• A mi sí …….. -contesto muy excitado viendo hacia donde discurre todo.
• ¿Y a tu mujer? Yo diría que también ….. ¿No?
• No lo se, creo que es mejor que conteste ella.
Sara levanta su cabeza y me mira sorprendida, formando un “cabrón” en silencio con sus labios, incorporándose en el asiento, donde tras colocarse un poco la ropa, mira hacia el lateral, comprobando que el taxista es un hombre de unos 30/32 años, atractivo, pelo castaño y ojos verdes. Aunque no la veo la cara, me imagino la cara de traviesa que pone, cuando contesta:
• Me encanta que me vean follar con mi hombre y se mueran de envidia viéndonos gozar.
• Ja ja ja, pues si os apetece, ¿Por qué no vamos a algún sitio …… juntos?
Miro a Sara, preguntándole con la mirada que hacer, hasta que con un guiño me ratifica que la excita la idea y que esa noche no ha hecho más que comenzar.
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