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Categoría: Maduras

La madura

¡Hola!. Me llamo Arturo.



Antes de que cumpliese los 30 tenía una novia y parecía que nos íbamos a casar. Pero conoció a otro hombre y me dejó.



Me encontré siendo el clásico treintañero con barriga. Me decidí a ir a un gimnasio.



Llevaba ya un año cuando cumplí los 35. Mi cuerpo se había ido moldeando y apenas tenía un poco de barriga que con la ropa puesta casi no se notaba.



Antes de comenzar el relato en sí, debo decir que mi vida sexual con mi antigua novia, Antonia era muy normalita. Nos acariciábamos, nos tocábamos pero sin llegar a las partes íntimas y por supuesto que no había mamadas ni cosas por el estilo. Más que follar lo que hacíamos era el coito.



Mi vida con Amanda fue distinta. Mucho mejor.



Era la celadora de este gimnasio. Comenzó a trabajarse el cuerpo a partir de los 30 como yo. Llevaba el pelo muy corto, teñido de rubio albino. Sus brazos eran fuertes. Sus hombros, su espalda. Sus piernas robustas. Su cuerpo sensualmente esculpido. Tenía algo de barriga, incluso arrugada que era la mar de excitante. Sus ojos eran grises. Su edad 51 años. No voy a decir que es que no lo pareciese. Sí se notaba que tenía esa edad pero estaba tremendamente buena. Sus pechos eran grandes y duros. Se untaba crema en ella y no se que cosas más.



Os cuento como fue mi primera experiencia con ella. Me la llevé a mi piso. Le metí un dedo en la boca. Su lengua giraba alrededor. Mi corazón se aceleró porque me di cuenta de lo ardiente que era, y de la clase de cosas que iba a poder hacer con ella. Me acercó sus pechos desnudos y se los sobé de arriba abajo.



- Aprieta- me decía.



Y se los apretaba.



Me atreví a meterle el pene entre sus senos y ella se los estrujó aplastándomela. Con mis dedos le acaricié sus erizados pezones.



La levanté y le di la vuelta con agresividad.



- Por Dios, por Dios- me dijo.



Tenía que ser cuidadoso con ella. Parecía más frágil y tierna que cualquier muchacha adolescente.



Se la metí muy lentamente. Pero no por la vagina sino por el ano. Unté mi pene de aceite y entró toda. Se me quedó dentro. Para estimularla le acaricié el clítoris hasta que tuvo un orgasmo. Era la primera vez en mi vida que hacía esto. ¡Cómo le flojearon sus duras piernas!. ¡Qué vulnerable era!.



Luego le apreté los senos. Le saqué mi pene y le lamí la vagina. Antes me daba asco el sexo oral ahora ya no. Hice que se retorciese. Le comí los pechos a besos. Me acarició la polla.



Le metí un dedo en el culo. Froté mi polla en el clítoris provocándole espasmos.



Nos besamos en la boca. Lengua y aliento. Me lo tragaba todo porque ella necesitaba respirar. Apreté su nariz. Se agacho y me metió la polla entre sus tetas. Así me corrí. Tuve un espasmo. No había vivido el sexo jamás de esa manera.



Nos fumamos un cigarro.



- Con mi marido es que no follaba nada- me decía.



- ¿Qué prefieres qué te folle o que te joda?.



- Es lo mismo ¿no?...Me follas la boca... Me follas el culo...Me jodes el coño.



- ¿Qué te gusta más que te lama o que te folle?.



- Las dos cosas.



- ¿Peso mucho?.



- Me pone cardiaca que me hagas esas preguntas.



- Eres como una muñeca- le dije.



- No me extraña. Haces conmigo lo que quieres.



Volvimos a empezar. La tenía dura.



Le comí sus pezones a besos. No se le ponían duros pero mi pene sí que estaba en erección. Para calmarme me hacía una paja. Metí mi lengua en su culo. Y volví a clavar mi polla entre sus tetas. No quería correrme. Le metí un dedo en el culo. Ella se volvió loca y me chupo el mío. La senté sobre mí y la follé. Jadeaba muy rápidamente. Tenía algunas arrugas en la frente.



Me tumbé y se puso a chupármela como esperando que me corriese para que terminase la jodienda de una vez. Luego usaba la mano que la tenía empapada de mis jugos. Una y otra vez. Acompañó sus meneos metiéndome un dedo en el culo y se metió mi pene en la boca. La vieja me encantaba. Decidí follarmela como antes pero esta vez se la metí por el culo. Se la saqué de ese agujero estrecho y se la metí en el de arriba. Me lo consentía todo. Era un aprovechado.



Para compensar le metí un dedo en la vagina y ella me chupó la polla.



Le lamí el coño guarro. Ella me la chupó hasta que salió un líquido transparente. Ya no me quedaba semen en mis testículos.



Decidimos acabar la relación sexual.



La he vuelto a ver últimamente. No somos novios. Creo que ni siquiera amigos. Pero quedamos para follar. Ella me parece que sale con alguien que le da ternura.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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