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La niña que me amó (2 de 2)

En la segunda parte de esta aventura, retomamos la situación que vivió Eliana, una pasante de publicidad y Marco, Director general de la compañía donde dicha mujer, estaba realizando la practica empresarial.

Su primer y único encuentro hasta el momento, había ocurrido en la primera entrevista, ese mismo día en la mañana, siendo mas del alma que del cuerpo.

Fruto de las ocupaciones y compromisos de Marco, al terminar la mañana, y luego al ser interrumpidos para asistir a un almuerzo de trabajo y con un encuentro furtivo, se habían prometido otro encuentro antes de finalizar el día.

No habían concertado ningún plan en particular, Eliana, vivía en esos instantes una zozobra y un desasosiego por varias razones, en primer lugar, no podía apartar a Marco de su memoria, los momentos vividos eran muy intensos y placenteros, para ella era un sueño hecho realidad, tener un encuentro así, sensual y apasionado, haber encontrado un hombre interesante, que le gustaba físicamente, inteligente y con una buena posición, copaba todas sus expectativas.

No tenía la menor idea de cómo se realizaría el próximo encuentro, su mente le jugaba algunas malas pasadas, imaginando un Marco arrepentido, pensando en como deshacerse de esa niñita, lo cual era totalmente erróneo, ya que Marco asistió al almuerzo de trabajo físicamente, pero su mente no había logrado apartar ni un solo instante la imagen de Eliana, esta chica se había apropiado de un cúmulo de sentimientos y lo había puesto todo patas arriba.

Marco, era una persona metódica que vivía solo, en una lujosa cabaña en las afueras de la ciudad, allí su compañía era, además de un viviente que tenía una cabaña a quinientos metros del lugar, un perro labrador, cariñoso y sereno, el mismo que permanecía en la puerta de la estancia, esperando ver llegar con alegría a su amo, una mucama contratada y pagada por la compañía, a quien no había visto sino de paso en dos ocasiones, esta persona visitaba cada dos días el lugar y se encargaba de mantenerlo reluciente inmaculado y muy ordenado.

Eliana en su mesa de trabajo rayaba y trataba de concentrarse en el diseño que debía crear, pero su mente, realmente maquinaba estrategias para poder ver a Marco ese día, visitó el parqueadero en dos oportunidades, tratando de identificar su coche, pero no sabia cual podía ser..., se ingenio para pasar en varias oportunidades por donde la secretaria pero esa bruja ni la miró, estaba desconcertada, sus compañeras no sospechaban nada, mucho menos su jefe, una mujer mayor pero de muy buen trato.

Alrededor de las cinco y treinta, empezó todo el mundo a alistarse para salir, Eliana, con la disculpa de evitar que se le fuera a "ir la inspiración" decidió quedarse algún tiempo mas, era la disculpa perfecta, con un lápiz en la boca miraba al techo y ocasionalmente, dibujaba algo sobre el papel.

-Al rededor de las seis y quince, había perdido todas mis esperanzas, tendría que irme para mi pequeño apartamento, sola, con ganas de mucho, pero sin ganas de nada...

Ya me había quitado el delantal, habiendo guardado mis elementos de trabajo, me disponía a salir, solo faltaba colocarme el abrigo y una bufanda para ir a tomar el Metro, cuando mi extensión telefónica empezó a repicar, mi corazón comenzó a latir aceleradamente, le dejé sonar tres quizás cuatro veces, en la certeza de saber quien se encontraba al otro lado, en un momento mi boca se secó, las piernas y todo mi cuerpo temblaban de emoción, de ansiedad... las presiones del día, se habían desbocado en ese momento, levanté el auricular, "si, alo, en que le puedo servir?", Una voz inconfundible, muy cálida y serena me contesto: se encuentra la señorita Eliana por favor?...al parecer no había reconocido mi voz; si con ella, contesté...

-Hola, estoy cumpliendo con nuestro pacto de esta mañana, sigue en pie? Preguntó Marco cálidamente, SI respondí, simplemente.

Podrías venir a mi oficina por favor?

No pronuncie otra palabra, simplemente colgué, y salí rápidamente para cumplir aquel encuentro con mi destino..., subí los dos pisos que nos separaban, las oficinas se encontraban, casi totalmente vacías, salvo algunas luces esporádicas; el puesto de trabajo de la secretaria ordenado y limpio, la puerta de la oficina de Marco a medio abrir y la iluminación parcial, era un ambiente cálido.

Toqué la puerta suavemente, una voz en el interior me invitó a pasar, apenas traspasé el umbral, Marco apareció recostado a la puerta y rápidamente como un rayo, me atrajo hacia si, me estaba esperando impaciente, me abrazo y beso con mucha gentileza, suavemente pero con pasión, ya no se veía tan formal, como en la mañana, se encontraba en mangas de camisa, el botón superior desabrochado, su corbata floja...

No he hecho sino pensar en ti todo el día me dijo, las horas se me han hecho interminables, no se me ocurría la forma de encontrarte, incluso, se me ocurrió que te habrías marchado con todo el personal, en el transcurso de la tarde mi mente me jugó alguna mala pasada, llegué a pensar si no estarías arrepentida de lo que paso en la mañana, la verdad no he tenido paz...

Las palabras brotaban a borbotones, yo no podía responder, me decía, repetía y seguidamente me besaba, de un momento a otro se paró, me soltó y me dijo... perdóname, no quiero que te lleves una mala impresión, pero ahora que te encontré no quiero perderte.

Yo lo miré largamente, fijamente a los ojos, lo que había escuchado de sus labios, me hacia sentir feliz, respondía a las inquietudes que rondaban en mi mente toda la tarde, ese desasosiego en un instante desapareció y fue reemplazado por una inmensa alegría.

Sonriendo le dije: "es verdad todo lo que me estas diciendo?"

Si, si SI.

Entonces fui yo quien empezó a hablar, mis sentimientos son muy parecidos a los tuyos Marco, la tarde ha sido un solo sufrimiento sin tu presencia, quería verte, sentirte, saber de ti, pero no encontraba la forma, eres como un rey condenado en tu castillo, tu secretaria... esa bruja, tu guardián, el empezó a reír y su rostro reflejaba una alegría inmensa... "entonces es verdad tu... yo... nosotros... " me quitó con mucha gentileza la bufanda, el abrigo y se paro enfrente de mi para verme, me hizo sentir algo de pena y desconcierto porque me miraba completa detallando cada parte de mi cuerpo, de pies a cabeza.

Me tomó en sus brazos y nuevamente me beso primero la boca, luego el cuello, sujetaba mi rostro suavemente con sus dos manos, sus labios abrían los míos y su lengua hacia lo propio con la mía, mi excitación iba en aumento, los dos nos sentíamos en el paraíso nuevamente, ahora que retomábamos la situación de la mañana y veíamos que sentíamos una gran alegría de poder estar juntos en esos momentos, rápidamente pidió mi celular, y me dio el suyo personal, me dijo: así estaremos en contacto siempre que queramos saber el uno del otro, no te parece? Eso me puso más feliz si era posible, entonces quería hacer de esta relación algo más duradero, no quiere solo disfrutarme y desparecer... ese era otro temor de mi mente retorcida, aunque no se lo manifesté.

Sirvió dos copas de vino, que colocó en la mesa de la sala de estar de su linda oficina, me invitó a sentarme y ponerme cómoda, una suave música sonaba como acompañamiento de fondo, la velada prometía ser muy especial.

El sillón de cuero era mullido y suave, Marco se sentó muy pegado a mí y nuevamente, empezó a besarme los oídos y el cuello, esa parte la tengo particularmente sensible, el placer me inundaba, en toda su dimensión, mis brazos rodearon su cuello, revolvía sus cabellos, los besos eran cada vez mas apasionados.

Terminé por aflojar del todo su corbata, para luego procedí a quitársela, paso seguido, empecé a desabotonar su camisa lentamente, mis manos temblando, se colocaban sobre su pecho fuerte y varonil, sentía sus tetillas pequeñitas y duras, él por su parte hacia lo propio, sus manos no podía permanecer quietas, de la espalda paso a acariciar mis senos primero por encima de mi camiseta, haciendo círculos y produciendo en mi sensaciones muy agradables, eran dos manos que parecían mil, mis tetas pequeñas y duras no necesitan sujetador, por ello mis pezones rápidamente se marcaron en la camiseta de lanilla, Marco contemplaba esa imagen y su pasión crecía cada vez mas, jugar con mis pezones, por encima de la camiseta era muy excitante para el y para mi.

Paso seguido, quité su camisa, ejercí presión contra su pecho y lo hice recostar al espaldar, luego empecé a recorrer su pecho con mis labios y mi legua, Marco se dejaba hacer, su respiración era agitada, su pecho subía y bajaba acompasadamente, sus ojos me miraban como pidiendo mas, mi boca se detuvo en las tetillas y con mis dientes le pegué algunos suaves mordiscos, Marco, con sus manos me sujetó la cabeza en señal de que eso le producía mucho gusto seguí allí por algunos minutos.

En un momento, una de mis manos descendió a la entrepierna, sentí algo duro y erguido, su verga, en toda su dimensión, encerrada en su cárcel de algodón pero queriendo salir y hacer de las suyas..., mi mano abierta, lo recorría todo, haciendo círculos, por algunos instantes mis dedos se cerraban abarcando su miembro, apretándolo lascivamente, luego mi mano retornaba a su pecho, se notaba que esos movimientos producían una gran excitación en Marco, ya que sus caderas acompañaban cada movimiento, sin embargo no quería bajo ninguna circunstancia, precipitar los acontecimientos, deseaba que esos momentos fueran eternos, que no se terminaran nunca.

Ahora fue Marco quien me recostó al espaldar del sofá, y procedió textualmente a mamarme las tetas, succionando, mordiendo, lamiendo mis pezones, que sensación tan agradable repercutiendo en todo mi cuerpo, una mano se apoderaba de un seno mientras su lengua jugaba con la otra, la saliva de Marco impregnaba todos mis pechos, la camisilla que estaba remangada entre mis senos y el cuello fue retirada con mi ayuda, no quería que nada se interpusiera en esas caricias, ambos teníamos puestos únicamente nuestros pantalones los torsos desnudos y sudorosos brillaban en la semi oscuridad de aquel sitio, la música suave y rítmica nos hacia sentir como hipnotizados.

De la misma manera que había acariciado el sexo de Marco, intercalándolo con su pecho, hacia él en mi, su trabajo; su mano giraba en círculos en mi bajo vientre, luego sus dedos desaparecían en mi entrepierna, aun por encima de la ropa, haciendo total contacto con mi concha, era una caricia interminable y llena de seducción, su mano se retiraba hacia el vientre y los pechos y luego descendía y se engolosinaba, yo no podía permanecer quieta, mis caderas pedían mas y mas y por ello se dirigían al encuentro de aquella mano que hábilmente se apoderaba de mi sexo, emitiendo unos sordos quejidos de placer que no hacían mas que excitar totalmente a marco que para ese entonces se encontraba descontrolado totalmente.

Marco quien permaneció sentado en la punta el sofá, me coloco de pie frente a el, sus dedos temblando empezaron a desabotonar mi pantalón, yo me dejaba hacer dócilmente, mi pantalón de lino, cayó hasta mis pantorrillas, exponiendo todo mi cuerpo a los ojos de Marco, la visión que tenia frente a el era muy sensual, yo tenía puestos unos pantys diminutos, color negro que contrataban con la blancura de mi piel, y la escena a media luz dejaba ver claramente mi perfil, mi vientre plano, mis caderas bien proporcionadas y mis senos pequeños y parados, el conjunto armónico.

Marco se pegó besando mi vientre, sujetando mis nalgas con sus manos, yo le tenia mis manos sobre su cabeza acompañándolo en aquellas caricias, por instantes haciendo presión para que me besara mas abajo, por encima del triangulito del panty . Él teniendo muy claro hacia donde se dirigía, pero deteniéndose por segundos para hacer más sublime el momento, yo con ansias esperando que no se detuviera, así es la guerra, ya tendría yo oportunidad de hacer lo mismo con él.

Y no se hizo esperar, yo lo hice poner de pie, y me senté de la misma manera que él lo había hecho hace unos instantes, primero desabroché su cinturón, luego los botones, bajé la cremallera, lentamente Introduje mi mano por encima del elástico de su bóxer, y de inmediato emergió en toda su extensión una verga de regular tamaño, dura como el acero, su pantalón rodó, hasta sus pies, yo misma me encargue de desamarrar cada uno de sus zapatos y quitárselos, su pantalón quedó olvidado en el suelo, paso seguido, quité sus medias, tomé del elástico sus bóxer y lo fui deslizando por sus piernas, pude contemplar en toda su extensión su sexo, sus muslos y todo el conjunto el cual pensé "es de todo mi Agrado, que hombre tan deseable".

Yo no-tenia mayor experiencia, salvo por las películas que había podido apreciar en mi visita a la ciudad, sin embargo quería tener ese palo en mi boca, empecé amenazando que acercaba mis labios y luego sin tocarlo me retiraba, eso creo un aire expectante en Marco, así que lo tome en mis manos y lo acerqué a mis labios, únicamente mi lengua recorrió sutilmente su glande en toda su extensión, cada recorrido era como si trasmitiera electricidad, Marco colocó sus manos en mi cabeza y sus manos trataban de lograr que la verga se introdujera en mi boca en toda su extensión, igual que el había hecho conmigo, yo quería hacer con el, que deseara intensamente lo que de todas maneras iba a pasar.

Que instantes tan maravillosos, tan llenos de energía, de pasión, estábamos viviendo, cada caricia, cada acercamiento, cada mirada producía el efecto deseado, ambos éramos concientes el uno del otro, queríamos mas y más, un hecho nos conducía a otro, mi mano poseía en su totalidad el cuerpo de su verga, mis labios se cerraban alrededor de su glande y mi lengua lo recorría todo, al igual que en la mañana pude tener con el una sección de sexo oral, pero ahora sería hasta sus últimas consecuencias, mi cuerpo pedía mas y no quería detenerme, mi mano subía y bajaba masturbándolo mientras mi boca hacia su trabajo, el acompañaba estos movimientos con sus caderas y con las manos que sujetaban mi cabeza, su voz me pedía mas, dale... no te detengas, si así, sssiiii, me muero..., sin embargo, yo no quería que él en esos instantes se viniera en mi boca, quería sentirlos en mis ovarios, muy dentro de mí, mas tarde podría hacerlo, eso y mucho más.....

Métemela Marco, por favor... no resisto, le rogué, sin ninguna vergüenza, ven sigue gozándome, quiero que me tiemples aquí mismo, el entonces, me empujo hacia atrás, de forma que toda mi espalda quedara apoyada en el borde sofá, apoyé los codos para evitar que perder el equilibrio y caer, Marco delicadamente abrió mis piernas, una de ellas quedó recostada al espaldar, la otra quedó con el pie afianzado al tapete del piso, en esta posición ofrecía una vista total de mi raja, los labios rodeados de aquel bello púbico, corto y bien arreglado, también se podía apreciar en toda su magnitud, la intimidad erótica de mi ojito del culo, toda yo, en esas circunstancias, era un volcán el plena actividad, deseaba ser templada por Todas partes, mi pasión era tal que de solo pensar en aquella verga de Marco, sentía que mi vágina se contraía involuntariamente si parar.

Nuevamente le pedí que me la metiera, pero la tenia otras ideas antes de hacerlo, fue acercando su boca lentamente a mi entrepierna, besaba mi vientre y cuando pensaba que entraría en aquel punto más sensible de mi sexo, se trasladaba a la parte interna de mis muslos, de igual manera el placer era increíble, mis músculos se contraían y relajaban a cada instante, en un momento su boca se apoderó de mi clítoris y eso fu lo máximo, con su boca sujetaba los labios de mi vulva mientras que su lengua recorría en círculos aquélla bolita de carne que tanto place producía, mis jugos íntimos invadían a chorros todo el lugar, y el se deleitaba limpiándolo y succionándolo hasta dejarlo totalmente limpio, eso no podría seguir por mucho tiempo ya que mi estado de excitación alcanzaba limites insospechados, mis dos manos sujetaban su cabeza ejerciendo una fuerte presión, casi no lo dejaba respirar, le pedía que continuara, le ordenaba que no se fuera a detener...

-dale mas, así... si, chupalo... exprímemelo, dale si sssiiiii, así... ooohhh, que gusto...

Mis gemidos de placer aumentaron en intensidad, me empecé a venir de una forma incontrolable, una dos veces... increíble, su saliva se mezclaba con mis líquidos, era como si fuera en un momento a explotar toda, aahhhhh... mis músculos se aflojaron y me sentía como flotando.

Sabia si que Marco en esas circunstancias necesitaba de mí, por ello le tome su cintura y lo atraje, no hubo necesidad de acomodarnos mucho porque su verga fácilmente encontró la entrada del túnel que quería explorar desde el comienzo, cuando lo introdujo dentro de mí lo sintió apretado, pero suave y lubricado.

Yo por mi parte, tenía ese sitio muy sensible, cuando sentí su carne dentro de mí experimente una sensación de gran placer, encajaba perfectamente, pero se cerraba como anillo al dedo.

Marco comenzó primero muy lentamente a entrar y salir de mí, a cada instante el movimiento sé hacia más rápido y profundo, Marco había colocado sus brazos, uno en la parte superior del espaldar y el otro cerca de mi cabeza, contra el brazo del sofá. Esa posición le permitía solidamente el desplazamiento que hacia sobre mí, llegó a mi mente un pensamiento, que diferente de mi primera experiencia con aquel chico, no cabía en mi mente que el placer se apoderará de mí de aquella forma tan especial.

Marco entraba y salía de mi lo más rápido que podía, sus cojones golpeaban os lados de mi vágina y yo presentía el principio del fin, mi cuerpo se acompasó con ese movimiento, mis caderas al ir hacia delante permitían que el sexo de Marco llegara hasta lo más profundo, yo gemía y Marco hacia lo propio, de pronto se tenso, como cuando el arco está en su máxima extensión antes de soltar la fleja y sus chorros de semen ese liquido claro viscoso empezó a fluir a borbotones, nuevamente había alcanzado el clímax, mi orgasmo había tenido lugar al mismo tiempo que Marco, luego de quedar quieto dentro de mi, con los ojos cerrados, lanzó un suspiro y se incrustó literalmente sobre mi, colocó su cabeza dulcemente al lado de la MIA, Me miro y no hubo necesidad de pronunciar palabra ambos sabíamos como habíamos experimentado nuestro primer contacto y estábamos seguros que este solo sería el comienzo de nuestra relación, nos entendíamos perfectamente en el amor físico, disfrutábamos el uno del otro, nos habíamos entregado sin restricciones.

Descansamos, uno en brazos del otro, no queríamos que este encuentro terminara, nunca, miramos el reloj, eran las diez y treinta de la noche, nuestro encuentro había durado casi cuatro horas pero para ambos había sido unos instantes, nos abrazamos y besamos, luego nos colocamos la ropa, nos compusimos, arreglamos nuestro cabello, le di un último beso por hoy..., Tomo su maletín ejecutivo, se colocó el saco, nos despedimos nuevamente, cada uno saldría por su lado, yo por mi parte me dirigí a mi oficina arregle unos cuantos papeles, yo saldría por la portería de los empleados, el lo haría por el estacionamiento, nos prometimos un próximo encuentro. Hacia solo cinco minutos nos habíamos despedido cuando sentí el timbre característico de mi teléfono celular, contesté, era el, simplemente me dijo, Ya te estoy extrañando. igual yo le dije y colgamos.

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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