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El otoño está ya instalado en Madrid, en esta tarde algo fría de noviembre. Cae una lluvia mansa, menuda, que ha oscurecido pronto el cielo.
La madrastra está aburrida y con bastante mal humor. Tiene al marido en casa desde hace diez días, sin poder acudir a su trabajo, con una lesión de tobillo, que le tendrá inmovilizado unas tres semanas. La mayoría de las mujeres opinan que los maridos en casa son un estorbo. Y aparte de eso, ha tenido con él una buena discusión esta mañana por temas familiares y llevan todo el día sin apenas dirigirse la palabra. Él en su despacho revisa papeles y ella en el salón ha visto un rato la tv, y ahora comienza a ponerse nerviosa, como si estuviese algo enjaulada.
Decide que se irá un poco antes a buscar a la niña a la salida del colegio y mientras la chica después va a la academia aprovechará para hacer alguna compra… bueno… mejor pensando, llamaré al niño, para que me acompañe y tomaremos algo antes de regresar. Hace la llamada, para asegurarse que estará disponible.
- Hola, cielo.. Acabarás pronto las clases?.
- Ya terminé, mamá, estoy en la biblioteca.
- ¿Te apetece acompañarme, mientras tu hermana termina sus actividades?
- Claro, mamá. Dime donde quedamos.
- Pues en la puerta del colegio de tu hermana, dentro de45 m.
- Muy bien. Hasta luego, mamá.
La madura se prepara para salir. Le apetece hoy estar guapa. Elige la falda que más le gusta, una falda gris, a media pantorrilla, con botones en la parte delantera de arriba abajo. Le gusta desabrocharlos hasta un poquito por encima de la rodilla, le resulta muy sexy. Decide ponerse también medias, medias a medio muslo, de blonda, negras, con liga incorporada. Se siente totalmente distinta, sexy a rabiar. Para la parte superior una cazadora de cuero, negra, ajustada a la cintura y que permite exhibir bien su figura. Zapato de tacón a juego.
Se mira en el espejo y se encuentra fantástica. Media vuelta, para mirarse por atrás en el espejo y entonces encuentra un problema.
- Vaya…se me marcan demasiado las bragas…que mal. Tendré que ponerme ahora un vaquero, con lo bien que me encontraba.
Empieza a meditar el asunto, pero le encuentra pronto solución. Se encuentra atrevida.
- Bueno, que más da… un día es un día… venga, a la porra… sin ropa interior…¡
Mete sus manos bajo la falda, subiéndola lo suficiente para agarrar la prenda íntima y sacarla por los pies, la dobla y la mete en el bolso por precaución.
- Hoy me iré fresquita…
Coge el bolso y las llaves del coche, y al pasar por la puerta el despacho donde está el marido, sin detenerse siquiera se despide con desgana:
- Me voy a buscar a los chicos y a hacer alguna compra.
- Vale. – él también contesta con voz seca-.
Ella sale al rellano de la escalera, y espera al ascensor, más molesta aún con el marido. Para sí misma dice con rabia contenida:
- El jodío asqueroso…. Cada día me alegra más el ponerle los cuernos con su hijo…
Llega puntual a la puerta del colegio de la niña. Aparca unos momentos en doble fila, la zona es amplia y tranquila y así suele esperar a diario, para llevarla a casa, salvo una vez a la semana, que es hoy, y la lleva a una academia cercana, donde recibe clases de idioma y música durante dos horas.
Ahora llega su hermano. Abre con prisas la puerta por la lluvia y se sienta a su lado en el asiento delantero. Se dan un beso de cortesía.
- Hola, cielo, que tal te ha ido?
- Bien, mamá, gracias. ¿Y tú que tal?
- Bueno, no muy contenta. He discutido con tu padre...
- Ya me di cuenta en la comida. Bueno, se os pasará pronto, como otras veces.
- Sí, eso espero, pero estoy de muy mal humor. Y con ganas de vengarme un poco…
- ¿Vengarte?.. ¿Cómo?.
Ella le dirige una mirada insinuante, maliciosa, acompañada de una sonrisa muy traviesa, mirándole un poco de arriba abajo.
- Tú que crees, cariño?.
- Mamáaaaaaaaa…..
- Pues sí, hoy al salir de casa me dije para mi misma que me alegro de engañar a tu padre contigo. Se lo merece. No me presta últimamente atención. Además, lleva diez días en casa, y está muy pesado. Y encima no puedo estar un rato a solas con mi niño…
El chico no contesta, siempre en estas situaciones, cuando la madre se insinúa con ese descaro le aflora esa timidez que no consigue superar del todo. Se hace un corto silencio, mientras esperan la salida de la niña. El mira por la ventanilla para ver si aparece. Ella, mientras tanto, desabrocha tres botones de la falda y hace un estudiado cruce de piernas. Los muslos lucen esplendorosos con las medias negras.
- ¿Te gusta como me he vestido hoy, cariño?.
Al darse la vuelta y mirarla, el chico da un respingo de sorpresa.
- Ahhhh, mamá, mamáaaa….
- Veo que te gusta…jajajaa… mira, mira….
Ella coqueta, lujuriosa, se aparta bien la falda por un lado. Enseña descaradamente no solo el final de las medias, donde acaba la fina blonda y comienza el muslo desnudo, sino que aparta aún más la falda por la cadera, mostrándola desnuda.
- Mamá… no.. no… traes nada debajo…¡
- Pues no, cariño mío, nada de nada. Me siento cómoda así, fresca. ¿Te importa?.
- No, claro que no..
- ¿Dime, te has acordado mucho de mí estos días, en que tu padre está en casa?.
- Sí, claro, mamá, mucho.
- No has podido disfrutar con mamá, eh… ¿a que te has masturbado?.
El chico hace un gesto de vergüenza, se sonroja un poco, mira por la ventanilla.
- Dime que sí, mi cielo.. a mamá le gusta que tú la desees mucho. Mamá es feliz imaginándote como te excitas en la noche, en tu habitación, pensando en mí.. ¿Lo haces?.
- Sí, claro que sí, muchas veces..
A pesar de ser ya su amante, al chico le cuesta aún hablar del tema. Pero ella es hábil y le sonsaca, le gusta ser pícara y que le cuente cosas.
- ¿Y en qué piensas cuando lo haces?. ¿También en alguna compañera de clase?
- No, mamá, solo en ti. En tus pechos. En tus piernas cuando las abres, en todo.
La madura siente como se moja su sexo, como toma vida propia.
- Me voy a manchar la falda –dice en voz baja, como pensando en alto-.
- Qué dices, mamá?
- Nada, cosas mías. Viene tu hermana…
Ella se acomoda la falda antes de que llegue la niña al coche.
- Holaaaa, cielo, que tal…
- Muy bien, mamá. Vamos, que llego tarde a la academia. Vosotros donde vais mientras tanto?.
- Quizás vayamos al El Corte Inglés, tu hermano quiere ver algo de ropa.
En pocos minutos dejan a la hermana en su academia, donde estará un par de horas. Ella regresa hacia el centro de la ciudad. Pasa por las cercanías del centro comercial y continúa.
- Mamá, creo que te has pasado…
Ella no contesta. Tiene ya algo en la mente. Pero se lo calla. Unos minutos más y llegan ala Plazade España. El vehículo entra en el enorme parking subterráneo.
- Podías haber aparcado mejor en el parking del El Corte Inglés, esto nos caerá lejos. ¿O quieres ver alguna tienda de por aquí cerca? –dice el chico en su inocencia-.
- No vamos a ninguna tienda, nos quedaremos aquí.
El vehículo pasa por el primer nivel, y aunque tiene plazas libres, ella baja al segundo, que está casi vacío. Deja el coche en el rincón más apartado. La llovizna y el frío exterior, en contraste con al temperatura interior del vehículo hace que los cristales estén totalmente empañados. No se ve nada de lo que hay dentro.
- Ven, cielo. –dice ella-. Vamos al asiento de atrás. Aquí estaremos muy a gusto.
El vehículo es un monovolumen amplio, que además tiene el asiento posterior totalmente abatible. Ella acciona el mecanismo y deja el respaldo horizontal con el asiento, convertido casi en una cama.
- Quiero hacer el amor contigo, cariño mío, aquí, me siento una chiquilla, estoy muy caliente, vida mía.
Se besan tiernamente. Ella ha vuelto a desabrochar totalmente la falda, dejando solo el cinturón, las piernas enfundadas en las medias levantan enseguida el miembro del hijo. Ella le ayuda a desabrocharse también el pantalón y bajarlo hasta las rodillas.
- Cabronazo…¡. Consigues ponerme cachonda como nadie lo hizo antes.
Ahora intenta colocarse y abrirse para que él la posea. No consigue encontrar una postura cómoda a pesar de la amplitud del coche, y decide colocarse boca abajo. Dobla un poco las rodillas, abriéndose, en la postura de la ranita. Él ya la ha visto desnuda más veces y cuando hacen el amor en el sofá le gusta mirarla cuando terminan y ella se levanta para irse al baño. Entonces se queda mirando su figura, aún bien definida de mujer, con las caderas amplias y el trasero contoneándose (ella lo hace a propósito, sabe que el hijo la mira). Pero ahora es distinto, la tiene allí, boca abajo, el culo sobresale algo elevado, carnoso, firme, tentador. Siempre la ha poseído en la postura clásica, ahora es algo nuevo que le sorprende y lo apabulla un poco.
Ella mira hacia atrás con su sonrisa libidinosa.
- Te gusta, cariño?. Tómalo, es tuyo…
El acaricia las nalgas, redondas, cálidas y los muslos en la parte que dejan libre las medias. Tiene ya el aparato tieso como un poste. Ella echa una mano hacia atrás y se lo agarra, para asegurarse que está preparado.
- Ponte encima mío, mi vida. Con cuidado.
Aunque el chico es alto y con bastante volumen, consigue acomodarse con relativa facilidad entre los muslos de mamá. Agachándose un poco, porque el techo del vehículo le impide quedar más erguido, toma posesión de la madre. Una vez más. Posesión dulce. Exquisita. El calor de la mujer le embriaga cada vez que la hace suya. Ahora está algo agitado, un poquitín nervioso. No puede olvidar que están en el coche, en un parking. Pero el culo de la madre es poderoso y le ayuda a superar el trance. Le excita terriblemente la postura de mamá, boca abajo, con el culito en pompa. Le separa bien las nalgas con las manos y aprieta, entrando en ella. Lo hace siempre muy, muy suave, muy lentamente. Como si tuviese miedo a lastimarla. El poderoso miembro juvenil, erecto al máximo, va recorriendo la vagina de la madrastra en toda su longitud. Un camino de placer, un recorrido que él hace que sea largo, paciente, hasta que choca su pubis con la carne maternal y se queda allí, inmóvil, sintiendo las dulces sensaciones que ella le transmite. Ella emite un gemido casi constante, acompasado, tierno, al sentirse totalmente llena. Capta perfectamente dentro de sí misma la tremenda dureza del falo.
La madre se apoya ahora algo más en las rodillas, subiendo más las caderas, casi en la postura del perrito. La visión de las nalgas de la hembra mientras la penetra hace que el chico llegue a la máxima excitación.
- Mamáa…Mamáa…..
Ella sabe bien lo que ocurre cuando él la llama así. Que está a punto de eyacular.
- Espera, espera, cielo. Sácala un poco… eso. Enfríate algo, no termines tan pronto, nos queda aún una hora. Quiero aprovecharla al máximo.
- Bien, mamá. Lo que tu digas.
La saca y la refrigera un poco. Ella le aconseja ahora como tiene que seguir.
- Cógetela con la mano. Rózame todo el coñito, así me mantienes excitada y tu aguantarás más al no tenerla metida.
Así lo hace. Obediente siempre su chico. Agarra el pollón y hace resbalar su cabeza por la hendidura sabrosa de la madura. Ella está dilatada totalmente, su sexo es ahora más grande.
- Rózame más arriba, así…
Toda la zona está empapada del flujo vaginal. La humedad facilita el deslizamiento.
- Arriba, cariño, eso es…
Está ahora rozando la zona anal. Es nuevo para los dos. Están descubriendo nuevas sensaciones. La madrastra en esta tarde tiene una excitación muy especial, nada parece detenerla.
- ¿Te gustaría metérmela por ahí, cielo?.
- ¿Por atrás?.
- Claro, cariño. Por el culito.
- No sé si sabré, mamá.
- Lo harás bien, cielo. Los dos aprenderemos, ya verás.
- ¿Es que tú no lo has hecho nunca?
- No, mi vida. Tu padre ha sido un poco soso en estas cosas. Aprieta un poco al tiempo que me frotas. Al pasar por el agujerito, empujas un poco… sí…..sí….ahí…. Ayyyyyyyyyyyyyy…¡
El ano se dilata con el roce, se estira, invitando al juego.
- Espera un momento, cariño. Dame el bolso, necesitamos un lubricante, así no puede ser.
Ella coge una cajita con crema hidratante, servirá para el caso.
- Toma, cielo. Date crema bien en la polla. Más, llénala bien, así, bien empapada. Vamos a comenzar otra vez, quieres?
- Sí, máma.
Vuelve el frotar, vuelve el empujar. Lubricado el miembro, esta vez sucedió. Entró un buena parte.
- Ayyyyyyyyyyyyyy…¡¡¡ Joder, despacio, despaciooooo… que la tienes muy grande.
- Te duele, mama? ¿Te la saco?.
- Ni se te ocurra…¡ Quédala ahí metida, ya me iré acostumbrando. Ahora o nunca. Espera, quieto, quieto….
Pasan unos minutos. El chico está inmóvil, con parte del falo dentro. Ella intenta acostumbrarse, está muy abierta, muy excitada, pero le cuesta. Es virgen por tal sitio.
- Uffffff….que tremendo, lo que me tienes clavado. Me parece que me voy a cagar…
Hay que ser valiente para introducirse el tamaño del hijo, pero ella lo está consiguiendo.
- Empuja algo más, cariño mío… Te gusta?... Eres feliz dando por el culo a mamá?.
Ha llegado hasta la mitad. Ella comienza a relajarse. Va soportando mejor la presión.
- Mete la mano por debajo, hijo. Sí, eso es, para tocarme el coñito. Busca el clítoris, bien, bien, mi vida, que bien.
Es algo distinto, que nunca había sentido. La penetración anal y la excitación del clítoris la están llevando al máximo nivel.
- Sabes una cosa, hijo?...
- Qué, mamá?
- Caray, que me gustaaaaaa… Que me gusta muchooooo… No sé como decirte, no es lo de siempre. Es, es…no sé, muy bonito, me duele un poco, pero estoy muy a gusto. Que rico, que rico, cielo mío. Que bien se lo haces a mamá. Ahora, mi amor… ven, métela ya toda, pero despacio, despacitooo, ya, yaaaa….ahí.
El joven empuja lentamente hasta alojar todo el miembro en el recto de la madrastra. La queda así, empalada, ella boca abajo, el cabello revuelto, medio sudando. Pero excitada como nunca lo estuvo. Presiente ya lo que va a venir, es imposible aguantar más el deseo de explotar sin freno.
Ya relajada totalmente la señora, aprieta ahora el esfínter anal, jugando con la estaca que tiene metida. El acelera ahora el masaje que con los dedos está dando a la madre en su sexo. El clítoris está duro, crecido.
- No puedo más, no puedo más, hijo… Vida mía….Mi niño… mi amor….dame todo, todo, ya estoy, ya, ya…..
En ese momento la mujer siente el potente chorro de esperma en su interior.
- Ohhhhhhhhhhhhhhhh……………..Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy.
Es más un grito que un gemido. Intenso. Espectacular. El orgasmo la ha transportado a otra dimensión.
Ahora ya se la va sacando despacio. Ambos están saciados, satisfechos. Se quedan un momento tumbados, saboreando los últimos besos. Ella vuelve a la realidad, se incorpora un poco y con la mano limpia un poco el cristal, para echar una ojeada.
- Menos mal, no hay nadie por aquí… Uffffff. Jamás había sentido nada igual. Gracias, hijo. No olvidaré nunca el parking de Pz. España….jajajaaja. Vamos, tenemos el tiempo justo.
Se acomodan y llegan en el momento en que la hermanita aparece. La chica entra en el coche, y pregunta que han comprado.
- Nada, hija. A tú hermano no le ha gustado nada de lo que había.
- Que delicado se está volviendo –dice la hermana distraídamente, mientras comienza a manipular en su móvil, sin más interés-.
En la parte delantera del coche, los dos amantes se dirigen una mirada cómplice.
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