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LA MEJOR FORMA DE CERRAR UN TRATO

"Alex y Silvia tienen que conseguir que un gran cliente les firme un contrato importante pero se las ingenian y de qué manera, para conseguirlo."

 

Alex y Silvia son compañeros de trabajo desde hace un año; él lleva trabajando en la compañía desde el año 2010, y ella, empezó el año pasado en el departamento de marketing.

 

Han coincidido los dos en varias reuniones de trabajo ya que sus dos departamentos comparten proyectos conjuntos, cosa que les obliga a compartir sinergias y a idear estrategias conjuntas.

 

Desde el primer día que la vio, Alex se sintió inmediatamente atraído por aquella chica morenita de estatura media y cuerpo monísimo. No era exuberante, pero a él le atrajo enseguida aquella cinturita y aquellos pechos que se insinuaban por debajo de la blusa en algunas ocasiones. Silvia era conocedora del interés de Alex, en ocasiones notaba enseguida como él se la comía con la mirada y aunque estaba acostumbrada a esas miradas masculinas, la de Alex le atraía a ella en particular.

 

Por decisión de la dirección, hoy ambos tienen que acudir a una reunión a las oficinas de uno de sus clientes; es viernes y se han bloqueado toda la mañana para este evento. Es de vital importancia que se consiga el primer pedido para ese cliente con gran expansión y poder firmar el primer contrato comercial con él en esta misma semana. Han quedado los dos en la oficina de ese cliente para ir juntos en taxi. Es primavera y el calor empieza a hacer acto de presencia, Silvia lleva un pantalón de vestir, una blusa blanca que permite imaginar sus pechos y una americana. Alex aparece con traje y corbata, aunque esta última prenda le agobia un poco, sólo se la pone para las reuniones importantes.

 

Silvia nota enseguida como la mirada de Álex se clava enseguida en sus pechos, nunca se ha sentido especialmente atraída hacia él, pero hoy, sin saber muy bien por qué se siente más receptiva y le ha gustado haber notado esa mirada.

 

Se meten los dos en el taxi y empiezan a repasar la estrategia a seguir en la reunión, ambos algo nerviosos por la importancia de la misma, pues es una operación de mucha responsabilidad y de mucho dinero de por medio. El encuentro se realiza con normalidad y el resultado del mismo es muy satisfactorio, tanto que el cliente parece muy interesado en su proyecto, pero también se ha quedado prendado del rostro y del cuerpo de Silva. A pesar de que disimula, ella sabe que ese cliente no deja de fijarse en su cuerpo, especialmente en el escote que ofrece su blusa. A ella le gusta eso.

 

El preacuerdo parece hecho, aunque quedan pendientes de discutir algunas cláusulas. Mientras Silvia rellena los contratos con la secretaria, Alex discute los detalles con el director, el Sr. Bruno Petroni.

 

Nada más salir de las instalaciones del cliente ambos suspiran aliviados.  Son las 12:30h y Alex propone a Silvia ir a tomar un aperitivo para celebrarlo. Entran en una abarrotada cafetería y tienen que quedarse en la barra, pues todas las mesas están al completo. Piden dos cañas y unos pinchos.

 

-        ¿Crees que está hecho, Alex? - le pregunta ella a su compañero.

 

-        ¡Buf!, aun no tiene claros algunos precios.

 

-        ¿Y en qué has quedado con él? - pregunta Silvia mientras le da un sorbo a su cerveza.

 

-        ¿Con Petroni? Pues que nos ha invitado a pasar un finde en su yate.

 

-        ¿A ti y a mí? - responde ella, atragantándose en pleno sorbo.

 

-        Sí, yo creo que se piensa que somos pareja, bueno... ¡matrimonio!

 

Silvia nota como sus carrillos se encienden cuando su compañero le comenta eso, y aunque ella no había sentido hasta hoy una especial atracción por él, reconoce que es, además de simpático, muy guapo. Pero además, es que hoy con la reunión y la visita al cliente, le ha visto totalmente volcado en el tema, muy profesional, pero sobre todo muy abierto, muy seguro de sí mismo, muy majo... y tiene ese puntillo que ha despertado en ella un “no sé qué” ... tan diferente al aburrido de su marido. En el fondo no puede evitar pensar ¿qué pasaría si fuera Alex su marido realmente? Eso hace que un cosquilleo extraño se empiece a notar en su entrepierna.

 

-        ¿Y qué le has dicho? - pregunta Silvia intrigada a su compañero.

 

-        Pues, nada, que podría ser una buena idea para presentarle el proyecto.

 

-        Pero ¿no le has dicho que no somos pareja? - insiste ella, todavía con color en sus mejillas.

 

-        No lo he negado. ¿No te importa verdad?

 

Los ojos de Alex se clavan en los de ella que tarda en contestar, pero realmente ese juego de hacerse pasar por la esposa de Alex le está empezando a gustar, más allá de la mentira, más allá de la estrategia, eso le produce una extraña excitación que no había experimentado anteriormente.

 

-        No, no me importa y creo que tienes razón, puede ser una buena estrategia. Si conseguimos este contrato, nos salimos.

 

-        ¡Y tanto, Silvia! Creo que es el contrato más importante en años.

 

-        Por cierto, ¿te fijaste en cómo me miraba las tetas? - añadió ella refiriéndose al Sr. Petroni.

 

-        Esto... no, la verdad. - responde Alex, ante esa confesión tan sincera de ella, aunque a él le pasa lo mismo, pero lo disimula bastante más, pero desde luego es inevitable lanzar unas cuantas miradas a ese atrayente canalillo de su compañera.

 

-        Voy un momento al baño, pídeme otra caña. - añade la chica que está algo nerviosa.

 

Los ojos de Alex no pueden evitar dirigirse a ese culo contoneante de su compañera. Ella, al entrar en el baño se da cuenta que está algo húmeda, y es que el hecho de haber imaginado ser la esposa de Alex, le ha puesto algo cachonda, y más teniendo en cuenta de que lleva casi un mes sin tener sexo con su marido.

 

Alex pide un par de cañas más. Está empezando a excitarse con sólo imaginar a Silvia en el yate, y no deja de pensar si por fin va a poder verla en bikini

 

Silvia vuelve del baño y ya tiene su cerveza en la mesa; al ser la segunda se sienten algo más desinhibidos.

 

-        ¿A tu marido no le importará que nos vayamos un fin de semana al yate de Petroni verdad? Al final es sólo trabajo – comenta Álex

 

-        Así es como pienso planteárselo - contesta Silvia - es una reunión de trabajo.

 

-        Cuando me has preguntado si me había fijado que Petroni te miraba las tetas me he asustado.

 

-        ¿Por qué?

 

-        He de confesarte que yo también te las he mirado, de hecho, confieso que llevo tiempo mirándotelas. - suelta Alex con ganas de sincerarse con ella.

 

Silvia sonríe y se siente halagada, pero a la vez excitada, le gusta sentirse deseada, pero sobre todo por Alex y de la manera más tonta, parece que la situación se está empezando a calentar. La sinceridad de su compañero la ha pillado por sorpresa, pero también eso le está gustando de él, tan diferente a otros hombres que se limitan a mirar sus tetas babeando y él se lo ha dicho con total claridad como si fuera algo imposible de evitar, con esa simpatía, con cierto rubor, pero con esa naturalidad y ese desparpajo. Alex, al mismo tiempo no ha podido evitar una erección en cuanto se lo ha soltado, que tampoco ha pasado desapercibido por ella, haciendo que se sonroje un poco más.

 

Cuando Silvia llega a casa, su marido parece muy atareado con su trabajo y apenas le presta atención cuando ella le cuenta que tiene que viajar con la empresa todo el fin de semana. Le responde con un “vale” sin casi levantar la vista de su portátil. Ella se mete en su habitación y marca el teléfono de su compañero, al hacerlo el corazón le late con más fuerza:

 

-        Álex, que sí, dile al Sr. Petroni, que sí. - le comunica ella a su compañero, con un leve temblor de nerviosismo en su voz.

 

-        ¿En serio? - responde Alex, más eufórico de lo que él mismo pretendía.

 

-        Si. Ya se lo conté a mi marido.

 

-        Genial, pues prepara la maleta y mañana a primera hora te recojo en casa.

 

Silvia abre el armario y empieza a rebuscar qué ropa puede llevarse al viaje, entre varios vestidos, tops, minifaldas, algún vestido para alguna noche que salgan a cenar y por supuesto los bikinis. Se lo piensa unos segundos, pero al final incluye uno rojo que le favorece mucho pero que hace años que no se pone y ese tanga negro que su marido nunca le deja lucir en la playa por ser demasiado pequeño y atrevido.

 

Al día siguiente Alex recoge a Silvia en su casa; él se ha vestido de manera informal con unas bermudas azul marino y un polo blanco, está deseoso de ver el atuendo de ella, nunca la ha visto con ropa que no sea la de ir a la oficina.

 

Cuando la ve no puede evitar un hormigueo en la barriga y una leve excitación; Silvia se ha puesto un vestido veraniego escotado y corto, que le llega muy por encima de las rodillas e insinúa esas tetas que con las que Alex lleva tiempo fantaseando. Inevitablemente, esa imagen tan sexy de su compañera hace que su polla se empiece a despertar.

 

-        Estás espectacular, Silvia... Petroni estará encantado de verte- le dice Alex cada vez con menos pudor.

 

Parece que entre los dos ha surgido una complicidad que hace que Alex le hable sin tapujos. Al fin y al cabo, se tienen que comportar como un matrimonio.

 

Durante el trayecto Silvia se da cuenta que Alex le mira las piernas disimuladamente al principio y mucho más descaradamente después, algo que le gusta sentir. Ella no puede evitar pensar en si esa atracción está provocando una erección en el miembro de él y parece que sí, que su bulto es mayor de lo normal. Hacía tiempo que ella no sentía ese poder de atraer un hombre hasta ese punto de que tuviera una erección con solo mirarla. Le daba una fuerza y una seguridad increíbles, además de excitarla por ello. Estaba contenta de haber elegido ese vestido y de despertar tantas cosas en Alex.

 

Al llegar al puerto se dirigen al amarre donde Petroni tiene su yate. Les saluda desde la cubierta de su barco.

 

-        ¿Cómo estáis socios? - les saluda más amigablemente que hasta entonces.

 

Les invita a subir a bordo y les presenta a su mujer; Ana, una preciosa mujer de unos 35 años, algo más joven que su marido, que rondará los 40. Ambos están morenos de piel de tanto navegar y con cuerpos muy cuidados.

 

-        Os enseño vuestro camarote y os acomodáis, enseguida zarpamos – comenta el anfitrión llevando a sus invitados a abajo.

 

Alex y Silvia se miran sorprendidos, pues no han caído en la cuenta de que al tratarles como matrimonio tendrán que compartir camarote, algo que les resulta algo cortante, pero muy excitante a la vez.

 

-        Definitivamente Petroni se cree que somos pareja, así que tendremos que comportarnos como tal. ¿Estás preparada para eso? - dice Alex mirando a su compañera que está algo nerviosa.

 

-        Por supuesto.

 

Ella, no se imaginaba ante esa situación, ni tan siquiera le dijo a su esposo que iba a viajar con su compañero. Abre su maleta y se dispone a meter la ropa en el armario de ese pequeño camarote. Alex, al mismo tiempo, no puede evitar observar los muslos de su compañera desde atrás y como la faldita ha subido más de la cuenta al estar metiendo, semi agachada, la ropa en el armario. Su polla vuelve a removerse dentro de sus bermudas y se siente apurado por si ella pueda notarlo.

 

-        ¡Chicos, poneros los bañadores que vamos a una cala cercana! - les anuncia Petroni al otro lado de la puerta.

 

Silvia enrojece, pues en ese momento se encuentra con otra situación complicada y es ponerse el bikini con Alex allí delante.

 

-        Me doy la vuelta. Cámbiate tranquila y luego lo hago yo. – dice él al notar el apuro de la chica.

 

-        Gracias, Álex. Eres un cielo.

 

Rebusca entre sus bikinis y tras unos segundos de duda, se envalentona y se pone ese reducido tanga negro. Total, su marido no estará ahí para reprochárselo y le está gustando mucho esa nueva vida, soñando que tiene “otro marido”.

 

Alex hace lo posible por pensar en otra cosa, pero sigue respetuosamente de espaldas a ella, para dejar en la intimidad a su compañera cambiarse, cuando cae en la cuenta de que solo hay una cama de matrimonio en ese camarote. ¿Cómo van a dormir? - se pregunta.

 

Alex no puede evitar su excitación, pensar que Silvia se está cambiando detrás de él y que tienen que dormir en la misma cama le excita sobremanera.

 

-        Ye he terminado. - comenta Silvia mostrando su tanga y un pareo en su cintura que es tan fino que se transparenta bastante.

 

Alex, al ver a su compañera con ese tanga se queda alucinado, porque su cuerpo es más increíble así, con tan poca ropa y eso le provoca otro espasmo en su miembro.

 

-        Ok, ahora me cambio yo. Y no hace falta que salgas sino quieres, no me importa cambiarme delante de ti. - apunta él aparentando naturalidad.

 

Silvia se queda descolocada ante tal propuesta, pero además entiende que si quieren convencer a sus clientes de que son un matrimonio deben aparentarlo sin levantar sospechas. Alex se quita por fin los pantalones y los calzoncillos dejando entrever por debajo del polo su miembro medio duro; enseguida nota que la mirada de su compañera se clava en él y eso le produce cierta excitación. Se pone el bañador y una camiseta y salen los dos del camarote. Silvia se queda sorprendida por el tamaño del miembro que él intenta disimular bajo su bañador, pero ella se siente más sexy y atractiva que nunca por ser la culpable de eso.

 

Cuando salen a cubierta, Ana les espera con una copa de champagne para cada uno. Lleva una faldita corta y la parte superior del bikini, Alex no puede evitar mirarle esas tetas de tamaño normalito pero muy bien puestas. Bruno se queda especialmente entusiasmado con el cuerpo de Silvia y con ese tanga negro. El resto del viaje, lo pasan charlando los cuatro, acaban contando algo de sus vidas, aunque Alex y Silvia tienen que ir improvisando con cuidado de no meter la pata. El matrimonio anfitrión se comporta de manera muy cordial y muy natural. Eso les hace a ambos sentirse mejor, además de por el hecho de haber bebido dos o tres copas de champagne durante el viaje. Por fin llegan a la playa y Silvia le susurra a Alex al oído.

 

-        Te he pillado mirándole las tetas a Ana.

 

-        ¿Tanto se me notó? - pregunta él cogiéndola por primera vez por la cintura mostrando esa complicidad.

 

-        Un poco.

 

-        Lo sé, no lo pude evitar, - responde Alex - la verdad es que me gustan casi tanto como las tuyas, por cierto, a Petroni también le has encantado.

 

Silvia se sonroja ligeramente, pero al mismo tiempo se siente mucho más animada y apoya la cabeza en el hombro de su compañero, sintiéndose arropada por él y, sobre todo, se siente deseada.

 

Cuando atracan en la playa, se dan cuenta de que el lugar es paradisiaco. Se trata de una cala a la que sólo puede accederse en barco, por lo que no hay prácticamente nadie. Buscan un sitio cerca del agua y se quedan todos en bañador; Alex se queda de piedra al ver el al completo el espectacular y reducido bikini negro de Silvia.

 

La mirada de Petroni tampoco le pasa inadvertida a Silvia pues se da cuenta de que ese bikini muestra bastante de su anatomía, pero se siente muy sexy, por fin puede notar esa especie de liberación que nunca había podido sentir con su marido. Se siente una mujer distinta.

 

-        ¿Y lleváis mucho tiempo casados? - les pregunta Ana de sopetón justo cuando se sientan en las toallas.

 

-        Sí, bueno, según se mire. - añade Alex.

 

-        Claro. - responde Ana, pero espera una respuesta.

 

Es Silvia la que apunta con resolución.

 

-        Nos conocemos hace mucho, pero de matrimonio menos de un año.

 

-        Ah vaya, sois casi recién casados – comenta Ana.

 

-        Disfrutando del sexo a cada momento. - apunta el Sr. Petroni al que su esposa le da un codazo por su impertinencia, pues todavía no hay suficiente confianza.

 

-        No nos va mal. - intenta romper Silvia el hielo, mostrándose natural.

 

Dirige su mirada a Alex y para parecer convincente le da un beso en los labios, pudiendo notar un temblor en el chico y ese bulto que crece de nuevo bajo su bañador.

 

El matrimonio anfitrión va al agua y parecen estar discutiendo, seguramente por la impertinencia del marido, pero Alex y Silvia se miran y se sonríen.

 

-        Lo siento, Silvia. Te he metido en un lío. - comenta Alex.

 

-        ¿Por?

 

-        No sé, con eso de hacernos pasar por matrimonio. No sé si te parece una buena idea.

 

-        ¿Te soy sincera? La verdad es que me encanta este juego. Creo que nos va a servir para cerrar el contrato. - añade segura.

 

En realidad, a ella le está gustado jugar al papel de esposa de Alex, más allá de ese “teatro de ventas”. Ese beso también le ha hecho mojar levemente la braguita de su bikini. Por un momento se da cuenta de la situación y aunque le choca que no se hubiera fijado casi en su compañero hasta ahora, pero es tan guapo, tan atento, está tan bueno... que se siente realmente bien, siendo su esposa enamorada y le excita estar a su lado.

 

-        ¿Vamos al agua? -Propone Alex. Necesito un poco de agua fría porque si no, no me podré levantar.

 

A Silvia le sorprende esa sinceridad, pero a la vez es unos de los encantos que le encuentra a Alex. Ella le da otro piquito a su supuesto marido y esta vez sin que represente un papel. Sin duda ambos están excitados y cada vez les cuesta menos expresarlo.

 

Se levantan y ella abre el paso, sabe que Alex le está mirando el culo y le gusta; se encuentra algo borrachilla, pero es que está en un estado en el que le pone cachonda provocarle un poquito.

 

Se acercan a Ana y a Petroni, que siguen en el agua. Alex se pone detrás de Silvia y la abraza sin disimular para nada su erección. Ella nota la polla dura en su culo mientras él le pone las manos en la barriga. No puede evitar mover sus caderas y Alex acompaña sus movimientos.

 

Petroni y Ana parecen algo enfadados, por alguna discusión, por lo que el marido decide salir del agua y se quedan los tres en remojo.

 

-        ¿La tiene dura? Pregunta Ana descaradamente a Silvia refiriéndose a Alex. Parece que no se anda con rodeos.

 

A Silvia, la pregunta le ha pillado totalmente por sorpresa porque no conoce de nada a esa mujer y entre el cuerpo de Alex pegado a su espalda y esa conversación que va por unos derroteros que no esperaba, no sabe dónde meterse, pero el caso es que se va calentando más y más.

 

-        Perdona que sea tan directa. - interviene Ana al darse cuenta del apuro de la chica.

 

-        No, no pasa nada.

 

-        Es que me pareció antes que se le ponía así... Y es inevitable, estáis recién casados, sois jóvenes y con esos cuerpos.

 

-        Gracias. Es que esta mujer me pone a mil continuamente – apunta Alex, pero no lo dice fingiendo.

 

Silvia gira su cabeza y los labios de ambos se juntan en un beso más largo que la otra vez.

 

-        No me extraña. Yo no me quejo con mi marido – comenta Ana – la verdad es que tenemos sexo de vez en cuando y nos va bien, pero me imagino que vosotros... ¿Lo hacéis a diario?

 

Vuelve a haber un silencio mientras la polla cada vez más dura de Alex está ubicada entre los glúteos de Silvia, que está mojando el tanga por dentro y menos mal que está bajo el agua y no se notará.

 

-        Perdonad otra vez, soy una cotilla. Pero da gusto veros, tan enamorados y con esos ojos llenos de deseo. Recuerdo cuando nosotros lo hacíamos a todas horas.

 

-        Nosotros también - apunta decidida Silvia - además Alex folla tan bien...  - dice resuelta y sin pudor.

 

Siente un estremecimiento por todo el cuerpo al decirlo y Alex siente un respingo en su miembro incrustado en el culo de su falsa esposa.

 

-        Bueno, os dejo solos. -dice Ana, volviendo a la arena.

 

Ellos permanecen abrazados y ninguno quiere dejar de estar así, pero Alex cree que ella se pueda sentir mal.

 

-        Me parece que se lo ha tragado. - comenta él.

 

-        Si, eso parece. Somos un matrimonio ardiente.

 

Ambos ríen y ella se gira y le da un beso más largo incluso que la segunda vez. Está a punto de meter su lengua en la boca de ese chico, pero hay algo que la frena y al final separan sus labios y se miran durante un largo rato a los ojos. Están tremendamente excitados.

 

-        Yo no puedo salir del agua con la polla como la tengo Silvia- Comenta Alex

 

-        No te preocupes, estoy seguro que a Ana le gustará ver el bulto de tu bañador. ¿A qué no te atreves? - Le reta ella.

 

A él le decepciona un poco la respuesta de la chica, esperaba que le dijera que ella iba a arreglar la situación haciendo algo para relajar su polla, pero desgraciadamente no ha sido así. El notar los labios con los suyos le ha excitado muchísimo y ya no piensa en otra cosa que no sea hacer gozar a Silvia.

 

Salen del agua y Alex no disimula su excitación; Petroni está de espaldas, pero Ana está sentada y no puede evitar clavar su mirada en ese bulto del chico. Mira a Silvia con cara de complicidad.

 

Se secan y vuelven al barco a comer un arroz que han encargado en un restaurante de la playa. Lo riegan con un buen vino blanco que empieza a hacer su efecto.

 

Al final deciden dormir un poco, pues el champagne ha hecho estragos en todos. El matrimonio se mete en su camarote y ellos en el otro. Se miran al ver la cama para los dos, pero es ella la que le anima a compartirla sin problemas quitando importancia a ese hecho. Se tumban con los bañadores y ella se pone de lado, pero Alex no puede remediar tenerla abrazada por detrás. A Silvia le encanta ese abrazo y esa mano de él que juega con sus caderas y su vientre. En realidad, ella desea que esos dedos se adentren en la braguita del bikini, pero el chico guarda la distancia y no atraviesa la línea roja que ella está deseando que traspase. Una hora después, ya es de noche y se despiertan todavía abrazos y creyéndose que son un matrimonio de verdad.

 

Ana llama a su puerta para que suban a cubierta para seguir charlando y tomar unas copas. En ese momento Silvia le comenta a su compañero que quiere cambiarse, pero esta vez no le dice que se dé la vuelta, simplemente se pone de espaldas a él, ante su atenta mirada, se despoja del bikini negro, quedando por un momento desnuda mientras él puede ver toda su retaguardia. Se pone el otro bikini de color rojo y encima un vestido veraniego muy fino. Lo hace con mucha sensualidad, sabiendo que está siendo observada atentamente por su compañero. Alex, no ha podido ver bien debido a la oscuridad del camarote, pero sí que ha descubierto su precioso culito y ha creído ver el dibujo de su vulva depilada por debajo.

 

Al final suben abrazados a cubierta y Petroni sirve unas copas. Se sientan en los sillones de ese lujoso yate en una noche calurosa y llena de estrellas. Las conversaciones van tomando color y calor, comentando algunas anécdotas, algunas fantasías por ambas partes, llegando a calentar a todos y regando la tertulia con varias copas, que ha ido preparando el anfitrión, hasta que Ana les propone con cara de vicio:

 

-        ¿Qué os parece si jugamos a un divertido juego?

 

-        Me apunto. - contesta enseguida Alex.

 

La mujer saca un tablero en el que hay varias casillas en las que se detallan una serie de pruebas y les va explicando:

 

-        Se tira el dado y cada uno tiene que hacer la prueba con la persona del sexo contrario que escoja - explica Ana. La única condición es que tenemos que estar todos en bañador.

 

Alex mira a Silvia y le guiña un ojo, está deseando poder jugar con ella a lo que haga falta.

 

-        ¿Pero cómo se juega? - comenta intrigada Silvia, aunque por los dibujos del tablero, se ve que es algo más picante que una partida de “Monopoli”

 

-        Es fácil - explica Ana - tanto tú, como Alex, como Bruno o yo misma lo paramos cuando queramos. Es como una especie de semáforo y cada color es un nivel.

 

-        Sí, es divertido. Jugamos hace tiempo con unos amigos y es muy cachondo. - comenta Bruno Petroni sonriente preparando otra ronda de copas para los cuatro.

 

-        Pues cuéntanos - añade Silvia animada a jugar y despojándose de su vestido quedando con ese pequeño bikini rojo que no pasa desapercibido para Petroni.

 

-        Pues mira – explica Ana - hay 3 niveles, como un semáforo. Sale una pregunta y tú eliges verde si la quieres suave, naranja que es intermedia o roja, que será más fuerte y también tiene más puntos y más avanzas.  Lo mejor es empezar y así lo veis.

 

Tras la explicación y los nervios previos de los cuatro, Bruno sirve las copas y comienza Silvia tirando el dado. Sale un 3 y lee la primera tarjeta que dice “tienes que contar tu fantasía más íntima”.

 

-        ¿Verde, naranja o rojo? - le propone Ana.

 

-        No sé... naranja. - elige Silvia envalentonada, aunque no tanto como para elegir rojo.

 

-        Vale, pues en ese caso, tendrás que contarnos algo que no sea soñar con Brad Pitt, ni tampoco lo más fuerte que se te ocurra, es decir, algo intermedio.

 

-        Pues... yo diría... “Hacerlo con alguien que no sea mi marido”, esa es mi fantasía íntima.

 

Todos ríen y Bruno cree que lo dice por él y en realidad Silvia se está refiriendo a Alex, algo que este no sabe muy bien si su respuesta forma parte del juego, tanto el del tablero como el que tienen los dos juntos o realmente lo dice de verdad.

 

En la siguiente tirada es el turno de Bruno, que ya se ha excitado pensando en esa confesión de Silvia. Tira y sale un cinco.

 

-        Hemos venido a jugar y voy a ir fuerte, escojo directamente el rojo- Dice mientras mira a Silvia

 

-        Perfecto, pues tienes que escoger a una de las dos e intentar que se excite en un minuto de tiempo. - lee su esposa la tarjeta.

 

-        ¡Escojo a Silvia! - dice decidido Bruno – No te importa, ¿verdad Alex? - le pregunta al supuesto marido de su invitada.

 

Alex da su conformidad, dando por hecho que es un juego, aunque siente cierta contrariedad interna, pero a la vez le excita pensar que puede ver como Silvia se pone cachonda con otro hombre, es una fantasía que alguna vez había tenido; aunque le gustaría a él representar ese nuevo papel con Silvia y poderla excitar, también le pone el hecho de poder ver a su compañera de trabajo en manos de otro.

 

Petroni se acerca a Silvia, le pide que se levante y se pone detrás de ella. Empieza a besarle el cuello y a frotar su polla dura contra su culo. Ella ve como Alex los mira y se deja llevar, mientras una de las manos de Bruno le acaricia las tetas a la chica sin ningún pudor, la otra mano baja por su barriga y le acaricia el coño por encima del bikini. Uno de sus dedos se mueve en forma de círculo mientras mueve sus caderas y frota su polla en el culo de Silvia. Ella no puede evitar emitir un largo suspiro.

 

-        ¡Tiempo! - grita Ana con cierta envidia de ver la excitación de Silvia a cuenta de las manos de su marido, que ha ido más allá de un ligero magreo.

 

El morbo y la calentura se vive intensamente en ese barco, por ende, los cuatro tienen ganas de ver cumplidas sus fantasías: Ana, que es la que ha propuesto el juego, deseando ver si el miembro de Alex es tan grande como le ha parecido en la playa, al tiempo su marido, con la idea de poder ver desnuda a Silvia con ese cuerpo que se adivina precioso, esta última con unas ganas terribles por tener algún roce más íntimo con su compañero, pues está viendo que eso puede estar cada vez más cerca y al mismo tiempo, el propio Alex, está tan empalmado que cree que le va a reventar el bañador soñando con morder los pezones de su compañera, desnudarla, poderla tocar por todas partes... La imagen de su ella con el cliente ha sido muy cachonda y eso que apenas duró un minuto.

 

El siguiente turno es de Ana, por lo que lanza el dado y la tarjeta le indica que alguien del sexo opuesto debe quitarle una prenda y debe elegir color.

 

-        ¡Elijo rojo y a Alex! – propone Ana que a esas alturas está más que encendida y sus pezones la delatan.

 

Al tratarse de la tarjeta de color rojo, esta indica: “deberá quitar la prenda que él elija con la boca sin usar las manos”. Al principio Alex piensa en quitarle directamente las braguitas del bikini, pero al tener al lado a su marido y que es su posible cliente, se siente algo cohibido y prefiere empezar por el sostén, aunque también está deseando ver el cuerpo desnudo de Ana.

 

En el fondo Ana parece algo contrariada al ver que ese joven va directamente a por el sostén de su bikini, pues hubiese deseado que la desnudase del todo y con la boca, pero se conforma con ese comienzo. Ella se pone de pie, ante la atenta mirada de todos y Alex la va rodeando, mientras primero con sus dientes suelta el cordoncito de su cuello y luego el que tiene a su espalda. Como la prenda se resiste a caer, la lengua y sus propios labios ayudan a que la prenda caiga, haciendo que en uno de esos roces su lengua roce ligeramente un pezón, algo que hace que Ana emita un pequeño gemido. El calor va en aumento en ese barco.

 

Silvia está anonada con la imagen de Alex quitando la prenda de esa mujer y hubiese soñado ser ella quien fuese despojada del sostén de esa manera por su compañero que sigue mostrando un enorme bulto bajo el bañador. Está soñando con el momento de ver esa polla dura al natural.

 

-        Creo que necesito un trago - añade Ana cuando se sienta con sus tetas al aire y sonríe a Alex por haberla conseguido encender un poco más con su boca.

 

Los cuatro están muy calientes y la situación no tardará en explotar; le toca a Alex, saca un seis, lo que consigue llegar a una casilla de “tiempo extra”. Y, ¡cómo no!, elige directamente el rojo y a Silvia, sin dudarlo; la desea con todas sus fuerzas.

 

-        Tienes que provocar que nos masturbemos mientras vemos lo que le haces a Silvia. Dispones de seis minutos extra - comenta Ana muy excitada, leyendo la tarjeta en el nivel rojo.

 

La calentura de Silvia también aumenta al saber que se tiene que entregar a su supuesto marido, en esa extraña prueba, pero está decidida a dejarse llevar por el placer.

 

Ana pone en marcha el cronómetro con 6 minutos de tiempo y se sientan ante el show que se avecina. La joven pareja se pone de pie. Alex, sujeta a su compañera por la cintura y comienza a besarla, enseguida nota como su lengua se introduce en su boca, ambas entran en una guerra sin cuartel. Las manos del hombre manosean su culo y nota como su polla dura se frota contra su coño empapado. Alex la gira dejándola de espalas a él. Se coloca pegado, detrás de ella, moviendo sus caderas, mientras Silvia le sigue los movimientos en un baile erótico frente al matrimonio anfitrión. Las manos de Alex masajean las tetas de Silvia. Ambos miran a Ana y a Bruno con cara de vicio, éste último tiene la polla durísima y ella, con las tetas al aire, se mete la mano dentro de la braguita para acariciar su coño. Mientras, el joven matrimonio invitado sigue con su danza erótica que provocará sin duda esa exigida masturbación de los otros.

 

-        ¿Te gusta cómo te toco? - Le susurra Alex a Silvia junto a su cuello que lame suavemente al mismo tiempo.

 

-        ¡Sí, Alex, qué calentón...!, ¡Sigue, sigue... deseo gozar como nunca! - suspira la chica entregada.

 

Enseguida le quita la parte de arriba del bikini y aparecen esas tetas con las que tanto ha soñado. Las amasa entre sus dedos suavemente haciendo que suban y bajen a medida que esas refriegas las van moviendo ante la atenta mirada del matrimonio que se está tocando cada vez más al ver esa lasciva escena.

 

En ese momento, Alex, le quita las braguitas a su compañera, dejándola desnuda de repente delante de los anfitriones. Sus dedos empiezan a acariciar el coño suave y empapado de Silvia mientras ella apoya su cabeza contra Alex embargada por el placer.

 

-        ¡Me matas, cabrón! - le susurra ella al oído, bailando con su cuerpo desnudo mecido por las manos de su habilidoso compañero que no deja de acariciarla ni un momento.

 

La situación se ha descontrolado, todos lo saben, por eso Ana, desmelenada, le ha quitado el bañador a Bruno, de rodillas delante de él le ha empezado a chupar la polla mientras los otros siguen bailando frente a ellos.

 

Alex, cachondo perdido, se quita el bañador rápidamente e introduce su miembro entre las piernas de Silvia; Ella gime al sentir la dureza de su polla entre sus muslos. No deja de pensar en cómo se tiene que sentir dentro de su coño. Al tiempo, Alex quiere hacerla gozar al máximo y sigue frotando su verga en su empapada rajita. Entonces, la gira, dejándola frente a él, mientras ambos observan el cuerpo desnudo del otro. Alex admirando sus tetas, su coño rasurado, inflamado, ella puede ver por primera vez la polla de su compañero que se tambalea grande y desafiante ante sus ojos. Se besan y abrazan sus cuerpos desnudos.

 

Entonces Alex pone más leña en el fuego y de la mano de su compañera se acerca a la otra pareja, pidiéndole a Ana que le deje un momento a su marido, que sigue sentado en uno de los sofás de cubierta. Acerca a Silvia y le pide que se siente sobre él, para frotarse la polla del italiano por el clítoris, pero sin metérsela. Silvia, se muerde el labio y obedece sin rechistar, totalmente cachonda y despelotada, se sienta a horcajadas sobre el cuerpo desnudo del cliente, pudiendo notar la dureza esa nueva polla que la empapa y la roza todo su coño.  Alex le acaricia el ano y Ana, muerta por el morbo y el cachondeo de la situación, se arrodilla sobre el sofá junto a su esposo para empezar a comerle la boca a Silvia. El juego y el alcohol han roto con cualquier barrera que se ponga por en medio de los cuatro.

 

De pronto Alex, nota que el italiano quiere meterle su polla a Silvia, porque ve los esfuerzos de él por ubicar su glande en la entrada de su coño y la verdad es que Silvia está tan cachonda que no es consciente de nada, necesita correrse tras haberse frotado con Bruno y tras haber besado lascivamente a su mujer. Alex sabe que a pesar de que todo está desmadrado, necesita parar ese ímpetu en el juego, porque tiene dos planes, por un lado, poner al cliente al límite y segundo, porque quiere ser el primero en follar a Silvia. Necesita su polla entrando dentro de ella.

 

-        Creo que nos hemos pasado del tiempo – anuncia Alex, pasando sus dedos por su inflamado clítoris de la chica, con un calentón tremendo en su cuerpo. - yo creo que el objetivo está más que cumplido. - añade invitando a su compañera a levantarse para volver a su asiento junto a él, haciéndola sentar sobre su regazo.

 

Ante esa escena, todavía alucinados y totalmente calientes el matrimonio sigue masturbándose frenéticamente.

 

-        ¡Me has dejado cachondísima! - dice al oído Silvia a su compañero

 

-        ¡Y casi te follas a Bruno! - responde él en otro susurro.

 

-        Menos mal que me has parado, porque estaba desmadrada. - responde algo borrachilla y entregada con descaro a ese lascivo juego en el que todos parecen haber perdido la vergüenza.

 

Ella sigue muy cachonda, pero sabe que Alex tiene el control de todo, aunque está realmente loca por follar de una vez con su compañero, sentir dentro de su coño esa enorme polla erecta que acaricia entre sus dedos.

 

-        ¿A quién le toca? - pregunta Alex, mientras con su mano, está acariciando la cara interna de los muslos de Silvia que instintivamente abre las piernas para que llegue a su coño de nuevo.

 

-        Primero voy a por otra botella, que me he quedado sediento- comenta Bruno, desnudo y acariciándose su dura verga, bajando a buscar más whisky.

 

-        Yo iré a por hielo. - comenta Ana y va detrás de su esposo.

 

Los dos chicos ríen y se quedan solos en cubierta. Silvia acaricia la mano de Alex que ya ha llegado a su rajita y acaricia suavemente sus labios vaginales. La otra mano de ella se aferra a esa verga venosa que apenas puede acoger entre sus dedos.

 

-        Estás empapada. - le dice él.

 

-        Cómo para no. Un poco más y me meto esa polla dentro, no podía más. Me has dejado a punto de correrme.

 

-        Lo sé y creo que a ellos también. Seguramente están follando ahora como locos en su camarote.

 

-        Pues podemos hacer nosotros lo mismo - añade ella agarrando la dureza de esa polla completamente extasiada y obnubilada.

 

-        Perdona, Silvia, eso es lo que más deseo en el mundo. Estoy loco por follarte, estoy loco por meterte esto en tu coño, pero debemos ir despacio, al menos hasta que este hombre nos firme el contrato. - responde su compañero, aunque él tiene tantas o incluso más ganas que ella de follársela.

 

Silvia le besa mientras la mano del chico le pellizca los labios inflamados de su vagina y juguetea con su clítoris.

 

-        Uf, no sé cómo puedes aguantar, Alex La tienes a punto de explotar. - añade ella apretando su mano en esa polla tan dura y tan bonita.

 

-        Tengo aguante, lo malo es cuando me corra lo inundaré todo.

 

-        Eso quiero verlo - añade Silvia con los ojos vidriosos.

 

-        Lo verás o lo sentirás la primera.  Te lo prometo - añade el chico y se funden en un nuevo beso.

 

Silvia no entiende ese control del chico, que en cualquier otra circunstancia hubiera perdido los papeles, pero incluso esa entereza le atrae más de él. Eso y por supuesto su enorme miembro que sigue acariciando dulcemente en una lenta paja.

 

En ese momento llega el matrimonio, que aparte del whisky y el hielo han debido jugar abajo entre ellos porque suben muy contentos. Los cuatro desnudos, están dispuestos a seguir con ese juego.

 

Es el turno de Silvia y cuando tira el dado dice casi a voz en grito:

 

-        ¡Rojo, elijo rojo!

 

-        Espera, que aún no hemos leído la tarjeta. - ríe Bruno.

 

Alex se siente feliz, primero porque va a conseguir lo que quiera con su compañera, ya que está totalmente desbocada, pero también con ese matrimonio que también parece entregado al juego y al sexo. No tiene dudas de que ese contrato quedará firmado esa misma noche.

 

Se sirven otra copa, el ambiente de alcohol y lujuria es total, los cuatro están muy cachondos y completamente entregados a la causa.

 

-        Tienes que masturbarte delante nuestro durante un minuto sin llegar a correrte! - dice Ana leyendo la tarjeta

 

Silvia se pone delante de ellos, se sienta en la cubierta y empieza a acariciarse las tetas con las dos manos mientras se muerde el labio inferior mirando a los tres compañeros de juego. Alex y Bruno siguen sus pollas durísimas y Ana no para de observarla y a comérsela con la mirada. Mientras tanto, la chica baja una de sus manos hasta su coño y se lo toca suavemente, sigue empapado, pero se toca despacio para no correrse. Mira a Alex y este le saca la lengua diciéndole -”te lo comería enterito ahora mismo”.

 

Alex se acaricia la punta de su polla y Silvia ve lo mojada que está, sale ese líquido transparente y lubricante previo a una gran corrida, pero tienen que aguantar para que el juego no se termine y llevar a esa pareja a donde quieren.

 

Silvia se acaricia el clítoris y emite un gemido que enciende todavía más a sus tres compañeros. Ana también tiene el coño empapado y se muere de ganas de que alguien se lo coma o se la folle; ver a Silvia masturbándose le pone muy cachonda; no puede dejar de mirar esas preciosas tetas.

 

-        ¡Para, para!... que si no nos corremos todos – dice Bruno tomando un sorbo de su copa, porque está claro que lo que quiere es follarse a esa chica.

 

-        Te toca, cariño - le dice Ana a su marido.

 

-        Creo que a partir de ahora todos nos tenemos que comprometer con el color rojo. ¿Estáis de acuerdo? - pregunta Bruno mientras su esposa le está pajeando suavemente.

 

Todos aplauden la decisión, especialmente Silvia que está tan cachonda que no aguanta sin que alguien tenga sexo con ella. Al ver a Ana imita lo que ella hace y comienza a masturbar a Alex mientras Bruno tira los dados.

 

-        Tu mujer tiene que volverte loco - añade Bruno admirando el cuerpo desnudo de Silvia viendo como esta masturba con cariño a Alex.

 

-        Ya lo creo, me tiene absolutamente loco. - responde él, pero, aunque no sea realmente su mujer sí es cierto que está loco por ella.

 

Sale un cinco y al avanzar por el tablero el Sr. Petroni lee su tarjeta: “Deberás hacer sexo oral durante un minuto a la persona del sexo opuesto que elijas”. La cara del hombre se convierte en total felicidad y sin dudarlo dice eufórico.

 

-        ¡A Silvia, me pido a Silvia!

 

Todos ríen y su esposa deja de masturbarle por un momento, ya que siente algo de celos, aunque en el fondo sabe que forma parte de esa locura y después será ella la que reciba otra cosa parecida. Su esposo lee la parte de color rojo que pone “deberás chuparle y lamerle el culo durante 1 minuto”.

 

Silvia está cachondísima con la idea y se pone a cuatro patas sobre la mesa dispuesta a recibir por fin una lengua, aunque no sea la de su ansiado compañero.

 

Alex, al mismo tiempo, está nervioso, porque se da cuenta de que su cliente va a ser el primero en comer el culo de su compañera antes que él y ve allí a Silvia totalmente desnuda y entregada, además, tiene pendiente la firma del contrato, cuando irrumpe con algo que desconcierta a todos.

 

-        Creo que deberíamos dejarlo. - comenta poniéndose de pie.

 

El Sr. Petroni se queda de piedra pues ya estaba agarrando las caderas de Silvia dispuesto a comerle el agujerito posterior a esa hermosa chica.

 

-        ¿Qué ocurre? - dice el hombre sin soltar el redondo culo de la joven.

 

-        Pues no sé. Es mi esposa y esto se está desmadrando un poco. - añade Alex, aunque su polla no dice lo mismo pues sigue tiesa, pero él aguanta como puede.

 

-        Cariño... - se escucha el ruego de Silvia casi jadeando sin entender ese giro de su compañero.

 

-        No, mi amor, hemos venido a ofrecerle un contrato al señor Petroni... Y no a...

 

-        Si es por eso lo firmo ahora mismo. - añade Bruno totalmente excitado, con su polla tiesa, poniéndose en pie.

 

-        Claro – interviene Ana – lo estamos pasando genial. Que no lo estropee una mierda de contrato.

 

Silvia sonríe a su compañero, primero por su inteligencia, por su habilidad, por haberla traído a este barco y por sentir un placer inmenso del que no quiere escapar. Alex le ofrece el contrato a Bruno que firma en todas las páginas sin apenas leerlo. Ambos tienen sus pollas a tope mientras rubrican en cada hoja. Alex piensa que si hubiera sabido este potencial con Petroni, podría haber aumentado ese contrato en alguna cifra mayor de ventas... sin duda Silvia es todo un reclamo y la mujer que ambos desean por distintos motivos.

 

-        ¿Conforme? - añade Petroni tras la firma esperando expectante.

 

-        No sé... - se hace el interesante Alex – Nunca le he comido el culo a mi esposa y me gustaría ser el primero en hacerlo. Si no le importa.

 

-        Me parece justo. - añade Bruno y se sienta esperando impaciente su turno mientras su esposa le calma meciendo su tiesa verga.

 

Aunque no sea su turno, Alex no aguanta más y se dispone a comerle el culo a Silvia; tenerla a cuatro patas encima de la mesa dispuesta a entregarse a él le pone más cachondo si cabe. Le da la vuelta y la pone de tal manera que tenga en su campo de visión a Ana y a Bruno. Silvia nota como uno de los dedos de Alex le acaricia el ano, no puede más y le pide que se lo chupe.

 

Enseguida nota la lengua de su compañero recorrerle el agujerito, no puede evitar gemir mientras ve como Petroni masturba suavemente a su esposa. Alex aumenta el ritmo e intenta introducirla la lengua en el culo, Silvia nota como la lengua le recorre el culo y el coño, le está comiendo las dos cosas a la vez y Silvia está embargada por el placer.

 

-        ¡Joder no pares cariño, no pares! -gime desesperada Silvia

 

Pero, de nuevo se queda al borde del orgasmo y lamentablemente para ella, el minuto ha pasado y Alex se detiene en ese chupeteo que tan loca ha puesto a Silvia.

 

-        No te muevas cariño, - le dice Alex – Recuerda que es el turno de Bruno

 

Petroni se levanta mientras Alex se sienta al lado de Ana. Silvia sigue en la misma posición, pero mucho más cachonda que antes. Nota como los lengüetazos del italiano le recorren culo y coño a la vez; de repente nota como uno de los dedos de Bruno intenta abrirse paso en su ano mientras le come el coño desde atrás. Se sobresalta, pero enseguida se deja llevar por el placer.

 

Ana empieza a acariciar la punta de la polla de Alex mientras los dos contemplan a sus respectivas parejas gozar. La polla de éste está empapada y la esposa de Petroni juega con el líquido que sale de ella y lo restriega entre sus dedos.

 

Silvia no aguanta más pero no quiere correrse así, quiere hacerlo de otro modo, así que pone fin al espectáculo

 

-        ¡Para o me corro! - le grita a su pareja de placer

 

Ella ha detenido al cliente, algo decepcionado, por cierto, pero él tampoco quiere forzar la situación. Ambos vuelven con sus respectivas parejas. Silvia se sienta al lado de Alex y le da un beso metiéndole la lengua en su boca. ¡Está muy excitada!

 

-        Esto es una pasada, estoy loca porque me folles. - le susurra al oído a su compañero sin importarle nada, solo quiere esa polla dentro de ella de una vez.

 

-        Y yo por tenerla adentro.

 

Los cuatro están cachondos que se follarían entre todos en ese instante, pero el juego está resultando tan morboso que lo quieren alargar al máximo, sobre todo Alex que sabe que así será todo mucho mejor. El siguiente turno es para Ana, que obviamente escoge el rojo. Tira los dados y le sale un dos. Lee su tarjeta:

 

-        Tengo que escoger a quién quiera para comerle el sexo durante un minuto.

 

Alex cree que va a ser él, pero se sorprende al escuchar la elección de Ana.

 

-        ¡Escojo a Silvia!

 

Todos se quedan muy sorprendidos pues esperaban otra respuesta, pero ella añade resolutiva:

 

-        Si os elijo a alguno de vosotros os correréis y no quiero.

 

Alex y Bruno, aunque ambos se esperaban una buena mamada, comprenden que Ana tiene razón. Silvia en cambio, está contentísima pues creía que tendría que esperar, pero va a volver a tener sexo de nuevo y en esa ocasión con Ana. En ese momento le da igual con quién, no aguanta mucho más.

 

Creo que lo mejor es que nos lo hagamos mutuamente. - añade Silvia, consiguiendo la sonrisa cómplice de la otra mujer.

 

Los hombres sentados ven en primera fila, sin dejar de pajearse, como las dos mujeres se tumban sobre la mesa. Silvia debajo y Ana sobre ella haciendo un 69.

 

-        ¡Comienza el tiempo! - señala Alex

 

De pronto las dos chicas se meten de lleno a comerse el sexo una a la otra utilizando lengua, labios, incluso metiéndose los dedos mutuamente en sus chorreantes coños. Los gemidos de ambas son alternados con chupeteos, caricias, mordisquitos, algún pequeño grito y casi están a punto de correrse cuando el cronómetro pone punto final. Sus respectivos jadeos, al acabar, muestran la entrega que le han puesto.

 

Vuelven a sus asientos mucho más calientes y sudorosas que al principio. Y es el turno de Alex que tira los dados, sacando un tres y cayendo en una casilla especial que es un puente, con un reto que hará avanzar el que gane.

 

-        ¡Reto rojo! - lee Alex. - “Cada participante femenina debe hacer una mamada a cada participante masculino contando 5 segundos. El primero que se corra retrocederá 5 casillas”

 

Todos se miran y saben que esto provocará un punto de no retorno, pero sabiendo que el contrato está firmado, todo saldrá rodado. A pesar de eso, Alex siente la necesidad de follar con su compañera, la tiene ahí, desnuda con sus piernas abiertas, tocándose el coño descaradamente...  hará todo lo posible por aguantar y no correrse, aunque sabe que no va a ser fácil.

 

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Datos del Relato
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