~~La misma noche de la fiesta, cuando acompañé a mi novia a su casa, se sentía terriblemente mal. Los dos sabíamos que si no nos hubiesemos emborrachado no habría pasado nada de aquello, pero lo hecho, hecho está (y vaya si hecho, y teníamos que decidir qué iba a pasar de aquí en adelante.
Yo sólo te quiero a tí. dijo. Joder. En el fondo lo sé, pero la que llevó la situación a acabar tomando parte de la orgía fue ella, y además nunca podré olvidar la forma en que montó a Eduardo. Mientras tres de nosotros destrozabamos los agujeros de Ana, Eduardo la levantó y la penetró allí mismo, de pie. Le metió la tranca hasta el fondo y la muy guarra no hacía más que pedir que la diese más fuerte. Después alguien sacó una cámara de fotos y empezó a inmortalizar las escenas en las que su tremenda polla cambiaba del coño al culo sin que sus pies tocasen el suelo siquiera. Ella se corrió varias veces y Eduardo todavía aguantaba. Que la estuvieran fotografiando, unido al alcohol tomado, la volvió una completa ninfómana. Alargó el brazo hasta la botella y se puso a lamer el cuello. Después, sin dejar que él sacase su miembro de su coño, se metió por el culo unos 5 centímetros de la botella de whisqui. Al que Ana le comía la polla ya se había corrido (de hecho, lo que ésta no se pudo tragar cayó sobre mí), por lo que podía ver la escena perfectamente. La botella entrando en el culo de mi novia, que gemía como para que todo el edificio se enterase, y la verga de Eduardo, más gruesa que el cuello de la botella, empalándola. En ese momento acabé dentro de Ana, que yacía exhausta sobre mí. Me levanté y fui detrás de Eduardo, que se llevaba a María. En el salón la quitó la arrugada falda, y él se vistió. Eso me extrañó, pero lo siguiente que hizo lo explicó todo. La sacó a la galería (la fiesta era en un tercero, y la galería, sin cristales, daba a la calle), la hizo doblar la espalda, enseñándole el culo y apoyando las tetas sobre la barandilla, y sacándose la polla por la bragueta volvió a bombearla por detrás. Era tarde, pero todos los que volvían de fiesta a esa hora pudieron ver cómo se follaba a mi novia allí mismo. Algunos gritaban y se reían, insultándola o pidiendo unirse a la fiesta. Además, ella seguía pidiendo más. Venga, sigue follándome, cabrón. Qué bien lo haces. Vamos, sigue. . Él ya no pudo seguir aguantando. La sacó, la arrodilló, y con apenas dos movimientos con la mano, se corrió en su cara. Ella, lejos de estar molesta, le limpió la polla, chupándosela. Para rematar de humillarla (y a mí, de paso), cogió las bragas y las tiró a la calle. Después de esto nos juntamos todos en el salón. Allí estaban las cuatro chicas, desnudas, borrachas y agotadas, y nosotros seis, apenas sin creernoslo todavía. De allí el único que tenía novia era yo, y los demás follaban más bien poco. De las tías había otra que tenía novio, pero no estaba allí. Todos empezamos a bromear y reir (todavía nos duraba el alcohol), y alguno comentó que las tías no se habían liado entre ellas. Esto no era del todo cierto, pero no dije nada. Creo que todos esperábamos que se hicieran de rogar, pero por el contrario lo que hicieron fue comenzar a enrollarse y meterse mano, mientras nosotros las jaleábamos. El momento más morboso fue cuando comenzaron a liarse las hermanas. Las dos tienen unas tetas inmensas, y se las mordían y apretaban hasta hacerse daño. Las otras dos comenzaron un sesenta y nueve, y las hermanas las imitaron. Mi novia se puso debajo. Cuando se puso a lamer el coño de Laura esta todavía goteaba semen. Siguieron haciendo fotos de la escena lésbica, con primeros planos de las lenguas metiendose en los chochitos. Sus cuerpos estaban empapados, y no solo de sudor. El cuerpo de Laura se arqueó. Mi novia debía estar haciéndoselo realmente bien, porque apenas habían empezado y ya estaba a punto de acabar. Mi polla volvía a pedir guerra otra vez, sorprendentemente, y me arrodillé junto a la cabeza de mi novia. Le metí la punta en la boca, y Laura protestó con un tímido gemido que parase de atenderla. La saqué de la boca y la introduje lentamente hasta el fondo del sexo de la rubia hermana, haciéndola gritar de placer. Igual de despacio la saqué y la metí por su otro orificio. Estaba apretadísimo, ¡qué placer!. Noté cómo su espalda se tensaba para contener el dolor. La lengua de María rozó mis bolas. La estaba comiendo otra vez mientras yo le rompía el culo. Eduardo se acercó por el otro lado, y metió su gorda polla en la boca de Laura. Después lo empezó a alternar con el coño de mi novia. Gemía como una loba en celo. Dos de los tíos restantes se colocaron igual que nosotros con las otras dos. Otro estaba acabando el carrete con esta escena. El último, recuperándose, propuso una idea. ¿Porqué no jugamos un poco? Las podemos hacer alguna prueba, y la que pierda, hará lo que la digamos. Eduardo, que en ese momento se follaba a mi novia, que me la chupaba, dijo ¿y qué las podemos mandar que no hayan hecho ya?. Todos reímos. Otro sugirió un buen castigo: La próxima corrida la echamos en un vaso. La que pierda se bebe todo. A todos nos pareció cojonudo. Alguna se iba a quejar, pero le metieron una polla en la boca y tuvo que callar. Trajeron el vaso, y uno por uno fuimos echando ahí lo poco que nos quedaba.
Ahora teníamos que elegir una prueba. Alguno sugirió que fueran a llamar a algún vecino medio desnudas para pedir algo, pero era muy tarde y ya estábamos formando un escándalo suficiente. A mí me vino a la mente la imagen de mi novia metiendose la botella, y pensé que podían competir a ver quién se metía más en el coño. Una se negó a meterse una botella, así que en principio ella sería la perdedora. Pero las otras tenían que competir. Laura se masturbaba mientras se metía la botella. Medimos diez centímetros. Otra se metió doce. Mi novia estaba decidida a sacar matrícula en la prueba. Cogió al que tenía más a mano y le dijo que le comiese el coño, para tenerlo bien mojado. Después me tumbó en el suelo y se fue empalando con mi polla en el culo. Apenas veía cómo se iba metiendo la botella, pero la notaba apretándomela con una fina pared separandonos. Se metió prácticamente todo el cuello, por lo que preferimos ni medir. Pero no había acabado. Comenzó a meterla y sacarla mientras botaba sobre mí. Otro se acercó y le comía la polla como podía con ese movimiento. María se corrió enseguida, y yo, en su culo, igual. La perdedora puso una cara de asco cuando le dimos el vaso lleno hasta la mitad digna de una foto, pero no teníamos más carrete. Sin embargo, se lo bebió todo, acompañándolo con un último trago para quitar el sabor de boca.
Después de eso nos fuimos, porque casi había amanecido. Dos tíos se quedaron a dormir allí con Laura, pero el resto nos fuimos a casa.
Después de algo así (hubo más, ya contaré), ¿qué hacemos ahora?
Te quiero salió de mi boca cobarde. Nos abrazamos, pero los dos sabíamos que nada iba a ser igual. ¿Qué hacemos, follamos libremente y seguimos la relación? ¿Hacemos como si nada hubiera pasado?