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Categoría: Infidelidad

LA MERCERÍA

"Entre en una mercería a comprar unas cosas que me había encargado mí mujer, encontrándome una voluptuosa dependienta aburrida, deseosa de provocar y jugar."

 

Antes de nada, gracias por vuestros comentarios, animándome a seguir, ya sea por mí naturaleza o por mi curiosidad. Os debo de confesar que siempre me he esforzado en mejorar, claro está sexualmente, como bien sabéis me considero curioso en el ámbito sexual. Ante todo, pretendo disfrutar en cada una de mis experiencias, disfrutando sin pensar si estamos comprometidos, quizás esto le da más morbo a la situación. No soy de los que acosan, solo tanteo si hay posibilidad, voy de buena gente e incluso de buena persona. No soy de los que buscan amistad, pero tampoco las rechazo, pues la amistad y el sexo no precisamente se llevan bien. Quizás por este motivo, voy diciendo que lo mío es simplemente sexo… como la mayoría, y que lo mejor para ambos… es tener relaciones esporádicas.

Fue algo casual, no hace mucho la verdad, y si me paro a recordarlo, calculo que no hace ni tres meses. La verdad para que mentir, ni me lo esperaba... realmente no me lo esperaba, son de esas cosas que te la encuentra de sopetón.

Era el mes de julio, día entre semana y cerca de las tres. Lo sé de sobra, pues era la hora en la cual salí de la oficina.  Deambulaba por una calle del barrio de los Remedios en busca de mi coche, cuando pase por delante de una mercería. Tienda que recuerdo que me dijo mi mujer...

  • "Sí pasas por delante de una mercería, entra y compra broches".

Cosa que hice, aunque la verdad dada la hora, pensé que debería de estar cerrada. Entre en la tienda la cual daba la sensación que estaba cerrada, pues estaba casi en penumbra, dándome cuenta que no había nadie en su interior.

Encontrándome a una señora tejiendo una prenda con agujas de lana, digo señora pues calculo que tendría entre los cuarenta y pico y los cincuenta años. Bueno, dicho esto, sigo. Esta buena mujer, se encontraba sentada sobre un taburete alto. Sentada de frente a la entrada, estaba de manera que se le podía ver sin mucho esfuerzo su ropa interior, quedándome estupefacto y la verdad bastante sorprendido. Esta dependienta que tras verme aparecer, no precisamente se bajó del taburete, sino que me pregunto...

  • "¿Qué desea usted?".

No le conteste de primera, sino que le conteste con otra pregunta, más hacia como estaba la tienda...

  • "Está usted cerrando, lo digo por venir más tarde y dejarla marchar".

Ella me respondió, tan seca como su expresión, gesto que lo tome por cansancio...

  • “No está cerrada, ni la voy a cerrar, no cerramos a mediodía, ya que aprovechamos y cerramos antes".

Mientras ella me explicaba los motivos por el cual la tienda, permanecía abierta. Yo no apartaba la vista de su entrepierna, pudiendo apreciar que esta llevaba unas bragas blancas... mmm. Dejando a un lado las aguja con la bola de lana, bajo del taburete sin pararse a pensar que se le podría ver todo. Volviéndome a preguntar...

  • “¿Qué desea usted?".

Sonrió, acabando por responderle...

  • “Bueno desear, deseo muchas cosas, pero precisamente a lo que vine, no es una de ella".

Mientras hablamos, me fijo bien en ella, fijándome en su forma de vestir y en su anatomía. Vestía una minifalda blanca, camisa ocre, cuyo espacio entre botones pude apreciar su sujetador blanco con encajes. Espacio más vistoso al quedarse este mal alisado al haber estado sentado, quedándose plegado y cuyo resultado fue la visibilidad de su prenda. Me fije también en la ausencia de las medias, no llevando de ningún tipo y cuyo calzado, era unos zapatos planos. Tras volverla a mirar, me pregunto...

  • “Ya ha visto usted lo que deseaba".

Callo y le miró sorprendido, viéndome descubierto. Disimulando con una pregunta...

  • “Perdón, cómo dice usted".
  • “A qué se refiere".

Respondiéndome ella, saliendo al paso con otra pregunta...

  • “Usted ha entrado en mí tienda, seguro a comprar algo o al menos preguntar".

Viendo ni expresión, continúa...

  • “Me refiero, a que si ha visto usted, algo que le recordara a lo que ha venido a comprar".
  • “Habrá visto algo que le llámela atención".

Se levanta del taburete, sin molestarse en bajarse o estirarse la mini, saliendo desde detrás del mostrador. Viendo como camina esta espectacular mujer, embobándome como mueve sus nalgas e hipnotizarme con su provocación… mmm. Sacándome de mí trance al preguntarme...

  • “Qué... ya se acuerda".
  • “O va seguir mirándome el culo",

Respondo con educación o al menos eso pretendo, midiendo mis palabras...

  • “No miro su culo, sino la gran belleza de su cuerpo en sí".

Me mira y suelta una carcajada burlona, respondiéndome…

  • “Eso se lo dirá usted a todas, debe de saber usted que soy una mujer casada y respetada. No solo en este barrio como comerciante sino como propietaria”.
  • “Si pretende usted aprovecharse, debe de saber que pego un grito y se encuentra aquí, no solo a una patrulla de policía sino a varios vecinos, dispuestos a darle una paliza por sus ofendas”.

Rápidamente me excuso por mis palabras, contestándole…

  • “No es mi intención molestarla, menos faltarle al respeto. Lo único que decía y mantengo es la enorme belleza que soportan sus zapatos, belleza no solo en su rostro sino en su espléndido cuerpo”.
  • “Pienso que quien debe de ser el afortunado marido que está casado con usted, marido que debe de tenerla satisfecha en todos los sentidos, pues sino sería una falta muy grave e imperdonable”.

Un silencio sepulcral se hizo en la tienda. Acabando yo por romperlo al decirle lo que buscaba…

  • “Ahora que recuerdo, estoy buscando corchetes y hebillas”.

La mujer me miro y con cara de pocos amigos, comenzó a buscar por los estantes, cosa que me extrañaba, pues opino que eso es más de tenerlo en cajones junto al mostrador. Pero aun así, ella no dejaba de moverse, aprovechando cualquier ocasión por agacharse, inclinándose hacia abajo y cuya consecuencia era el subir de su falda, permitiéndome ver que aquello que tenía como ropa inferior no era unas bragas, sino un tanga... mmm.

Pero el ver como esa mujer se agachaba al tiempo que la falda se le subía, pudiéndole ver como se le introducía entre las nalgas la tira de su tanga… uuuffff!. Menudo dolor de polla que me entro, ni se me pone así cuando me follo a mi mujer en presencia de mirones, cosa que evito que ella se dé cuenta, o dejo que la toque cuando piensa que soy yo.

Aquello era una provocación en toda regla, bueno mejor dicho esta señora iba a saco. Pensé en entrarle (es una expresión para aquellos que no seáis de España), pero tampoco deseaba que pensara que soy un caradura, cosa que debía de pensarlo ya por mis anteriores palabras.

Pero era ella la que atacaba con indirectas e insinuaciones, ya sea por su escote o por su falda. Pues cuando cogió las hebillas y me las enseño, no precisamente me las puso en la mano, sino que las dejo en el mostrador y cuando me acerque a verlas, esta se me acerco, dejándome ver lo excitante que es su sujetador, excitante lo digo al tener un botón más desabotonado… mmm. En aquellos momentos, no sabía dónde esconderme, pues el bulto de mi entrepierna era más que evidente. No dejando de mirarme, coge y me suelta…

  • “Sabe usted, le veo venir y veo sus pretensiones”.
  • “Mire, debe saber antes de nada que estoy muy a gusto con mi marido, no tengo problemas y no estoy desatendida en el plano sensual”.
  • “En otras palabras, mi marido me tiene muy satisfecha. Quizás sea por el buen rabo que tiene, pues pocos pueden presumir de tener veintiún centímetros”.
  • “A no ser que tengas un rabo para igualarlo o mejor, sino no tienes nada que hacer, pues poco tienes que ofrecerme”.

Antes sus palabras, me siento retado y no se me ocurre nada mejor que decirle…

  • “Quizás tu marido tenga un buen rabo, pero te aseguro que como yo, nadie te lo comer mejor, disfrutarías como una verdadera diosa. Cosa tuya es.”

No dijo nada, simplemente se dirigió a la puerta y la cerro, echando una persiana. Dio media vuelta y se dirigió hacia mí, tomándome de la mano, tiro de mí y me hizo seguirla hasta detrás de unos estantes. Donde había una mesa rectangular alargada y seis sillas, esta se acercó a la mesa y me soltó…

  • “A ver qué sabes hacer…”.

Comenzamos por besarnos, mientras comienzo a desabotonarle los botones de la camisa al tiempo que ella desabotona los míos… mmm. Abriéndome la camisa y soltarme…

  • “Uaauuu…. cuanto pelo”.
  • “No sabes tú, cuanto me pone un hombre con pelo en el pecho, no como mi marido que desde que va al gimnasio se ha depilado”.

Bajando la cabeza y comenzando a besar mí pecho, lamiendo e ir ascendiendo hasta mi cuello… mmm. Me entretengo en soltar la hebilla de su sujetador, no llegándoselo a quitar, momento que aprovechamos por volvernos a besar. Acariciando su espalda, descendiendo una de mis manos hasta introducirla por la cinturilla de su falda, mientras beso primero y chupo después… mmm. Comenzando desde el cuello e ir descendiendo hasta sus senos, momento que aprovecho para quitarle el sujetador, no dejando ella de gemir y suspirar, cosa extraña para una mujer que según dice estar muy “satisfecha por su marido”.

  • “Aaahhh!... aaahhh!”.

Tras dejar caer el sujetador, tomo uno de sus senos con mi mano derecha llevándomelo a la boca, chupo y beso… acabando por succionarlos, dándole suaves muerdos… aaahhh!. Acción que hago primero con uno y luego con el otro, acabando por darle la vuelta al tiempo que volvemos a besarnos, aprovecho el momento que ella me acaricia mi cabeza con ambas manos, para soltar la hebilla y bajarle la falda.

  • “Uuummm!... ooohhh!... mmm!”.

Disfruto viéndole tan entregada. Vuelvo a besarla, devorando sus labios mientras ella gime y suspira, desciendo hasta su cuello y voy bajando por su espalda sin deja de besarla… mmm. Siendo ella quien acaba por inclinarse hacia delante, apoyándose sobre la mesa rectangular mientras suspira, mientras yo continuo descendiendo, continuo besando ahora sus nalgas… mmm.

  • “Aaahhh!... ooohhh!... mmm!”.
  • “Aaahhh!... ooohhh!... aaahhh!”.

Dejándole caer la falda, levantándome y ayudarla a incorporarse, siendo ella quien me rodea con sus brazos al tiempo que me besa… mmm, mientras no dejo de acariciarla, no dejando de suspirar y estremecerse… aaahhh!.

Me voy agachando mientras beso su piel, deteniéndome en sus senos, deteniéndome en su vientre, deteniéndome en su pubis, mientras ella gime y no deja de suspirar… uuummm.

  • “Uuummm!... ooohhh!... mmm!”.
  • “Aaahhh!... aaahhh!”.

No dejando de besar su pubis… ooohhh!, ascendiendo hasta su vientre… uuummm!, hasta sus mamas… mmm! Y finalmente sus senos, beso y muerdo sus pezones mientras le miro a los ojos, ella suspira y me toma por mi cara, no apartándome sino presionando hacia ella… aaahhh!. Chupo con placer, mordisqueo con suavidad sus pezones, dándole muerdos a sus mamas mientras ella no deja de suspirar… ooohhh!.

  • “Aaahhh!... ooohhh!... mmm!”.

Soltando entre gemidos e insultos…

  • “Cabrón… ooohhh!. No me dejes marcas… uuuffff!”.

 Tras cerca de media hora… terminamos, confesándome…

  • “No eres tan buen comedor de coños como dices, pero tampoco lo haces nada mal”.
  • “No te interesaría trabajar conmigo en la tienda”.
  • “Te puedo garantizar que sexo no te faltará… mmm”.
Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
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