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Categoría: Maduras

La mujer de mi jefe

Cuando mi jefe me dijo que fuera aquella tarde a su casa a tomar una copa, no me sorprendió. Tengo muy buena relación con mi jefe y estas cosas son normales. Mi jefe tiene cincuenta y muchos y está casado con una mujer también cincuentona, aunque se conserva bastante bien para su edad. La he visto un par de veces y no me importaría echarle un polvo; ya sé que es cerca de 30 años mayor que yo pero es que me gusta todo tipo de mujeres: jóvenes y maduras.



Llegué a casa de mi jefe, me recibió y nos sentamos en el salón a tomar una copa: yo en el sofá y él en un sillón enfrente. Al poco apareció su mujer: llevaba un jersey muy finito y muy ajustado que le marcaba perfectamente el sujetador, una falda muy por encima de las rodillas y unos zapatos de tacón muy alto. Se nota que tiene 50 tacos pero como ya he dicho tiene un muy buen cuerpo, es alta, no gorda pero sí un poco rellenita, con piernas largas y bien torneadas, unos pies muy bonitos y sobre todo unas tetas enormes. Se sentó a mi lado y charlamos los tres de cosas intrascendentes. En un momento se levantó a por otra copa y al agacharse a recoger algo me excitó la visión de sus bragas marcándose en la falda y sus tetas casi queriendo salirse del sujetador. Fue a la cocina a por algo y entonces mi jefe me preguntó qué opinaba de ella. Le dije que era muy simpática, por supuesto.



-Ya, pero ¿qué opinas de ella físicamente? ¿Crees que está buena? Me quedé muy sorprendido por la pregunta y no sabía muy bien cómo responder, pues no quería ofender a mi jefe, así que dije que sí, que estaba bastante bien. -¿Te la follarías? Me quedé sin habla. –Tranquilo, con confianza, ¿follarías con ella? –Pues sí, no me importaría tirármela.



Entonces empezó a explicarme la situación: -Verás, a mi mujer le gusta el sexo, tiene necesidades, y yo ya no estoy como para complacerla siempre que ella lo necesita, así que siempre que podemos buscamos a alguien que a ella le guste y a mí me inspire confianza para complacerla. -Me gusta la idea. –Pero hay una pequeña condición, a mí me gusta estar presente, me gusta mirar mientras se follan a mi mujer. ¿Qué te parece?



En ese momento volvió ella y volvió a sentarse a mi lado. Mi jefe le dijo: -Le estaba hablando de ti, cariño, y dice que eres muy atractiva. Mientras decía eso ella puso una mano en mi muslo y empezó a acariciarme en dirección a mi polla, y me dijo: -Tú también me pareces muy atractivo. Con una voz sexi y lujuriosa. Entonces mi jefe le dijo: -¿Por qué no te quitas el jersey a ver si así le convencemos? Y se quitó el jersey, mostrándome sus enormes tetas que a duras penas tababa el sujetador. Me cogió una mano y me la puso sobre uno de sus pechos: -Tócamelas. Y eso hice, se las sobé bien con las dos manos, las agarré y las chupé, sacándole los pezones por encima del sujetador. Eran unas tetas increíbles. Yo ya estaba super empalmado y ella se dio cuenta, alargó la mano y me acarició la polla por encima del pantalón. Le quité el sujetador y luego dejé que ella me desabrochara el pantalón, me sacó la polla, la acarició suavemente y me dijo: -Ahora vas a ver lo que una mujer madura como yo puede hacer. Se agachó y empezó a chupármela. Fue una mamada fantástica, lo hacía mejor que cualquier jovencita. Estaba en éxtasis, alargué la mano y la intenté acariciar su gran culo, ella se incorporó y me dijo que me lo iba a poner más fácil. Se levantó y se quitó toda la ropa, se acercó a mí y yo hundí mi cara en su coño, se lo chupé y le metí un dedo en su culo, después se volvió a agachar y siguió chupándomela.



Mientras mi jefe se había desabrochado el pantalón y se la estaba cascando con gran placer. Yo no podía más, pero ella iba a putearme un poco, cuando notó que me iba a correr se levantó y se sentó encima de mí clavándose mi polla de lleno en su coño, yo no la follaba, me follaba ella a mí, controlando que no me corriera antes de lo que ella quería. Era cruel pero al mismo tiempo la mejor follada que había tenido en muchísimo tiempo. La besaba en la boca, la chupaba las tetas, los pezones, duros y morenos, se los mordía, arrancándole gritos de placer, la sobaba el culo. Se corrió ahí mismo una, dos veces, pero no dejó que yo me corriera todavía.



Se levantó y se tumbó en el sofá: -Cómeme el coño. Me agaché sobre ella y se lo comí, metiéndole los dedos en el culo, tenía el coño empapado. Fui bajando por los muslos hasta los pies, le quité los zapatos y le lamí los pies, eso la volvió loca, gritaba como poseída. En ese momento mi jefe, que había seguido pajeándose, se corrió entre jadeos y se acercó a su mujer con las manos llenas de semen para que se las chupara. Ella lo hizo, mientras se pajeaba el coño y yo le chupaba los pies.



Yo ya no podía más, la agarré con fuerza y la di la vuelta poniéndola a cuatro patas en el sofá. Me arrimé por detrás y se la clavé con fuerza en el coño. La estaba follando así cuando me dijo: -Fóllame el culo y llénamelo con tu leche. Fue la orden más deliciosa que me habían dado, se la clavé en el culo y la penetré salvajemente, los dos gemíamos y jadeábamos de placer, hasta que no pude más y me corrí dentro de su culo. Le solté un chorro enorme, hilos de semen le caían por los muslos. Ella también se corrió de placer en ese instante. Me senté y ella me la chupó otra vez para aprovechar hasta la última gota de semen. Agotados nos tomamos una copa mientras descansábamos.



Ese mismo día continuamos follando y a partir de entonces empezamos una estupenda relación los tres.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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