Hace algún tiempo que mi amigo José me invitó a pasar la temporada navideña y las fiestas de fin de año en la casa de su padre, quien vive al norte de la República Mexicana. Yo soy de la capital y el estres citadino ya me tenía molesto, así que aceedí gustoso. Después de un viaje de ocho horas llegamos por fin a un pueblo pequeño, que sin embargo permanecía en constante bullicio por el retorno de tantos migrantes que regresan a pasar una temporada con sus familias después de trabajar como indocumentados al otro lado de la frontera norte. Sombreros, botas y grandes camionetas por doquier. En esos momentos el pequeño pueblo resplandecía por la cantidad de fiestas y bailes que se celebraban todos los días.
El padre de mi amigo José es de edad avanzada, sin embargo posee una gran fuerza y vigor, el mismo maneja negocio y un rancho a las afueras del pueblo. Su familia es grande y para esas fechas su casa también estaba llena de gente. Entre las personas que sen encontraban ahí se encontraba Regina, la hermana de mi amigo. Una mujer delgada y de mediana estatura, con unas caderas no muy grandes pero con unas nalgas bien formadas. Lo que más resaltaba de ella era un hermoso par de tetas, porque es de esas mujeres que aunque son delgadas los senos les crecen de forma espectacular, sin embargo no eran exagerados, sino bien formados.
Desde que llegamos fuimos recibidos a las mil maravillas. Todas las mañanas nos levantabamos temprano y el desayuno ya estaba listo, preparado por lo regular por Regina. Ella era maestra, tenía tres niños de 10, 9 y 4 años, los cuales eran adorables, y para su mala fortuna se había separado del marido unos años atrás.
Mis vacasiones estaban pasando de maravilla, incluso cuando cada mañana platicaba con Regina, incluso cuando los demás ya se habían retirado. Comence a notar que algunas veces cuando preparaba la comida o el desayuno y yo me encontraba cerca, aprovechava la ocasión para inclinarse con el pretexto de buscar algo en los anaqueles o dentro del refrigerador para mostrarme sus hermosas nalgas enmarcadas por un pantalon de mezclilla ajustado y zapatos de tacón, que hacían que se le levantaran más. Sin embargo no pense que fuera su intención exitarme. En otras ocasiones aprovechaba para acercarse a mi e inclinandose me mostraba las tetas. Podía ver el nacimiento de sus hermosos senos y ya de cerca ver sus pezones totalmente parados, atravezando el sujetador y la blusa, exponiendose y dejando a la imaginación viajar por ese hermoso par de tetas.
El último día del mes de diciembre se realizó una gran fiesta en la plaza del pueblo, cientos de personas se reunieron para un gran baile, para comer y tomar cerveza o alcohol. Como todos los días nos habíamos develado yo me sentía realmente cansado, y para cunado dieron las tres de la mañana mi cuerpo estaba agotado. Había bailado con Regina, con su hermana, y con otras mujeres que encontre en el lugar. Dadas estas ciercunstancias decidí pedirle a José que me llevara de regreso a la casa, y el después de intentar persuadirme de quedarme y de decirme que únicamente su papá estaba en casa durmiendo se dispuso a llevarme. Me despedí y para mi sorpresa Regina dijo que también estaba cansa y que ella también se iría a dormir, así que nos regresamos los tres. José nos dejo en la puerta y se fue a continuar la fiesta que duraría hasta el amanecer y quizá más. Regina y yo entramos en la casa, todo estaba oscuro y caminamos uno junto a otro para no tropezar. Al llegar al pasillo que dividía la sala de la cocina y las habitaciones, Regina se volteo hacia mi y sin más me dio las buenas noches. La vi dar la vuelta pararse frente a mi y sin medial palabra alguna lanzarse directo a darme un beso. Al principio me sorprendió pero luego me deje llevar. Lo que fue al principio un simple beso se transformó en un apasionado succionar de bocas. Mi lengua jugueteaba con la suya,, y mis manos ya se había posado en sus caderas. Ella llevaba una falda corta que inmediatamente levante y pude acariciar sus nalgas. Ella no se opuso en lo absoluto, acaricio mi espalda y se dejó llevar. Después de unos minutos hice a un lado el bodie que llevaba puesto y que cubría su torso y sus partes íntimas y comece a acariciar su deliciosa pucha. Mis dedos se encontraron con una deliciosa pucha llena de vellos que desparramaba jugos. Mis dedos entraron con facilidad a explorar su completa intimidad y para facilitarme las cosas sentí como levantaba las nalgas y abría un poco las piernas.
De repente ella escuchó un ruido, y muy nerviosa se retiró de mi y asustada me dijo que su padre dormía, que no podíamos continuar, sobre todo porque su padré, educado a la antigua, si nos llegara a encontrar seguramente sacaría su revolver e intentaría hacer respetar su casa, y sobre todo a su hija, casada por la iglesia.
Yo sentí un nerviosismo intenso al imaginar que pudo habernos oído, o que incluso ya se había despertado, sin embargo me encotraba muy exitado y no dejaba de acariciarla. Mientras permanecíamos mudos esperando algán ruido que evidenciara nuestras sospechas desabroche su blusa y baje el bodie. Un hermoso par de tetas surgieron de entre la tela, y un par de pezones firmes se irguieron frente a mi. Se los lamí, los aprete y mordí, mientras que con mi otra mano acariciaba su vagina. Podía escuchar su respiración agitada por lo que le estaba haciendo y por la situación en la que nos encontrábamos. Después de unos segundos por fin se dejo llevar y la metí en la cocina. Ahí la desnude totalmente, yo me quite la ropa sin parar de besarla y tocarla y con la recoste en el suelo sobre mi saco. La abrí las piernas y comence a lamerle la pucha. Ella oprimía mi cabeza con sus piernas y empujaba con sus manos para que mi lengua penetrara hasta el fondo. toda la cocina olía a sexo, toda mi cara estaba impreganada de sus jugos y su olor. Pase mi lengua por cada resquisio de su vagina e incluso le... (continuara)