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Categoría: Confesiones

La mucama del hotel.

Hace días viaje a una de las ciudades principales de mi país, cercana a la mía, a una reunión con mi jefe. Esa vez era la reunión trimestral, así que estaría allá por tres días.

Como es norma, Alejandra me acompaño en el viaje.

Al Segundo día, la reunión empezaría hacia el mediodía, así que como de costumbre me levante temprano baje un par de horas al gimnasio del hotel, desayune en el restaurant y subí a la habitación cerca de las 10:30 de la mañana.

Alejandra ya se había despertado y había desayunado en la habitación así que cuando llegue no desaprovechamos el tiempo y me desnudé y empecé a cogerla en la cama.

En ello estábamos hacia un rato, la tenia de perrito cuando observe de reojo que la mucama abría la puerta de la habitación y entraba de espaldas cargada de toallas, probablemente había llamado a la puerta, pero el sonido se habría confundido con el choque de mi pelvis con las nalgas de Alejandra y nuestros gemidos.

La empleada se giró y nos vio en plena actividad sexual, se quedó observando un par de minutos y luego silenciosamente se retiró cerrando la puerta detrás de ella.

Reflejado en el espejo pude ver una mujer de cabello negro, unas piernas gruesas y firmes, una cintura delgada y una prominente cadera así que ese día en la reunión maquiné un plan para hacerla mía al día siguiente.

Al llegar le dije a Alejandra que la reunión incoaría temprano y que debía aprovechar para ir de compras (cualquier mujer tiene esa debilidad innata) así que le solicité un taxi en la recepción para el día siguiente.

Como si nada nos levantamos (y obvio me la cogí) nos alistamos y salimos yo la acompañe hasta que llego su taxi y le dije me voy para la reunión, me despedí y empecé a caminar calle abajo. A los pocos segundos vi pasar el taxi con ella dentro.

De inmediato me regresé al hotel y puse en marcha mi plan. Puse el signo de servicio requerido en la Puerta, me desvestí y me introduje al baño, me duche y espere pacientemente.

A los pocos minutos sonó un golpe tímido en la puerta mientras anunciaba “servicio” me quede callado en el baño aún mojado, con una toalla envuelta en mi cintura. Al momento escuche la puerta abrirse y la empleada entrar dirigiéndose al final de la habitación.

Sali del baño y fingí sorpresa al encontrarla en la habitación, ella se sonrojo y se excusó inmediatamente pero no tenía como salir pues estaba yo en medio del corredor que se dirigía a la puerta.

- ¿Te gustó lo que viste ayer? – le pregunte directamente.

- No sé a qué se refiere señor – dijo ella ruborizándose un poco

- No te hagas – dije yo - estuviste un buen rato viéndome darle verga a mi novia, ¿te gustó?

- Señor que pena – dijo ella - es que yo toqué y pues como no contestaron entré sin querer.

Sin más palabras me acerque a ella y la bese, mientras mis manos empezaron a abrir los botones de su blusa.

- Señor es que no debo hacer esto.

- ¿No has tenido la fantasía de hacerlo con un cliente? - pregunté yo.

- Pues es que me puedo meter en líos…

- Entonces afanémonos – le dije mientras volvía a besarla y empezaba a desnudarla.

Su respuesta fue inmediata, sus manos tiraron hacia abajo la toalla y buscaron mi pene erecto y empezó a masturbarme.

Liberada de sus atuendos la empuje suavemente sobre la cama, coloque sus piernas en mis hombros y la penetre suavemente. Bata decir que sus gemidos de placer fueron acompañados de un jugoso orgasmo casi que inmediato quedando bien lubricada.

Con mi pene bañado en sus jugos, la puse de perrito contra el espejo y empecé a darle fuertes embates, podía ver como sus tetas rebotaban cada vez que la penetraba y como su cara de placer se reflejaba en el espejo. Tome su cabello y tire de el para que se arqueara mientras la penetraba fuertemente.

Así estuvimos un buen rato hasta que ambos nos vinimos. Un par de minutos después ella empezó a lamerme el pene y este nuevamente creció listo para la acción, esta vez ella me montó y empezó a moverse arriba abajo hasta que termino nuevamente.

Me levanté y puse mi pene en la boca dando unas buenas embestidas hasta que mi leche se derramo llenando su boca ella la trago toda.

- Ahí te dejo ese sabor para que me recuerde – le dije.

Ella se vistió y se dirigió a la puerta no sin antes voltear y decir: a su novia no le daba así de duro, ¡muchas gracias!

Esa noche al regresar al hotel y cogerme a mi novia, Alejandra dijo: uff amor ¡sí que me diste duro ahora!

Bueno al menos dormiré bien esta noche.
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