"Una leona hambrienta busca alguna presa apetecible, pero decide devorar a la que la descubre."

Era ya el tercer dia pensando solo en sexo, asi que me quedaban otros cuatro... maldita semana caliente.
Además era el cuarto mes de sequia ya, no encontraba a nadie que me interese. Incluso mientras volvía a casa tras hacer la compra, evaluaba a cada hombre que veía... sin ver nada especial.

Al llegar a mi edificio, en el ascensor coincidí con el vecino nuevo, lleva... ¿cuanto?¿dos meses en el edificio? Nunca me he preocupado por mis vecinos, ni siquiera voy a las reuniones de la comunidad. Me saludó por cortesía, yo lo ignoré, perdida en mis pensamientos. Podría pasar toda la tarde masturbandome y no cambiaría nada, necesitaba el calor y la cercanía del sexo.
De repente el vecino interrumpió mis pensamientos; había preguntado algo, no se el que, sobre mi compra, y estaba olfateando el ambiente del ascensor.

-...estoy seguro de que este olor me suena...

De repente dio un respingo y me miró con los ojos abiertos de par en par, estaba sonrojado, se notaba poco por su barba, pero lo estaba...

-Lo siento, ha sido inapropiado, no pensaba que eso olería tanto...

*¿Se ha tirado un pedo y no me he dado cuenta?* recuerdo haber pensado...

-Supongo que esta tarde tambien me tocara pasarla con los auriculares a tope para no oír los gemidos, ¿no?

Entonces fuí yo la que me sonrojé abriendo los ojos, ¡había olido mi excitacion! Que verguenza... tenía que cambiar de tema como sea...

-Eeehhh... no... la de los gemidos es la del quinto, ella y su marido no entienden el concepto de cerrar las ventanas.

Parecía que ya no pensaba en mi, tendria que ducharme aún más a menudo esas semanas... ¿tal vez si me pongo tampon no huela tanto?

Salimos del ascensor los dos a la vez, uno en cada direccion, y entré a mi piso de golpe, una vez dentro miré por la mirilla de la puerta, él miró en mi direccion; ¿por que habré dado un portazo?; se encogió de hombros y entró tranquilamente a su piso, no parecía haberle dado importancia; menos mal...

Tras guardar la compra me di cuenta de a que velocidad me latia el corazon, estaba aun mas excitada que antes... fui a mi cuarto, dispuesta a poner algo de porno en el ordenador e intentar relajarme; al ir a cerrar la ventana un pensamiento repentino cruzó mi mente.

El patio de luces no era muy grande, y su ventana estaba delante... era una idea muy estúpida, y él ni siquiera era especial, pero...

Cogí mis esposas del cajón y salté.

Fue un salto mas bien cutre, seguramente hice bastante ruido al agarrarme al borde de la ventana y golpear la pared. Entré corriendo antes de que alguien se asomase.

Estaba en su casa... no parecia haberme oido... no me habia roto nada... me asomé por la puerta... ahí estaba, de espaldas, descamisado, jugando en la consola, con los cascos a tope de volumen, estaba oyendo la música desde donde me encontraba.

Sonreí; fue una sonrisa perversa, aún me estremezco al recordar lo que sentí, mi corazón estaba acelerado al máximo. Empecé a desnudarme, intentando no hacer ruido para que no se enterase.

Solo con las bragas, y las esposas en la mano, me acerque con cuidado a él, miré la pantalla, no reconocí el juego, tampoco me interesaba... tras unos cinco o diez segundos note que dejaba de pulsar botones, y mi sonrisa se acentuó más aún, y empezó a olfatear de nuevo; reconozco que me paré algo abierta de piernas para que le llegase mi olor; en cuanto empezó a girarse, salté sobre él.

No llegó a forcejear, lo besé en la boca mientras le ponía las esposas antes de que supiese que pasaba. Le tapé los ojos con una mano mientras me quitaba las bragas y se las puse en la cabeza, no quería que me viese, y además quería que se llenase de mi olor. Me sorprendió que no gritase, solo jadeaba por la sorpresa, pero tampoco podía arriesgarme, corrí hasta mi ropa, cogí mi camiseta, hice una bola y se la metí en la boca.  Mire a sus pantalones y vi un bulto, mi olor había hecho efecto en él.  Le quité los pantalones y los calzoncillos y ahí estaba su pene, uno completamente normal, pero ahora lo necesitaba más que nada en el mundo; creo que lo lamí un poco, no estoy segura, pero se que no me lo metí en la boca, el ya estaba duro y yo estaba húmeda desde hacia rato, no había tiempo que perder, me agache sobre él, acercando nuestros sexos, frote un poco su pene contra mi y empecé a metermelo, debí haberlo hecho más despacio, pero me pudo la impaciencia, se que le hice daño al hacerlo de golpe, pero no pude sentirme culpable, al intentar sacudirme de encima, su pene empezó a golpearme los puntos de placer, era fantastico como acertaba. Me puse a pegar botes suaves sobre el, presa de la pasión, mientras besaba su cuello.

Tras un par de minutos pude sentir como venia el orgasmo, y en ese momento mordí su cuello, justo en el centro, con fuerza, durante todo lo que duró el pico del orgasmo; pude sentir como él también tenía uno; aún no se si fue casualidad o que el mordisco fue certero. Al incorporarme un poco, aun con su pene latiendo dentro de mí, vi que su cuello sangraba, poco profundo, no era grave... pero que bruta soy a veces.

Con mucha calma le quité las bragas de la cabeza mientras me levantaba, sus ojos aún mostraban miedo mientras me ponía las bragas, al sacarle mi camiseta de la boca, mientras me la ponía, soltó un gemido de dolor preguntando:

-¿Por qué?

Sonriendo y acariciando mi vientre, le dije:

-Oh, venga, te ha gustado, lo he notado.

-Podrías haberlo sugerido, o algo, haberme pedido salir...

-Si, si, tranquilo -corté sus quejas- para la próxima vez te lo pediré, aun no he acabado contigo...

Fui a su habitación a recuperar mis pantalones y coger la llave de las esposas.

- ...aun faltan al menos tres días para que se me pase el calentón...