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LA MISION 3

LA MISION 3

 

 

Cuando llegaron a la casa de campo, el empresario en laboratorios William Ferrans, eran apenas las siete de la tarde. El día estaba caluroso. Roger, el mayordomo salió a recibir al empresario y a su acompañante, el obispo Martín Flecher, un hombre de la curia de unos sesenta años, bien llevados al parecer. De mirada angelical. Brazos corpulentos y ojos azules cristalinos.

Entraron a las amplias habitaciones, dentro de esa casa corría un aire fresco y saludable. Roger acompañó al obispo hasta su habitación. No era la primera vez que ese hombre estaba allí. Eran muy amigos con el empresario en laboratorios.

__Siempre impecable la habitación Roger__comentó el obispo

__Gracias señor, es un placer

__Creo que en un momento iré a refrescarme al baño

__Esta todo preparado, para cuando usted quiera.__ dicho esto el mayordomo se retiró con una sonrisa en sus labios, por haber recibido esas palabras de monseñor.

En tanto en el living William se había dejado caer en el sofá y ya se había servido una bebida refrescante.

__Roger ¿como esta todo por aquí?

__Bien señor, sin problemas

__¿Los muchachos de la guardia?.

__En sus puestos señor, como siempre

__Bien, bien…ah ya lo olvidaba

__¿Señor?

__De un momento a otro llegará un masajista

__¿Un masajista señor?

__Si Roger, eso he dicho

__¡Perdón! Está bien…Avisaré a los muchachos para que estén atentos y lo dejen entrar

__Roger, ¿La habitación de masajes está lista?

__Por supuesto señor…¿Algo más?

__No esta bien__ Roger dio media vuelta y se marchó de allí

 

El empresario dormitaba tranquilamente., cuando escuchó la voz de su mayordomo que le avisaba que había llegado la persona que esperaba.  Se incorporó aún medio dormido. Miro a Roger todavía sin entender mucho

__En el cuarto de masajes…El masajista

__Bien, bien, ya te escuché Roger__ el empresario dio unas vueltas sobre si mismo y se encamino al cuarto.__Roger si no te llamo que no me moleste nadie

__Si, señor…

 

Preparando las cosas para el masaje, Ralph de pelo largo y anchos bigotes falsos acomodaba algunas toallas sobre la cama. William entró en el cuarto.

__Hola

__¿Como está señor?__ saludo extendiendo la mano Ralph.

__Si no le molesta tendrá que esperar que me de un baño

__Como quiera señor__ dicho esto el empresario se perdió por una puerta. Ralph observó detenidamente la habitación. Se encargó tranquilamente de tapar las dos cámaras de vigilancia que se encontraban en el cuarto. Sabía que en otro cuarto estaba el Obispo y que tal vez sabría algo del pent, pensó en que luego tendría que ir por el.

Finalmente luego de un rato apareció envuelto en una bata William, el empresario.

__¿Quieres que me eche en la cama?

__Si, claro señor__ William se echó en la camilla amplia

__Debería quitarse la bata señor, es más cómodo__ dijo Ralph

__¿Tu crees?__ sin esperar respuesta el empresario se quitó la bata. La víbora saltó de inmediato un poco endurecida, lo cual a William no lo intimidó en lo mas mínimo. Ahora se había sentado en la camilla, dejando ver un pecho peludo, ancho y unos huevos rosados colgando entre sus piernas.

__Debería acostarse boca abajo señor, si le parece

__Tu mandas__ diciendo esto se tiro en la cama de masajes dejando hacia arriba una cola blanca y todavía con carnes duras, aunque el empresario rondaba los cincuenta años. El empresario dejo los brazos colgando. Ralph tomo de a uno y los coloco al costado del cuerpo del empresario.

__¡Relájese, señor!__dijo Ralph mientras volcaba un líquido soporífero y a la vez aceitoso sobre la espalda del hombre. Comenzando a masajear cerca del cuello y de los hombros. Los dedos frotaban suavemente y el empresario comenzó a relajarse. Las manos inquietas iban y venían sobre la ancha espalda del empresario

__¿Días duros? __ preguntó Ralph

__¡Oh, sí! Pero esto es maravilloso, en el laboratorio es una locura

__Muchos negocios

__Siempre, Ahhhhh__ suspiraba el hombre, Ralph noto que las nalgas del hombre se movían solas, se dio cuenta que al hombre le gustaban las caricias. Bajo un poco más, hacia los riñones y subiendo y bajando casi hasta tocar las montañas que se erigían apetitosas. La respiración del empresario se volvía cada vez mas agitada y a la vez entraba en un sopor que no comprendía muy bien. Le parecía entrar en un sueño. Ralph veloz como rayo extrajo de su bolso las cintas adhesivas. Primero rodeo la ancha espalda, el cuello, aferrando también los brazos. También ató al hombre por la cintura y finalmente hizo lo mismo  a la altura de los pies. Tuvo que utilizar muchas cintas porque la cama era de un metro de ancho mas o menos. En ese momento sacó otra crema del bolso. Y siguió masajeando, ahora si apretaba con fruición esas nalgas que lo estaban volviendo loco desde hacía rato. Las apretaba y jugaba con ellas. De  vez en cuando soltaba un chirlo sonoro. William aún estaba en un sueño. Ralph inquieto le hablo

__¿Qué sabes de las pruebas que están haciendo de las vacunas?

__¿Ehhh? ¿Qué dices? ¿Qué es esto?__ el empresario se movió y se dio cuenta que no podía moverse.

__Tu sabes de que hablo

__¡No sé nada, ya suéltame!!__ trataba de zafarse

__Es mejor que te quedes quieto__ mientras hablaba Ralph acariciaba la entrada de la nalgas y William lo notó.

__Dime los negocios que haces, es mejor que lo hagas

__¡¡Suéltame, ya vendrán mis muchachos, están viendo todo!!

__¿Tu crees que estas tratando con un novato? Habla ya…__ dicho esto un dedo inquieto empezó a rondar el anillo del empresario. Este se conmovió de gusto. Notó que su cipote cobraba vida y se aplastaba contra la cama. Lo invadió la calentura.

__Dime lo que sepas es mejor ahora, no todos son como yo__ Ralph hablaba y clavaba dos dedos en el aro sediento de William que gimió por primera vez y su cuerpo sintió una corriente eléctrica que lo sacudió en un espasmo que el agente conocía bien. La verga de Ralph iba creciendo dentro del pantalón suave y pugnando por salir. La barra de carne se chocaba contra la tela, los dedos en tanto entraban y abrían la brecha del túnel que había estado cerrado y que ahora se abría con placer a esos dedos que jugueteaban con el profundo anillo.

William sintió la saliva en su cueva. El agente soltaba pequeñas cantidades de saliva en el agujero. La punta de la lengua rozaba el aro. Los gemidos de William tronaban en la habitación. Su cuerpo se convulsionaba, mientras su pija pujaba contra la acolchada cama. Sus huevos endurecidos ya le dolían, estaban hechos una roca granítica. La lengua voraz de Ralph comía el orificio, lo besaba y William quería que lo siguiera haciendo, chorreaba  baba por la boca, del deseo y la excitación.

__¿Que sabes del pent en donde está la información?

__¡Ahhhh! Que quieres de mi, ¡Ahhhhhh!__ el agente se hundía entre las montañas sedientas y endurecidas, volvía a atacar aquel agujero que se iba agrandando a cada chupada feroz que le daba Ralph __ Dame una pista, ¿Qué sabes?__ volvía a clavar los dedos embadurnados de crema y flujos que salían del caliente cuerpo del empresario totalmente descontrolado de calentura.

Ralph hizo volar en unos segundos su pantaloncito liviano. La verga apareció rotunda y poderosa. Se acercó a  William, hizo que esta la viera y la oliera. La baba del empresario se hizo más abundante. Ralph pasó su pija dura por los labios de William. Se sintió en el paraíso. Le dio unos lengüetazos. La pija de Ralph pegó un salto y endureció aún más. La acercó  al interesado hombre y lo dejo hacer. La verga de el agente desapareció en las fauces de William, se atragantó, la comía literalmente. Casi hasta el ahogo. Ralph la saco de la boca.

__Dame algo, recuerda, cuéntame__

__Sí, tengo algo para ti, luego, luego__ Ralph sintió y acercó la pija a la boca deseosa y entró en ella otra vez. Dejaba que William buscara y raspara con su lengua esa vara dura y resbaladiza. La sacaba y la colocaba otra vez. La boca de el empresario chorreaba saliva por todas partes. Ralph quitó las cintas del cuello haciendo que el hombre tuviera mas movilidad. Ahora William pudo mover  la cabeza y tragar mejor el manjar que el agente le ofrecía. En un rato el empresario comías los testículos grandes de Ralph. Les pasaba la lengua, los recorría placenteramente.

Después de un rato Ralph se dio la vuelta. Mostrando una soberbia cola. William quedó maravillado de la tersa piel. Claro que el agente era mucho mas joven que el. Ralph abrió las manzanas y William se perdió en aquel anillo rosado y sin vellos, totalmente limpio y comió por un buen rato el ano de Ralph.

El agente lo dejo disfrutar por unos minutos. Luego se dio la vuelta y se colocó otra vez detrás de William, volvió a zambullirse entre las cachas. El agujero estaba preparado para recibir una verga fibrosa y fogosa. Apoyó Ralph la cabeza del instrumento en el anillo, fue moviéndose suave, mientras oía los gemidos del hombre, se fue hundiendo tiernamente en el túnel de William que casi lloraba de placer, sus grititos y exclamaciones calentaban al agente mucho más de lo que ya estaba. El vaivén se hizo más rítmico. La clavada tomaba ritmo. Las manos de Ralph se aferraban a los hombros de el empresario que levantaba su culo lo más que podía. Salió Ralph del envase y desató de un golpe las cintas que tenían maniatada la cintura.

El agujero del hombre no se había cerrado y allí entró dando un empujón el agente. Ahora las embestidas eran mas veloces, cada vez más.

__Muéstrame que tienes, hazlo__ decía Ralph mientras mordía la oreja de William

__¡Ahhhhhhhhhhhhhh!  ¡Allí, allí!!, luego, en la caja, ¡¡¡Ahhh siiii, ahhhhhhhhhhh!!!

La descarga de Ralph penetró en lo mas hondo de las entrañas del empresario que sin que fuera rozado se  acabó contra la cama largando espesas gotas de crema sabrosa.

El sudor de William corría por todo su cuerpo. Ralph quedó pegado a esa espalda por unos momentos y luego salió de la cueva enardecida. Los borbotones de leche salían del agujero. Ralph se coloco delante de William para que este limpiara el sable y tragara todas las gotas que quedaban en la pija que empezaba a decaer. El hombre la saboreó.

 

Ralph salió por el pasillo ya correctamente vestido. Había logrado su objetivo. Ya había sonsacado algo de información. Había aplicado la inyección correcta.

Encontró  en el pasillo a Roger.

__¿Termino?__ consultó

__Sí con el señor. Debo ir ahora con el invitado

__¡Ah!¡ Sí!__ lo guió a la habitación y le mostró la entrada.

__Me dijo el señor que no lo moleste nadie por un buen rato.

__¡Oh! Claro por supuesto señor__ contestó Roger marchándose.

 

Cuando entró en la habitación el obispo estaba desnudo en la cama, totalmente dormido. Ralph notó la contundente erección que portaba el monseñor. El agente la  observó un rato. Luego se movió con cautela. Esposó en unos instantes al obispo en el respaldar de bronce que tenía aquella cama señorial e inmensa.

Después sin pensarlo demasiado acarició la poronga que estaba roja y en punta. La rozaba una y otra vez. La acariciaba con la punta de los dedos. El hombre de la curia, se movía,  roncaba levemente.

Los  ágiles dedos de Ralph meneaban los colorados huevos del sacerdote, que estaba moviéndose cada vez más. Fue entreabriendo los ojos, aún le pesaban, debido al cansancio. En un primer instante pensó que era un placentero y lejano sueño. Pero de repente cayó en la cuenta que ese rubiecito de pelo largo y anchos bigotes era real.

__¿Qué?...¿Qué pasa?__preguntaba el obispo__ la dura verga era ahora atrapada por el agente y la sacudía hacia arriba y hacia abajo velozmente.

__¡Ohhh! ¡Aléjate demonioooooo!¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡Dejame Satanás….demonio!!!

__Disfruta, goza

__¡Vete demonio! ¡Uhhhhh!¡Ahhhh!__ los gemidos del sacerdote se hacían cada vez mas enloquecedores y guturales. Mientras su pija iba y venía en la mano de Ralph, que lentamente fue tragando la herramienta y el obispo ya no se movía para zafarse sino que estaba gozando.

Seguía gurgutando palabras pero ya eran mas gemidos que palabras de protesta. La boca de Ralph engullía la soberbia verga que empinada era un grueso tronco brilloso. La lengua del agente envolvían la daga, después llegaban hasta las bolas duras del hombre que se retorcía de placer.

__Dime ¿qué sabes del empresario?__ preguntó el agente sacándose la pija de la boca

__¿Qué?

__Anda dime lo que sabes de la información de las vacunas__ diciendo así el agente se volvió a meter el trozo en la boca augusta y el obispo volvió a sacudir su cuerpo, sintiendo chispazos eléctricos.

Ralph luego de varias preguntas mas, saco de su bolsito las cremas. Tomo un poco de ella y la regó en la verga que estaba a punto de estallar, estaba a punto de sucumbir a las caricias de aquel hijo del pecado. La herramienta de Ralph aún no podía levantar temperatura, estaba semidormida. Pero por ahora a Ralph eso no lo inquietaba.

Con un dedo profundizo en el orto del hombre, que sintiose desfallecer al sentirse invadido en aquel lugar. Entró un dedo y luego otro y el ya estaba totalmente enloquecido.

Además Ralph hurgaba en su propio orificio, preparándolo para ser ensartado en cualquier momento.

La lengua llegó inescrupulosa al anillo dilatado del obispo, la intrusa se movía como serpiente, daba rodeos, penetraba el agujero en tanto el obispo retorcía su cuerpo totalmente entregado a las febriles caricias de ese hombre desconocido que se había apropiado de sus más oscuros deseos y pecados. El palo del obispo estaba a punto de reventar, Ralph no demoró más el asunto. Se montó sobre el estilete. Fue entrando lento. Ralph sentía como resbalaba hacia el interior de su profundidad. Sentía el fierro del obispo y su caliente agujero se iba abriendo paso. Lo fue cabalgando sin  tapujos.

__¡¡Ahhhhhh!! ¿De donde has salido demonio? ¡¡Cabálgame!! ¡¡Cabálgame!! Hazlo__ los gritos del sacerdote eran cada vez mas intensos, como era intensa la fiebre que recorría su verga endurecida y salvaje. El anillo lo apretaba ajustadamente y la exprimía. El sentía que lo estaban desgarrando desde la raíz misma de la pija. La cabalgata de Ralph aumentaba y disminuía las estocadas.

Ralph jugueteaba con las bolas grandes del hombre. Las acariciaba, las frotaba y deteniéndose hablaba al oído del obispo

__¿Te gusta mi culo? Quieres poseerlo. Quieres gozarlo… dime lo que sabes__ diciendo así sacaba la verga de su cola, en tanto el cura abría grandes los ojos y su rostro cambiaba la expresión, como preguntándose, que quería, Ralph lamía la punta de la oreja y ensalivaba el interior de esta también. Volvía a meter la espada en su culo enardecido. Lo movía en pequeños círculos y volvía a parar. Se sacaba la verga. Besaba el cuello del hombre, lamía su piel, el fuego lo consumía, ardía. La verga entraba otra vez en su lugar. Ralph se ponía en movimiento otra vez. El obispo ya no aguantó y empezó a irse en torrentes de líquido. Chorreó entre estertores de muerte y placer dulce. Parecía desfallecer. Con los músculos del anillo apretaba y estrujaba la verga hasta dejarla seca. Mudo de calentura el obispo se dejaba hacer. Ralph salió de donde estaba y atrapo otra vez con su boca la herramienta que empezaba a caer. Ralph la limpió totalmente sin dejar nada librado al azar.

Luego se levanto de donde estaba, mientras el obispo balbuceaba palabras que el agente no reconocía. Creyó que eran en latín. Mientras trataba de comprender, Ralph se colocó sobre la cara del hombre y dejó que el obispo recibiera la leche que caía despacio del túnel abierto de Ralph. Las gotas caían sobre los labios del hombre que bebía el néctar tratando de no dejar ni una sola gota desperdigada. En cuclillas como estaba Ralph sintió que su verga se había erguido definitivamente. Acercó su cola para que el obispo pasará ahora su lengua por la caverna y este hurgaba y hurgaba sin descanso y con hambre. La lengua paso por los huevos sin vellos del agente. Volvía a cavar el agujero hasta saciarse, sin dejar un solo rincón sin limpiar. Ahí fue que Ralph colocó en su boca la ardiente pija, el obispo la engulló sin resistirse, sin preámbulos. Chupaba como un niño el pezón de su madre. Era una mamadera. La lengua del obispo recorría el pedazo se detenía en lugares, luego continuaba camino tratando de meter todo el tamaño en su boca. La barra de Ralph estaba bien rígida se acerco al oído de monseñor

__¿Quieres tenerla dentro?

__¡Oh! ¡Claro métemela ya!

__Dime lo que quiero escuchar

__¡Oh!! ¡Sí te lo diré, dámela en el culo, dámela, demonio!!!__ Ralph levantó sobre sus hombros las piernas del sacerdote. Se apoyo un momento sintiendo el palpitante agujero que deseaba tragar esa pija feroz. Fue entrando mientras el sacerdote gemía sin remedio. Enloquecido al sentir ese fierro que lo iba penetrando. Que lo iba ensartando. Una vez que estuvo hasta los huevos Ralph empezó a ir y venir dentro de aquel obispo perdido por el deseo. De repente sacaba la verga y la volvía a meter en un segundo, jugando con aquel hombre que estallaba de calentura.

Ralph no tardo mucho tiempo en largar todo su semen blancuzco dentro del obispo que se contoneaba salvajemente. Quedaron uno dentro del otro por unos momentos. Así como estaban escucho lo que el obispo tenía para contarle. Después salió del cuerpo aquel y precedió a ponerlo a dormir. Para unos minutos más tarde desaparecer de aquel sitio.-

 

Datos del Relato
  • Autor: MARIO
  • Código: 30464
  • Fecha: 04-08-2014
  • Categoría: Varios
  • Media: 6
  • Votos: 3
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2814
  • Valoración:
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